Nos unimos en ORACIÓN:

En REPARACIÓN por las ofensas que se hacen a Dios, en esta fiesta pagana

En veneración de TODOS los Santos y Santas del Cielo

En sufragio por las almas de nuestros  Fieles Difuntos…

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Virgen del Carmen (16 de julio)

La Virgen del Carmen y el Escapulario

Por: Cecilia Oporto

Hoy, 16 de julio, celebramos a nuestra Santísima Madre del Monte Carmelo, otra de las advocaciones de la Virgen María, que ha querido hacerse presente para recordarnos que, aquel que tenga fe verdadera y que ore con el corazón, recibirá gracias y bendiciones.

Por medio de su amor y de su compañía, ella nos recuerda que, de su mano, llegaremos a Jesús.

San Simón Stock

San Simón Stock, “el amado de María”, llamado así por el gran amor que le tenía, fue uno de esos hijos que recibió la especial mirada de la Virgen María, cuando estaba viviendo momentos críticos; esto sucedió en Camdridge, Inglaterra.

La historia nos cuenta que al finalizar las Cruzadas (guerras que tenían como objetivo recuperar la región de Tierra Santa, para la cristiandad) la Orden de Los Carmelitas atravesaba grandes dificultades, al punto de creer que les quedaba poco tiempo de vida. En consecuencia, la aflicción de su Superior se había convertido en una catarata de plegarias, en pedidos de protección a la Madre de Dios, para que interviniera, a fin de que resguardara y diera su amparo a sus hermanos.

San Simón Stock imploraba diariamente la maternal protección con estas palabras: “Flor del Carmelo, Viña florida, Esplendor del Cielo, Virgen fecunda y singular, ¡Oh! Madre tierna, intacta de hombre, a los Carmelitas proteja tu nombre, Estrella del mar”.

Un domingo 16 de julio de 1251, las súplicas del devoto Carmelita fueron escuchadas, y la Virgen María hizo su aparición, rodeada de ángeles, para hacerle saber que no estaba solo, y como regalo le dejaba un Escapulario, dirigiéndose a él, dijo: “Toma, amado hijo, este Escapulario de tu Orden, como símbolo de mi confraternidad y especial signo de gracia para ti y todos los Carmelitas. Quienquiera que muera con esta prenda, no sufrirá el fuego eterno. Es el signo de salvación, defensor en los peligros, prenda de la paz y de esta alianza.” Una vez concluida la aparición, san Simón le dictó a fray Peter Swanyngton, su secretario y confesor, las palabras pronunciadas por la Virgen.

Papa Juan XXII

Después de 71 años, la Virgen María se apareció nuevamente en 1322 en Avignon, Francia, vistiendo nuevamente el hábito carmelita. Esta vez fue al papa Juan XXII, para revelarle la Indulgencia Sabatina (sábado, día que la Iglesia ha dedicado a la Virgen) : “Yo, Madre de misericordia, libraré del purgatorio y llevaré al cielo, el sábado después de su muerte, a cuantos hubiesen vestido mi Escapulario”. En atención a esta promesa de la Virgen, el Papa, promulgó la Bula Sabatina el 3 de marzo del mismo año.

Papa Paulo V

Mucho después, en enero de 1613 el papa Paulo V declaró: “El sábado siguiente a la muerte de los cofrades carmelitas, o como lo interpreta la Iglesia, cuanto antes, pero especialmente el sábado, la Virgen del Carmen, con cariño maternal, los libra del purgatorio y los introduce en el Paraíso” y expidió este decreto: “Permítase a los Padres Carmelitas predicar que el pueblo cristiano puede piadosamente creer que la Bienaventurada Virgen María con sus intercesiones continuas, piadosos sufragios, méritos y especial protección, ayudará después de la muerte, principalmente el sábado, día dedicado a ella, a las almas de sus cofrades que llevaren el hábito carmelitano”.

Papa Pío XII

En 1950, el papa Pío XII confirmó la Indulgencia Sabatina: “Ciertamente, la piadosa Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas, alcancen lo antes posible la patria celestial por su intercesión, según el llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha transmitido”. Puntualizó diciendo que: “no se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen. Es ciertamente el santo escapulario una vestimenta mariana, prenda y señal de protección de la Madre de Dios”, y advirtió sobre el uso digno que debemos hacer de él: “No piensen los que visten esta vestimenta que podrán conseguir la salvación eterna abandonándose a la pereza y a la desidia espiritual.”

Posteriormente, otros Papas y Santos alertarán, al igual que el papa Pío XII, acerca de no abusar de la promesa de nuestra Madre, dando por hecho de que el uso del Escapulario, evade la conversión o la simplifica. No podemos usarlo como un ancla de salvación, mejor será corregir nuestras faltas, tratar de vivir en gracia y así vestir el Escapulario con honor.

El Escapulario del latín “scapulae” que significa “hombros”, y que es de donde éste cae, está reconocido como un sacramental, que nos sirve para motivarnos a una vida de mayor santidad, más devota y penitente. Al ser un “vehículo,” el sacramental, no nos brinda las gracias por sí mismo, sino que las gracias que recibimos van a ser fruto de nuestra santidad, gracias a nuestro creciente amor a Dios.

Este sacramental, es un signo de amor y protección maternal de María y de su llamado a una vida más pura: “La Santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son signos sagrados creados según el modelo de los sacramentos, por medio de los cuales se significan efectos, sobre todo de carácter espiritual, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida” (capítulo III, número 60 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II)

El primer Escapulario debe ser bendecido e impuesto una vez en la vida por un sacerdote que pronuncia la fórmula: “Recibe este hábito bendito, suplicando a la Santísima Virgen que, por sus méritos, lo lleves sin mancha, te defienda contra todas las adversidades y te conduzca a la vida eterna”. A partir de ese momento se empieza a formar parte de esta Orden mariana y a vivir en un gran amor por la Virgen santa.

Aunque el Escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos devotos, con el deseo de vivir la espiritualidad carmelita, fueron sumándose y de esta manera se formó la cofradía del Escapulario. En la actualidad esta devoción tiene muchos fieles, quienes por medio de este poderoso sacramental, confían en la promesa de María Santísima.

Escapulario Carmelita para laicos

El Escapulario de Nuestra Señora, la Virgen del Carmen, está hecho de una parte del hábito de los Carmelitas y es una réplica en miniatura del mismo. Consta de dos piezas de tela café, unidas con dos cintas y que se utiliza debajo de la ropa. Una pieza debe colgar por delante y la otra por detrás.

Junto al Rosario y la Medalla Milagrosa, el Escapulario es considerado uno de los sacramentales más importantes.

3 significados del Escapulario:

1.- El amor y la protección de María. El signo es una tela o manto pequeño. Vemos a María amorosa con su niño Jesús, a quien envuelve y arrulla con su manto al nacer. Le da calor, le da seguridad. Así mismo se muestra con cada uno de nosotros, tierna y dulce, protectora y delicada. Nos envuelve en su regazo, nos enseña a amar a su Hijo con una sonrisa.

2.- Le pertenecemos a Ella. Somos sus hijos escogidos. El Escapulario se convierte en un símbolo de consagración a María. Reconocemos su misión maternal sobre nosotros y aceptamos su guía en nuestras vidas. Ella es fuente de amor, nos moldea, nos abraza y nos invita, de manera delicada a dar frutos para edificar el Reino de su amado Hijo Jesucristo.

3.- El suave yugo de Cristo: “Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mt. 11, 29-30) El Escapulario significa ese yugo que Jesús nos invita a cargar y que María nos ayuda llevar.

En la actualidad, el Escapulario de la Virgen del Carmen se ha propagado extensamente en el catolicismo. Pero debemos recordar que portarlo, significa un compromiso de vida, que al vestirlo, aceptamos el deseo y el propósito, sumado al esfuerzo diario, de ser mejores. No sólo a Dios, no sólo al Ángel, a nosotros también, María nos da su “Sí” en todo momento: Sí, te acompaño, sí te ayudo, sí, te enseño, sí te recuerdo, sí te consiento, sí te protejo, y una larga lista de Sís que siguen en la misma línea. Aprovechemos sus múltiples manifestaciones de amor y correspondamos con nuestras vidas de servicio.

Usar el Escapulario es una respuesta de amor a la Madre que vino a darnos un regalo de misericordia. Debemos usarlos como un recordatorio de que queremos imitarla y seguir sus  pasos y ejemplo, para vivir en la gracia de Dios.

ORACIÓN

¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Tú, que miras con ojos de particular bondad al que viste tu bendito Escapulario, mírame benignamente y cúbreme con el manto de tu maternal protección. Fortalece mi flaqueza con tu poder, ilumina las tinieblas de mi entendimiento con tu sabiduría, aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adorna mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de tu divino Hijo y de Ti. Asísteme en vida, consuélame cuando muera con tu amabilísima presencia, y preséntame a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto tuyo, para alabarte eternamente y bendecirte en el Paraíso. Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS Y OFRECIMIENTO

¡Oh Virgen Santa del Carmen! Jamás podremos corresponder dignamente a los favores y gracias que nos has hecho al darnos tu santo Escapulario. Acepta nuestro sencillo, pero hondamente sentido, agradecimiento y, ya que nada te podemos dar que sea digno de Ti y de tus mercedes, ofrecemos nuestro corazón, con todo su amor, y toda nuestra vida, que queremos emplear en el amor y servicio de tu Hijo, Señor nuestro, y en propagar tu dulce devoción, procurando que todos nuestros hermanos en la fe, con los cuales la divina Providencia nos hace convivir y relacionar, estimen y agradezcan tu gran don, vistiendo el santo Escapulario, y que todos podamos vivir y morir en tu amor y devoción. Amen.

 

ORACIÓN PARA ALCANZAR SU AMOR

¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! Tú eres la criatura más noble, la más sublime, la más pura, más bella y más santa de todas. ¡Oh, si todos te conocieran, Señora y Madre mía, si todos te amaran como Tú lo mereces! Pero me consuelo porque tantas almas dichosas en el Cielo y en la tierra viven enamoradas de tubondad y belleza. Y me alegro más porque Dios te ama a Ti sola más que a todos los hombres y ángeles juntos. Reina mía amabilísima, yo, miserable pecador, también te amo, pero te amo poco en comparación de lo que Tú mereces; quiero, pues, un amor más grande y tierno hacia Ti, y esto Tú me lo vas a alcanzar, ya que amarte a Ti y llevar tu Santo Escapulario es una señal de predestinación a la gloria, y una gracia que Dios no concede sino a los que eficazmente quiere salvar. Tú, pues, que todo lo alcanzas de Dios, consígueme esta gracia: que mi corazón arda en tu amor, conforme al afecto que Tú me muestras; que te ame como verdadero hijo, ya que Tú me amas con el amor más tierno de Madre, para que, uniéndome contigo por el amor aquí en la tierra, no me separe de Ti después en la eternidad. Amén.

 

ORACIÓN A LA BEATÍSIMA VIRGEN DEL MONTE CARMELO

¡Oh piadosísima Virgen! Tú, que nueve siglos antes de existir fuiste vista en profecía por el siervo de Dios nuestro Padre San Elías, y venerada por sus hijos allá en el monte Carmelo… Tú, que en carne mortal te dignaste visitarles y les dispensaste celestiales consuelos… Tú, que vigilas siempre por la virtuosa familia que tuvo por Superior a tu estimado hijo San Simón Stock, por Padres y reformadores a la Seráfica Virgen y mística Doctora Santa Teresa de Jesús y al esclarecido y extático San Juan de la Cruz, así como por una de sus dignísimas hijas a la ejemplar Esposa de Jesucristo, Santa María Magdalena de Pazzis, vuestra devotísima sierva… Tú, que engalanasteis a dicha Orden con la estimable prenda del Santo Escapulario.., y, en fin, Tú, que de tantas maneras has demostrado tu cariñoso amor a los carmelitas y sus allegados, recibe benévola mi corazón ardiente de fervoroso entusiasmo hacia la más pura de las criaturas y la más candorosa de las madres. No permitas, Señora, que el león rugiente asuste mi espíritu en el camino de la perfección, y haz que logre arribar a salvamento en la Gloria, como lo has alcanzado de tu Divino Jesús para los que, invocándte con fe e imitando tus virtudes, murieron píamente con tu poderosa enseña. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 26°)

VIGÉSIMO SEXTO Y ÚLTIMO DÍA:

Jesús nos ofrece el refugio de su Corazón para protegernos de todo aquello que nos duela o lastime. Él siempre está dispuesto a entregarnos todo su amor y consuelo, basta que nos acerquemos a Él y le pidamos entrar en su Corazón, que es el que más nos ama. Y aun así, la misericordia del Señor para cada uno de nosotros, aquí en la tierra, es pálida sombra con la que nos tiene reservada para la eternidad.

El Cielo será ese estado donde todos alcanzaremos la perfección, y allí es donde se realizará el ideal más perfecto de la felicidad que pueda imaginarse cualquiera. Ahí es donde encontraremos la verdadera dicha que no es dada a conocer ni remotamente a ningún hombre, porque nuestra capacidad no está facultada para entender a profundidad los misterios de Dios.

Jesús nos ofrece estar dentro de su Corazón. Nos dice que le permitamos ayudarnos a cargar nuestras cargas, y nos ofrece que, estando bajo su protección y unidos a Él, los padecimientos serán muchísimo menores, y los llevaremos con gozo y alegría.

