EJEMPLO DE HUMILDAD: José, el más santo amor (CA-10)

Mi esposo, del cual tuve tantas pruebas de particular afecto, no tiene el verdadero reconocimiento de las virtudes que le dio Dios. Pero Yo lo conocí en el curso de muchas adversidades y siempre pude admirar como las enfrentaba. ¡Cuánta paciencia en Mi José y qué adoración por Jesús! No parecía un Padre en nuestra casita sino su más fiel discípulo puesto que fue el primer hombre que recibió instrucción de Él, guía y consuelo.

Era una criatura llena de Dios, tan llena que aceptó, soportó y venció las pruebas que se dan a los elegidos del amor puro. ¡Ah! Mi esposo era más grande que un Serafín, más excelso que Miguel y más puro que todas las almas que brillaron y que brillarán después de Mí.

Cuánto cuidado puso en protegerme de la persecución desencadenada por Herodes y recuerden la asidua vigilancia que practicó Conmigo, mientras habría podido acusarme como a una traidora cualquiera.

El José que trabajaba como artesano es poca cosa, si bien lo hizo de manera ejemplar. Al José grande lo deben ver como discípulo de Jesús, discípulo muy oculto pero sublime.

A veces se piensa que la paz de nuestra casita ha sido fruto de una Gracia especial que Nos dio el Padre, sin reflexionar que esa paz no era sólo Gracia, sino también conquista de cada día.

Ustedes sólo conocen el portal de la casa, pero cuando suban un poco, verán que cada peldaño cuesta fatiga y nadie lo sube sin esfuerzo. Por eso las Gracias que recibimos eran fruto del generoso amor de nuestro Hijo Santísimo, pero dadas con pleno desprendimiento de nosotros mismos, de lo contrario, ¿qué podía premiar en el Cielo Mi Jesús?

José era puro, se dice y es verdad, pero Yo deseo añadir algo sobre su pureza. Equivale a castidad, pero la pureza de Mi esposo tenía una fragancia especial: era una pureza tal que podía y puede estar muy cerca a la Mía. Se la puede representar con un gran manojo de lirios cultivados en un campo circundado de rosas, es decir, era una pureza que tenía por horizonte el más santo amor que un esposo pudiera alimentar por la esposa.

Si los hombres quisieran, podrían ser preservados de muchas manchas recurriendo a José. Bastaría que pidan de corazón que los resguarde de toda impureza para honrar los actos de pureza en los cuales Me trató a Mí, su esposa.

VIDEO PARA CONCLUIR EL RETIRO

NUEVO SITIO DE JERICÓ

Iniciamos un nuevo Sitio de Jericó 

Como venimos haciendo desde hace más de 10 años, a partir de las 19 horas de este VIERNES 28 de Mayo, con la esperanza puesta en el Señor, nos unimos en un tiempo especial de oración, ayunos, sacrificios y mortificaciones, pidiéndole al Señor que derribe los muros que oprimen a su pueblo.

Le pedimos en primer lugar que, si es su voluntad, nos libere del cerco que se quiere poner a la Democracia, a la Libertad, a la Vida y a las Familias en muchos países del mundo.

También le pedimos por el fin de esta plaga del COVID-19, que arrastra consigo la muerte, la pobreza y la necesidad de adaptarnos a una serie de cambios, para los que no estábamos preparados.

Organizados por comunidad, ofreceremos al menos una hora de cada uno de estos 7 días, para pedir al Señor que derribe las murallas de la indiferencia, de la comodidad y de la desesperanza.

Cada participante, rezará diariamente el Santo Rosario, en lo posible, participará de la LA SANTA MISA, (haciendo click a las 19:00, hora de Ciudad de México AQUÍ), de la LITURGIA DE LAS HORAS, La CORONILLA DE LA MISERICORDIA, la CORONILLA DE LOS DOLORES DE LA VIRGEN y otras oraciones, junto a ayunos y mortificaciones ofrecidas voluntariamente al Señor por estas intenciones.

