Rosas a la Virgen por el mes de María (día 15)

DÉCIMO QUINTO DIA

Hablemos hoy sobre el poder que Dios ha decidido otorgar a María para que nos ayude e alcanzar nuestra salvación.

“María, reina en el cielo sobre los ángeles y bienaventurados. Como regalo y honra a su profunda humildad, Dios le ha concedido el poder y la misión de llenar de santos todo el Cielo. Tal es la voluntad del Altísimo, que exalta siempre a los humildes (Lc 1,52): que el cielo, la tierra y los abismos se sometan, de buen grado o por fuerza, a las órdenes de la humilde María, a quien constituyó soberana del cielo y de la tierra, capitana de sus ejércitos, tesorera de sus riquezas, dispensadora de sus gracias, realizadora de sus portentos, reparadora del género humano, mediadora de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y fiel compañera de su grandeza y de sus triunfos” (San Luis María Grignon de Montfort).

Para ejemplificar el poder que Dios le ha sido entregado a la Santísima Virgen, incluso sobre los demonios, te contamos la siguiente historia:

Santo Domingo predicó mucho el rezo del Santo Rosario. Cuenta una biografía suya que un día le llevaron un pobre hombre endemoniado. El Santo puso el rosario que llevaba en el cuello de aquel hombre y después les preguntó a los demonios que le poseían:

De todos los Santos del cielo, ¿cuál es al que más temen?

Los demonios se negaron a responder, debido a que había mucha gente delante y no querían revelar en público a quién tenían miedo. Como Santo Domingo insistió, una y otra vez, al final contestaron en voz alta: “¡La Santísima Virgen!; nos vemos obligados a confesar que ninguno de los que perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno sólo de sus suspiros vale más que todas las oraciones, las promesas y los deseos de todos los santos. Muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan por su intercesión. Si no se hubiera opuesto a nuestro esfuerzo, hace mucho tiempo que tendríamos derribada y destruida a la Iglesia entera.”

Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todo el pueblo, y al fin los demonios salieron del pobre atormentado hombre, dando gritos, lanzando maldiciones y palabras obscenas. Estos demonios, gritaban con todas sus fuerzas llenos de rabia: “¡Qué suerte ser tú, hijo de María!” -le gritaban atormentados.

A este encuentro terrible, pero al mismo tiempo venturoso, Santo Domingo exclamaba: “Ahora sí que digo con toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya está. ¡Gracias, Madre mía!”

La Virgen es omnipotencia suplicante, y es por ello que sus oraciones y súplicas son depositadas directamente en el Corazón de Dios, que las recoge como tesoros preciosos venidos de la “Doncella llena de Gracia”. La más Humilde de las vírgenes, y la más Bella de entre ellas, cumple su misión de llevarle almas a Dios y conducirlas por el camino de la salvación, pidiendo en todo momento para que Sus hijos, tengan el auxilio permanente que viene de su maternal protección, guía y consuelo.

La Virgen nuestra Madre, nunca nos abandona. En los momentos de más necesidad, sea ésta espiritual o temporal, Ella ruega a Dios por nosotros, pidiendo en todo momento por aquellas gracias y auxilios que necesitamos para poder remediar nuestras luchas, aflicciones y necesidades.

Con todo su amor, ruega a su Hijo, recordándole siempre la misión que Él le ha otorgado de pedir y velar por cada una de las almas que, en la Cruz, Él le entregó a su Maternidad.

En algunos días, festejaremos la advocación de María Auxiliadora. Pidámosle a esta tierna Madre, que ruegue a Dios por nosotros sin cansarse, especialmente en estos momentos que estamos viviendo en el mundo entero, donde la desesperanza, la angustia y la falta de fe, están apoderándose de los corazones que dudan de su presencia, de su maternal consuelo, y de su auxilio siempre oportuno.

-María, Auxilio de los cristianos, ¡ruega por nosotros!

-Virgen María, Madre nuestra Inmaculada, ¡muéstranos tu poder y derrota al enemigo!

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen durante los siguientes ocho días, la oración “Bajo Tu amparo”,  pidiendo las siguientes intenciones:

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Virgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por todas las familias que han perdido seres queridos y no han podido despedirse de ellos. Para que el Señor les dé la fortaleza y la gracia del consuelo, y puedan superar esta grandísima prueba.

– Por la situación de la economía mundial, para que el Señor ayude al mundo entero y obre en los corazones de los gobernantes, para que el trabajo no falte y todos los hogares puedan contar con lo necesario para vivir y cubrir las necesidades básicas familiares.

– Para que la Santísima Virgen María nos acompañe en estos momentos (a cada uno y a nuestras familias), y nos proteja de todo mal, y por Su Intercesión, nos alcance las gracias que necesitamos en el alma y en el cuerpo.

– Para que todos volvamos los ojos a Dios, nos convirtamos y seamos mejores hijos de Dios y hermanos los unos de los otros.

– Por todos los jóvenes y niños, para que no pierdan la esperanza, la felicidad, la paz y las ganas de vivir y de trabajar por un mundo mejor.

-Por la unión de todas las familias y especialmente por los padres, para que siempre sean testimonio y apoyo sólido de amor, paciencia, alegría, confianza, misericordia y perdón para sus hijos.

Por esas intenciones, recemos todos virtualmente juntos y espiritualmente unidos:

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios»

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh, María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

Rosas a la Virgen por el mes de María (día 14)

DÉCIMO CUARTO DIA:

¿Conoces la historia del Ángelus? ¿Sabes por qué lo rezamos…? Ahora te contamos la historia.

El Ángelus es una práctica piadosa, destinada a saludar y honrar la encarnación del Verbo en la Santísima Virgen María. Al rezarlo, recordamos y celebramos la misericordia de Dios para con la humanidad, junto a la disposición, humildad y obediencia de nuestra Madre del Cielo, que con su “sí” permitió que se abrieran para nosotros las puertas del Paraíso.

Es costumbre y norma en algunas congregaciones religiosas, sobre todo de vida contemplativa, el rezarlo tres veces cada día: una por la mañana, otra al mediodía y la tercera al caer la tarde, al toque de Campana.

La devoción consiste esencialmente en la triple repetición del Ave María, a lo cual, en subsiguientes tiempos, le fueron agregados, de forma intercalada, tres versos más, que ponen en contexto el Misterio de la Encarnación, uno de conclusión y una pequeña oración. La oración es la que pertenece a la antífona de Nuestra Señora “Alma Redemptoris”, en español “Augusta Madre del Redentor”; pero en rigor, hay distintas formas de oración y todas son válidas, en la medida en que expresan la misma idea.

Esta hermosa devoción, que honra a María y la pone, junto con Su Hijo, al menos una vez en el centro del día en señal de consagración a Ella, como Madre de Dios y ejemplo de virtudes, toma su nombre de la primera palabra del primer verso de la oración: “El Ángel del Señor anunció a María…” (en latín “Angelus Domini nuntiavit Mariæ”…).

Lo que muy pocos saben es que está normada una indulgencia de 100 días por cada vez que se la recita, con la posibilidad de ganar indulgencia plenaria una vez al mes. Esta indulgencia fue concedida a quienes recen el Ángelus por el Papa Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, pero las condiciones prescritas serían luego levemente modificadas por León XIII, el 3 de abril de 1884.

Al principio, era necesario que el Ángelus se dijese en posición de rodillas (excepto en los días domingo y la tarde de los días sábado, cuando las rúbricas o liturgia, prescribían postura de pie), y que se recitara al toque de campanas; pero una legislación posterior, permitiría dispensar de estas regulaciones por motivos justificados, con tal que la Oración fuese dicha en las horas apropiadas: en la mañana, al mediodía y por la tarde.

Al principio, el Ángelus debía ser dicho tal y como oficialmente había sido impreso, pero luego se contempló el caso de las personas que no supiesen leer y tampoco hubiesen podido aprender la oración de memoria, quienes, se reguló, podrían decir cinco avemarías en su lugar.

Una vez que el Ave María llegó a ser una oración diaria, rezada por consagrados y laicos, por allí por el Siglo XI (años 1000 a 1100), tomó especial acogida entre los laicos el rezo de tres Aves Marías diarias, en lugar de las tres oraciones más elaboradas recitadas por los monjes; como en el caso del Rosario (veíamos ayer) en qué ciento cincuenta salmos del Salterio fueron sustituidos por ciento cincuenta Ave Marías.