“Vengan a mí los que están cansados, llevando cargas pesadas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo 11,28-30)

Si pensáramos por un momento, que una gota de esos consuelos derramada en nuestros corazones aliviaría todas nuestras penas, tristezas y angustias, y la presencia del Señor bastaría para, con gozo, sufrir cargando pacientemente la cruz de cada día, ¿Qué será vivir en la eterna bienaventuranza, la felicidad eterna, allí donde no hay más cruces?

Dios, en su creación, ha hecho cosas inmensamente maravillosas, tan maravillosas, que a veces no encontramos las palabras que siquiera se acerquen a la majestad de lo observado. Al hacernos testigos de la belleza de la creación, Dios nos muestra su presencia y su amor por el hombre, y así eleva a su creatura y perfecciona las almas. Si así es en la tierra, imaginemos ¿qué será ver cara a cara a la Suprema Belleza y Perfección? ¿Cómo se sentirá al ser testigos de la infinita belleza y el pleno conocimiento de Aquél de quien viene todo, abiertamente, sin tapujos ni velos?

Jesús nos invita a participar de su vida ya aquí en la tierra. Caminar con Él y vivir con Él. La caminata, seguramente no será del todo fácil. Eso nos lo advierte el Señor cuando nos dice que “el discípulo no puede ser más que el Maestro”; pero una vez más: nos ofrece el Refugio de ese Corazón que tanto nos ama, y nos promete que, cuando la carga se nos haga muy pesada, si vamos a Él, que nos ama y nos conoce, obrará en nuestras vidas ayudándonos a cargar lo que se nos haga muy difícil, dándonos las fuerzas, las herramientas, los dones y talentos para poder salir victoriosos y seguros de que, al momento de ser llamados por el Padre, Él mismo, con su poder y gloria, nos acompañará y nos defenderá con todas las fuerzas de su amantísimo y santísimo corazón.

Jesús nos ofrece, si lo seguimos, una recompensa más allá de nuestros mejores deseos y pensamientos. El Cielo, la Casa de su Padre, donde hay muchas habitaciones, y una de esas es para ti, allí donde la salud existe sin el menor riesgo de enfermedad o molestia alguna; donde la vida es para siempre, eterna, sin tener la presente conciencia de una muerte próxima o lejana; donde la fiesta y el gozo es manifestado por siempre, y el amor entregado sin cansarse y agotarse nunca; un amor perfecto, inmaculado, que impera sin luchas ni sobresaltos y reina en perfecta armonía y paz gloriosa.

Ane-hermanos: El refugio en el Corazón de Jesús, nos ofrece el triunfo definitivo, para el goce de la vida eterna y la victoria sobre el mundo, las pasiones y el demonio, en esta vida terrenal y pasajera. Nos ofrece el deleite de la plenitud del amor en la vida venidera, y el amor imperfecto pero suficiente, para disfrutarlo con pureza de intención, rectitud de conciencia, generosidad y santidad en esta vida. He aquí lo que nuestro Buen Dios, lleno de misericordia y compasión por nosotros, nos ofrece. He aquí lo que Dios nos tiene reservado, si caminamos con Jesús, nos adherimos a su Corazón y permanecemos fieles y perseverantes hasta el fin; confiando, esperando, trabajando y orando como sus queridos Apóstoles de la Nueva Evangelización.

Esperemos entonces esos dones y gracias que, por su providente y misericordioso Corazón nos quiere regalar, para que mediante nuestras buenas obras y el auxilio de su Gracia Santificante, podamos estar seguros de obtener, para Gloria de Dios Padre, bien de nuestros hermanos y nuestra propia salvación, quienes aceptemos HOY su invitación.

¡A Dios sea todo el poder, todas las alabanzas y toda la gloria, por los siglos de los siglos! Amén.

Leamos este mensaje del Arca de la Nueva Alianza, donde Jesús nos explica lo que significa para nosotros estar refugiados en su amante Corazón:

ANA-16 “MI CORAZÓN ES SU REFUGIO”

Amor de Mis dolores, voz de Mi voz… no te canses, no te asombres de la continuidad de estos mensajes… El tiempo termina y deben permitir que Yo sea Todo y que reine en las vidas y en el mundo de Mis hijos.

Hoy llamo a cada uno de Mis hijos por su nombre, vengan a Mí, conságrense y dedíquense por amor a Mi Sagrado Corazón, porque es su verdadero refugio. Aquí Yo les enseñaré a amar según Yo amo. Aquí Yo los consolaré, los confortaré y los aconsejaré. Aquí, en la Hoguera del amor, se purificarán de tal modo que, cuando los llame a Mi casa, Yo mismo los recibiré en el abrazo eterno de la Trinidad.

Si ustedes tuvieran Mi Paz, vendrían como humildes niñitos a entregarme todo ¿No Soy Yo su Dios? ¿No proveeré todo para ustedes en cada circunstancia?  Por eso, que todos Me escuchen y renueven su fervor a Mi devoción. Que cada hogar tenga una imagen de Mi Sagrado Corazón. Yo prometí estar con quien venerase esa imagen a Mi amada Margarita María.

Que todos vengan a Mí, que toda rodilla se doble frente a Dios, entonces el corazón de Mi Madre triunfará, acortando el castigo y mitigando la justicia divina del Padre.  Los hombres no entienden porque el maligno los engaña y no pueden compartir la Gloria, a menos que hayan caminado también Conmigo en el camino de la Cruz.

Hoy He derramado al mundo un torrente de gracias por las oraciones que Me han ofrecido aquellos que están reunidos bajo el manto Inmaculado de Mi Madre. Ella está tanto en sus corazones como en los lugares escogidos donde se muestra. Esta es Mi Misericordia, dada a petición de Mi Madre, para que despierten a su plegaria y abran sus corazones.

Deseo hacer grandes cosas por medio de Mi Iglesia, pero no recibo eco… Todo aquel que camina el camino de la verdad y la luz, será perseguido. Serán calumniados, serán acusados de engaños. Muchos serán sacados de sus comunidades porque las personas que tienen los corazones cerrados a la verdad, quienes la rechazan, verán en ustedes una amenaza.

La justicia será repentina y traerá a Mis fieles sabiduría de lo que ha de cumplirse, porque Mi Voluntad se hará en la tierra.

Las seducciones del mundo influyen muchas veces en el alma recta, por ello deberán buscar la dirección del Espíritu Santo. Mientras se sostengan a Mí, por medio de Mi Cruz, mientras adoren Mi presencia en la Eucaristía, no deben temer nada y sí regocijarse en la providencia de Dios a todo lo creado.

Renuncien, prívense de todo lo que pudiese ocasionarles una alegría excesiva en la tierra.

Devuelvan amor al amor en cada instante y se les dará sabiduría. Crezcan en el silencio interior, allí les hablo a todos Mis hijos. Acérquense a Mi Madre que es la nueva Eva, déjense traer a Mi refugio.

Mismo día

Amada, escondida en Mis Sagradas Heridas, haz llegar Mi Palabra a tus hermanos en fe. Vengan a Mí, los espero con amor infinito. Vengan, no teman. Yo Soy el Salvador del mundo, Yo di Mi vida para que ustedes pudieran tener vida eterna Conmigo.

La herejía se está transformando en catástrofe. Es tremenda la dolorosa realidad del mal que roe al mundo. Hace falta que el hombre comprenda el valor del don de Dios y su eficiencia en las almas. Aquellos que sienten Mi llamado y desean acercarse a Mí, no teman a que los contradigan, puesto que hay muchos lobos disfrazados de ovejas. No teman sus críticas, ellos también son Mis hijos.

Todas Mis señales irán aumentando minuto a minuto; la tierra sufrirá de muchas formas hasta que el trigo y la cizaña se separen.

Sean humildes y así no tendrán que temer ni temblar; oren porque la hora de la gran tristeza llega. ¡Benditos sean aquellos que creen! ¡Benditos sean los que Me buscan y no Me encuentran, debido a la apostasía, división y herejías que hay en la Iglesia! ¡Mi Iglesia!

Estos años no pasarán antes de que tan solo unos pocos Me mantengan en el Santísimo Sacramento, Mi Sacramento de amor. Por eso, prepárense. Den ejemplo, testimonio de vida junto a la Eucaristía, porque en verdad les digo, pronto voy a necesitar de toda su preparación y fidelidad.

Yo Soy su alimento y su luz, no sean tibios, orgullosos, falsos. Aprendan a buscar la ternura de las almas pequeñas.

MEDITACION

Con mucha frecuencia, más de la que pensamos, nuestra fe es débil, sin pasión. Cuando en la calle, en la casa, en la escuela, en el trabajo, con los amigos, familiares o conocidos, es atacada tu fe… ¿Sientes el coraje de defenderla con pasión, sin importarte los respetos humanos? ¿O te quedas dejando que hablen sin mostrarte decidido y firme en lo que crees? Medita sobre si se te dificulta, por falta de conocimiento de tu religión, porque te avergüenza o te falta valor para defenderla. ¿Crees que has pecado de omisión en algunas ocasiones en que has sido tibio (tibia) y eso ha evitado que hagas lo que deberías hacer por el Reino de Dios? Piensa cuáles han sido esas ocasiones y trata de enmendarte de alguna manera, ofreciendo al Señor alguna acción de reparación. Sé generoso con los necesitados y recuerda siempre que “la limosna lava infinidad de pecados” (1Pe 4,8)

Para poder estar dentro del Corazón de Jesús y poder entregar tu ofrenda en el altar con la dignidad que Dios se merece y pide de ti, es necesario que te encuentres libre de cualquier rencor. Si tienes algún asunto pendiente con cualquier hermano; si no has pedido perdón, o no has podido otorgárselo a alguien, medítalo y reflexiona, y ponte ya a solucionarlo…

¿Cuál es el modo particular que me pides de amar a mis enemigos? ¿Qué le falta a mi voluntad para decir sí, o decir no, y no quedarme en medio con tantas excusas? Recuerda que con un acto de fe te vuelves invencible, porque Dios combate por ti y contigo.

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo

Amén

Sagrado Corazón de Jesús (Día 25°)

VIGÉSIMO QUINTO DÍA:

Todo acto consciente tiene un fin, un propósito, una meta; la vida misma debe estar apuntada a lograr un objetivo general, y en lo posible, todo debe de transcurrir sin salirse del camino que conduce a esa meta.

A nosotros, los cristianos, Jesús nos marca claramente la dirección por donde debemos ir avanzando (el camino); nos alienta en cada momento, a dar testimonio de vida, siendo siempre para todos y en todo, congruentes entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos (la verdad); de manera que nuestras acciones estén siempre orientadas a hacer el bien, para que así podamos alcanzar la eternidad junto a Dios (la vida).

Jesús nos ha dicho que Él mismo Es el Camino, la Verdad y la Vida, y que para encontrar “la perla preciosa” de la que hablan las Escrituras (Mateo 13,44-46), el único camino y la única verdad a seguir, es su Palabra, que da Vida en plenitud.

De ese modo, la Palabra de Dios nos impulsa a que, en pleno ejercicio de las potencias de nuestra alma (la libertad, el raciocinio y la voluntad, que son los tres regalos del Señor que nos hacen “imagen de Él”, para poder asemejarnos a su perfección -Mt 5,48-) tomemos una decisión, que respondamos al amor que Él quiere entregarnos, y que nos hagamos responsables de caminar hacia nuestro destino, al lugar al cual pertenecemos desde siempre, que es la Gloria eterna, con nuestro Padre Dios.

¿Quién de nosotros está dispuesto a sacrificar todo, lo mucho o poco que tiene en esta vida, a luchar contra todo, a defender contra viento y marea la herencia que Jesús nos ha dado, para ganar ese tesoro celestial? El Reino de los cielos es nuestra meta, y Jesús es nuestro camino.

El Corazón de Jesús tiene dos grandes deseos, o dicho de otro modo: la devoción y el evento del Sagrado Corazón a través de Santa Margarita María en el siglo XVII, tiene dos grandes objetivos: el primero es darle Honor y Gloria a Su Padre, y que el hombre le rinda esa adoración que le es merecida como Dios; y el segundo, es la salvación de las almas.

Para lograr esos dos objetivos eternos del Sagrado Corazón, Jesús pasó su vida terrena haciendo el bien (Hechos 10,38) recorrió los caminos de Galilea sanando, perdonando, enseñando, todo para Gloria de Dios, su Padre. Siendo adolescente, se paró frente a los doctores de la Ley en el Templo de Jerusalén y dio lectura a los textos sagrados; ¡todo para dar Gloria a su Padre! Jesús seguía un camino. Un camino de verdad, que daba vida en abundancia (o plenitud) a aquellos que creían en Él.

El segundo objetivo o deseo del Corazón de Jesús es, como decíamos, la salvación de las almas, y es por ello que el Señor realizaba los milagros. Es verdad que la compasión de las miserias de los hombres calaban el Misericordioso Corazón de Jesús, que lo impulsaban a Obrar los prodigios, pero su objetivo principal era que, a través de esos prodigios (visibles y sensibles), los hombres entendieran el poder sanador de Dios en las almas, con ese doble propósito: lograr con esto la conversión del hombre, su reconocimiento y amor verdadero, salvando de esta manera su alma, y Glorificando de ese modo a su Padre que, estando en el Cielo, lo había mandado para rescatar a las ovejas perdidas y conducirlas de nuevo por el camino de la verdad, que los llevara de nuevo a asumir su esencia y lugar de hijos de Dios.