NOTA: Puedes hacer “click” en cada una de las oraciones enunciadas en el párrafo anterior, para rezar con nuestros Fundadores y las hermanas de Stella Maris por esta App)

Son muchas cosas más las que le pediremos al Señor, por intercesión de María, junto a su bendición

CON LA FUERZA Y EL PODER DE DIOS, SEREMOS CAPACES DE TENER UN MEJOR FUTURO.

Haz clic AQUÍ, para ver o bajar las intenciones de este Sitio

Descarga AQUÍ la Guía Completa del Sitio

Dos motivos para festejar: San José y nuestro Aniversario

El Espíritu Santo marcó nuestro camino

Quiso Dios, como un SIGNO de guía y estímulo que marcaría nuestro camino, que Monseñor René Fernández Apasa firmara la Constitución y aprobara los primeros Estatutos del ANE en un día como hoy: EN LA FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO, Patrono de los trabajadores.

Devoto de la Virgen de Fátima como era, Mons. René pudo haberlo hecho el 13 de mayo, o cualquier día de la semana, mas no precisamente en sábado y siendo feriado (no laborable)…

Pero el Espíritu Santo le sopló fuerte al oído y con esa decisión marcó nuestro camino: que el trabajo en la edificación del Reino, sea para cada uno de nosotros LA MÁXIMA PRIORIDAD EN NUESTRAS VIDAS.

Al cumplirse 22 años de tan memorable día, junto a nuestra Acción de Gracias, ELEVEMOS UNA ORACIÓN en memoria de Monseñor René Fernández, Monseñor Abel Costas y Monseñor Manuel Revollo, los tres Obispos que propiciaron la fundación de nuestro amado Apostolado y nos acompañaron en nuestros primeros pasos.

PIDAMOS muchas vocaciones laicales santas para esta Obra de Dios. Que el Señor nos guíe, ilumine y fortalezca siempre; que María nos acompañe de la mano y el Señor San José sea nuestro modelo de HUMILDE ESFUERZO, TRABAJO Y ENTREGA SIN PRETENSIONES a Dios y a los demás, por medio de este Apostolado.

MUY FELIZ ANIVERSARIO, TRABAJADORES INCANSABLES DEL REINO

Semana Santa 2021

Acompañamos a Jesús especialmente en estos días, CONMEMORANDO todo lo que sufrió por ti y por mí.

QUE SU GLORIOSA RESURRECCIÓN TENGA EL EFECTO RENOVADOR EN NUESTRAS ALMAS. SEAMOS TESTIGOS DE CRISTO, SIEMPRE Y EN TODO LUGAR.

SECUENCIA DE LA PASCUA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Amén

REZO DEL VIA CRUCIS CON NUESTROS FUNDADORES Y STELLA MARIS

NUEVO AUDIO AQUÍ: ENTRAR EN EL MISTERIO DE DIOS A TRAVÉS DE LA EUCARISTÍA (Más audios al final de la página)

 

PROGRAMA DE TRIDUO PASCUAL

VIERNES SANTO:

19:00 (Hora de Ciudad de México) SERMÓN  DE LAS SIETE PALABRAS Posteriormente, CONMEMORACIÓN DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR (OFICIO CONFORME A LA LITURGIA DE VIERNES SANTO)INGRESA HACIENDO CLICK AQUÍ

SÁBADO SANTO:

19:00 (Hora de Ciudad de México) MISA DE SANTA VIGILIA PASCUAL INGRESA HACIENDO CLICK AQUÍ


AUDIO: JUEVES SANTO

Lo que Jesús merece

AUDIO: INICIAMOS SEMANA SANTA

Impliquémonos en la Pasión de nuestro Señor

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JUEVES SANTO:

13:00 (Hora de Ciudad de México). EXPOSICIÓN: TRAS LAS HUELLAS DE LA PASIÓN (En Vivo, desde la Basílica Menor de María Auxiliadora, en La Paz, Bolivia) NO TE LO PIERDAS: ES LA MEJOR FORMA DE ACOMPAÑAR A JESÚS EN SU PASIÓN

El Equipo de Formación del ANE, con la invaluable colaboración de ANE-La Paz, Bolivia te invita a una reunión de Zoom, programada.