En el decreto franciscano del tiempo de San Buenaventura, encontramos que los laicos en general fueron animados a rezar tres Ave Marías al toque de campana en completas durante, o más probablemente después, del oficio de los frailes. Una especial justificación en el horario para estos saludos a Nuestra Señora, fue la creencia de que, justo a esa hora, ella era saludada por el Ángel.

Algunos estudiosos de los usos y costumbres, así como de la historia monástica a través de los siglos, comentan que el rezo del Angelus empezó a tener la importancia en el mundo católico, como imitación a la costumbre monástica de ese tiempo, y a la piedad del pueblo laico, que a imitación y por enseñanza de los monjes párrocos, tocaban las campanas para que igualmente el pueblo se pusiera en oración y cesara sus actividades.

Al parecer, este toque de campanas para los laicos aparece primeramente en Normandía en el año 1061 y se le describe como una campana que invita al pueblo a decir sus oraciones y a cesar sus actividades, más bien al caer la tarde. El rezo del Ángelus se incorporó al uso y a la costumbre al escuchar el toque de las campanas, integrándose paulatinamente como una práctica común de la sociedad medieval.

También la Iglesia sugiere que, pasando el tiempo, ya siendo conocida esta devoción, después de que las tres Ave Marías vespertinas se hicieran familiares, se estableció la costumbre de tocar la campana en la mañana, y proceder al rezo de las oraciones, cambiando así el horario al ya establecido por muchos años antes de la noche, para facilidad del pueblo que acostumbraba a rezarlo en familia.

La más antigua referencia sobre esta oración y el horario en que se realizaba se halla en las “crónicas de la ciudad de tejas de Parma”, Italia, en 1318, siendo la campana municipal la que sonaba en aquel caso. El obispo exhortaba a quienes escuchaban ese sonido, a decir tres Padrenuestros y tres Ave Marías por la conservación de la paz, por lo que fue llamada “la campana de la paz”. La misma designación fue aplicada a las campanadas de la tarde en todo sitio.

Fue así como el rezo del Ángelus empezó a difundirse por varios países, pero con horas a veces diferentes. El Ave María matutino pronto se volvió familiar en las naciones de Europa, y fue casi tan observado como el Ángelus vespertino. Incluso en Inglaterra, el Ave María vespertino (que fue el más difundido mundialmente con el nombre de “Ángelus”), fue hecho obligatorio por el Obispo John Stratford de Winchester, en 1324.

Poco a poco la costumbre iría afianzándose en la Iglesia y rezándose casi de manera generalizada así: en los Conventos, tres veces al día, y en algunos pueblos, dos veces al día para las oraciones de los laicos (matutina y vespertina).

En los siglos XIV y XV, el toque de campana del medio día, a menudo calificado también como “de la Paz”, y formalmente recomendado por Luis IX de Francia en 1475, fue estrechamente asociado más bien con la veneración de la Pasión de Cristo que con el saludo del ángel, y se promueve el rezo de largas oraciones, conmemorando la Pasión del Señor.

En un manuscrito inglés de 1576, se sugiere que la Resurrección sea honrada en la mañana, la Pasión al mediodía y la Encarnación en la tarde, pues esos serían los momentos del día en que dichos grandes Misterios ocurrieron.

En algunos libros de oración de esa época se sugiere, para cada una de las tres oraciones del día, diferentes devociones -como el Regina Coelli para la mañana (Esser 784)- oraciones de Pasión para el mediodía y los actuales versos del Ángelus para las Vísperas, hacia la caída del sol.

A alguna de esas prácticas, indudablemente, se debe el cambio del “Regina Coelli” por el Ángelus, durante el tiempo pascual. Esa sustitución fue recomendada por Angelo Rocca y Quarti, a principios del siglo XVII.

Nuestros presentes tres versos del Angelus y Regina Coelli en Pascua, parecen haber hecho primeramente su aparición en un catecismo italiano impreso en Venecia en 1560 (Esser 789); pero la forma completa, universalmente adoptada no puede ser rastreada antes de 1612.

Uniéndose al Ángelus y al Regina Coelli, un poco antes del año 1612, la Iglesia en Italia, adopta la práctica diaria de rezar “De profundis” por las benditas Animas del purgatorio, inmediatamente tras el Ángelus vespertino. Otra costumbre, también de origen italiano, es aquella de añadir tres Glorias al Ángelus, en acción de gracias a la Bendita Trinidad por los privilegios concedidos a Nuestra Señora.

Fue así como, con el paso del tiempo, los Papas contemporáneos fueron dándole forma y haciendo universal y regulado, específicamente el rezo del Ángelus, que finalmente quedó de la forma como ahora lo conocemos: Tres Aves Marías con sus previas salutaciones correspondientes en honor a la Encarnación del Señor y al Fiat de la Virgen, los Glorias en Honor y Alabanza a la Santísima Trinidad y la oración final, Seguido de esto, la petición misericordiosa por el descanso eterno de las almas del purgatorio, dejando para las tres de la tarde las oraciones exclusivas para honrar, alabar y adorar, la Cruz y la Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

Finalmente, para los Monasterios y Órdenes religiosas, quedaron reguladas las siguientes horas canónicas obligatorias de cumplir (en algunos casos, según la regla de la congregación que se trate, la obligatoriedad de cumplir con todas las horas canónicas, varia). En el caso de los laicos, la Iglesia, motiva y sugiere el rezo de por lo menos, los Laudes (por la mañana) y las Completas (al acostarse a dormir), para consagrar el día y la noche al Señor.

Como nos hemos dado cuenta, los tiempos en la Iglesia se miden en Siglos, y gracias a la Efusión del Espíritu Santo, es que los designios de Dios, se van organizando y plasmando a través de los años. Fue así como las horas canónicas quedaron estipuladas, y el Ángelus, en la Iglesia universal, queda especificado para todos a la misma hora y con el mismo formato de oración.

 

El Angelus (L’Angélus): Pintura de Jean Francois Millet, óleo sobre lienzo (66×55.5cm), pintada entre 1857 y 1859. Refleja una pareja en el campo, deteniendo sus actividades para honrar a la Virgen, probablemente  al escuchar la campana de una Iglesia (que se sugiere al fondo)

 

 

Horas Canónicas:

*Maitines (antes de amanecer, generalmente a las 3 de la madrugada).

*Laudes (al amanecer, generalmente a las 6 de la mañana).

*Prima (Primera hora después del amanecer, pasadas las 6:00 am).

*Tercia (Tercera hora después del amanecer, alrededor de las 9:00 am).

*Sexta (Mediodía, a las 12:00, después del Ángelus en tiempo ordinario, o Regina Coelli, en tiempo de Pascua)

*Nona (sobre las 15:00 pm, hora de la Misericordia; de la Muerte del Señor en la Cruz).

*Vísperas (tras la puesta del sol, habitualmente sobre las 6:00 pm, después del Ángelus, en el tiempo ordinario y el Regina Coelli, en tiempo de Pascua).

*Completas (antes del descanso sobre las 9:00 pm).

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen durante los siguientes nueve días, la oración “Bajo Tu amparo”,  pidiendo las siguientes intenciones:

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Virgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por todas las familias que han perdido seres queridos y no han podido despedirse de ellos. Para que el Señor les dé la fortaleza y la gracia del consuelo, y puedan superar esta grandísima prueba.

– Por la situación de la economía mundial, para que el Señor ayude al mundo entero y obre en los corazones de los gobernantes, para que el trabajo no falte y todos los hogares puedan contar con lo necesario para vivir y cubrir las necesidades básicas familiares.

– Para que la Santísima Virgen María nos acompañe en estos momentos (a cada uno y a nuestras familias), y nos proteja de todo mal, y por Su Intercesión, nos alcance las gracias que necesitamos en el alma y en el cuerpo.

– Para que todos volvamos los ojos a Dios, nos convirtamos y seamos mejores hijos de Dios y hermanos los unos de los otros.

– Por todos los jóvenes y niños, para que no pierdan la esperanza, la felicidad, la paz y las ganas de vivir y de trabajar por un mundo mejor.

-Por la unión de todas las familias y especialmente por los padres, para que siempre sean testimonio y apoyo sólido de amor, paciencia, alegría, confianza, misericordia y perdón para sus hijos.

