Audio-1 en preparación para Pentecostés
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MENSAJE DE PADRE RENZO INICIO DEL RETIRO
MENSAJE DE CATALINA FIN DEL RETIRO
Padre misericordioso y eterno, te damos gracias por haber regalado la espiritualidad de la Cruz a tu Iglesia, por medio de la Beata Concepción Cabrera de Armida, esposa y madre de familia.
Por su intercesión, concédenos la gracia de la sanación de tu hija, Tatiana Rico Toro Rivas, a fin de que esta laica, Conchita, sea contada entre tus santos.
Que su ejemplo sirva de estímulo a quienes formamos la Iglesia, para que, dóciles al Espíritu Santo, colaboremos con Jesucristo en la salvación del mundo.
Te lo pedimos por Él mismo, nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos,
Amén
Rezar: 1 Padrenuestro, 3 Avemarías y 1 Gloria
Aniversario 20 del ANE
En este día en que los miembros del Apostolado de la Nueva Evangelización celebramos los 20 años de fundación formal de esta Obra de Dios, meditemos sobre cuántas veces hemos pensado en la mirada del Señor….
Los Evangelios aluden en diversas ocasiones a la mirada de Jesucristo: Una mirada benévola y afectuosa, conmovedora y conmovida, una mirada profundamente conocedora, que penetra la intimidad, una mirada que enseña y corrige, que mueve al arrepentimiento, y llega a provocar un arranque de generosidad.
Pensemos en la mirada que Jesús y Su Mamá cruzaron, camino del Calvario. Y es que el amor es tan intenso que basta el encuentro de los ojos para que cada uno sepa que cuenta con el otro, que puede verter en Ella, en Él, su inmenso dolor, porque aquel corazón es capaz de aceptarlo.
En medio de ese sufrimiento, tienen el profundo consuelo de saberse acompañados, comprendidos. Posiblemente el alma de Mamá María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo
¡Quién nos diera a nosotros una identificación así con los sentimientos de Cristo! Nos queda –es cierto– muy lejos, pero la deseamos ardientemente.
Sabemos que si avanzamos por ese camino, no nos ahorraremos dolores en esta vida, porque toda existencia humana los conlleva, pero tendremos siempre una luz para afrontarlos, nunca nos faltará una base firme para no sucumbir, para encararlos con serenidad.
Por nuestro carisma, es seguro que en nuestro camino tengamos ocasión de prestar grandes servicios a otras personas; que podamos renunciar a algo valioso por ayudar a los demás…
Procuremos vivir cotidianamente con un corazón bueno, capaz de compadecerse de las penas de las criaturas, capaz de comprender que, para remediar los tormentos que acompañan y no pocas veces angustian las almas en este mundo, el verdadero bálsamo es el amor, la caridad: todos los demás consuelos apenas sirven para distraer un momento, y dejar luego amargura y desesperación.
Muchas veces, lo que más ayuda a las almas a descubrir la mirada amorosa del Señor es precisamente ver cómo sus discípulos, en medio de sus limitaciones, saben advertir lo que los demás necesitan: son capaces de descubrir esos detalles que, si se pasaran por alto, nadie reclamaría; y que en cambio, cuando se reciben, se agradecen de todo corazón.
Si con sentido sobrenatural obramos de este modo, realizamos –cuanto es factible en esta vida– el deseo de contemplar el rostro de Jesucristo. Y al mismo tiempo, facilitamos que otras personas se encuentren con Él.
Puede ser que no lo noten inmediatamente y necesiten un tiempo para descubrir al Señor, mas no dejarán de percibir, desde el primer momento, que hay algo especial en quienes los tratan con una bondad tan sencilla, tan libre de aspavientos y deseos de figuración.
Si queremos descubrir a otros el semblante amabilísimo del Maestro, procuremos dispensar amabilidad, serenidad, paz, paciencia, respeto, cortesía, cariño; también cuando no esperemos ser correspondidos…
Si queremos ver en los demás el rostro de Jesús, acerquémonos a ellos con un corazón sencillo, con un corazón que valora y admira y quiere a todos; que descubre cómo, cada una de las personas refleja, a su modo, la bondad de Dios.
Hermanos y amigos en el Apostolado, somos hijos de los Sagrados Corazones y sé que todos querríamos alcanzar la unidad de corazones que se da entre La Virgen María y su Hijo.
Somos conscientes de que ese deseo es inalcanzable, porque supera nuestras fuerzas, pero no abandonemos ese deseo, porque sería como renunciar al Amor, y porque sin duda, aunque de a poquito, si de verdad lo queremos, podremos avanzar por ese camino.
Un día, junto al mar, escribí estas palabras que hoy quiero compartírselas:
“Contemplo la inmensidad Del Mar, no alcanzo a adivinar su profundidad, y sin embargo comprendo que todos los mares del mundo son apenas como una minúscula gota Del Mar infinito del Amor de Dios”.
Que ese Amor nos impulse siempre a hacer la Voluntad de Dios, trabajando con humildad y obediencia en esta Obra en la que tantas Gracias ha derramado El que todo lo puede.
Gracias por aceptar al Señor su invitación a ser parte de esta familia y ¡Feliz aniversario!
A todos nuestros hermanos de este Apostolado: La Paz del Señor y la bendición de nuestra Madre Santísima se extienda sobre todos ustedes.
Si existe el deber de dar gracias a Dios en todo tiempo, lo debemos hacer particularmente hoy, al conmemorar este aniversario.
Esta Obra, nacida del Corazón Eucarístico de Jesús, está destinada a resplandecer en el mundo entero; todos ustedes son parte de esta gran misión.
El Señor ha hecho maravillas con nosotros. Nos ha señalado un camino, nos está acompañando, a pesar de nuestras fragilidades…
¡No nos desanimemos! ¡Sigamos con entusiasmo, y las bendiciones serán siempre abundantes!
A Dios toda la gloria y el poder por los siglos. Gracias por vuestras oraciones; todos están en nuestro corazón y en la Misa de agradecimiento que voy a celebrar hoy. ¡Dios les bendiga!
El 1° de mayo de 1999, en la Fiesta de San José Obrero, Monseñor René Fernández, como Arzobispo de Cochabamba, firmó el Decreto Arzobispal, mediante el cual se reconoce la Personería Jurídico-Eclesiástica del Apostolado de la Nueva Evangelización, como una «Asociación Apostólica de Fieles Laicos», conforme a lo que establece el Código de Derecho Canónico. Continuar leyendo «Feliz Vigésimo Aniversario del ANE»