Tema: ”SIGUIENDO LAS HUELLAS DE LA PASIÓN”
Día: JUEVES 1° de abril 2021
Hora:
03:00 p. m. Bolivia, Costa Este, USA y Canadá
04:00 p. m.  Argentina, Chile y Brasil
02:00 p. m. Costa Oeste, USA y Colombia
01:00 p. m. Centro de México y El Salvador
12:00  i.m. California

VERIFICA EL HORARIO EN TU CIUDAD

Para unirte a la reunión por Zoom, haz click AQUÍ (o en la imagen de arriba)

ID de reunión: 860 5315 8716
Código de acceso: 463759

JUEVES SANTO: 

19:00 (Hora de Ciudad de México) SANTA MISA Cena Pascual del Señor e Institución de la Eucaristía. Posteriormente, HORA SANTA, acompañando a Jesús. INGRESA HACIENDO CLICK AQUÍ

CENA FAMILIAR PARA CONMEMORAR EN PANDEMIA EN CASA.  Baja el subsidio haciendo “click” AQUÍ

 

Triduo a San José. Día 3

TRIDUO EN HONOR DEL CASTÍSIMO PATRIARCA

SEÑOR SAN JOSÉ (Día tercero)

Oración inicial

¡Con qué confianza, con cuánta satisfacción vengo a tus pies, José castísimo, a implorar tu socorro y favor en todas mis necesidades!

¡Oh, yo no desconfío de que quieras oír mis ruegos! porque por experiencia sé que no te sabes negar al que con fe te hace una súplica.

Tú, que en el mundo probaste todas las amarguras de la vida y que conoces bien las duras aflicciones del corazón humano, ¿te negarás cuando algún mortal, con la fe y el consuelo que inspira tu dulce nombre, te invoca y te descubre el centro de su alma que sufre, traspasada por alguna gran pena?

Tú, que puedes sacar la punzante espina de un corazón herido, ¿te mostraras acaso indiferente y verás, sin lastimarse tu eminente caridad, rodar las lágrimas de tus devotos sin extender tu benéfica mano y secar su llanto?

¿Acaso necesitas, para hacernos un beneficio o darnos algún consuelo, de otra cosa que sólo el nosotros pedirlo? ¿Y habrá quién pueda imaginarse que no quieras acceder a calmar o quitar del todo nuestras tribulaciones? ¿Desconfías tú acaso, de que tu Hijo santísimo te niegue lo que le pidieres?

¿Será posible, santo mío, que Aquel que en el mundo alimentaste, y que vio tu noble frente cubierta de sudor para proporcionarle su alimento y el de su santísima Madre, te desaire cuando vayas a suplicarle que te conceda gracia alguna…? Aquel que te escogió para que le sirvieras de padre y que se regocijaba cuando le dabas el tierno nombre de Hijo, ¿no querrá acaso acceder gustoso a tus peticiones?

¿Qué, no es acaso el mismo que en la tierra te obedecía y que tantas veces tuviste entre tus brazos, protegiéndole y acariciándole dulcemente? ¿No es aquel que desde la eternidad te escogió para esposo de la inmaculada Virgen María?

Grandes, muy grandes son estos títulos para que puedas alcanzar de Dios todo lo que pidieres, y grandes son también por tanto, las esperanzas que a mí me infunden tan estupendas prerrogativas.

Posible es, padre mío, que yo te pida una cosa que no me sea conveniente. Esto es efecto de mi ignorancia; pero no es posible que me dejes sin consuelo en mis necesidades.

Sí. Yo no quiero, por supuesto, que se haga mi voluntad, sino la de Dios; y pues si lo que pido en este triduo, no es para su mayor honra y gloria y provecho de mi alma, nada quiero sino en todo tiempo tu amistad y protección, que con eso, de seguro me sobra. Si arduos trabajos, si enfermedades y disgustos es lo que me conviene en la vida, ayúdame a recibirlos, de verdad con el mayor placer, por ser la santa voluntad de mi Dios. Sólo te ruego me alcances tu santísima gracia, para sufrir resignado y alcanzar en la eternidad el premio, que es a lo que más aspiro. Amén

ORACIÓN PROPIA DEL DÍA TERCERO

¡Oh, amabilísimo José, padre del Salvador del mundo! No cesaré de alabarte ni de confiar en tu patrocinio, ni de invocarte hasta el último instante de mi vida, ni de pedirte que  ruegues a Dios por mí.

