TRIDUO A SAN JOSÉ DÍA 1

TRIDUO EN HONOR DEL CASTÍSIMO PATRIARCA

SEÑOR SAN JOSÉ (Primer día)

Oración inicial

¡Con qué confianza, con cuánta satisfacción vengo a tus pies, José castísimo, a implorar tu socorro y favor en todas mis necesidades!

¡Oh, yo no desconfío de que quieras oír mis ruegos! porque por experiencia sé que no te sabes negar al que con fe te hace una súplica.

Tú, que en el mundo probaste todas las amarguras de la vida y que conoces bien las duras aflicciones del corazón humano, ¿te negarás cuando algún mortal, con la fe y el consuelo que inspira tu dulce nombre, te invoca y te descubre el centro de su alma que sufre, traspasada por alguna gran pena?

Tú, que puedes sacar la punzante espina de un corazón herido, ¿te mostraras acaso indiferente y verás, sin lastimarse tu eminente caridad, rodar las lágrimas de tus devotos sin extender tu benéfica mano y secar su llanto?

¿Acaso necesitas, para hacernos un beneficio o darnos algún consuelo, de otra cosa que sólo el nosotros pedirlo? ¿Y habrá quién pueda imaginarse que no quieras acceder a calmar o quitar del todo nuestras tribulaciones? ¿Desconfías tú acaso, de que tu Hijo santísimo te niegue lo que le pidieres?

¿Será posible, santo mío, que Aquel que en el mundo alimentaste, y que vio tu noble frente cubierta de sudor para proporcionarle su alimento y el de su santísima Madre, te desaire cuando vayas a suplicarle que te conceda gracia alguna…? Aquel que te escogió para que le sirvieras de padre y que se regocijaba cuando le dabas el tierno nombre de Hijo, ¿no querrá acaso acceder gustoso a tus peticiones?

¿Qué, no es acaso el mismo que en la tierra te obedecía y que tantas veces tuviste entre tus brazos, protegiéndole y acariciándole dulcemente? ¿No es aquel que desde la eternidad te escogió para esposo de la inmaculada Virgen María?

Grandes, muy grandes son estos títulos para que puedas alcanzar de Dios todo lo que pidieres, y grandes son también por tanto, las esperanzas que a mí me infunden tan estupendas prerrogativas.

Posible es, padre mío, que yo te pida una cosa que no me sea conveniente. Esto es efecto de mi ignorancia; pero no es posible que me dejes sin consuelo en mis necesidades.

Sí. Yo no quiero, por supuesto, que se haga mi voluntad, sino la de Dios; y pues si lo que pido en este triduo, no es para su mayor honra y gloria y provecho de mi alma, nada quiero sino en todo tiempo tu amistad y protección, que con eso, de seguro me sobra. Si arduos trabajos, si enfermedades y disgustos es lo que me conviene en la vida, ayúdame a recibirlos, de verdad con el mayor placer, por ser la santa voluntad de mi Dios. Sólo te ruego me alcances tu santísima gracia, para sufrir resignado y alcanzar en la eternidad el premio, que es a lo que más aspiro. Amén

ORACIÓN PROPIA DEL DÍA PRIMERO

Poderosísimo San José: aquí me tienes postrado a tus plantas y muy confiado en tu patrocinio. Siento que en mi pecho nace una lisonjera esperanza al invocarte, porque estoy convencido de tu poder y capacidad de intercesión con el altísimo. Porque sé que son escuchados los ruegos tuyos, unidos a los de tu Purísima esposa María; y porque sé también que tienes gusto en favorecer a tus devotos.

Pues bien: llévame de la mano hasta el trono de tu santísimo Hijo y dile: Este que ves aquí me ha invocado; se ha valido de mí en sus penas y yo quiero aliviárselas. Él no se levantará de tu presencia ni yo me retiraré de este lugar, sin haber conseguido lo que deseo en bien de mi devoto. Acuérdate, hijo mío, de las aflicciones que en el mundo tuve cuando fuiste servido de encargarme de tu cuidado, y no le niegues lo que solicita. Más, si no fuere posible o propicio, conforme a tu infinita sabiduría, dale por lo menos el consuelo y lo que fuere más conveniente para su salvación eterna.

¡Ah! No podrá Jesús negarse a este ruego. Seguro estoy de que concederá lo que le has pedido, santo mío, y yo alcanzaré la felicidad que anhelo, y todos mis días serán de regocijo, teniéndote en mi favor y amparo. Amén.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sírvanos de guía y de luz en nuestra necesidad,

La inagotable bondad del dulcísimo Jesús.

 

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sea toda nuestra alegría, sea todo nuestro consuelo

La medianera del cielo, la inmaculada María.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Se aliviarán, bien se ve, nuestras penas y dolores,

Teniendo como protectores a Jesús, María y José.

Ahora se pide la gracia que se desea obtener con el rezo de este Triduo…

En seguida se reza la oración final, que será común para todos los días:

Oración final

Ya estoy a los pies del gloriosísimo San José, ya estoy postrado ante ese felicísimo Patriarca. ¿Qué podría temer ahora, teniéndole por abogado? Ei es la voluntad de mi buen Dios, vengan las aflicciones, la orfandad, la enfermedad, la miseria… cuando fuere del agrado del Señor, que resignado me comportaré en medio de los mayores infortunios, porque José es mi refugio; de las maquinaciones de mis enemigos para perderme, de la lengua viperina del que injustamente me persiga, del ladrón que me tienda el lazo para que caiga, del asesino que levante el brazo para herirme, del aire corrupto de la peste, me salvará tu poderosa mano; porque tú eres mi protector, porque has abierto los brazos para recibirme y salvarme, porque vas hacer de mí un hombre nuevo, porque vas a ser mi guía en el camino de las virtudes y porque, en fin, rogarás a Dios por mí, poderoso señor San José:  Amén.

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