Por esas intenciones, recemos todos virtualmente juntos y espiritualmente unidos:

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios»

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh, María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

 

Rosas a la Virgen por el mes de María (día 13)

DÉCIMO TERCER DIA:

Hace apenas dos días, comenzamos las “Rosas a María” escribiendo lo siguiente: “En mayo ‘es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han ‘obligado’ a valorizar esta dimensión doméstica [de nuestra existencia] también desde un punto de vista espiritual’, dice Francisco en una Carta a los fieles. Por eso propone “redescubrir la belleza de rezar el Rosario en casa…” Bien, hoy profundizaremos en este asunto:

¿Conoces la historia del Santo Rosario?

El rezo del santo Rosario ha tardado mucho en formarse tal y como ahora lo conocemos. Contrariamente a lo que algunos sostienen, no fue “ideado” ni “transmitido” en un momento concreto, sino que es fruto de una larga evolución.

De hecho, la mayoría de nosotros recordará que hace poco más de 15 años el Papa Juan Pablo II todavía hizo algunas modificaciones importantes al rezo de esta maravillosa oración. Pero vayamos al principio:

Todo comenzó, probablemente, en el siglo X. Precisamente en el año 910 se fundó la Orden Cluniacense, que le dio una gran importancia a la “oración coral comunitaria”. Literalmente, querían que sus abadías fuesen “un anticipo de la Jerusalén celestial”, en la que los santos y los ángeles están continuamente cantando alabanzas a Dios e intercediendo por todos los seres humanos, como nos la presentan las Sagradas Escrituras (Cfr. Ap 5,9; 14,3; 15,3).

Por ello distinguieron entre dos tipos de monjas y monjes: los dedicados a la oración coral, que rezaban al día los 150 salmos de la Biblia, y los que, generalmente por no saber leer, estarían dedicados al trabajo manual.

Estos últimos solían ser personas sencillas e iletradas, que se ocupaban de la cocina, la portería, la huerta u otros oficios “menores”. Pero era preciso que también ellos y ellas orasen. Por eso, algunos de estos monjes ‒y monjas‒ comenzaron a rezar individualmente 150 Padrenuestros al día, en lugar de los 150 salmos que rezaban los que asistían a la oración coral. Esta piadosa costumbre se fue difundiendo no sólo entre los cluniacenses, sino también entre otras comunidades religiosas, y luego entre sacerdotes y laicos piadosos.

Fue en el siglo XII, que la Orden Cisterciense (fundada en el año 1098) le comenzaría a dar una gran importancia al culto a la Virgen María. Tanto así, que casi todas las abadías fundadas por ellos llevan el nombre de alguna advocación mariana. Su principal teólogo, san Bernardo de Claraval (1090-1153), difundió muchísimo la devoción a María como Madre, más que como Reina (que era lo normal desde el siglo V). Fue él quien ideó el título de “Nuestra Señora”: de tal forma que María va dejando de tener la imagen de “la Señora feudal” y pasa a ser “Nuestra Señora”, es decir, “Nuestra Madre”.

Pues bien, en este contexto, las monjas y los monjes cistercienses van a reemplazar en el Rosario algunos Padrenuestros por Salutaciones de la Virgen María. Todavía no se había creado la oración del Avemaría, sino que se rezaba sólo la primera parte: la Salutación del ángel, tomada de Lc 1,28-33: “Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo” y algunos le añadían la segunda parte del saludo, correspondiente a Santa Isabel: “Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”.

A lo largo del siglo XIII se va extendiendo la costumbre de rezar tres cincuentenas de Salutaciones, es decir, 150 Salutaciones, en lugar de 150 Padrenuestros. Se crea así el “Salterio de María”. Y se va a añadir el nombre de “Jesús” al final de la Salutación del Ángel y de Isabel. Además, es en esta época cuando comienza a generalizarse el uso de “contadores”, es decir, de rosarios, para poder llevar la cuenta de las Salutaciones que se van rezando.

Después, en el siglo XIV, las Órdenes mendicantes (Franciscanos, Dominicos, Carmelitas y Agustinos, fundados, junto a sus ramas femeninas, en la primera mitad del siglo XIII), van a difundir el rezo del Salterio de María en sus predicaciones y entre los laicos que ellos acompañaban espiritualmente.

Llegó un momento en que algunos grupos fueron sospechosos de cometer herejías, por lo que surgió hacia 1380 otra corriente espiritual: la Devotio Moderna (o devoción moderna), que proponía, básicamente, una oración sencilla y metódica y la meditación de los pasajes del Evangelio. En este contexto encajaba muy bien el sencillo y metódico rezo del Salterio de María. Pues bien, es entonces cuando en ciertas abadías cartujas, se van a añadir al final de cada Salutación del Ángel una coletilla que ayude al orante a meditar un pasaje de la vida de Jesús. Por ejemplo: “… y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, que nació en Belén”. O “… que murió en la Cruz”. Y, así, se va extendiendo la costumbre de añadir a cada una de las 150 Salutaciones una terminación diferente sobre Jesús. Hubo diversos modos de hacerlo.

Parece que es a comienzos del siglo XV cuando se crea el Avemaría completo. A la primera parte, que ya era: Dios te dice ‘salve’, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús” se añade la segunda parte: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”. En algún momento se suprimió el “dice” y quedó como “Dios te salve”, pero a lo que se refiere es a que el Ángel le dice “Salve” (es decir, saluda) a María, de parte de Dios.

El caso es que fue as así como, poco a poco, se fue conformando el rezo del Rosario que todos conocemos, en el que se combina el recitado de Avemarías y la meditación de pasajes de la vida de Jesús y su Madre.

En 1475, los frailes Dominicos fundaron la primera “Cofradía del Rosario”. Ésta tuvo tanto éxito entre el pueblo fiel y las autoridades civiles y eclesiásticas, que rápidamente comenzaron a fundarse Cofradías del Rosario en otros conventos dominicos, pasando a ser responsabilidad de la Curia Generalicia de la Orden de Predicadores (Roma) en 1485. Desde entonces serán los dominicos los grandes difusores del Santo Rosario, aunque también lo hicieron muchos otros religiosos, laicos y sacerdotes.

Hay cuatro factores que contribuyeron al éxito del Rosario, (en ese momento se le conocía con el nombre de oración simplemente):

  • Es muy sencilla
  • Se puede rezar individual o comunitariamente
  • Anima a meditar los Evangelios y
  • Ayuda a pedir correctamente lo que necesitamos, por supuesto, por la intercesión valiosísima de la Madre del Cielo.

Gracias a esto último, la Iglesia cree que el rezo del Rosario contribuyó a que sucedieran muchas acciones milagrosas, como curaciones, conversiones, la liberación de ciudades sitiadas y el apaciguamiento de fenómenos naturales como terremotos, tempestades, erupciones volcánicas o tsunamis.

Tratando de integrar el rezo del Rosario en la espiritualidad, en esa época comienza a identificarse a Santo Domingo de Guzmán con el Rosario. Y, pasado el tiempo, surgió la conocida tradición de que la Virgen María le entregó a ese santo un rosario, pidiéndole que propagara esa oración por el mundo entero; considerando así a Santo Domingo el fundador del Rosario.

En el Siglo XVI hubo un acontecimiento muy importante: la victoria en la batalla de Lepanto (1571), en la que la armada cristiana (española) venció a la musulmana (turca), que era muy superior. La clave la encontramos en que el Papa san Pío V (1504-1572) pidió a los fieles cristianos que rezaran el Rosario para que María, como Madre de la Iglesia, intercediera ante Su Hijo Jesús.

Como consecuencia de esa victoria, en 1573 el Papa Gregorio XIII (1502-1585) instituyó la fiesta de la Virgen del Rosario el primer domingo de octubre. Posteriormente esa fiesta pasó al 7 de octubre, día de la batalla de Lepanto. Es por eso que, debido a la tradición de la Iglesia ante este suceso histórico, el 7 de octubre, día de la Fiesta del Rosario, o de la Virgen del Rosario, se quedó para honrar el poder de la oración del Rosario, que hace milagros, por intercesión de la Virgen María.

El Papa San Pío V, fue quien estableció formalmente el modo de rezar el Rosario. Éste va a constar de tres grupos de 5 misterios. Los primeros son los gozosos que invitan a meditar los pasajes más importantes de la infancia de Jesús. Después están los misterios dolorosos, sobre la pasión de nuestro Señor. Y por último están los misterios gloriosos, en los que se medita sobre la resurrección del Señor y otros acontecimientos posteriores. En cada misterio se rezan un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, mientras se medita un pasaje de la vida de Jesús o de María. Básicamente, es una oración en la que se repite rítmicamente el Avemaría. Esto nos ayuda a “sintonizar” nuestro corazón con el corazón de la Virgen, para que ella nos conduzca hacia su Hijo.