No desprecies mis oraciones, aunque tibias y sin fervor, suple mi falta de devoción, ilumina mi entendimiento, fortalece mi corazón en la práctica de las virtudes y alcánzame todo aquello que sea necesario para el bien de mi alma, juntamente con el socorro y amparo en mis necesidades. No tengo para qué repetírtelas, pues mejor que yo sabes lo que es más conveniente y necesario.

No hagas conmigo, te lo repito, lo que yo quiera; sino lo que más agradable sea a tu querido Hijo. No se haga en mí y en todas mis cosas sino la voluntad de Dios; para que en todo tiempo y a cada hora cante yo sus alabanzas en la tierra y después vaya a cantarlas en el cielo en tu gloriosa compañía. Amén.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sírvanos de guía y de luz, en nuestra necesidad,

La inagotable bondad del dulcísimo Jesús.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sea toda nuestra alegría, sea todo nuestro consuelo

la medianera del cielo, la inmaculada María.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Se aliviarán, bien se ve, nuestras penas y dolores,

teniendo como protectores a Jesús, María y José.

Ahora se pide la gracia que se desea obtener con el rezo de este Triduo…

En seguida se reza la oración final común para todos los días:

Oración final

Ya estoy a los pies del gloriosísimo San José, ya estoy postrado ante ese felicísimo Patriarca. ¿Qué podría temer ahora, teniéndole por abogado? Ei es la voluntad de mi buen Dios, vengan las aflicciones, la orfandad, la enfermedad, la miseria… cuando fuere del agrado del Señor, que resignado me comportaré en medio de los mayores infortunios, porque José es mi refugio; de las maquinaciones de mis enemigos para perderme, de la lengua viperina del que injustamente me persiga, del ladrón que me tienda el lazo para que caiga, del asesino que levante el brazo para herirme, del aire corrupto de la peste, me salvará tu poderosa mano; porque tú eres mi protector, porque has abierto los brazos para recibirme y salvarme, porque vas hacer de mí un hombre nuevo, porque vas a ser mi guía en el camino de las virtudes y porque, en fin, rogarás a Dios por mí, poderoso señor San José:  Amén.

Triduo a San José Día 2

TRIDUO EN HONOR DEL CASTÍSIMO PATRIARCA

SEÑOR SAN JOSÉ (Día segundo)

Oración inicial

¡Con qué confianza, con cuánta satisfacción vengo a tus pies, José castísimo, a implorar tu socorro y favor en todas mis necesidades!

¡Oh, yo no desconfío de que quieras oír mis ruegos! porque por experiencia sé que no te sabes negar al que con fe te hace una súplica.

Tú, que en el mundo probaste todas las amarguras de la vida y que conoces bien las duras aflicciones del corazón humano, ¿te negarás cuando algún mortal, con la fe y el consuelo que inspira tu dulce nombre, te invoca y te descubre el centro de su alma que sufre, traspasada por alguna gran pena?

Tú, que puedes sacar la punzante espina de un corazón herido, ¿te mostraras acaso indiferente y verás, sin lastimarse tu eminente caridad, rodar las lágrimas de tus devotos sin extender tu benéfica mano y secar su llanto?

¿Acaso necesitas, para hacernos un beneficio o darnos algún consuelo, de otra cosa que sólo el nosotros pedirlo? ¿Y habrá quién pueda imaginarse que no quieras acceder a calmar o quitar del todo nuestras tribulaciones? ¿Desconfías tú acaso, de que tu Hijo santísimo te niegue lo que le pidieres?

¿Será posible, santo mío, que Aquel que en el mundo alimentaste, y que vio tu noble frente cubierta de sudor para proporcionarle su alimento y el de su santísima Madre, te desaire cuando vayas a suplicarle que te conceda gracia alguna…? Aquel que te escogió para que le sirvieras de padre y que se regocijaba cuando le dabas el tierno nombre de Hijo, ¿no querrá acaso acceder gustoso a tus peticiones?

