Sagrado Corazón de Jesús (Día 2°)

SEGUNDO DÍA:

Continuando con nuestras meditaciones del mes de junio, le daremos un pequeño espacio al tema que nos quedó pendiente el día de ayer. Haciendo un pequeño paréntesis, explicaremos lo que significa el “ALTAR PRIVILEGIADO”:

Se entiende por altar privilegiado, aquel altar que tiene anexa una indulgencia plenaria, concedida por el Papa, aplicable al alma del purgatorio por la cual se celebra en él la misa.

El origen de los altares privilegiados, no parece remontarse más allá del siglo IX. El Papa Pascual I, que ocupó el solio pontificio desde el año 817 hasta 821, habiendo hecho construir en Roma la iglesia de Santa Praxedis, privilegió uno de sus altares, el de la capilla de San Zenón.

Entre otras concesiones posteriores de altares privilegiados, merecen mencionarse la de Benedicto XIII, otorgada por “Breve del 20 de julio de 1724”, para que en todas las iglesias patriarcales, metropolitanas y catedrales, haya un altar privilegiado perpetuamente para todos los días, debiendo hacer el obispo la designación del altar; designación que, una vez hecha, no puede variarse, y la acordada por Clemente XIII en decreto del 19 de mayo de 1759 para un altar privilegiado cotidiano, por el término de siete años, en todas las iglesias parroquiales, bajo la condición de que cada obispo haga la petición correspondiente para las iglesias de su diócesis.

Pio VII, por rescripto de 12 de mayo de 1817, declaró altares privilegiados, para los días de la oración de cuarenta horas, todos los altares de la iglesia donde se haga la exposición del Santísimo Sacramento para dicha oración, en cualquier tiempo del año que tenga lugar este ejercicio.

Todas las misas celebradas el 2 de noviembre, día de la conmemoración de los fieles difuntos, por cualquier sacerdote secular o regular, son semejantes a las que se celebran en altar privilegiado, según consta de Especial Decreto de la Congregación de Indulgencias del 16 de mayo de 1761, aprobado y confirmado por el Papa Clemente XIII. Esta concesión se extiende a todos los días de la Octava de Difuntos.

Los altares se privilegian, a veces, “para siempre”, o sin limitación de tiempo y otras veces, por un número determinado de años que, de ordinario, no pasa de siete; y la concesión se extiende, unas veces, a todos los días de la semana y otras, a solo dos o tres días, según el número de misas que se celebra en la iglesia respectiva.

En los breves de altar privilegiado local, comúnmente se ponen las condiciones de que no haya otro altar privilegiado en la misma iglesia, o que se celebre en ella cierto número de misas. En general, se deben examinar atentamente todas las cláusulas del “breve” (documento específico de erección del altar privilegiado) para evitar todo error en su comprensión. Si el breve, por ejemplo, contiene la cláusula “sacerdos aliquis saxularis vel regularis”, la gracia se extiende sin excepción, a todo sacerdote que celebra en el altar; pero si dice, “sacerdos aliquis ejusdem ecclesiæ duntaxat”, solo pueden ganar la indulgencia los sacerdotes empleados en la iglesia, o que al menos prestan en ella algún servicio.

Las condiciones que se exige para ganar la indulgencia del altar privilegiado en favor de un difunto son:

La aplicación de la indulgencia, es decir, que el celebrante debe determinar la persona a quien quiera que la indulgencia sea aplicada: una aplicación vaga, sin ninguna especificación de la persona, no sería, por cierto, suficiente que se aplique por el finado la misa: las palabras de los breves en que se otorgan estas gracias no dejan duda a este respecto: “Concedemos una indulgencia, por vía de sufragio, al alma del fiel finado, por quien celebrare un presbítero la misa de difuntos en dicho altar…”.

Además del altar privilegiado real o local, del que se ha hablado, hay también altar privilegiado personal, así llamado, porque se concede a la persona para que pueda ganar la indulgencia plenaria por el difunto a quien aplica la misa, dondequiera que celebre, en los días de la semana que determina el indulto; debiéndose tener presente que, para ganar la indulgencia, deben concurrir las otras condiciones que se ha mencionado como necesarias con respecto al altar privilegiado local.