Durante los siglos XVII y XVIII se difundió mucho el rezo del Rosario entre el pueblo fiel. En 1629 el dominico fray Timoteo Ricci (1579-1643) creó el “Rosario Perpetuo”. Una forma maravillosa de hacer que la Virgen estuviera presente en todo momento en la vida de la Iglesia. Para ello, repartió 8.760 tarjetas (correspondientes a las 8.760 horas que tiene un año solar), para que en cada hora del año hubiese alguien rezando los quince misterios del Rosario. Fue tan bien acogido, que en algunas ciudades tuvieron que repartirse varios grupos de tarjetas, porque los solicitantes sobrepasaban con mucho el número de 8.760. Con el apoyo de los Papas, el Rosario Perpetuo fue difundido por Europa y las tierras de misión.

Tras la Revolución Francesa (1789) y las siguientes revoluciones liberales del siglo XIX, la Iglesia sufrió un verdadero cataclismo: perdió su influencia pública, le arrebataron sus posesiones y, sobre todo, intentaron desplazarla como referente moral ante la sociedad. Valores tan evangélicos como la libertad, la fraternidad y la igualdad fueron asumidos como propios por los revolucionarios, que se estrellaron contra la Iglesia por considerarla “cómplice” del sistema monárquico… Los intelectuales acusaron a la Iglesia de “oscurantista”, a pesar de que muchos de ellos le debieron a la Iglesia sus luces, pues fue a través de la Iglesia que la lectura y la escritura se popularizaron y dejaron de ser un privilegio exclusivo de los nobles… Luego el marxismo acusaría a la Iglesia de ser el “opio de los pueblos”, aunque siempre trató de despertar al hombre hacia una realidad trascendente.

Como consecuencia de todo ese ambiente anticlerical generalizado, las órdenes religiosas fueron expulsadas y se pusieron muchas trabas a los sacerdotes. Ante esta situación, el pueblo fiel encontró su refugio espiritual en las devociones. Una de las principales fue el simple rezo del Santo Rosario.

La joven seglar Paulina Jaricot (1799-1862), tomando como referencia el Rosario Perpetuo ‒que apenas se rezaba ya por estar desfasado‒ ideó el “Rosario Viviente”, pensando sobre todo en la clase obrera. Consistía en crear grupos de 15 personas en los que cada una se comprometiese a rezar, al día, un misterio del Rosario. Así, cada grupo rezaba un Rosario completo al día. Otro objetivo del “Rosario Viviente” era apoyar espiritual y económicamente a las misiones, siendo el precursor de las Obras Misionales Pontificias. Este rezo se extendió muy rápidamente por Europa y después en los pueblos de misión.

No es extraño que en dos apariciones de la Virgen, el Rosario sea un elemento central: en Lourdes (1858) la Virgen pide expresamente que se rece el Rosario, y en Fátima (1917) la propia Virgen se llama a sí misma “Nuestra Señora del Rosario”.
El Papa León XIII (1810-1903), viendo la importancia que tiene esta oración, le va a dedicar once Encíclicas. En la primera (1883) declara octubre como mes del Rosario.

Fue así, como con el correr de los años, guerras mundiales, transformación de las sociedades, “evolución” y revoluciones, llegó el siglo XXIEs tanto lo que la sociedad está cambiando, que la Iglesia ha de modernizar el culto mariano, para hacerlo asequible a la persona actual. En ese sentido, el Papa Juan Pablo II (1920-2005) además de promover mucho el rezo del Rosario, introdujo cinco nuevos misterios: los luminosos, que versan sobre la vida pública de Jesús.

En el Apostolado de la Nueva Evangelización, tenemos como uno de los pilares de nuestra espiritualidad el ser “Marianos”. Como nuestro Director General lo ha explicado muchas veces, esto va más allá de la simple “devoción”:

“Las devociones y las prácticas piadosas deben llevarnos a una realidad más profunda, y esa es la espiritualidad. En nuestro caso, el ser ‘marianos’ significa que debemos de meditar, aprender, asimilar e imitar las virtudes de la Virgen María, acerca de las cuales profundizamos al mismo tiempo que le demos honor y la veneramos con el rezo diario del Santo Rosario.”

No se trata solamente de presentar nuestro amor cada día a la Madre del Cielo, en cada recitación que se ora el Ave María, sino también de “rumiar” y “madurar” en las virtudes de María hasta ir. Por la gracia del Espíritu Santo, “apropiándonos” de ellas, haciéndolas nuestras, con la ayuda de su poderosa y maternal intercesión.

Pidámosle a Ella que nos ilumine, nos fortalezca y nos conduzca por el camino de la Voluntad de Dios, rezando con el corazón el Santísimo Rosario, siendo esta oración poderosa para vencer al mal, auxiliarnos en las tentaciones, y traer al mundo la paz y la concordia, así como la conversión de los pecadores, la unión de las familias y el advenimiento del Reino de los Cielos a la tierra.

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen durante los siguientes diez días, la oración “Bajo Tu amparo”, que nos ha pedido el Papa Francisco rezar para los días de pandemia que estamos viviendo en el mundo, pidiendo por:

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por todas las familias que han perdido seres queridos y no han podido despedirse de ellos. Para que el Señor les dé la fortaleza y la gracia del consuelo, y puedan superar esta grandísima prueba.

– Por la situación de la economía mundial, para que el Señor ayude al mundo entero y obre en los corazones de los gobernantes, para que el trabajo no falte y todos los hogares puedan contar con lo necesario para vivir y cubrir las necesidades básicas familiares.

– Para que la Santísima Virgen María nos acompañe en estos momentos (a cada uno y a nuestras familias), y nos proteja de todo mal, y por Su Intercesión, nos alcance las gracias que necesitamos en el alma y en el cuerpo.

– Para que  todos vuelvan los ojos a Dios, nos convirtamos y seamos mejores hijos de Dios y hermanos los unos de los otros.

– Por todos los jóvenes y niños, para que no pierdan la esperanza, la felicidad, la paz y las ganas de vivir y de trabajar por un mundo mejor.

-Por la unión de todas las familias y especialmente por los padres, para que siempre sean testimonio y apoyo sólido de amor, paciencia, alegría, confianza, misericordia y perdón para sus hijos.

Por esas intenciones, recemos todos virtualmente juntos y espiritualmente unidos:

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios»

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh, María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

ANE en casa o «Nada nos detiene»

¿CÓMO PUEDO TRAER EL ANE A MI CASA?

Hoy veo el calendario en mi celular, quiero calcular el tiempo que transcurrió desde mi última visita al hospital… primero me asombro porque aunque sé que hoy es 12 de mayo, me parece algo surrealista ver un calendario después de tanto tiempo. Varios días ya tachados en un nuevo mes que avanza sin reloj y sin tiempo, simplemente pasa y no se detiene.

Los martes, eran mis días de visita al hospital, y hasta ahora van 7 martes que no asomo. El Señor me llamó a servir en el ANE, en el Ministerio de Salud de los Enfermos, junto a un lindo grupo de 4 buenas amigas, hace ya casi 4 años… pienso y siento con añoranza que es triste no poder seguir asistiendo, sólo Dios sabe hasta cuándo. También sé que un hospital, es el lugar de mayor riesgo y que aunque quisiéramos ir, no es posible… Me quedo orando por aquellos hermanos enfermos a quienes dejamos de visitar de un momento a otro, por aquellos que nos esperaban cada semana para rezar ¨La Coronilla de la Misericordia¨, los que sólo querían platicar, aquellos que en silencio, preferían una palabra de aliento y un dulce apretón de manos, una medalla, agua bendita o una estampita para sus momentos de soledad. Me quedo orando ahora, más que nunca, por todos los enfermos con este virus, por los doctores y enfermeras que siguen trabajando y en circunstancias de tanto peligro por la pandemia.

Sigo meditando y aunque estoy tan a gusto compartiendo, día a día, con mis hijos a quienes tenía un poco olvidados por el trabajo, por los pendientes, las vueltas, el apostolado y los compromisos, comienzo a sentir la falta de estar activa sirviendo al Señor.