¿Qué, no es acaso el mismo que en la tierra te obedecía y que tantas veces tuviste entre tus brazos, protegiéndole y acariciándole dulcemente? ¿No es aquel que desde la eternidad te escogió para esposo de la inmaculada Virgen María?

Grandes, muy grandes son estos títulos para que puedas alcanzar de Dios todo lo que pidieres, y grandes son también por tanto, las esperanzas que a mí me infunden tan estupendas prerrogativas.

Posible es, padre mío, que yo te pida una cosa que no me sea conveniente. Esto es efecto de mi ignorancia; pero no es posible que me dejes sin consuelo en mis necesidades.

Sí. Yo no quiero, por supuesto, que se haga mi voluntad, sino la de Dios; y pues si lo que pido en este triduo, no es para su mayor honra y gloria y provecho de mi alma, nada quiero sino en todo tiempo tu amistad y protección, que con eso, de seguro me sobra. Si arduos trabajos, si enfermedades y disgustos es lo que me conviene en la vida, ayúdame a recibirlos, de verdad con el mayor placer, por ser la santa voluntad de mi Dios. Sólo te ruego me alcances tu santísima gracia, para sufrir resignado y alcanzar en la eternidad el premio, que es a lo que más aspiro. Amén

ORACIÓN PROPIA DEL DÍA SEGUNDO

Glorioso Patriarca: yo que soy el mayor de los pecadores, necesito de tu Hijo la más grande misericordia. Ruega por mí y no me deseches; ve que te invoco, ve que te suplico. No me retires de tu presencia sin consuelo. Nada valgo, nada merezco; pero tengo que alegarte en mi favor tus propias virtudes y las de tu esposa, la Santísima Virgen María, y que el Salvador derramó su Sangre preciosísima por mí, pues aunque indigno, soy criatura suya.

Si te interesas por mí y haces esto presente ante el Omnipotente, nada me faltará y quedarán remediadas mis necesidades. Así lo creo y así lo espero, lleno de fe y muy consolado, y queda mi corazón esperando que, con tu santísima intercesión, seré feliz en esta vida y en la otra. Amén.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sírvanos de guía y de luz en nuestra necesidad,

La inagotable bondad del dulcísimo Jesús.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sea toda nuestra alegría, sea todo nuestro consuelo

La medianera del cielo, la inmaculada María.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Se aliviarán, bien se ve, nuestras penas y dolores,

Teniendo como protectores a Jesús, María y José.

Ahora se pide la gracia que se desea obtener con el rezo de este Triduo…..

En seguida se reza la oración final común para todos los días:

Oración final

Ya estoy a los pies del gloriosísimo San José, ya estoy postrado ante ese felicísimo Patriarca. ¿Qué podría temer ahora, teniéndole por abogado? Ei es la voluntad de mi buen Dios, vengan las aflicciones, la orfandad, la enfermedad, la miseria… cuando fuere del agrado del Señor, que resignado me comportaré en medio de los mayores infortunios, porque José es mi refugio; de las maquinaciones de mis enemigos para perderme, de la lengua viperina del que injustamente me persiga, del ladrón que me tienda el lazo para que caiga, del asesino que levante el brazo para herirme, del aire corrupto de la peste, me salvará tu poderosa mano; porque tú eres mi protector, porque has abierto los brazos para recibirme y salvarme, porque vas hacer de mí un hombre nuevo, porque vas a ser mi guía en el camino de las virtudes y porque, en fin, rogarás a Dios por mí, poderoso señor San José:  Amén.

TRIDUO A SAN JOSÉ DÍA 1

TRIDUO EN HONOR DEL CASTÍSIMO PATRIARCA

SEÑOR SAN JOSÉ (Primer día)

Oración inicial

¡Con qué confianza, con cuánta satisfacción vengo a tus pies, José castísimo, a implorar tu socorro y favor en todas mis necesidades!

¡Oh, yo no desconfío de que quieras oír mis ruegos! porque por experiencia sé que no te sabes negar al que con fe te hace una súplica.

Tú, que en el mundo probaste todas las amarguras de la vida y que conoces bien las duras aflicciones del corazón humano, ¿te negarás cuando algún mortal, con la fe y el consuelo que inspira tu dulce nombre, te invoca y te descubre el centro de su alma que sufre, traspasada por alguna gran pena?