Aunque nos salimos un poco del tema central, creemos que es muy conveniente conocer más a fondo la inmensa riqueza de nuestra Iglesia, y los grandes beneficios que en ella existen, para la Iglesia que peregrina, como para la Iglesia purgante. ¡Qué hermoso es saber de estos maravillosos dones que, a través de el Cuerpo místico de Cristo, Su Iglesia, nos ayuda a unirnos en esa comunión de los Santos! La Iglesia Triunfante, la Purgante y la Peregrina, unidas en oración pidiendo e intercediendo los unos por los otros.

El Corazón de Jesús abarca estos tres estados de Su Iglesia:

Sus Santos, unidos por el fuego del Espíritu Santo en la Eternidad del gozo y en la presencia y visión beatífica de Dios

Las almas del Purgatorio, que interceden por los que oran por ellos y en humildad, esperanza y paciencia, esperan el día de su liberación, para unirse a los Santos del Cielo, y entrar al gozo de la adoración perpetua y eterna al Dios Uno y Trino.

Y la Iglesia peregrina, que ora por las almas de la Iglesia purgante, mientras que pide auxilio a las almas de los que ya gozan de la presencia de Dios, para obtener por su intercesión, las gracias necesitadas en el alma y cuerpo, y lograr así, algún día, la salvación.

El Sagrado Corazón de Jesús arde de Amor por las almas de todas Sus criaturas. Las Ama y las Acoge muy dentro de ese Corazón Amoroso, que quiere inflamar de amor los corazones de aquellas almas que se confían a Él.

El Corazón de Jesús desea ser amado. Y eso es lo que nos dice con esta devoción, pues como decía San Francisco de Asís: “El Amor no es amado”. Jesús quiere que, sabiéndonos criaturas pobres y llenas de miserias, le entreguemos nuestras personas y nos consagremos a Él, que es recipiente de toda gracia y virtud; fuente de todo bien y goce eterno.

El Señor quiere que nos consagremos enteramente a su Corazón Sacratísimo, para poder participar de las delicias que Él tiene reservadas para las almas que lo Aman y deciden seguirlo con todo su amor, aún en las dificultades, penas y padecimientos, ya que nada de esto debe separar a los que se consagran, confían y esperan en el Señor y en su Corazón Misericordioso y lleno de compasión.

La persona que se consagra al Sagrado Corazón, y con esto ofrece y dedica su vida, pensamientos, obras y trabajos al Señor, va subiendo los peldaños de la santidad de apoco en poco, ya que su vida entera, bajo esta necesidad y compromiso, es “separada del mundo” y dedicada a honrar y glorificar el Nombre del Altísimo. Consagrar, quiere decir precisamente “separar para lo sagrado”.

La hermosa devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos devuelve lo perdido. Es aquella “perla preciosa” de la que habla la Escritura, pues devuelve al hombre la dignidad de hijo de Dios, y devuelve el Cielo a aquellos para quienes, a causa del pecado original, el paraíso había quedado cerrado para siempre.

Que Cristo, que nos devolvió la vida muriendo en la Cruz, nos lleve al gozo eterno, y que, entrando a las profundidades de su Corazón, podamos valorar en esta vida el paraíso de Su Amor que nos ha sido reservado. Ese Corazón de Jesús, que nos ha sido dado desde ahora como prenda de gozo y felicidad eterna, nos ayude a encontrar en Él, paz, amor, descanso, gozo, y en el futuro, la plenitud de vida eterna.

El Corazón Sacratísimo de nuestro Señor, nos invita a entrar en Él y abrir nuestro corazón para descubrir ese lugar que nos dará la vida eterna. Nos invita a dejar el tiempo limitado de nuestra vida y entrar, a través de Su Corazón, al tiempo de la eternidad en el Amor de Dios.

MEDITACIÓN:

  • ¿Qué has hecho para abrir tu corazón a esta llamada imperiosa de Jesús, que te llama diariamente, para que entres al de Él?
  • ¿Qué acciones podrías realizar concretamente, para responder como merece a la llamada de Jesús?
  • ¿Cómo poder devolverle o “pagarle”, cómo corresponder dignamente, a tanto Amor y predilección?
  • Medita, a lo largo del día, sobre estas tres cosas…

ORACIÓN DE DESAGRAVIO AL SAGRADO CORAZÓN:

Rezaremos durante todo este mes, el “Rosario al Sagrado Corazón de Jesús”.

Para rezarlo, emplearemos un Rosario tradicional de cinco decenas.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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