Tomo mi libro “La Puerta del Cielo” pidiéndole al Señor me ilumine, pues le pregunto de qué manera puedo reemplazar mis ausencias a la «chamba» (ausencias verdaderamente involuntarias) ¿haciendo qué?, esa es la pregunta…

 

Le comparto mi inquietud y le digo en oración que quisiera traer al ANE a mi casa, ya que yo no puedo salir de estas cuatro paredes… luego recuerdo las palabras de nuestras autoridades en el último Encuentro anual, cuando nos repetían que el ANE es una forma de vida, refiriéndose a que debemos hacer carne aquello que el Señor nos transmite por medio del Apostolado. Si así lo hacemos, significa entonces que ya vivimos con ese sentir. Pienso, tarareando en la letra del himno del ANE y en el “…nada nos detiene…” entonces reflexiono, en que cada uno de nosotros tiene una misión desde donde estemos, un compromiso con nuestro amado Dios, pese a las limitaciones que estemos enfrentando. Que aunque el COVID nos haya puesto un freno en el camino, entendemos que ese ALTO lo permitió Dios Todopoderoso y que está en nuestras manos sacarle el provecho.

 

“Yo les enseño interiormente, –dice el Señor— yo busco un lugar puro en el cual descansar mi cabeza y allí Me recuesto a esperar que me busquen con el fuego de sus corazones, que busquen la verdad de Mi amor.

Mis enseñanzas no cesan, soy un Dios que enseña y Mi amor es imperecedero.”

Entonces pienso: no me quedan dudas, Él irá marcando nuestros pasos, ¡nada nos detiene!

NADA NOS DETIENE (haz «click»)

Rosas a la Virgen por el mes de María (día 12)

DÉCIMO SEGUNDO DÍA:

Conmemorando esta solemne fiesta mariana, en la que se recuerda uno de los regalos más grandes del Señor al hombre contemporáneo, que son las apariciones de Su Santísima Madre en Fátima, Portugal, y que comenzaron justamente un día como hoy, del año 1917, empezaremos con un poco de historia.

La Santísima Virgen María se apareció en seis ocasiones en Fátima a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta Marto. Jacinta y Francisco eran hermanos, mientras que Lucía era la prima hermana de ambos.

Los niños solían llevar a pastar las ovejas que tenían en su rebaño, y era su obligación traerlas de vuelta completas en número y no muy caída la tarde. Un día, estando en la ladera del lugar donde tenían por costumbre descansar, después de un rato de andar tras ellas, se les apareció un ángel. Aquí te contamos de forma breve, la historia:

Apariciones del Ángel de La Paz:

Un tiempo antes de la manifestación de Nuestra Señora de Fátima, los niños tuvieron tres apariciones de un Ángel. La primera tuvo lugar en la primavera de 1916 en la cueva cercana a donde pastoreaban las ovejas.
El Ángel les dijo: “No teman. Soy el Ángel de la Paz. Recen conmigo.”
Luego se arrodillo en la tierra, se inclinó y dijo: “Mi Dios, Yo creo en ti, Yo te adoro y Yo te amo. Te pido perdón por todos aquellos que no creen, que no te adoran y no te aman.” Lo repitió tres veces, se levantó y les dijo a los pequeños: “Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y de María están atentos a sus súplicas.” Luego desapareció.
En la segunda aparición, entre otras cosas, el Ángel les dijo: “Yo soy el Ángel de su guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envíe”.
En la tercera aparición, el Ángel nuevamente se apareció en la cueva. Llevaba consigo un cáliz y sostuvo sobre él, una Hostia. Repitió tres veces esta oración:
“Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en acto de reparación por los sacrilegios, ultrajes e indiferencia por la cual Él Mismo es ofendido. Y mediante los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, yo le pido la conversión de los pobres pecadores.” Después le dio la Hostia a Lucía y ofreció el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco, para que lo bebieran. Volvió a repetir la oración y se marchó.

Las Apariciones de la Santísima Virgen ocurrieron entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

El 13 de mayo de 1917, se produjo el siguiente diálogo:
– ¿De dónde es su merced? – Mi patria es el cielo.
– ¿Y qué desea de nosotros? – Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.
– ¿Y nosotros también iremos al cielo? – Lucía y Jacinta sí.
– ¿Y Francisco?
Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo: – El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.
Y la Santísima Virgen continuó diciéndoles:
– ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen, y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?
– Sí, Señora, queremos y aceptamos.
Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:
– Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Segunda aparición, 13 de junio de 1917:

La Santísima Virgen les dice a los tres niños: “Es necesario que recen el Rosario y aprendan a leer.” Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: “Que se convierta y el año entrante recuperará la salud.”
Lucía le suplica: “Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?”
– Y Ella le responde: “Sí. A Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. Él desea propagar por el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón.”
¿Y voy a quedarme solita en este mundo? – Le dice Lucía.
– La Virgen: “¡No hijita! ¡Sufres mucho! Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.”

Tercera aparición, 13 de julio de 1917:
Ya hay 4 mil personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: “Es necesario rezar el Rosario para que se termine la guerra.” Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. La Virgen les enseña: “Cuando sufran por algo digan: ¡Oh, Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores!”
La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:
“¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no, una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará.”
Y añadió Nuestra Señora: “Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: ¡Oh, Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia!”

Cuarta aparición, 13 de agosto 1917:
Finalmente, la aparición no fue posible el 13 de agosto, porque ese día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños intentando hacerles decir que ellos no habían visto a la Virgen.  Aunque el alcalde no logró su propósito, la aparición sucedió unos días después.
La Santísima Virgen les dijo en la Cuarta Aparición: “Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas.” (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: “¡Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores!”)
Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.

Quinta aparición, 13 de Septiembre 1917:
Ya hay unas 12 mil personas. Nuestra Señora les recomienda a los niños que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí se curarán, pero que otros no, porque para la santificación de algunas personas, es más conveniente la enfermedad que la buena salud. Ese día, la Virgen invita a todos a presenciar un gran milagro que se daría un mes después, exactamente el 13 de octubre de ese año.

Sexta y última aparición, 13 de octubre de 1917:
Ese 13 de octubre, se encontraban reunidas al menos 70 mil personas. En ese día de la aparición, la Virgen les revela con qué advocación quiere ser llamada y les dice a los tres niños: “Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario.”
Lucía le dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: “Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados.”
Y con un aire de tristeza, la Santísima Virgen dijo unas de sus últimas palabras de las apariciones: “QUE NO OFENDAN MÁS A DIOS, QUE YA ESTA MUY OFENDIDO” (Lucía, en su libro afirma que, de todas las frases oídas en Fátima, ésta fue la que más le impresionó).
La Santísima Virgen, antes de despedirse, señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70 mil espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto, el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto:
Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas… “¡Perdón, Señor, perdón!”, fue un acto de contrición dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico, porque era un milagro absolutamente sobrenatural que pudieron ver cada una de las personas que se encontraban en ese día, ahí mismo, donde tuvo lugar la aparición.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.
El mensaje que nos deja la Virgen con su advocación de “Nuestra Señora del Rosario en Fátima”, es que se necesita de mucha oración para que el mundo pueda alcanzar la paz, terminen las guerras, los pecadores se conviertan y muchos se salven de ir al infierno.

Para esto, la Virgen nos pide a través de Lucía, Francisco y Jacinta que recemos diariamente el Rosario. pidiendo por esas intenciones y por las intenciones de Su Inmaculado Corazón, para que Éste pronto Triunfe, así como la práctica piadosa de los cinco sábados primeros de mes, en reparación por los pecados y ofensas cometidas en el mundo entero contra el Corazón Sagrado de Su hijo y Su Inmaculado Corazón.

La síntesis del mensaje de la Santísima Virgen en Fátima es una invitación a «Rezar el Rosario, hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya está muy ofendido.

Durante esos meses, la Santísima Madre entrega a los niños tres “secretos”, los cuales revelaban la guerra y la terminación de ella con la oración; los horrores de pecados que se cometerían y se cometían, que incitaban la justicia de Dios para el mundo, y la manera de cómo con sacrificios, oración y ayunos, esos castigos serían detenidos o en su caso minimizados, por la intercesión de María Santísima y, por último, la purificación y persecución que viviría la Iglesia junto con el Papa.

Todos estos secretos, fueron entregados a la Jerarquía de la Iglesia, siendo el último secreto entregado por la misma Lucía, al Papa Juan Pablo II, y el Cardenal Ratzinger, como Prefecto para la Doctrina de la Fe, lo dio a conocer. Ya después, siendo Papa Benedito XVI, lo explicaría mejor y con más detenimiento.