La salvación de las almas y el darle Gloria al Padre son como las dos caras de una misma moneda; ese es y ha sido siempre el deseo del Hombre-Dios.  Por eso se humanó y nació de una doncella. Por eso, sin dejar de ser Dios, pero haciendo a un lado sus prerrogativas de Dios, asumió su humanidad y vivió entre nosotros siendo uno de nosotros. Por eso bajó del Cielo y de su Trono, y vivió en humildad y pobreza, trabajando con su padre adoptivo, san José, y ganándose la vida como carpintero. Por eso dejó luego su casa y a su Madre, y dedicó su Vida a enseñar las Palabras que había escuchado de su Padre y que repite para hacerlo presente entre los hombres de buena voluntad que las quieren atesorar y guardar en sus corazones.

Por eso dio su vida en el madero de la Cruz, consiguiendo la redención del género humano y logrando con eso, la entrada nuevamente de las almas al Reino de los cielos.

Dar Gloria y honor al Padre y la sed por la salvación de las almas fueron las dos grandes vertientes de la misión y los objetivos del Corazón de Jesús.

“El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10,10); Jesús nos previene del enemigo de las almas. Nos avisa de ese ladrón que está dispuesto a hacer lo que sea, con tal que las almas se separen de su creador y se pierdan. Él, en su figura del Buen Pastor, nos señala como a sus ovejas el camino, nos cuida y nos ayuda a regresar sanas y salvas al lugar donde pertenecemos.

¿Y por qué hoy día, Jesús sigue sufriendo y diciéndonos que tiene una inmensa sed de almas que lo quieran, lo acepten y lo encarnen en sus corazones? Porque el hombre ha perdido el camino. Porque su visión se ha hecho estrecha. Porque está ciego y se ha dejado engañar por ese ladrón del que nos advierte el Señor, que viene a robar, matar y destruir el Reino de los Cielos en los corazones de los hijos de Dios, logrando que el mundo declare que Dios no existe, y camine en la mentira y en el “deicidio” (es decir, en el asesinato de su propio Dios).

Nunca como hoy día, Dios está siendo apartado de las vidas de los hombres, despreciado, deshonrado, sacrílegamente tratado, olvidado… Pero Jesús sigue apostando y esperando en el hombre. Sigue luchando por su amor y por el cumplimiento de su Misión; la Misión que le fue asignada por su Padre. Jesús apuesta nuevamente al deseo de su Sacratísimo Corazón de salvar almas y endulzarlas con su Amor, a través de la devoción a su Sagrado Corazón.

Jesús nos invita a reflexionar sobre su Palabra: “Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz” (Juan 10,5) … El Señor quiere que pensemos qué es lo que nos aparta de Él, cuáles son esas voces “extrañas” que nos están haciendo confundirnos y errar el camino que nos lleva a darle honra a su Padre. Es necesario hacer una introspección y detectar qué es lo que no viene de Dios, que es contrario a nuestra fe y lejos de darnos beneficio y bendición, nos une a ese ladrón que seduce para apartar, matar, destruir y maldecir.

Jesús nos ofrece su Corazón y nos pide que ablandemos el nuestro para recibirle, que le permitamos limpiar y calentar nuestros corazones fríos y sucios, despojándolos de toda clase de inmundicias; que abramos nuestras existencias a su Acción Redentora, para que pueda Obrar en ellas, y hacer que nuestras vidas no escuchen más que sus Palabras y no sigan más que sus pasos.

Él, que es Dios de todo consuelo… nuestro Buen Pastor, Redentor y Señor… nuestro Camino, Verdad y Vida, nos invita a convertirnos para honrar junto con Él al Padre del Cielo, y a ayudarle en su Misión redentora, llevándole almas para que se salven. Nos comenta, en un mensaje de Manantiales que leeremos a continuación, cuánto nos ama, y cómo todo lo que hay en el mundo ha sido hecho para que, a través de la creación, lo alabemos. Nos pide que dejemos ese corazón duro como la piedra y le permitamos cambiarlo, con uno de carne salido de su Adorable Corazón. Leamos:

MANANTIALES-99 “ABLANDA TU CORAZÓN”

“Ablanda tu corazón, hijo Mío. Que no permanezca más tiempo frío cual el mármol y duro cual diamante en esta hora de ingratitud del género humano. Si el último de los hombres hubiese hecho por ti un milésimo de lo que Yo hago en el Misterio de la Eucaristía, no podrías menos que amarle…

¿No te concedí hermosos presentes cuando te regalé todas las cosas del mundo, haciéndote soberano de los animales de la tierra, de las aves del cielo y de los peces del mar y, aun mando a Mis ángeles para que te sirvan y acompañen por todas partes?

¿No me despojé bastante por ti cuando descendí del cielo y Me revestí de la naturaleza humana en el misterio de la Encarnación? ¿No sufrí bastante por tu salvación en el transcurso de Mi vida y en Mi muerte, para dejar de abatirme a los sagrados excesos a los cuales desciendo en los altares?

¿Cuáles pues, deben ser los sentimientos de tu corazón para Conmigo, que te amo con tanto ardor, que reúno para ti en Mi persona todas las perfecciones inimaginables; que te espero en un reino inmenso y eterno, lleno de gloria y felicidad?

Sólo les pido amor, hijos Míos… Ámenme con toda la fuerza y perfección de que son capaces: Conviertan todos sus miembros en corazones y conviertan esos corazones en llamas ardientes para que, junto a ángeles y bienaventurados del cielo, todos los justos de la tierra y los que sufren, comprendan el amor infinito que les manifiesto en este misterio.”

MEDITACIÓN

El día de hoy, dedícalo a reflexionar sobre lo que nuestro Señor nos dice acerca del amor que le entregamos y el que espera. ¿Cómo consideras que es el amor que le entregas al Señor en tu vida diaria? Tomando en cuenta lo que has leído, sobre todo lo que Él ha hecho por ti; ¿crees que es suficiente la forma con la que pagas tantos beneficios? ¿Cómo podrías mejorar esto, para darle mejor sentido a tu camino de conversión?

¿Qué plan de acción a corto plazo podrías establecer, para ir poniéndote en marcha siguiendo las huellas de Jesús y haciendo de Él tu camino?

Él te ha dicho que es la Palabra; tomando en cuenta esto, ¿crees que lees lo suficiente la Biblia? ¿La compartes para asemejarte a Él, en el deseo de su Corazón por la salvación de las almas, y así cumplir igualmente la misión que tienes como Apóstol de la Nueva Evangelización?

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo

Amén

Sagrado Corazón de Jesús (Día 24°)

VIGÉSIMO CUARTO DÍA:

El amor y la misericordia van de la mano. El Corazón de Dios, rico en Misericordia, no es otra cosa que la plenitud del Amor de Dios, que nos es revelado a través de toda la historia de la salvación del hombre, que llega a su culmen y plenitud, en la Encarnación del Verbo; del Hijo de Dios.

Jesús nos muestra como símbolo de todo eso, su Sagrado Corazón, y con Él, recuerda al hombre cuál es el verdadero camino y la misión de su existencia en la tierra.

A través de Santa Margarita María de Alacoque, primero, de Santa Faustina Kowalska, después, Jesús revela a la humanidad los sentimientos más profundos que hacen latir y lastiman a su Divino Corazón, y a su vez, nos recuerda la cercanía de su adorable presencia en la vida de los hombres, y la conversión de la que éstos se hallan tan necesitados. Por medio de estas dos devociones, Jesús habla al mundo nuevamente para acercarse aún más al hombre de hoy que duda, olvida, niega… y finalmente vive “sin necesidad” de Dios; sin darse cuenta de que su vida es cada día más vacía, más infeliz y, por consiguiente, que marcha hacia el camino de la perdición.

Hoy, más que nunca, la misericordia, la caridad y la humildad, son necesarias para que el mundo recobre el sentido y la esencia de su vida, y retornando sus pensamientos y sus acciones hacia Dios, una su corazón al Misericordioso Corazón de Jesús, que desea guardarle y protegerle muy dentro de Él, para llenarlo de amor y perdón, y que de esa forma, su sentimiento de vacío y orfandad sea llenado con la gracia que mana inagotablemente de ese Corazón Bendito.

Por todo ello debemos tener siempre presente que la misericordia no es algo que se pueda adquirir a través de un proceso de “aprendizaje teórico”; no es algo que se pueda obtener estudiando los libros, como en la escuela. No puede compararse con una simple actitud de “compasión”, que es simple sentimentalismo. Es una caridad ardiente que, a semejanza de todo lo que hemos visto durante este mes, del Corazón de Jesús, trae consigo amor de ágape y justicia verdadera.

Una caridad misericordiosa es aquella que siempre late en el corazón del hombre de forma viva, ardiente, humana, y que ve su espejo, en el Corazón de Dios, que, a su ejemplo, trata de divinizarlo con sus acciones cada día, trabajando en la humildad para llegar a ser más generoso y sacrificado en beneficio de los demás.

San Pablo nos dice en 1 Corintios 13,4-8 con respecto a esto: “El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; no es grosero ni egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal; el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. El amor nunca falla” Esta descripción que nos hace San Pablo a cerca de lo que el verdadero amor debe de ser, nos ejemplifica a la perfección el Corazón de Dios y nos motiva a trabajar en nuestro compromiso para testimoniar con nuestra vida ese actuar del Espíritu Santo en nuestros corazones, que nos moldea día con día, para ir adquiriendo la semejanza en Cristo que es nuestra meta.

El Apóstol de la Nueva Evangelización, debe de estar siempre muy pendiente de no dejarse llevar por sentimientos precipitados que lo lleven a obrar de manera irracional faltando a la caridad.  Es necesario y sumamente importante, tener siempre presente, en cualquier acción que realicemos, que “la justicia nunca puede estar por encima de la caridad” ¿Qué quiere decir eso? ¿será que no debo de ser justo y dejar pasar lo que se ha hecho mal o se ha juzgado con injusticia? No, en absoluto: significa que la justicia siempre debe ir de la mano de la caridad, pero el amor siempre debe prevalecer en todo momento. Es decir, que para impartir justicia, para reprender y para corregir, la forma SIEMPRE tiene que ir unida al fondo. Por más que una persona se hubiera equivocado, y su error hubiera sido inmenso, el tratarla con amor, compasión, cariño y dignidad, siempre le ayudará a querer mejorar. La forma en que se enfrente el problema y se digan y traten las cosas, debe dar testimonio de nuestra conversión.

El que falta a la caridad al corregir al hermano que se ha equivocado, no solamente peca contra ese hermano y carga para su alma el pecado de su falta de amor cometida, probablemente tenga que cargar también la culpa de que ese hermano (debido a su actitud ofensiva hiriente, soberbia, orgullosa, prepotente…) no logre darse cuenta de su error, se mantenga en él y, por ese mal testimonio, termine por alejarse totalmente de Dios; esto pudiera llegar a ser el pecado de escándalo, del que nos habla la Biblia.

La corrección fraterna, dentro y fuera del ANE, debe de ser un sello que haga reconocer a la persona como miembro de nuestro Apostolado. Debe estar cimentada en el Corazón de Jesús, que se manifiesta en la persona de aquél que lo ama y quiere parecerse a Él.

Recordemos siempre los consejos que un par de veces nos ha dado nuestro Director General sobre Los cuatro filtros de oración que debemos “usar” antes de hacer una corrección fraterna:

1°) Orar pidiendo a Dios que nos confirme en la necesidad de corregir al hermano. Sólo cuando el Señor lo confirme, pasamos al segundo filtro. Esta confirmación podrá ser:

  • Que el hermano o hermana vuelva a cometer el mismo error, y con consecuencias peores
  • Que los efectos de ese error comiencen a perjudicar a otras personas, a la Obra o al servicio que prestamos
  • Que el Señor, en oración nos haga sentir o entender la necesidad e importancia de hacerlo, etcétera.

2°) Orar pidiendo al Señor que disponga nuestros corazones (el de la hermana o hermano a quien es necesario corregir y el nuestro, para que ese acto de corrección sea humilde, provechoso, fructífero y orientado sólo a la mayor Gloria de Dios.

3°) Orar pidiendo al Señor que nos dé las palabras precisas en el momento de hablar con la hermana o hermano.

4°) Orar pidiendo a Dios que suscite y nos muestre el momento preciso para que tenga lugar este diálogo fraternal.

Después recién haremos la corrección, que será verdaderamente fraterna, en la medida en que, como dice la Palabra de Dios, hayamos “ganado a nuestro hermano” (Cfr. Mt 18,15). A veces, la oración (en cualquiera de los cuatro pasos) te servirá de filtro poderoso diciéndote “no lo corrijas”, y allí deberá acabarse tu inquietud

El ANE-hermano, no obra precipitadamente, no se ensoberbece, no es ambicioso, no busca sus propios intereses, no se irrita, no piensa mal. Cree en el hermano y espera en él. Sabe que su obrar en beneficio de alguien, no es por su propia capacidad, sabiduría, rectitud o perfección moral, sino porque es simplemente un vehículo de la gracia de Dios, que quiere llegar a todos por medio de él.