Tú, que puedes sacar la punzante espina de un corazón herido, ¿te mostraras acaso indiferente y verás, sin lastimarse tu eminente caridad, rodar las lágrimas de tus devotos sin extender tu benéfica mano y secar su llanto?

¿Acaso necesitas, para hacernos un beneficio o darnos algún consuelo, de otra cosa que sólo el nosotros pedirlo? ¿Y habrá quién pueda imaginarse que no quieras acceder a calmar o quitar del todo nuestras tribulaciones? ¿Desconfías tú acaso, de que tu Hijo santísimo te niegue lo que le pidieres?

¿Será posible, santo mío, que Aquel que en el mundo alimentaste, y que vio tu noble frente cubierta de sudor para proporcionarle su alimento y el de su santísima Madre, te desaire cuando vayas a suplicarle que te conceda gracia alguna…? Aquel que te escogió para que le sirvieras de padre y que se regocijaba cuando le dabas el tierno nombre de Hijo, ¿no querrá acaso acceder gustoso a tus peticiones?

¿Qué, no es acaso el mismo que en la tierra te obedecía y que tantas veces tuviste entre tus brazos, protegiéndole y acariciándole dulcemente? ¿No es aquel que desde la eternidad te escogió para esposo de la inmaculada Virgen María?

Grandes, muy grandes son estos títulos para que puedas alcanzar de Dios todo lo que pidieres, y grandes son también por tanto, las esperanzas que a mí me infunden tan estupendas prerrogativas.

Posible es, padre mío, que yo te pida una cosa que no me sea conveniente. Esto es efecto de mi ignorancia; pero no es posible que me dejes sin consuelo en mis necesidades.

Sí. Yo no quiero, por supuesto, que se haga mi voluntad, sino la de Dios; y pues si lo que pido en este triduo, no es para su mayor honra y gloria y provecho de mi alma, nada quiero sino en todo tiempo tu amistad y protección, que con eso, de seguro me sobra. Si arduos trabajos, si enfermedades y disgustos es lo que me conviene en la vida, ayúdame a recibirlos, de verdad con el mayor placer, por ser la santa voluntad de mi Dios. Sólo te ruego me alcances tu santísima gracia, para sufrir resignado y alcanzar en la eternidad el premio, que es a lo que más aspiro. Amén

ORACIÓN PROPIA DEL DÍA PRIMERO

Poderosísimo San José: aquí me tienes postrado a tus plantas y muy confiado en tu patrocinio. Siento que en mi pecho nace una lisonjera esperanza al invocarte, porque estoy convencido de tu poder y capacidad de intercesión con el altísimo. Porque sé que son escuchados los ruegos tuyos, unidos a los de tu Purísima esposa María; y porque sé también que tienes gusto en favorecer a tus devotos.

Pues bien: llévame de la mano hasta el trono de tu santísimo Hijo y dile: Este que ves aquí me ha invocado; se ha valido de mí en sus penas y yo quiero aliviárselas. Él no se levantará de tu presencia ni yo me retiraré de este lugar, sin haber conseguido lo que deseo en bien de mi devoto. Acuérdate, hijo mío, de las aflicciones que en el mundo tuve cuando fuiste servido de encargarme de tu cuidado, y no le niegues lo que solicita. Más, si no fuere posible o propicio, conforme a tu infinita sabiduría, dale por lo menos el consuelo y lo que fuere más conveniente para su salvación eterna.

¡Ah! No podrá Jesús negarse a este ruego. Seguro estoy de que concederá lo que le has pedido, santo mío, y yo alcanzaré la felicidad que anhelo, y todos mis días serán de regocijo, teniéndote en mi favor y amparo. Amén.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sírvanos de guía y de luz en nuestra necesidad,

La inagotable bondad del dulcísimo Jesús.

 

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Sea toda nuestra alegría, sea todo nuestro consuelo

La medianera del cielo, la inmaculada María.

Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Se reza la jaculatoria: “San José; protector nuestro, ruega por nosotros”

Se aliviarán, bien se ve, nuestras penas y dolores,

Teniendo como protectores a Jesús, María y José.