Para la práctica de los cinco sábados primeros de mes, la Virgen, el 10 de diciembre de 1925, siendo Lucía postulante en el convento de las Doroteas en España, se le manifestó llevando al Niño Jesús en brazos, y le dijo: “Mira hija mía, mi Corazón cercado de espinas, que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di a todos que, si durante cinco meses, en el primer sábado de mes, se confiesan, reciben la Sagrada Comunión, recitan el Rosario y me hacen compañía durante 15 minutos, al mismo tiempo meditan sobre los quince misterios del Rosario, con un espíritu de expiación, Yo les prometo asistirlos a la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas.”

13 de octubre de 1930: El Obispo de Leiria declara, “dignas de fe” las apariciones, y autoriza el culto de Nuestra Señora de Fátima en su Diócesis.

13 de mayo de 1931: Se consagra por primera vez a Portugal, al Inmaculado Corazón de María.

31 de octubre de 1942: Pío XII, hablando en portugués por la radio, consagra el mundo al Inmaculado Corazón de María.

2 de enero de 1944: La hermana Lucía puso por escrito la tercera parte del Secreto de Fátima.

13 de mayo de 1946: La Imagen de Nuestra Señora de Fátima de la capillita es coronada por el Cardenal Marsella.

21 de noviembre de 1964: El Papa Pablo VI, cuando clausura la tercera sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, anuncia, la concesión de “La Rosa de Oro” al Santuario de Fátima, la que entregaría el Cardenal Cento, el día 13 de mayo de 1965.

13 de mayo de 1967: S.S. Pablo VI, viaja a Fátima en el cincuentenario de la primera aparición de Nuestra Señora.

12 y 13 de mayo de 1982: S.S. Juan Pablo II viaja a Fátima como peregrino, para agradecer el haber sobrevivido del brutal atentado, sufrido un año antes en la plaza de San Pedro, y consagra a la Iglesia, a los hombres y a los pueblos, al Inmaculado Corazón de María.

25 de marzo de 1984: En la plaza de San Pedro en Roma, delante de la Imagen de la Virgen, Juan Pablo II consagra una vez más, el mundo, al Inmaculado Corazón de María, en unión con todos los Obispos del Mundo.

12 y 13 de mayo de 1991: El Santo Padre Juan Pablo II, vuelve a Fátima por segunda vez, como peregrino, en el décimo aniversario de su atentado.

13 mayo de 2000: El Santo Padre preside la ceremonia de beatificación de Jacinta y Francisco Marto. Posteriormente se beatificaría también a su prima, Sor Lucía.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh, clementísima, oh piadosa, oh, dulce Virgen María! Amén

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen, hoy es el último día en que rezaremos, con mucha devoción, la “Coronilla a las lágrimas de María”. Pedimos especialmente:

– Por la conversión del mundo.

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por la situación económica de todas las familias del mundo.

– Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo, y por quienes los gobiernan.

– Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal.

– Para que, por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE.

ACLARACIÓN: Esta Coronilla que rezaremos NO es la que rezamos como devoción en nuestro Apostolado con los Padrenuestros y Avemarías ni nuestras meditaciones habituales. Los Siete Dolores, por supuesto, son los mismos, pero esta es una versión breve, para estos próximos diez días.

Iniciaremos esta Coronilla como siempre se la hace, rezando el Credo de los Apóstoles, que es el que habitualmente rezamos en el ANE; luego rezamos la «oración inicial» y lo que sigue, como se indica a continuación:

CREDO DE LOS APÓSTOLES:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Con tus lágrimas, oh, Madre Dolorosa, destruye el dominio de los infiernos.

Con tu mansedumbre, Oh, Señor Jesucristo, Tú que estás desligado de cadenas, libra al mundo de los errores actuales. Oh, Jesús crucificado, postrados a tus pies, te ofrecemos las lágrimas de tu Santísima Madre, que te acompañó con ardiente y compasivo Amor, en el Doloroso camino de la Cruz.

Concédenos, oh, Buen Maestro, que sigamos de todo corazón, las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que, cumpliendo con tu Santísima Voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Los 7 Dolores de la Santísima Virgen:

Primer Dolor: Al oír la profecía de Simeón, de que su Hijo iba a morir y que su alma sería traspasada por una espada.

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores, para que esto me ayude en mi Conversión”.

Intención: Por la conversión del mundo, empezando en nosotros, pecadores, que meditaremos estos misterios de dolor de nuestra Madre.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Segundo dolor: La huida a Egipto

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos”

Intención: Por los enfermos de COVID-19 y sus familiares: que por intercesión de nuestra Madre del Cielo, el Señor alivie sus sufrimientos y les dé fortaleza.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Tercer Dolor: El Niño Jesús perdido por 3 días

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con la pérdida de tu Hijo durante tres días en Jerusalén. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios en el camino de la vida”

Intención: Por todas las almas que se nos han adelantado en el camino de regreso a la Casa del Padre, a causa de la pandemia, para que Dios las reciba pronto en Su Gloria, y para que el Señor, Rico en Misericordia, les dé la fortaleza y resignación a sus familiares y amigos ante el dolor de la pérdida.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Cuarto dolor: El encuentro de la Virgen María con Jesús, cargando la Cruz en el camino al Calvario

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario entre burlas, ultrajes y caídas. Ayúdame, Señora, para que lleve con paciencia la cruz de las mortificaciones y de los esfuerzos cotidianos”

Intención: Por la situación económica de todas las familias del mundo, y por todos los desafíos que se vienen en adelante; para que la Virgen nos cubra a todos con maternal Manto, y nos ate a Su Inmaculado Corazón.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Quinto dolor: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver morir a tu Hijo, clavado en la cruz entre dos ladrones. Ayúdame, Señora, a crucificar diariamente mis debilidades, vicios y pasiones”

Intención: Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo. Por los que gobiernan las naciones; para que el Espíritu Santo los ilumine y guíe ante la nueva situación, los riesgos y las oportunidades que enfrentarán las sociedades del mundo ahora.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María
  3. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  4. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo

Sexto Dolor: El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz y colocado en los brazos de su Madre

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo mundano.”

Intención: Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal del cuerpo y del alma; sea nuestro amparo, nuestro auxilio y nuestro perpetuo socorro; eficaz abogada e intercesora, verdaderamente una Madre, para todos nosotros.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Séptimo Dolor: Por la soledad en que se quedó al sepultar a su Divino Hijo

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado ya tu Hijo. Haz, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti y sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores.”

Intención: Para que por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias, dones y talentos que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE: personas de paz y de servicio; testigos y promotores del amor y la misericordia en los lugares donde nos desenvolvemos, transmitiendo fe, esperanza y caridad, especialmente a quienes más lo necesitan.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Oración final:

¡Oh, María, Madre del Amor, del dolor y de la compasión, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús, tu Hijo Divino a Quien invocamos, oiga nuestras súplicas, en nombre de tus lágrimas Maternales, y nos conceda la Paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

 LETANÍAS:

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo ten piedad de nosotros… Cristo ten piedad de nosotros

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo óyenos… Cristo óyenos

Cristo escúchanos… Cristo escúchanos

Padre Celestial, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Espíritu Santo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad y misericordia de nosotros

Ahora se contesta:  RUEGA POR NOSOTROS

Santa maría,

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre en el Corazón Crucificada,

Madre Dolorosa,

Madre llorosa,

Madre afligida,

Madre desamparada,

Madre desolada,

Madre de tu Hijo privada,

Madre por una espada de dolor traspasada,

Madre de penas consumida,

Madre llena de angustias,

Madre con el corazón en la Cruz clavada,

Madre tristísima,

Fuente de lágrimas,

Colina de tormentos,

Espejo de paciencia,

Peña dura de constancia,

Ancora de la esperanza,

Refugio de los desamparados,

Escudo de los oprimidos,

Vencedora de los incrédulos,

Consuelo de los miserables,

Medicina de los enfermos,

Fortaleza de los débiles,

Puerto de los que naufragan,

Calma de las tempestades,

Recurso de los afligidos,

Temor de los que ponen acechanzas,

Tesoro de los fieles,

Ojo de los Profetas,

Báculo de los Apóstoles,

Corona de los Mártires,

Juez de los Confesores,

Perla de las Vírgenes,

Consuelo de las viudas,

Alegría de todos los Santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo…Ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Virgen Dolorosísima, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de tu Hijo Santísimo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

 

Rosas a la Virgen por el mes de María (día 11)

DÉCIMO PRIMER DÍA:

En mayo “es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han ‘obligado’ a valorizar esta dimensión doméstica [de nuestra existencia] también desde un punto de vista espiritual”, dice Francisco en una Carta a los fieles.