El Señor, en La Puerta del Cielo, nos dice a todos que debemos siempre permanecer humildes, y gozar de lo pequeño para que Él, Dios Omnipotente, nos bendiga y nos colme en lo grande. Nos repite una vez más que, en la humildad, en la pureza de intención, en la obediencia y en el amor, está la salvación del justo. Leamos:

PUERTA DEL CIELO-44 “USTEDES SON INSTRUMENTOS DE AMOR Y MISERICORDIA”

“Hijo amado, bendigo tu pan, bendigo a tu familia, bendigo el fuego que alimenta el hogar de los tuyos. Bendigo tu diario camino, el trabajo para tu sustento y el de otros hijos. Bendigo los anhelos, deseos y esperanzas de tu corazón en favor de Mi Gloria… Si tú Me amas en lo pequeño, Yo te amaré y colmaré en lo grande. No temas hacerte pequeño en cada momento, porque en la humildad está la santificación del justo.

Hoy tengo un regalo especial: Un maravilloso programa de vida para tu espíritu evangélico y el completo abandono a Mi Voluntad… Pronto van a llegar los días predichos y pondrán en Mi lugar una sucia imitación que nada vale. El Espíritu de amor, de verdad, de Misericordia dirá la última palabra y por Mi bendita Cruz y Mis dolorosas llagas, unirá a los hombres en un sólo cuerpo glorioso cerca a Mis Sagrarios. Para ello necesito de muchos hijos que Me ayuden a reencontrar y unir a Mis corderos, pero son pocos los corazones como el tuyo, que se decidan a hacerlo.

He querido que seas testigo del dolor que Me agobia día a día, así poco a poco He ido tejiendo este momento en que saldrán Mis verdaderos soldados a hacer frente en la lucha contra el poder de las tinieblas. Tú has visto Mi dolor, has visto Mi rostro y Mis llagas; ello te compromete a mayores luchas por Mi causa; mas no temas, Yo te sostendré, levantaré tu espíritu cuando el maligno te maltrate. Yo te cubriré, enviaré Mis ángeles para cubrirte, no te faltará Mi auxilio, aunque, a veces, las apariencias demostraran lo contrario.

Vota por la confianza, nunca te defraudaré. No temas ser engañado si pones tu confianza amorosa en Mi Corazón. Él está abierto siempre para ti. Pide a Mi Espíritu discernimiento y, como hasta hoy, no te faltará este don tan preciado; él te cubrirá; sabrás seguir Mis pasos en la verdad. Confía en la Divina Voluntad de Mi Padre, alábalo al comenzar el día y déjame tus fatigas diarias, que Yo, como Su Hijo, haré que el trabajo rinda su fruto”.

El Señor nos invita a decidirnos de una vez por todas por Su causa. Nos llama a dar el paso definitivo que, avivado por las llamas del amor que brotan de su Sagrado Corazón, produzcan en nosotros ese sí definitivo a hacer su Voluntad y a dedicar nuestra vida y potencias a llevarle más almas; hacerle conocer y amar cada día más, especialmente en aquellos hermanos más alejados y a aquellos que aún no le conocen.

MEDITACIÓN

Hoy reflexiona sobre lo siguiente:

  • ¿Gozas en verdad de las cosas pequeñas que Dios te regala cada día o te quedas con ese sentimiento de haber querido “más”? ¿Agradeces por ellas?
  • ¿Te cuesta hacerte pequeño en cada momento como Dios nos lo pide… lo logras?
  • Tu testimonio de vida, en tu actuar diario, ¿refleja el Corazón de Jesús que nos pide imitarlo en humildad, mansedumbre y obediencia?
  • ¿Confías plenamente en Jesús que te dice que no te abandonará ni defraudará, especialmente en tus horas más difíciles?
  • ¿Te has decidido plenamente, consagrando al Señor tu vida para trabajar para Él, en llevarle almas y hacerlo conocer y amar a través de tu servicio en este Apostolado? ¿A cuántas personas trajiste a esta Obra?

Agradece el día de hoy especialmente al Señor, por llamarte a servirle en esta Obra, y en una oración que nazca desde tu corazón, pon a sus pies tus talentos y dones, para que estos sean multiplicados por la acción de su Espíritu, y puedas dar muchísimos frutos de santidad.

Pídele al Señor, que te ayude a ser un verdadero Apóstol de la Nueva Evangelización, así como Él te pensó en el momento que te eligió y espera de ti.

Considera a cuántas personas podrías atraer al Corazón de Jesús, haz la lista y empieza hoy, o a más tardar, mañana mismo.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo

Amén

Sagrado Corazón de Jesús (Día 23°)

VIGÉSIMO TERCER DÍA:

“Junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino” (San Juan Pablo II)

Ahora que muchos de nosotros estamos llevando el curso de la Santísima Virgen María, hemos podido ver con admiración todas esas réplicas de construcciones antiguas, que nos muestran la historia, la cultura y tradición.  Estamos conociendo, a través de los videos, los lugares que el Señor junto con sus padres, María y José, acostumbraban a visitar y el lugar donde vivían.

Comento esto, porque mucho de lo que el Señor decía en el momento de evangelizar a los hombres de su tiempo, tenía que ver con la situación que se vivía y la forma en que los judíos realizaban su vida diaria. El evangelio de San Mateo 7, 13-14, nos dice, por ejemplo: “Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran.”

Cuando el Señor habla de esa puerta estrecha, sabemos que se refiere a la dificultad y a la necesidad del esfuerzo humano para alcanzar ese crecimiento espiritual, pero ponía ejemplos que, las personas que lo escuchaban, teniendo una referencia conceptual y práctica de un elemento físico concreto, pudieran entender mejor el significado espiritual de lo que Él les hablaba.

También dijo “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Se los repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos” (Mt 19,24). Según algunos exégetas, los “ojos de aguja” eran las puertas de las ciudades, que utilizaban para que pudieran pasar solamente las personas a pie, dejando sus caballos, camellos y carretas afuera de las fortalezas, de modo que los comerciantes pasaran solamente sus mercancías hacia adentro de la ciudad y cargándolas a pie, para que fuese más fácil controlar lo que metían, y que, de paso, los animales se mantuvieran afuera de la ciudad para no ensuciarlas.

El Señor, como comentamos, puso ese ejemplo, para que la gente al momento entendiera lo difícil que sería para una persona soberbia, orgullosa, materialista, pagada de sí misma, entrar al Reino de los cielos.

¿Y que nos dice ahora a nosotros? Nos dice igualmente que debemos bajarnos de los falsos tronos que a veces nos construimos, para ir “espiritualmente a pie”, por así decirlo, para poder entrar por el portal de la fe y encontrar a Dios, que a menudo tiene maneras tan diferentes a nuestra manera de pensar, sentir, “juzgar”, analizar y establecer prioridades: Debemos salir al encuentro de un Dios que se oculta en la humildad.

Mientras más humilde se hace una persona, más desarrolla esa sensibilidad que la conduce hacia los dones que Dios le manifiesta, tanto en su vida personal como en la vida de las personas que lo rodean. Igualmente, la persona humilde, entiende que cada hermano es un don muy especial de Dios, y ese regalo de su presencia, es comprendido como una oportunidad maravillosa para caminar hacia la salvación. Esa comprensión hace que, la persona acoja a todos sin comparaciones, sin rivalidades, sin desaires ni hipocresías. La salvación radica en su mayoría, en pasar por la puerta estrecha del amor al prójimo; un amor que esté trabajado desde la obra de misericordia de la aceptación y la comprensión, poniendo especialmente atención a la necesidad de “soportar con paciencia el defecto del prójimo”.

La humildad es “la virtud de los santos y de las personas llenas de Dios”, dice el Papa Francisco. Mientras la persona más crece en su relación con Dios, en el conocimiento de su Palabra, y cuanto más crece en importancia, esta persona si está llena de Dios, más aumenta la conciencia de su nulidad, de su miseria y la certeza de no poder hacer nada sin el poder y la gracia de Dios que se manifieste sobre él (Cfr. Jn 15,8).

El ser humano, mientras más tiene, debe de sentirse más humilde y agradecido a Dios, ya que todo lo que tiene, no es de su pertenencia, ni le viene porque sea merecedor de nada, sino que por la Providencia de Dios Misericordioso, es simplemente un administrador de esos bienes: Sin duda el Señor se los da para que, a través de cada bien, alcance y ayude a alcanzar a otros la vida eterna, siendo un bálsamo de ayuda para los que se encuentran en necesidad. ¡Pero qué pocos entienden eso! ¡Cuánta necesidad de acumular y acumular y seguir acumulando la de los que más tienen! Por eso Jesús da el ejemplo del camello y el ojo de la aguja.

En cambio el hombre y la mujer que están junto al Corazón de Jesús encuentran su camino y su esencia. Van comprendiendo su destino y el plan de Dios para su vida. Su relación con los demás se convierte en una tabla de salvación; son mujeres y hombres justos y aman a todo aquel que el Señor ponga en su camino, agradeciendo la oportunidad que Dios les brinda para que, a través de su trato y de toda la ayuda espiritual, material y emocional que puedan proporcionarle al necesitado, éste encuentre y realice la misión que le ha sido asignada en pos de la salvación de su alma y las de quienes le rodean. Y así se forman los círculos virtuosos… ¿Se han dado cuenta ustedes de que casi siempre los santos han sido familiares, amigos o al menos conocidos de otros santos? Podríamos citar muchísimos ejemplos, y es precisamente por eso: “Las palabras convencen, pero el testimonio arrastra”. Algún día meditaremos sobre eso.

Sabemos que para alcanzar la santidad, son necesarias las mortificaciones, y como dice Francisco Fernández Carvajal en “Hablar con Dios”, “Eres mortificado si sabes hacerte todo para todos, para ganar a todos (Cfr. 1Cor 9,22) y luego agrega “cada uno debe hacerse un plan concreto de mortificaciones que ofrecer al Señor diariamente” (especialmente en los tiempos fuertes, como el Adviento y la Cuaresma).

Pero el cristiano debe de estar siempre en la disposición de servir diligentemente a los demás, sin importarle si hace o no “el ridículo”. Si al compadre o al amigo le va a gustar o no la manera de actuar que se tiene en beneficio del otro, o si la sociedad está de acuerdo o no, eso es lo que menos importa. La humildad del santo se le reconoce cuando sabe soportar estoicamente esas contradicciones, cuando no reclama para sí y hasta le cuesta recibir elogios, aunque sean bien merecidos, aunque los necesite para seguir esforzándose; cuando manifiesta cierta forma de “flexibilidad” para decir lo que siente, ve o piensa, por más que él esté convencido; cuando no se molesta o enoja si le corrigen o contradicen, si hablan mal de él o no se lo toman en serio.

Tú no serás mortificado si eres susceptible, si estás pendiente solo de tus egoísmos, si atacas a los otros, si no sabes privarte de lo superfluo, e incluso a veces de lo necesario; si te entristeces cuando las cosas no salen según las habías previsto o como te hubieran gustado más que sucedieran.

“Por sus frutos los conocerán” (Mateo 7,16) El Apóstol de la Nueva Evangelización deberá ser siempre reconocido por sus frutos. Por todas aquellas acciones que vayan en favor del prójimo, por el servicio entregado con amor, paciencia, compasión y alegría. El Señor, en la Cruzada del Amor, nos invita a permanecer en la mansedumbre y la humildad. Que estas virtudes, que van muy unidas a su Corazón, sean los principales frutos que cosechemos en nuestro caminar por la vida, y junto con la virtud de la obediencia, venzamos nuestros egos, orgullos y ambiciones de poder, para siempre darle Gloria a Dios.  Leamos:

CA-156: Esperen atentos Mi regreso    23-1-96            Jesús

“Pequeños niños, quiero escuchar su FIAT, quiero cambiar sus pequeñas voluntades con Mi FIAT Supremo. Miren, hijos, que ya se acerca la Hora, pero no se quedan como los encontré, ahora están reconocidos con Mi Divina Misericordia, sean mansos y humildes como Fui, Soy y lo Seré por toda la eternidad.

Esperen atentos Mi Regreso, Yo Soy el Mañana, ese mañana que esperan las almas buenas y confiadas. Hijos Míos, ustedes que aceptan Mis instrucciones quedarán con el Pan asegurado, He multiplicado Mi Sagrado Cuerpo para Mis seguidores, para que no pasen hambre ni sed como lo harán Mis pobres hijos soberbios que se quedan fuera del hogar. Si fuese necesario, enviaré a Mis Santos Ángeles para que los alimenten. Díganme, hijitos, ¿un padre responsable puede dejar a sus pequeños hijos en total desamparo?

Hoy serán despreciados, marginados, calumniados, pero mañana serán buscados y llamados, al ver que ustedes tienen el verdadero alimento. Yo, su Señor, Me abriré paso entre la multitud para encontrarlos. Procuren, amados, estar al último, no busquen los primeros puestos porque los ignoraré. Sólo la oración, acompañada del verdadero ayuno, los hará dignos siervos del Señor. Encadenen la soberbia con la Plegaria Humilde del Santo Rosario, vayan meditando para que encuentren la verdad.

Les anuncié un desierto, pues ya lo están atravesando, basta que miren a su alrededor y podrán darse cuenta de que van quedando solos, pero no teman, el Santo Espíritu del Padre y el Hijo los abrazará y los Ángeles serán sus guías.