Ahora se pide la gracia que se desea obtener con el rezo de este Triduo…

En seguida se reza la oración final, que será común para todos los días:

Oración final

Ya estoy a los pies del gloriosísimo San José, ya estoy postrado ante ese felicísimo Patriarca. ¿Qué podría temer ahora, teniéndole por abogado? Ei es la voluntad de mi buen Dios, vengan las aflicciones, la orfandad, la enfermedad, la miseria… cuando fuere del agrado del Señor, que resignado me comportaré en medio de los mayores infortunios, porque José es mi refugio; de las maquinaciones de mis enemigos para perderme, de la lengua viperina del que injustamente me persiga, del ladrón que me tienda el lazo para que caiga, del asesino que levante el brazo para herirme, del aire corrupto de la peste, me salvará tu poderosa mano; porque tú eres mi protector, porque has abierto los brazos para recibirme y salvarme, porque vas hacer de mí un hombre nuevo, porque vas a ser mi guía en el camino de las virtudes y porque, en fin, rogarás a Dios por mí, poderoso señor San José:  Amén.

Mi Fuerza es el Señor

MI FUERZA ES EL SEÑOR

(Oración de Padre Renzo)

 

En el dolor: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En el momento de la prueba: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En el peligro de caer en tentaciones: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En el combate y en la lucha: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En la enfermedad:  MI FUERZA ES EL SEÑOR

En la duda: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En la pobreza: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En la confusión: MI FUERZA ES EL SEÑOR

Ante el fuego de las pasiones: MI FUERZA ES EL SEÑOR

En el momento en que mi frágil barca se sumerge por las olas de la concupiscencia: MI FUERZA ES EL SEÑOR

Cuando todos me abandonan: MI FUERZA ES EL SEÑOR

Cuando el incendio de la rebeldía, de la ira estén a punto de dominarme: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Cuando el pecado del orgullo y de la soberbia se apoderen de mí: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Cuando el deseo de la venganza esté ardiendo dentro de mí: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Cuando el huracán de la tristeza y la desesperación me invadan: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Cuando me asalten los vicios y las nostalgias de mi complicidad con el pecado: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Si estuviera cegado por el odio o la venganza: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Si me acecharan la desconfianza o el desánimo: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Si mi amor a las cosas del mundo me apartase de Ti o me hiciera olvidarte: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

Si la cultura de muerte y de injusticia pretendiesen hacerme abandonar la ley de Dios: SEÑOR TEN PIEDAD DE MÍ

LIBRANOS SEÑOR DE TODO MAL; DE TODO PECADO, DE TODO PELIGRO,  NO PERMITAS QUE ESTEMOS CONFUNDIDOS Y QUE LAS TINIEBLAS DEL MUNDO SE EXTIENDAN SOBRE NOSOTROS, AMÉN.

Oración de Adviento

Señora de los brazos vacíos

Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, señora de la preñez evidente y extenuante. Cuánto deseamos que camines con nosotros. Cuánto necesitamos de ti.

Mujer del pueblo que viajas presurosa y alegre a servir a Isabel, a pesar de tu vientre pesado y fatigoso. Entre las dos tejerán esperanzas y sueños.

Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, también nosotros estamos preñados de esperanzas y sueños. Soñamos con que el canto de las aves no vuelva a ser turbado por el ruido de las balas. Soñamos con nuestros niños sin temores, cantando al fruto de tu vientre ya cercano. Soñamos con todos los niños del mundo, durmiendo tranquilos al arrullo de un villancico. Soñamos que nuestros viejos mueren tranquilos y en paz, murmurando una oración. Soñamos con que algún día podremos volver a tener sueños y utopías y esperanzas.

Señora del Adviento, la de los brazos vacíos, visítanos como a tu prima. Monta tu borriquito y ven presurosa. Nuestros corazones son pesebres huecos y fríos donde hace falta que nazca tu hijo. Ven, señora, con tus gritos de parto a calentar nuestros corazones, a seguir tejiendo esperanzas con nosotros, como lo hiciste con Isabel. Solo así, en medio de la noche iluminada por tus brazos, ahora llenos, y por tus pechos que amamantan, podremos volver a soñar…podremos gritar: “¡Es Navidad!”