Por eso propone “redescubrir la belleza de rezar el Rosario en casa, y acompañarlo con la oración de ‘Bendita Sea Tu Pureza’”, donde nos encomendamos a la Virgen Santa, honrando una de sus principales Virtudes: la de la Pureza de alma y cuerpo. Eso es algo que nosotros, como integrantes del ANE siempre hacemos; es decir, la oración señalada por el Santo Padre es una de las que rezamos como “oraciones finales”, después de rezar “Bajo tu amparo”.

En esta humilde pero extraordinaria oración, nos consagramos, junto con nuestras familias y todo lo que poseemos, a su servicio y protección. Asimismo, clamamos por su auxilio maternal y su acompañamiento en nuestro caminar por este mundo, lleno de tentaciones y dolores.

¡Ven Reina del Cielo y de nuestros corazones, y toma nuestras vidas, para que seamos dignos hijos Tuyos, aquí en la tierra! Apártanos de todo mal y libranos de las garras del enemigo infernal y de todas sus astucias y engaños. Llévanos, Madre Auxiliadora, contigo al Cielo tomados de tu mano, y envueltos con tu amor en tu manto celestial.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios…»

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh, Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz.

Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este período de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero, utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos, sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria.

Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh, María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh, clementísima, oh piadosa, oh, dulce Virgen María! Amén

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen, hoy y mañana más, la “Coronilla a las lágrimas de María”, también llamada la “Corona de los siete dolores de la Virgen”, pidiendo especialmente:

– Por la conversión del mundo.

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por la situación económica de todas las familias del mundo.

– Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo, y por quienes los gobiernan.

– Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal.

– Para que, por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE.

ACLARACIÓN: Esta Coronilla que rezaremos NO es la que rezamos como devoción en nuestro Apostolado con los Padrenuestros y Avemarías ni nuestras meditaciones habituales. Los Siete Dolores, por supuesto, son los mismos, pero esta es una versión breve, para estos próximos diez días.

Iniciaremos esta Coronilla como siempre se la hace, rezando el Credo de los Apóstoles, que es el que habitualmente rezamos en el ANE; luego rezamos la «oración inicial» y lo que sigue, como se indica a continuación:

CREDO DE LOS APÓSTOLES:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Con tus lágrimas, oh, Madre Dolorosa, destruye el dominio de los infiernos.

Con tu mansedumbre, Oh, Señor Jesucristo, Tú que estás desligado de cadenas, libra al mundo de los errores actuales. Oh, Jesús crucificado, postrados a tus pies, te ofrecemos las lágrimas de tu Santísima Madre, que te acompañó con ardiente y compasivo Amor, en el Doloroso camino de la Cruz.

Concédenos, oh, Buen Maestro, que sigamos de todo corazón, las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que, cumpliendo con tu Santísima Voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Los 7 Dolores de la Santísima Virgen:

Primer Dolor: Al oír la profecía de Simeón, de que su Hijo iba a morir y que su alma sería traspasada por una espada.

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores, para que esto me ayude en mi Conversión”.

Intención: Por la conversión del mundo, empezando en nosotros, pecadores, que meditaremos estos misterios de dolor de nuestra Madre.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Segundo dolor: La huida a Egipto

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos”

Intención: Por los enfermos de COVID-19 y sus familiares: que por intercesión de nuestra Madre del Cielo, el Señor alivie sus sufrimientos y les dé fortaleza.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Tercer Dolor: El Niño Jesús perdido por 3 días

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con la pérdida de tu Hijo durante tres días en Jerusalén. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios en el camino de la vida”

Intención: Por todas las almas que se nos han adelantado en el camino de regreso a la Casa del Padre, a causa de la pandemia, para que Dios las reciba pronto en Su Gloria, y para que el Señor, Rico en Misericordia, les dé la fortaleza y resignación a sus familiares y amigos ante el dolor de la pérdida.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Cuarto dolor: El encuentro de la Virgen María con Jesús, cargando la Cruz en el camino al Calvario

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario entre burlas, ultrajes y caídas. Ayúdame, Señora, para que lleve con paciencia la cruz de las mortificaciones y de los esfuerzos cotidianos”

Intención: Por la situación económica de todas las familias del mundo, y por todos los desafíos que se vienen en adelante; para que la Virgen nos cubra a todos con maternal Manto, y nos ate a Su Inmaculado Corazón.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Quinto dolor: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver morir a tu Hijo, clavado en la cruz entre dos ladrones. Ayúdame, Señora, a crucificar diariamente mis debilidades, vicios y pasiones”

Intención: Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo. Por los que gobiernan las naciones; para que el Espíritu Santo los ilumine y guíe ante la nueva situación, los riesgos y las oportunidades que enfrentarán las sociedades del mundo ahora.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María
  3. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  4. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo

Sexto Dolor: El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz y colocado en los brazos de su Madre

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo mundano.”

Intención: Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal del cuerpo y del alma; sea nuestro amparo, nuestro auxilio y nuestro perpetuo socorro; eficaz abogada e intercesora, verdaderamente una Madre, para todos nosotros.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Séptimo Dolor: Por la soledad en que se quedó al sepultar a su Divino Hijo

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado ya tu Hijo. Haz, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti y sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores.”

Intención: Para que por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias, dones y talentos que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE: personas de paz y de servicio; testigos y promotores del amor y la misericordia en los lugares donde nos desenvolvemos, transmitiendo fe, esperanza y caridad, especialmente a quienes más lo necesitan.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Oración final:

¡Oh, María, Madre del Amor, del dolor y de la compasión, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús, tu Hijo Divino a Quien invocamos, oiga nuestras súplicas, en nombre de tus lágrimas Maternales, y nos conceda la Paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

 LETANÍAS:

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo ten piedad de nosotros… Cristo ten piedad de nosotros

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo óyenos… Cristo óyenos

Cristo escúchanos… Cristo escúchanos

Padre Celestial, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Espíritu Santo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad y misericordia de nosotros

Ahora se contesta:  RUEGA POR NOSOTROS

Santa maría,

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre en el Corazón Crucificada,

Madre Dolorosa,

Madre llorosa,

Madre afligida,

Madre desamparada,

Madre desolada,

Madre de tu Hijo privada,

Madre por una espada de dolor traspasada,

Madre de penas consumida,

Madre llena de angustias,

Madre con el corazón en la Cruz clavada,

Madre tristísima,

Fuente de lágrimas,

Colina de tormentos,

Espejo de paciencia,

Peña dura de constancia,

Ancora de la esperanza,

Refugio de los desamparados,

Escudo de los oprimidos,

Vencedora de los incrédulos,

Consuelo de los miserables,

Medicina de los enfermos,

Fortaleza de los débiles,

Puerto de los que naufragan,

Calma de las tempestades,

Recurso de los afligidos,

Temor de los que ponen acechanzas,

Tesoro de los fieles,

Ojo de los Profetas,

Báculo de los Apóstoles,

Corona de los Mártires,

Juez de los Confesores,

Perla de las Vírgenes,

Consuelo de las viudas,

Alegría de todos los Santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo…Ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Virgen Dolorosísima, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de tu Hijo Santísimo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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Rosas a la Virgen por el mes de María (día 10)

DÉCIMO DÍA:

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ¡ampáranos, gran Señora!

¿Sabías que la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, fue la primera Fiesta Mariana decretada formalmente en la Iglesia Occidental?

Su celebración empezó en Roma allá por el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua”, en el Foro Romano, una de las primeras Iglesias marianas de la ciudad de Roma.

El modo en que se ha constatado que esta celebración mariana data desde los inicios del cristianismo es a través de las pinturas en las que puede leerse “María, Madre de Dios” (“Theotókos”, en griego) que han sido encontradas en las Catacumbas, es decir, los antiquísimos subterráneos cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se llevaban a cabo las reuniones de los primeros cristianos para compartir “la fracción del Pan”, es decir, celebrar la Santa Misa, en tiempos de las persecuciones.

Más adelante, cuando ya fue estableciéndose el rito romano, se celebraba el 1º de enero “la octava de Navidad”, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús.

En 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (celebrado el año 431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de aquel Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de “solemnidad”, y con el título de Santa María, Madre de Dios.

Es así como, esta Fiesta Mariana, cimentada ahora en el primer dogma mariano, encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Natividad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año, poniendo a los pies de María nuestras vidas, proyectos y trabajos, así como también, pidiendo la protección de la Santísima Virgen.