Hablen, de su Señor, díganles que los amo y quiero darles Mi Paz y Mi Perdón, estaré esperándolos hasta el último instante para darles Mi abrazo de padre, hermano y amigo.

Sepan que cuando Me susurran palabras de consuelo, de arrepentimiento y sobre todo de amor, Mi Corazón se multiplica y derramo torrentes de Misericordia, recíbanlo en sus pequeñas manos y guárdenlos en sus corazones.”

Mañana empezaremos a meditar sobre la Misericordia que brota del Corazón de Dios, que, unida a la humildad, nos ayudará a comprender y asumir de mejor manera nuestro compromiso y consagración a Dios a través de esta maravillosa Obra del Señor que es el ANE.

MEDITACIÓN

Este día, las preguntas y la dirección de tu meditación serán guiadas por el Señor. A través de este mensaje, el Señor te hará reflexionar sobre los conceptos que durante estos días hemos estado viendo para nuestro crecimiento espiritual. Lee con atención y pídele al Espíritu Santo que te ilumine, para que las respuestas y lo que medites, sea a luz de la Palabra de Dios y a la misión que te ha sido asignada.

CM-150: DÍA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Dulzura de Mi Corazón, terminamos este tomo. Por favor, apresúrense lo más que les sea posible, trabajen en él para difundirlo pronto. Se los pido con mucha urgencia. En tanto, empezaremos otro tomo y al mismo tiempo iremos trabajando con el Evangelio de Juan…

La altura y la profundidad de las riquezas de que está lleno Mi Corazón, Me mueven a decirles hoy una palabra más, que de Mi mismo Corazón llega a ustedes lanzada como un ardiente meteoro.

Es el día de Mi delicia, el día en que Yo Me He preparado y He querido, a fin de que sea aliviada Mi soledad y aligerada la ingratitud de ustedes.

Mi Corazón está en llamas, lo saben y si les repito, es para que den otro paso a estas llamas y vengan a abrasarse aquí, donde están seguros de amar a su pertinaz Jesús, que no puede permanecer quieto, sino que debe llamar, atraer, acoger, abrazar y embellecer a todas las almas, todas, digo y particularmente a cada una de ellas.

Tengo el Corazón en llamas, ¿qué significa esto? Esta vez son ustedes los que deben responderme. Yo los invito a hacerlo en la soledad, hablándome con toda franqueza. Díganme en privado, que saben de qué llamas se trata. Háblenme, háblenme de amor, Me agrada oírlos decir que las llamas son el altruismo, la caridad que hace dilatar Mi Corazón.

Respondan ustedes a Mi pregunta, díganme lo que quieran, Yo espero sus confidencias, espero también sus miserias, pero hoy no hablemos de ellas, porque es día de riqueza, de profundidad y altura de Mi inconmensurable Caridad.

He esperado que, presentándome a ustedes con el Corazón en la mano, finalmente sus mentes se abrieran, al fin sus espíritus creyesen en Mi Amor.

Por un momento no piensen en quiénes son ustedes, no importa, se lo digo Yo; piensen un poco en Quién Soy Yo. ¿Ven? Soy Luz y Llamas, las espinas, la Cruz y las Llagas Mías fueron sufrimientos transitorios -y lo serán también para ustedes- Pero Yo Soy la Esencia de la Luz y la Esencia del Amor, como precisamente quiero recordarles presentándome con el Corazón en la mano, a ustedes que están tan tristes sin Mi Amor…

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

———-

Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea 

Sagrado Corazón de Jesús (Día 22°)

VIGÉSIMO SEGUNDO DÍA:

El evangelio de San Lucas 15,20, nos dice lo siguiente: “Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó.”

Jesús nos abre su Corazón y nos enseña, con las parábolas, la misericordia que mana del Corazón de Dios, especialmente, como leemos en este versículo de la parábola del hijo pródigo, cuando el hombre se encuentra caído. Jesús nos enseña la dinámica de la Misericordia en un lenguaje que todos entendemos y que nos convierte, de ese modo, en discípulos del Maestro.

Jesús contempla al hombre caído. Nos ve a cada uno de nosotros desde su Adorable Corazón, y nos va enseñando las diferentes maneras como, si no estamos en gracia y bien pendientes de nuestros actos, podemos quedar degradados, derrotados a causa de la soberbia, que se manifiesta por la autosuficiencia, el orgullo de sentirse más o mejor que los demás, y la pretensión de dominar al otro sin escrúpulo alguno.

Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, no ha descendido del Cielo de estar junto al Padre únicamente para hacernos participar de la vida divina. Sí, este es uno de los ejes principales de su misión mesiánica; pero también está el ir mostrándonos y enseñándonos el camino humano hacia las virtudes que son necesarias para lograr esa salvación, a la cuál Él viene a motivarnos, especialmente la mansedumbre y la humildad, que son prendas seguras para alcanzar el cielo, y por las cuales descubriremos al prójimo como nuestro hermano… “Lo que es ustedes, no se dejen llamar maestro, porque uno solo es su Maestro, y todos ustedes son hermanos.” (Mt 23,8) Así es como el Señor concreta y hace palpable su deseo de que todos seamos uno con Él (Jn 17,11); que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado (Jn 13,34), y que en cada persona que veamos a nuestro alrededor sintamos la presencia de Dios, ya que ese próximo a mí, es mi hermano. Esta es la finalidad principal de la devoción al Sagrado Corazón: la Comunión, para que haciéndonos uno con el Padre, el Hijo y el Espíritu de ambos, podamos amar a nuestros hermanos como nos amamos a nosotros mismos.

Hoy día, como nuestro Maestro, Salvador y Buen Pastor, nos conduce como sus ovejas a resguardo seguro en el rebaño. Como Apóstoles de la Nueva Evangelización, nos quiere alumnos perseverantes de Su Corazón, y requiere el Sí autentico y decidido de cada uno de nosotros para escuchar, asimilar, proclamar y actuar, conforme a cada una de sus enseñanzas.

Al decirnos “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11,29) nos pide que tratemos de poner en práctica ambas virtudes (la mansedumbre y la humildad de corazón -es decir, humildad profunda y total- en nuestra vida de apostolado.

¿Y por qué no decimos “en nuestra vida diaria” sino en nuestra vida de apostolado…? Muy simple: porque nuestra vida debe ser siempre una vida de apostolado. No solamente estás comprometido con el Señor y con el hermano cuando estás en tu casita de oración, o sirviendo en el CASANE, en la Cárcel o en el Hospital… No, hermano. Esa sería una muy mala comprensión o interpretación de lo que Jesús quiere de nosotros como ANE-apóstoles.

Cuando Jesús ora al Padre en la Última Cena para presentarle, como realizada, su misión en esta tierra (Evangelio de San Juan capítulo 17) Él le dice que se nos ha revelado lo que Dios Padre quería que fuera conocido a través de Jesús, Su Hijo. Que nosotros, que lo hemos reconocido como Hijo de Dios, seremos protegidos del mal aquí en la tierra, y que seremos herederos del Cielo junto a Él. Pero también, que debemos salir a proclamarlo al mundo, a fin de que los demás vean, en nosotros como una unidad, que Jesús es el Hijo de Dios para Gloria del Padre, y que a través de nuestras acciones, su Espíritu se manifiesta en cada una de las circunstancias y situaciones por las que atravesamos; situaciones espectaculares o simples, dentro o fuera de la casa, dentro o fuera del apostolado. Es decir, ¡siempre!: Tu vida como apóstol, debe de ser siempre un reflejo de la vida de Cristo.

Es así como tu vida ordinaria pasa a ser extraordinaria. Tu vida diaria, pasa a ser una vida de apostolado; la vida de un verdadero hijo de Dios, que lleva selladas en el alma las Palabras y enseñanzas de su Maestro, y que a imitación de Él, replica en todo lugar, a tiempo y a destiempo, todo aquello que le ha oído y que es la Palabra de Dios.

Así, y para eso, es que has sido llamado. Aquí en el ANE, “semillero de Santos” (Man-77), el Señor nos motiva a vencer todos los obstáculos que nos apartan de Él y brincar todas las vallas que encontremos en nuestro camino, que nos impiden dar buen testimonio al mundo de su presencia y acción. Nos enseña que, como la Magdalena, sepamos con humildad reconocer nuestros errores, lavar nuestras culpas a sus pies, dejando los mejores aromas de nuestra pureza de intención, y levantarnos de nuevo presurosos, rectificando el camino.

Pero algo muy importante es que estemos siempre alertas, tratando de evitar que las semillas sembradas por el Señor se asfixien y mueran en la tierra infértil de nuestros corazones; que el orgullo, la soberbia, el desánimo, la vanidad, la tibieza de espíritu, nos lleven a caer en la pereza espiritual, haciendo que nuestros días se vuelvan ordinarios, y que nuestro quehacer “ordinario”, en vez de brillar con los frutos de la santidad y pasar a ser “extraordinario”, se convierta en simples y esporádicos momentos en los que “seamos buenos , haciendo lo que se espere de nosotros” (todo entre comillas), mientras que en el día a día, nuestras acciones y reacciones dejen mucho que desear.

Aquí podríamos igualmente citar un refrán popular que dice: “No se puede (debe) ser luz en la calle y oscuridad en la casa”, a eso en mi pueblo se le llamaría ser deshonesto, mentiroso, sepulcro blanqueado, doble cara… en una palabra TIBIO; y “a los tibios, Dios los vomita de su boca” (Cfr. Ap 3,16).

En el Apostolado que se realiza en los hospitales, a través del Ministerio de Salud de los Enfermos, por poner un ejemplo, es bueno pensar que, a las personas que veas o atiendas ese día, puede ser que nunca más las vuelvas a ver, por eso es tan importante que el mensaje que les des, comenzando con tus formas de tratar a los demás, lo que les dices, lo que predicas, cómo reaccionas, cómo interactúas con tus hermanos de Apostolado, estando allí, debe evangelizar. Posiblemente ese será el único día que la persona tenga para, a través de ti, conocer el Rostro de Dios, que lo haga meditar y cambiar de vida; acercarse a recibir el sacramento de la Reconciliación y convertirse.

¿Ves cuán importante es ser apóstol siempre? Ahora piensa que hubieras hecho todo a la perfección, estando en tu día de servir al Señor en el ANE, en cualquiera de los Ministerios… pero al llegar a tu casa, ya un poco cansado (cansada) de tu actividad apostólica, deseando recostarte un momento para seguir con las actividades programadas, tomarte un refresquito, o simplemente tener tus 10 minutos de paz, te das de cara con la novedad de que tu hijo o hija dejaron un tiradero en la cocina al momento de preparar sus alimentos; o en el caso de los varones, que a tu esposa se le quedó varado el coche en el camino, por olvidarse de ponerle gasolina… Y sucede que se desencadena la fiera que llevas dentro, y con gritos, ofensas y demás, regañas a aquella persona que resulta ser la parte más importante de tu corazón, y tu prójimo más próximo con el cual tienes más compromiso de evangelizar y hacerle sentir el amor de Dios… ¿Estaríamos siendo verdaderos apóstoles si actuáramos así? ¿Qué pensaría él o ella de nuestra “religiosidad”? Nuestro compromiso de servicio, y de hacer sentir el amor y la misericordia de Dios a los demás, ¿sería el correcto? ¿Estaríamos ejercitando las virtudes de la humildad y mansedumbre, así como la comprensión y bondad enfrente de lo que se supone que es ordinario? ¿Sería mi vida ordinaria, extraordinaria de ese modo…? Yo creo que no.

Ser luces en las casa y luces en el apostolado. Ser luz y paz siempre. Amar y sacrificarnos siempre, no importa qué, cuándo o dónde…  SIEMPRE a ejemplo de Jesús, manso y humilde de corazón.

Al final de cuentas, lo mismo se gana diciendo las cosas de buena manera, que diciéndolas con las tripas revueltas o tratando de matar a alguien. ¡Al contrario!: lo más probable es que, si actuamos con el impulso de las vísceras, no consigamos casi nada bueno. En cambio, si reaccionamos de buena manera, y tratamos de autocontrolarnos y decir las cosas con tranquilidad y bondad, será mucho más provechoso para lo que queramos lograr.

Jesús nunca nos ha dicho que será fácil. Por el contrario: siempre ha dicho que el camino es angosto y la puerta estrecha, que nos costará subir la montaña de la santidad, y que lo más difícil de todo eso, es el autocontrol de las pasiones y sentimientos. Pero también nos enseña siempre que, si confiamos en Él y ponemos todo en sus manos, a través de la oración, la gracia vendrá a socorrernos en los momentos cuando creamos que ya no podemos más, y la tentación o las pasiones en nosotros desordenadas, serán sometidas con la fuerza del Espíritu santo, que estará ahí para nosotros siempre.

Así nos habla el Señor en la Cruzada de la Misericordia, enseñándonos acerca de las bienaventuranzas, que deben ser motivo de nuestra meditación diaria, para poder dar buen testimonio a los demás. Leamos:

CM-30 “BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU”

“Bienaventurados los pobres de espíritu”. Ahora, para su provecho, les diré que a los verdaderos pobres de espíritu los He hecho Yo, dándoles esa virtud a los elegidos en distinta medida. La humildad -a la cual aludía- es una gran pobreza, porque se alimenta de verdad. El humilde, por tanto, es arca de luz, por la cual ve su propia miseria y goza de ella, porque de ella se desprende más Mi riqueza. El pobre de espíritu se considera a sí mismo cómo ha sido, cómo es y cómo sería; ve los abismos en los cuales caería sin Mí.

Verdaderamente, feliz el que es pobre de soberbia y humildemente se reconoce como necesitado de Mí. Espiritualmente actúa como conviene al humilde y por eso se arroja en Mis brazos, confiado y agradecido. La humildad genera amor y el amor produce humildad. La felicidad es el amor, no la propia miseria, es el amor confiado que nace al verse miserables, pero acogidos por Mí.

¡Cuánto hay que lamentar que de esta frase se haga tan mal uso! Muchas veces se la cita como propia de los incapaces, los que son inútiles, los que no saben valorarse. Pero Yo no pretendo alabar a los incapaces, a los buenos para nada. Yo quiero decir que es feliz el que posee la humildad, porque ésta viene del amor. Bienaventurados los pobres de soberbia, bienaventurados los humildes, ellos tendrán la alabanza y el honor de todo el Cielo, que cantará melodías divinas en torno a ellos.

Todo esto, ¿no te mueve a leer Mi Evangelio cada día? No sólo lo prometas a tu querido Padre espiritual, hazlo, porque todo lo que hoy les digo es con el fin de llevarlos a los Evangelios.”

Dios nos da un don y una tarea. Con eso entendemos que es una propuesta que dura toda la vida, es un objetivo final, es nuestra misión y nuestra meta. Es el examen para ganar la vida eterna. Las virtudes que nos propone aprender nos hacen entender que necesitamos la gracia de acoger al hermano desde la simplicidad que nos da el Espíritu y la necesaria purificación de la voluntad personal (del YO), que hará que cada una de las semillas que hay en nosotros, caigan en tierra buena, y den frutos abundantes, dignos de los que son hijos de Dios.

MEDITACIÓN:

El día de hoy, tendremos mucho sobre qué meditar. Tomate el tiempo y, si te es posible, divide tu meditación en dos partes, para poderla hacer toda.

Reflexionaremos sobre las siguientes preguntas, contestándolas a la luz de lo que en este día leímos y con el mensaje que a continuación leerás. Trata de estar en actitud de oración, para que el Espíritu Santo te ilumine y te muestre su Voluntad.

¿Estas siendo verdadero apóstol con tu testimonio?

Nuestro compromiso de servicio y de hacer sentir el amor y la misericordia de Dios a los demás, ¿es el correcto?

¿Cómo tratas a la gente en tu casa, en el Apostolado? ¿Cómo son tus relaciones interpersonales con tus hermanos de Apostolado, especialmente con los que pasas más tiempo?

A los ojos de Dios, ¿cómo crees que está tu respuesta conforme a la Obra de misericordia de soportar con paciencia los defectos del prójimo? ¿Estás siendo lo suficientemente manso, bondadoso y tolerante?

¿Estás ejercitando las virtudes de la humildad y mansedumbre, así como la comprensión y bondad en lo ordinario?

¿Será mi vida ordinaria “extraordinaria”, si sigo actuando del modo en que lo hago?

PUERTA DEL CIELO-99 “NADIE ES SUPERIOR AL OTRO”

Quiero que se olviden a sí mismos y miren hacia Mí. Silencien sus mentes y reconozcan cuán improductivo es buscar consuelo ajeno.

Cuando buscan que otro hombre evalúe su desempeño espiritual, solamente demoran su crecimiento, porque sólo Yo puedo ver su interior. Entonces, ¿qué necesidad tienen de escuchar palabras que alaben, para llenar un placer momentáneo? Esto es egoísmo y debe evitarse, porque es perjudicial a su crecimiento.

Busquen servir a los demás, escuchen, oren y esfuércense por lograr servir a los demás, que sólo eso da gozo al alma.

Al pedir que se olviden de sí mismos, les hablo de amarme negando su humanidad, de modo que Yo pueda vivir unido a su buena voluntad.

Acepten las alabanzas de otros graciosamente, cuando estas lleguen, pero no las busquen. No es tan importante el ser entendido como el entender, por eso lo pedía Francisco de Asís, porque si ustedes viven en Mí y Yo en ustedes, son entendidos por la Trinidad. ¿comprenden la magnitud de lo que les digo?

No cierren sus oídos a cuanto les He venido diciendo. En verdad les digo que, si hubiesen seguido Mis palabras con la solicitud que lo hicieron en otros grupos, ya sus familias estarían convertidas y predicando Mis Mensajes.

No lloren sobre sus propios cadáveres, hijos Míos, saquen enseñanza del fracaso vivido y emprendan de nuevo el camino en los senderos que señalaron ustedes mismos”.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea 

Sagrado Corazón de Jesús (Día 21°)

VIGÉSIMO PRIMER DÍA:

Siguiendo nuestra reflexión sobre las virtudes de la mansedumbre y la humildad para alcanzar la semejanza en Cristo, ser agradable a sus ojos y convertirnos más a su Amor, analizaremos la virtud de la mansedumbre.

La mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza, que va enfocada al temperamento y autocontrol del mismo, y que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por el comportamiento de otro.

Ser manso, como diría la lengua popular, no significa ser menso… La mansedumbre es la virtud que nos ayuda, cuando la ejercitamos, a ir controlando nuestros impulsos “violentos” que nos llevan, si no los sabemos controlar, al pecado capital de la ira.

El Señor nos invita a ser mansos como es Él. El mejor ejemplo para entender esta magna virtud es la que Jesús nos enseña a través de su testimonio, cuando leemos el evangelio de Lucas 18,20-24: “Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote? Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” 

En este pasaje del Evangelio, Jesús nos muestra la manera adecuada de comportamos ante las injurias y afrentas que comenten los demás en contra de nosotros. Él, no se queda callado. Reacciona. Es decir: no se hace pequeño dejando que se provechen de Él. Jesús se defiende. Hace uso de la justicia y responde. “Si he hecho mal alguno dime cuál fue; pero si no, ¿por qué me pegas?” Ese es precisamente el mejor ejemplo de la mansedumbre. Ese es el reflejo del autocontrol: Seguramente el Señor debió haber sentido tristeza y molestia; Incluso quizá miedo. Sin embargo, sabía que le asistía la verdad, y en consecuencia, lo hace notar. Les hace darse cuenta a sus agresores de que cometen una injusticia y un atropello. Se defiende… su defensa es mansa, pero enérgica. No maldice, no lanza golpes, no insulta, no devuelve mal por mal.

Me gusta pensar en esto: No todo tiene explicación, más todo tiene un propósito. Hay situaciones de nuestra vida en las que nos vemos inmersos en circunstancias que nos sacan de quicio, que te fácilmente te hacen “salirte de las casillas” y te orillan a cometer imprudencias. Sin embrago, la virtud es probada y ejercitada en el crisol de las contingencias. Todo el mundo dirá que es muy fuerte y las cosas le saldrán muy bien mientras no tenga que enfrentar problemas, pero cuando está inmerso en alguna situación de estrés o enfrentamiento, difícilmente podrá prescindir de la mansedumbre, la templanza y otras virtudes que le ayuden a dar buen testimonio de ser un verdadero cristiano.

Pensemos, por ejemplo en el Libro de Job: A Job le tocó pasar tremendas calamidades: perdió sus bienes, sus servidores, a toda su familia e incluso sufrió de una herida que le llegaba desde la planta de los pies hasta la cabeza. La explicación que el libro da a todo lo que le ocurre a Job, es que el “enemigo” quiere hacer que reniegue y maldiga a Dios, y para eso lo ataca mediante las pruebas y el sufrimiento. Job necesitaba, además de la fe, la mansedumbre y la humildad para seguir siendo fiel a Dios.

Pues Dios nunca se hace esperar, y siempre está dispuesto y vigilante de nosotros, a fin de darnos las herramientas que necesitamos para salir victoriosos durante las tentaciones, las pruebas y afrentas que recibimos, no sólo del mundo, sino del mismo enemigo de las almas.

Jesús pone a la mansedumbre junto con la humildad, ya que ésta, es un valor altamente apreciado para quienes se someten a la disciplina religiosa, pues implica una gran dosis de humildad y autocontrol, así como una gran obediencia y una rígida observancia a las normas.

Dentro de la teología cristiana, la mansedumbre es uno de los Frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5,22). Es el beneficio espiritual de estar en comunión con Dios. Al ayudarnos a controlar la ira, la mansedumbre frena sus efectos desordenados sobre nosotros, que con frecuencia nos llevan a caer en pecados muchísimo más graves. Generalmente, un hombre que no cultiva la mansedumbre, que es preso de sus pasiones y sufre arrebatos de ira, es un hombre destinado, en la mayoría de las ocasiones, a desenlaces trágicos y fatídicos.

En el Evangelio de San Mateo 26,52, Jesús le dice a Pedro: “Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere”, indicándole a Pedro, y con él a cada uno de nosotros, que el actuar violentamente contra alguien, se lo merezca o no, sella en nosotros una sentencia de recibir, como pago, la misma moneda, es decir, experimentar en nuestra carne el mismo daño que causamos a otro. Esto nos da a entender que cada uno recibe el trato que merece, de acuerdo con su actuación.

En el tiempo en que vivió Jesús, los judíos de la época consideraban el uso de este refrán particularmente, cuando una persona había cometido un daño contra otra, y luego la vida lo ponía en una situación equivalente… La violencia trae consigo siempre más violencia.

Pero Jesús vino a cambiar todo esto: a traer paz donde hay guerra; perdón donde hay afrentas; reconciliación, obediencia, paz, paciencia, fortaleza, bondad… en síntesis: Mansedumbre, donde no la hay.

En la figura de Job podemos reflejarnos a nosotros mismos, cada vez que alguna situación nos duele o molesta: Job nunca ofende a Dios, ni ofende a ninguno de sus hermanos que lo rodean. No desquita sus malos humores o malos ratos con nadie. Mansa y humildemente, espera a que el auxilio divino se haga presente en su vida y, confiando en Dios, ruega para que el Señor lo ayude a resolver sus males.

Como dirían los psicólogos hoy, su grado de tolerancia a la frustración fue tal, que se hacía violencia a sí mismo (en el sentido de que su autocontrol le cuesta mucho, y de alguna manera le duele y se le dificulta no revelarse o perder la gracia y la compostura), controlándose al máximo, pidiéndole a Dios Padre que le ayude a entender y a soportar los momentos tan duros que estaba viviendo, en fortaleza, humildad y mansedumbre…

No todo tiene explicación, pero sí todo tiene un propósito: la finalidad de la mansedumbre debe de ser, obviamente, perseguir la santidad por su medio, pero también a través de las situaciones que se han vivido o se están viviendo, encontrar el propósito a tal circunstancia en miras de nuevamente, asemejarse al Corazón de Jesús que es Manso y Humilde.

Como vemos, la mansedumbre contiene su gran dosis de humildad. Humildad para saberse NADA delante de Dios, y “poderoso” con el auxilio de Él. San Pablo diría con respecto a esto: “Todo lo puedo en el Señor, que me fortalece.” (Filipenses 4,13). El ser mansos, implica un gran autocontrol, confianza en Dios y en Su Poder restaurador en nosotros, por Su Gracia; implica un firme compromiso en la construcción del Reino de Dios, dando testimonio de la presencia de Dios en el mundo, a través de nuestras actitudes y conductas; de nuestros pensamientos y sentimientos, especialmente en las ocasiones que (por nuestra naturaleza caída y por la tentación del enemigo) nos impulsan a actuar violentamente, ya sea de palabra o de acciones. El Señor, nos dice en La Puerta del Cielo 76, cuán agradable para Él es un hombre que practica en su vida la mansedumbre y trata con eso, de seguirle y darle Gloria. Veamos:

PUERTA DEL CIELO-76: “MANSEDUMBRE”

“(…) Modérala cuando llegue, con la virtud de la mansedumbre. Acuérdate de Mí, de Mi Pasión, de Mi Cruz. ¿Acaso Yo Me irrité? ¡No sabes cuán agradable Me es un hombre manso que sufre tranquilo y con calma los lances adversos, las persecuciones y las injurias! Ahora, algunos se vanaglorian de que son mansos, pero sin fundamento, porque lo son con aquellos que les dispensan beneficios o los alaban, mas sólo respiran furia y venganza contra los que los injurian o los han perjudicado

La virtud de la mansedumbre consiste en ser manso y sufrido con quien te maltrata y te aborrece.

Lee Colosenses 3,12. ¿Quieres que los demás toleren tus defectos y que disimulen si tienen motivo de queja contra ti? Pues lo mismo debes practicar con los demás: Cuando recibas algún agravio de tu prójimo, que está irritado contra ti, respóndele con suavidad y humildad y lo quebrantarás. Mira, pasando cierto monje por un campo sembrado, salió a su encuentro el dueño y lo llenó de maldiciones e insultos. “Hermano tienes razón, he obrado mal, perdóname”, respondió el monje. Se suavizó tanto el labrador que, no solamente se le pasó toda la cólera, sino que quiso seguirlo y entrar de monje en su convento…

Debes saber que los soberbios convierten las humillaciones recibidas en estandarte de su orgullo, más los humildes y mansos convierten los desprecios que se les hacen, en estandarte de su humildad. Por eso los llamé ‘Bienaventurados cuando los llenasen de maldiciones y los persiguiesen.’ Mateo 5,11.

No te sientas tan mal, Yo te amo, es necesario que aprendas.

Mira, Cantares 1,11 habla de la fragancia del nardo. Efectivamente, es una planta odorífera, pero solamente difunde fragancia cuando se frota con fuerza. Un hombre es manso, sólo cuando se lo ve sufrir con paciencia y sin cólera los malos tratos y los insultos. Sólo entonces puede percibirse la fragancia de un nardo o la virtud de mansedumbre.”

MEDITACIÓN:

Hoy meditaremos sobre el mensaje que nos dejó el Señor acerca de la ira y el mal que hace al hombre que la padece. Léelo detenidamente y medita sobre tu vida y las reacciones que tienes cuando te ves enfrentado a situaciones de estrés o que van en contra de tus intereses.

Piensa, ¿Cuántas veces has reaccionado mal en contra de tu hermano? ¿Cuándo fue la ultima vez que pediste perdón por alguna palabra hiriente, o acción que lastimara a alguna persona, cercana o no a ti? ¿generalmente cómo reaccionas cuando te ofenden o faltan por alguna situación en la que tengas o no culpas? ¿Qué sentimientos te provoca y que reacciones surgen en ti para enfrentar dichas situaciones?

PC-75: EL ENOJO Y LA IRA DESFIGURAN EL ROSTRO MAS BELLO

Cálmate, Mi niña, vamos a hablar hoy de un tema en el cual deberás reflexionar en las próximas horas.

Quiero que sepas, pequeña, que el enojo es semejante al fuego, puesto que, así como el fuego es vehemente y violento cuando toma fuerza e impide que se lo vea en el humo que despide, así el enojo hace que prorrumpa el hombre en mil excesos y no le deja ver lo que hace.

No debes malhumorarte así, porque la ira es tan perjudicial al hombre que desfigura el rostro más bello y gracioso, haciéndolo semejante a un monstruo furioso que infunde espanto en torno suyo. Si eso hace exteriormente, ¿te imaginas lo que desfigura el interior ante Mis ojos? Hablemos sobre ello.

La ira precipita al hombre muchas veces a las venganzas, a las blasfemias, a las injurias, a las murmuraciones, a los escándalos y a otras cosas peores, porque oscurece la razón y hace que el ser humano obre como un irracional o como un loco. Lee Job 7, 7. La ira hace perder al hombre toda prudencia, muchas veces la razón y el sueño.

Mientras estés irritada, la acción de tu prójimo te parecerá una injuria grande e imperdonable, pero luego que te pasa la cólera adviertes que no es tan grave como a ti te parecía.

Cuando te asalte la ira, ora, pidiendo que Yo te libere de las pasiones violentas. ¡Cuántos, por no refrenar su enojo, pronuncian horribles blasfemias contra Mí o contra Mis Santos! Los iracundos pasan una vida infeliz, puesto que siempre están en una situación violenta y llena de agitación, como una tempestad.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

———-

Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea 

Sagrado Corazón de Jesús (Día 20°)

VIGÉSIMO DÍA:

“El adorable Corazón de Jesús quiere asentar en todos los corazones el Reino de Su Puro Amor, debelando y echando a pique el de Satanás, y pienso que lo desea tanto, que promete grandes ganancias a los que de buena voluntad tomen parte en esta empresa, según los medios y luces que les comunique.” (Santa Margarita María de Alacoque)

Hoy seguiremos reflexionando sobre la estrecha relación que existe entre nuestro amado apostolado, y la devoción al Sagrado Corazón. Asimismo, seguiremos meditando lo que el Señor nos pide de cada uno de nosotros, para ser cada día más dignos de su Amor y más agradables a sus ojos: la humildad y mansedumbre.

El Señor desea que no ambicionemos ninguna gloria, ningún honor, ningún reconocimiento especial, ningún trato preferencial. Ser servidores de todos y ocupar los últimos lugares, cediendo los primeros a otros de nuestros hermanos. Siempre sentirse menores y necesitados de aprender, aún de personas que pudieran tener menos experiencia, menos “cultura”, menos “carrera”, menos estudios que nosotros. ¡De todos tenemos algo qué aprender! Humildad, humildad, humildad… Jesús quiere que necesitemos y deseemos, al final de cuentas, solo lo que puede darnos el Sagrado Corazón. Él, como les dijo a Sus Apóstoles, nos repite el día de hoy a ti, a nosotros y a todos: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo ignora lo que hace su Señor. A ustedes los llamo amigos, porque les di a conocer todo lo que oí de mi Padre” (Jn 15,15).

Pensemos: ¿Quién, en la tierra, tiene ese corazón tan grande…? ¡Nadie! Por eso no deberíamos desear ningún otro honor que el que nos da el servir al Señor. Nada debería de separarnos de su Amor, y claro está, que ningún honor dado por los hombres, tiene ninguna relevancia ante la magnitud de estar en gracia de Dios. Es por eso que debemos estar bien atentos de las cosas que el mundo nos ofrece, y como el Señor nos enseña y recuerda, a través de tantos profetas y mensajeros Suyos: discernir siempre, a la luz del Espíritu Santo, lo que es de Dios y lo que no viene de Él; lo que nos acerca a Dios, y lo que nos aparta de Él; lo que nos hace ser mejores hijos de Dios y hermanos, y lo que desfigura nuestra verdadera identidad y nos aleja totalmente de alcanzar la semejanza, cada día mayor, de  nuestro corazón al Sagrado Corazón de Jesús, que tanto nos Ama y al cual debemos tratar de imitar siempre.

A diferencia de las cosas del mundo, que son tan engañosas, que tan caro se pagan y tan fácilmente se pierden, el Amor de Dios se nos da como un Camino de Verdad y Vida. Es el mismo Dios Quien se nos da para llenarnos de gozo, paz y virtud, y nos entrega su fidelidad, que es para siempre. Jesús nos comenta en el Evangelio de San Mateo que el cielo y la tierra pasarán, pero sus Palabras no quedarán sin efecto. (Cfr. Mt 24,35).

Él nos invita a trabajar hacia adentro de nuestras almas; a ser quisquillosos con todo aquello que brilla demasiado y nos aparta de Dios, induciendo a los hombres a desear lo que es intrascendente y pasajero, que incita a la codicia y vanidad, que hace brotar las ansias de ir detrás, como el dinero, la gloria del mundo, los elevados puestos, la codicia en la adquisición de lujos y renombres de fama.

Jesús se ofrece a Sí mismo mostrándonos su adorable corazón, sus llagas, su cruz, su corona. Nos muestra lo que nuestros pecados, indiferencia, infidelidad, traiciones y abandono le hacen sufrir. Sin embargo, a pesar de todo, nuestro Buen Dios sigue llamándonos a caminar junto a Él. Así como en el pasaje de los discípulos de Emaús (Cfr. Lc 24,15-31) el Señor desea que lo descubramos en cada experiencia que vivamos en nuestra vida, que lo hagamos participar de nuestros triunfos, derrotas, alegrías, penas, y que, en nuestra vida, no sea un Dios lejano; un Dios que se le toma en cuenta sólo para agradecer por el día y por la noche regalados por Su Providencia, casi que “por obligación”, simplemente como una costumbre adquirida y, pudiéramos decir, “sin pasión”… Lo que Jesús quiere es ser parte esencial de nuestras vidas. Estar en el centro de nuestro sentir, pensar y actuar. Ser nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida; nuestro oxígeno, nuestra esencia, pero no porque Él lo necesite, sino para beneficiarnos mucho más.

Nuestra principal nobleza, como Apóstoles de la Nueva Evangelización, será la de tratar de vivir imitando la Vida de nuestro Señor, de tal manera que, nuestro orgullo y premio, sea el que seamos llamados “SUYOS”.  Que sus llagas, su corona, la cruz, las espinas que hieren su Adorable Corazón, sean nuestro mayor tesoro, y como Apóstoles suyos, amigos de Su Corazón Generoso, le ayudemos a cargar todos esos sufrimientos en las personas de nuestros hermanos que se encuentran en necesidad. Todo esto deberá ser, como Apóstoles, nuestra misión de vida, para cuando nos llegue el momento de dar cuentas a Dios, nos encontremos con el corazón lleno de obras buenas, y que seamos señalados como “ambiciosos” delante de Dios Padre, únicamente por desear y perseguir con todo el corazón, mente y cuerpo, el ser servidores de Jesús en el Palacio de Dios.

El Señor nos quiere humildes y santos. La devoción al Sagrado Corazón nos invita a ser como es Jesús.  En el ANE, la riqueza de los miembros se encuentra en ser de Jesús y ser reflejos de Él; en seguirlo e imitar sus virtudes; en que cada día que nos sea regalado, lo veamos como una oportunidad para parecernos más a Él, sirviendo a los demás y dando así testimonio de su Vida, impregnada en la nuestra. Queremos ser, para el mundo, “aquellos que traen la buena noticia de la salvación”; aquellos que, con sus palabras, pero especialmente con sus obras, demuestran al mundo que Dios SÍ EXISTE y que Su Rostro está reflejado en cada uno de los rostros que le aman, le reconocen como Dios y le llevan a los demás.

Jesús nos dice que exaltará a los humildes y puros de corazón, y que de ellos será el Reino de los Cielos; que son aquellos, los que podrán ver a Dios (Cfr. Mt 5,3-8).  Nos deja bien claro que el origen de la humildad siempre debe ser el amor, y que cualquier otro tipo de “buena actitud” que pudiera ser considerada humilde (como el hablar “de dientes para afuera” de las propias miserias, o de los padecimientos, desaires o fatigas, por realizar trabajos en beneficio de otros y demás) y que reciba en la tierra su premio, deberá ser pasada por el colador de la pureza de intención, ya que podría ser una falsa humildad y ésta, al final, lo único que busca, es la aceptación, la vanagloria y la admiración de los que le rodean, cosa que va muy en contra de la misión que tenemos, como miembros del ANE, y de la verdadera devoción al Sagrado Corazón, como cristianos e hijos de Dios.

Examinemos, a través de este mensaje de la Cruzada del Amor, lo que el Señor nos dice con respecto a todo lo que acabamos de decir:

CA 107- “AMOR Y HUMILDAD”

Exaltaré al humilde y lo conduciré derecho al término de sus fatigas, sin que conozca las cualidades que llega a adquirir en su camino hacia la completa luz.

El humilde Me agrada porque reproduce en sí Mi despojo, Mi anonadamiento; Me agrada el humilde porque es el espejo de la verdad y Yo considero su vida como una preciosa historia en la que están escritas admirables e inspiradas cosas. No es verdadero y humilde el que se esfuerza con palabras en declarar sus miserias, más bien algunas veces esta especie de humildad recibe el premio ya en la tierra; porque en el Cielo, Yo premiaré mucho mejor aquella otra humildad que procede de la interna y firme persuasión de su nada y de sus culpas.

El origen de la humildad está en el amor. Mientras más crece éste, mayor es la humildad en el alma. Por tanto, aseguren el amor y recibirán todo lo que se relaciona con la bella y santa humildad.

Sea uno sólo su ejercicio: crecer en el amor, del cual dependen todas las demás virtudes. Y para crecer en el amor, ya saben cuál es su parte. En efecto, Yo doy siempre mayor amor a los que se esfuerzan en contradecirse. Estén alegres, la humildad no es abatimiento. Gocen de Mi Amor Divino, sin tristeza, sino alegres de su condición de míseros que gozan de todas Mis infinitas riquezas…”

Mañana seguiremos reflexionando sobre todas estas enseñanzas que nos ha dado el Señor, que son para nuestro crecimiento espiritual y para ir adquiriendo, cada día, una mejor comprensión de nuestra espiritualidad como Apóstoles de la Nueva Evangelización. A través de estas reflexiones iremos discerniendo mejor lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, en medio de las circunstancias que cada uno en su hogar, y a la vez todos como Iglesia peregrina, como humanidad lastimada, vivimos.

MEDITACIÓN:

Pidamos en este día que el Señor nos ayude a alcanzar los verdaderos honores, aquellos que realmente importan, que son los de la Gloria eterna, y disfrutarla junto a Él y nuestra Madre Santísima.

Meditemos sobre todas las veces que el Señor nos ha llamado a convertirnos, interviniendo en cada una de nuestras debilidades y acogiéndonos en los momentos cuando más solos y derrotados nos sentimos. Pensemos en las mil y una formas en que nuestro Buen Jesús nos ha llamado nuevamente a Su encuentro.

Reflexiona sobre lo afortunado que eres al contar con un Dios que es tan Bueno y Misericordioso. Piensa en todo lo que Jesús te ha regalado, a través de esta hermosa Obra, nacida de su Amoroso y Sacratísimo Corazón, y cuáles han sido las formas a través de las cuales, Jesús y su Madre Santísima, te invitaron y llamaron a participar del ANE. ¿Qué quisieras decirle al Señor acerca de esto? ¿Qué sentimientos nacen de tu corazón…? exprésale al Señor cada uno de estos sentimientos con una oración, rezada con el corazón. Si gustas, también puedes compartir con nosotros tus sentimientos o ideas a través de la App. Solo tienes que escribirlo al final de la oración, aquí abajo, como comentario.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 19°)

DÉCIMO NOVENO DÍA:

Muchas son las enseñanzas que el Sagrado Corazón de Jesús ha querido manifestarnos a través de esta Devoción, pero podemos centrarnos en la más importante de todas: “Aprendan de Mí, que Soy Manso y Humilde de Corazón”. Jesús quiso enseñarnos algo de Sí mismo con esta simple frase, que lleva y encierra en y resume de manera admirable la Razón del Amor y la Misericordia de Dios.

Si nos ponemos a pensar (más allá de lo que sabemos “de memoria”, es decir, que Jesús es la Gracia, la fuente de todo bien y la virtud plena; que todo está hecho y creado a su imagen y para darle Gloria), pero si lo “desmenuzamos” mentalmente, si lo analizamos con sus conductas concretas, sus pensamientos y sentimientos, conforme a lo que vamos aprendiendo de Él a través del Evangelio y de nuestras catequesis, veremos que realmente Jesús encierra la plenitud de todo bien: inteligente, comprensivo, servicial, compasivo, misericordioso, etcétera, etcétera, etcétera; pero como hemos visto antes, Él siempre nos ponía como ejemplos para aprender, cuestiones de la naturaleza: “las aves”, “las semillas”, “los árboles”, o sus decenas de parábolas con personajes tan diversos… ¡pero la única vez que se pone a sí mismo como modelo, es cuando nos dice que aprendamos de su mansedumbre y humildad! Entonces, esta enseñanza ha de ser demasiado valiosa para que Jesús haya querido anteponerla a todas y mostrarla (con el sólo hecho de decirnos que la aprendamos de Él) como por encima de las demás virtudes.

Jesús nos invita a imitar todas las virtudes que encontramos en Él representadas y contenidas, como el servicio, la docilidad, la verdad, la fidelidad, la prudencia, la bondad, la castidad y muchas más, pero ninguna de estas virtudes tiene el privilegio de estar por encima de la humildad, madre de todas ellas y, por ende, la más importante a cultivar, puesto que además, la mayoría de las veces es la que más nos cuesta ejercitar.

Los Santos han comprendido bien esta enseñanza del Señor. No han buscado su santidad entre muchas cosas, sino que la han encontrado en medio, y solo a través de la humildad y la mansedumbre de corazón. Han logrado entender que la humildad es la madre de todas las virtudes; el fundamento de cada una de ellas, y, por tanto, el principio de la Gloria futura.

San Francisco de Asís, en la Cruzada de la Salvación 75, nos habla de la Humildad como de “la reina que es tan valiosa”, que merece la pena trabajar para obtenerla y hacerla florecer en el corazón, ya que es muy agradable a Dios. ¡Qué mejor forma de explicar esta virtud, que a través de las palabras del mismo San Francisco!:

“Hermana mía, escucha lo que vengo a decirte por mandato de nuestro Amor, el tuyo y el mío. Si el agua que brota de la fuente se canaliza hacia un depósito adecuado, poco a poco éste se llenará y la tierra que antes asomaba quedará toda cubierta de agua. Si se hace salir un pequeño chorro de ese depósito ya lleno, lo verán correr y alejarse en busca de reposo que encontrará, o mezclándose con otra agua o deteniéndose en otro depósito. Esto, tan simple y tan común, es la imagen de la gran reina que estimé en la tierra por sobre todas las virtudes: la humildad.

Maseo quedó sorprendido al oír las alabanzas que yo decía, cuando deseaba dar las enseñanzas necesarias a la gran familia que habría reunido. Pero el estupor luego se cambió en santa alegría, cuando él comprobó que la reina de la cual te hablo merece el más verdadero amor.

Pasé por la tierra como un meteoro luminoso y atraje a algunos a Mi lado, pero los atraje sencillamente, sin artificios, casi sin invitarlos. Encontré algunas resistencias, y también yo les puse resistencia, hasta que Dios me quitó el mando de la Orden, que fundé sobre la verdadera humildad y no sobre la insubordinación de Elías… Él, efectivamente, ha dejado una magnífica Basílica llena de maravillas humanas, que por cierto se está derrumbando, yo he dejado una pequeña iglesita llena de maravillas divinas y entre éstas, la más bella es la humildad.

Los ricos de entonces no estaban tan maravillados de mi pobreza cuanto del espíritu de humildad que Dios me había dado; el desasimiento de las cosas fue tan grande y verdadero, y fue lo que aparecía a primera vista, pero más y más grande era la verdad que brillaba, por virtud divina, en mi espíritu y con verdad, su natural hija, la humildad.

¿No conocí yo quién era el hijo de Pietro Bernardone? ¿En qué se asemejaba el hijo de la francesa (mi madre) al Hijo bendito de María? Demasiado distinto me encontraba cuando la Gracia me inundó y, por eso, me humillé. E inclusive cuando, sobre las huellas de Cristo, seguía yo su adorable doctrina, ¿cómo podía verme digno de Él, si a duras penas me retraía de las ofertas del mundo que ya me seguía? Por eso se me dio otro motivo, otra luz confrontando mi nueva vida, pero todavía demasiado poco semejante a mi amado Bien.

La humildad es conquista del alma y es luz de Dios; pero no sólo luz, sino también conquista. Quien no sabe lo que es humillarse verdaderamente, perdura en muchos errores y estima ciegamente lo que en cambio es vileza y abyección.

Piensa que humillarse a los Cardenales de la Iglesia y al mismo Pontífice, como lo hice yo, no es cosa grande para quien se tiene por una oveja del gran redil. Pero delante de Dios queda en los siglos y en la eternidad para atestiguar la verdad poseída, creída y estimada. Y la verdad en estos casos es tenerse por un bueno para nada que obedece a Dios y va al encuentro de los grandes de la Iglesia con ánimo sencillo, los míos dirían, ‘con ánimo franciscano’.

Por consiguiente, el conocimiento propio produce la humildad; mientras que la estima de sí mismo, que es soberbia, produce desconcierto y arruina lo poco de verdad que ya se encuentra en un alma.

He aprendido la humildad del mismo Cristo, mirándolo humilde y sencillo en el pesebre, humilde y dolorido en la cruz, humilde y sabio en la Palabra, humilde y omnipotente en hacer milagros, humilde y grande al quedarse entregado a nosotros, los hombres de la tierra, como alimento de vida eterna.

No tenía libros sino el Salterio y algún misal de rústica vetustez, sin embargo, Dios eterno me instruyó intensamente y me movió suavemente por todos los senderos de la virtud.

Él, el Amor mío y tuyo, es la fuente de la cual desciende el agua permanente; Jesús, el dulce Jesús, el estanque que la recoge, y yo el arroyuelo que, salido de Él, trato de arrojarme, unirme a otras aguas, o bien detenerme en otros pequeños estanques que recogen el agua del principal estanque: Jesús. Soy Francisco, la luz de Asís, la antorcha de Cristo, la estrella del firmamento de la excelsa Madre, la Iglesia”.

“Aprendan de Mí que Soy Manso y Humilde de Corazón” nos vuelve a decir el Señor y recordando su Pasión nos damos cuenta de que Él supo ser manso y humilde. Por su parte,  a Santísima Virgen María nos dice que Dios obró maravillas en Ella, porque “vio la Humildad de Su esclava”.

Jesús quiere que entendamos, que confiemos, que esperemos en Él, que es Dios de todo Consuelo, de donde vienen toda clase de gracias, que intervendrá en cada una de nuestras debilidades. Nos acogerá, perdonará, si realmente nos convertimos de corazón. Pero ¿qué significa convertirse de corazón?

Con base en nuestras reflexiones anteriores, recordaremos que el corazón humano es el “centro”, el fundamento y la raíz de toda la personalidad humana, donde tienen su origen nuestras actitudes (es decir, nuestras disposiciones de ánimo) y nuestras acciones, que son una expresión externa de los pensamientos y los sentimientos que allí se anidan, se desarrollan y organizan (o desorganizan). Así lo vemos en el libro de Los Hechos de los Apóstoles 8,21: “Tú no puedes esperar nada ni tomar parte en esto, porque tus pensamientos no son rectos ante Dios” y en la primera carta de San Pablo a Timoteo 1,5: “El fin de nuestra predicación es al amor que procede de una mente limpia, de una conciencia recta y de una fe sincera.”

Por eso, cuando leemos que el Señor quiere que nos convirtamos con todo el corazón, quiere decir que debemos hacerlo medularmente, de veras “hasta el tuétano”, hasta que nuestros corazones tiemblen (Deut 28,65), se desmayen de amor a Dios y de su Presencia Misericordiosa en nosotros y en nuestras vidas (Jos 2,11; Ez 21,20); el hombre (el corazón) tiembla o desmaya ante la conciencia de que todo un Dios, Padre bueno y rico en misericordia, se abaje ante la miseria de su criatura, para permanecer junto a él y en él, propiciando sentimientos de arrepentimiento, necesidad de perdón y de entregarse por completo a Dios.

Esto es posible únicamente cuando el corazón se sabe necesitado de Dios, de sus gracias y de su luz; cuando está comunicado con Dios por medio de la oración; cuando ha tomado verdadera consciencia de su pequeñez frente a la magnificencia de Dios y por eso practica de corazón la humildad, que es la puerta para ser agradable a Jesús y entrar en el Refugio de Su Adorable Corazón.

Las palabras y obras pueden manifestar u ocultar el corazón de una persona, es decir, pueden revelar o encubrir los motivos por los cuales realiza o no realiza alguna acción, pero en las Sagradas Escrituras leemos que todo lo oculto quedará al descubierto, y que Dios no se deja engañar por las apariencias, sino que mira las profundidades del corazón, sólo por mostrarlo en algunas de los múltiples pasajes donde podemos leerlo:

“Como un revestimiento de plata en un tiesto de barro, así son las buenas palabras de un corazón perverso. El que tiene odio disimula su lenguaje y esconde en él su maldad. Si expresa buenos sentimientos, no te fíes: siete maldades llenan su corazón. Aunque oculte su odio bajo modales educados, su malicia se manifestará en público.” (Prov 26,23-26)

“Pero Yahvé dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yahvé mira el corazón.»” (l Samuel 16,7).

Efectivamente, Dios conoce sondea y examina cada pensamiento, cada acción, cada motivo del hombre, es decir, conoce los móviles más ocultos y profundos de cada uno (Cfr.: Lc 16,15; He 1,24; 15,8; Rom 8,27; Ap 2,23); por eso es que toda conversión debe ser “de corazón”, puesto que allí es donde la persona concentra todo lo que lo acerca a Dios (o aleja de Él, según decida en el ejercicio de su discernimiento, libertad y voluntad).

La verdadera conversión es el resultado de una actitud humilde, sencilla y una pura intención que añore, por encima de los logros y glorias pasajeras de este mundo, trabajar día con día para darle Gloria a Dios, sin buscar a cambio nada más que reparar todo aquello que lo ofende. Convertirse, es ir buscando y cambiando, cada día, en la propia persona, lo que se aparta de la ley divina y trae consigo un apego a las cosas del mundo, que nos alejan de las cosas de Dios.

“El hombre manso es útil a los demás, porque no hay cosa que más incite a otros a decidirse por el servicio de Dios, que ver a una persona llena de mansedumbre y alegre cuando recibe alguna injuria. La virtud se conoce en el tiempo de la adversidad; así como en el crisol se prueba el oro, así también la mansedumbre del hombre se prueba en la fragua de la humillación.” (PC-76).

Las Palabras del Señor cuando nos invita a aprender de Él la Mansedumbre y la Humildad, nos invitan a recordar que, cada uno en su interior y sin ver la paja en el ojo del hermano, necesita ejercitarse en las aplicaciones más elementales del deber de todo cristiano que dice “amar a Dios” como son: reconocerse pecador y no juzgar a los demás; ser fuente de misericordia para todos, y saber inyectar esperanza en vez de condenar. Es tener un corazón solidario con todos y nunca permitirse ser indiferente con las personas que necesitan de una palabra de consuelo.

Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del Amor del Corazón de Jesús.

Solamente manifestando de esa forma el Reino de Cristo en nuestro corazón y en nuestras vidas, viviendo el mandato supremo de la caridad y esforzándonos por experimentar una conversión profunda, nuestras súplicas y oraciones llegarán al Corazón Jesús que lo sabe todo y escudriña lo más profundo de nuestros seres, conociendo nuestra debilidad, y extendiendo su Mano sobre cada una de nuestras heridas: curándolas, sanándolas con su inmenso Amor y derramando su Providencia en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestras vidas.

MEDITACIÓN:

Medita el día de hoy sobre esta Jaculatoria: “Jesús, haz que mi corazón se parezca más al Tuyo”

Durante el día, por la noche, mañana… repite esa pequeña oración y medita sobre las preguntas y el mensaje que está a continuación:

  • ¿Qué debo hacer en mi vida para que esto suceda?
  • ¿Qué cosas debo cambiar, “convertir” para ser más semejante al Señor
  • ¿Cuánto debo crecer en humildad y mansedumbre?

“Hoy llamo a cada uno de Mis hijos por su nombre, vengan a Mí, conságrense y dedíquense por amor a Mi Sagrado Corazón, porque es su verdadero refugio. Aquí Yo les enseñaré a amar según Yo amo. Aquí Yo los consolaré, los confortaré y los aconsejaré. Aquí, en la Hoguera del amor, se purificarán de tal modo que, cuando los llame a Mi casa, Yo mismo los recibiré en el abrazo eterno de la Trinidad.” (ANA-17).

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OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.