Para conocer un poquito más sobre este «Primer Dogma Mariano», repasamos brevemente lo que aconteció en el Concilio de Éfeso:

Sucedió que, en el año de 431, el hereje “Nestorio”, de origen romano, se atrevió a decir con ofensas, que María no era Madre de Dios, formulando una afirmación: “Entonces, si Dios tiene una madre, no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. Ante ello, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso –la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años junto con San Juan– y, siendo iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Seguidamente, acompañados por toda la multitud de personas que los oraban y esperaban las resoluciones de ese Concilio expectantes y de los que rodeaban la ciudad, portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén».

Asimismo, San Cirilo de Alejandría, con toda la efusión del Espíritu Santo que lo caracterizaba dijo: “Se dirá: ¿la Virgen es madre de la divinidad? A eso respondemos: el Verbo viviente, subsistente, fue engendrado por la misma substancia de Dios Padre, existe desde toda la eternidad… Pero en el tiempo, él se hizo carne, por eso se puede decir que nació de mujer.”

La Virgen, Madre del Niño Dios, con su respuesta afirmativa a la invitación del Padre, de participar en la redención del hombre, en contestación al saludo del Ángel, y después de conocer la Voluntad de Dios, diciendo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu Palabra”, es desde ese “Fiat”, (HAGASE), que respondió segura, humilde y amorosamente al Plan de Dios, la Madre de Dios mismo.

Gracias a esa entrega humana y generosa, es que todo un Dios pudo hacerse carne (Encarnarse), para traernos la Reconciliación y la Salvación que nos libera de las garras y heridas del pecado.

La Jovencita, Niña de Nazareth, la llena de gracia, al llevar en sus entrañas al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí misma para su Hijo; vemos pues que todo en ella glorifica a su Hijo Jesús y nos conduce hacia Él.

Es por ello que, para todo cristiano que camina abandonado en María, Ella es el perfecto modelo para alcanzar la santificación.

En nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen, encontramos la guía y dirección segura que nos introduce en el amor y en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a hacernos como Él, siendo testimonios vivos de Jesús para poder algún día decir, como el Apóstol Pablo, “Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2,20).

Amemos a nuestra amorosa Madre, a quien Cristo nos ha dado para llegar más fácilmente a Él, y digamos como la canción: “María mírame, si Tú me miras, Él también me mirará. Madre mía, mírame, de la mano llévame muy cerca de Él, que hoy junto a Él me quiero quedar”.

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen, durante los siguientes 2 días, la “Coronilla a las lágrimas de María”, también llamada la “Corona de los siete dolores de la Virgen”, pidiendo especialmente:

– Por la conversión del mundo.

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por la situación económica de todas las familias del mundo.

– Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo, y por quienes los gobiernan.

– Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal.

– Para que, por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE.

ACLARACIÓN: Esta Coronilla que rezaremos NO es la que rezamos como devoción en nuestro Apostolado con los Padrenuestros y Avemarías ni nuestras meditaciones habituales. Los Siete Dolores, por supuesto, son los mismos, pero esta es una versión breve, para estos próximos diez días.

Iniciaremos esta Coronilla como siempre se la hace, rezando el Credo de los Apóstoles, que es el que habitualmente rezamos en el ANE; luego rezamos la «oración inicial» y lo que sigue, como se indica a continuación:

CREDO DE LOS APÓSTOLES:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Con tus lágrimas, oh, Madre Dolorosa, destruye el dominio de los infiernos.

Con tu mansedumbre, Oh, Señor Jesucristo, Tú que estás desligado de cadenas, libra al mundo de los errores actuales. Oh, Jesús crucificado, postrados a tus pies, te ofrecemos las lágrimas de tu Santísima Madre, que te acompañó con ardiente y compasivo Amor, en el Doloroso camino de la Cruz.

Concédenos, oh, Buen Maestro, que sigamos de todo corazón, las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que, cumpliendo con tu Santísima Voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Los 7 Dolores de la Santísima Virgen:

Primer Dolor: Al oír la profecía de Simeón, de que su Hijo iba a morir y que su alma sería traspasada por una espada.

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores, para que esto me ayude en mi Conversión”.

Intención: Por la conversión del mundo, empezando en nosotros, pecadores, que meditaremos estos misterios de dolor de nuestra Madre.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Segundo dolor: La huida a Egipto

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos”

Intención: Por los enfermos de COVID-19 y sus familiares: que por intercesión de nuestra Madre del Cielo, el Señor alivie sus sufrimientos y les dé fortaleza.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Tercer Dolor: El Niño Jesús perdido por 3 días

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con la pérdida de tu Hijo durante tres días en Jerusalén. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios en el camino de la vida”

Intención: Por todas las almas que se nos han adelantado en el camino de regreso a la Casa del Padre, a causa de la pandemia, para que Dios las reciba pronto en Su Gloria, y para que el Señor, Rico en Misericordia, les dé la fortaleza y resignación a sus familiares y amigos ante el dolor de la pérdida.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Cuarto dolor: El encuentro de la Virgen María con Jesús, cargando la Cruz en el camino al Calvario

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario entre burlas, ultrajes y caídas. Ayúdame, Señora, para que lleve con paciencia la cruz de las mortificaciones y de los esfuerzos cotidianos”

Intención: Por la situación económica de todas las familias del mundo, y por todos los desafíos que se vienen en adelante; para que la Virgen nos cubra a todos con maternal Manto, y nos ate a Su Inmaculado Corazón.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Quinto dolor: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver morir a tu Hijo, clavado en la cruz entre dos ladrones. Ayúdame, Señora, a crucificar diariamente mis debilidades, vicios y pasiones”

Intención: Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo. Por los que gobiernan las naciones; para que el Espíritu Santo los ilumine y guíe ante la nueva situación, los riesgos y las oportunidades que enfrentarán las sociedades del mundo ahora.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María
  3. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  4. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo

Sexto Dolor: El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz y colocado en los brazos de su Madre

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo mundano.”

Intención: Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal del cuerpo y del alma; sea nuestro amparo, nuestro auxilio y nuestro perpetuo socorro; eficaz abogada e intercesora, verdaderamente una Madre, para todos nosotros.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Séptimo Dolor: Por la soledad en que se quedó al sepultar a su Divino Hijo

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado ya tu Hijo. Haz, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti y sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores.”

Intención: Para que por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias, dones y talentos que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE: personas de paz y de servicio; testigos y promotores del amor y la misericordia en los lugares donde nos desenvolvemos, transmitiendo fe, esperanza y caridad, especialmente a quienes más lo necesitan.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Oración final:

¡Oh, María, Madre del Amor, del dolor y de la compasión, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús, tu Hijo Divino a Quien invocamos, oiga nuestras súplicas, en nombre de tus lágrimas Maternales, y nos conceda la Paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

 LETANÍAS:

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo ten piedad de nosotros… Cristo ten piedad de nosotros

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo óyenos… Cristo óyenos

Cristo escúchanos… Cristo escúchanos

Padre Celestial, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Espíritu Santo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad y misericordia de nosotros

Ahora se contesta:  RUEGA POR NOSOTROS

Santa maría,

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre en el Corazón Crucificada,

Madre Dolorosa,

Madre llorosa,

Madre afligida,

Madre desamparada,

Madre desolada,

Madre de tu Hijo privada,

Madre por una espada de dolor traspasada,

Madre de penas consumida,

Madre llena de angustias,

Madre con el corazón en la Cruz clavada,

Madre tristísima,

Fuente de lágrimas,

Colina de tormentos,

Espejo de paciencia,

Peña dura de constancia,

Ancora de la esperanza,

Refugio de los desamparados,

Escudo de los oprimidos,

Vencedora de los incrédulos,

Consuelo de los miserables,

Medicina de los enfermos,

Fortaleza de los débiles,

Puerto de los que naufragan,

Calma de las tempestades,

Recurso de los afligidos,

Temor de los que ponen acechanzas,

Tesoro de los fieles,

Ojo de los Profetas,

Báculo de los Apóstoles,

Corona de los Mártires,

Juez de los Confesores,

Perla de las Vírgenes,

Consuelo de las viudas,

Alegría de todos los Santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo…Ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Virgen Dolorosísima, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de tu Hijo Santísimo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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Rosas a la Virgen por el mes de María (día 9)

NOVENO DÍA:

¡Stella Maris, Ilumina nuestra ruta!

En estos momentos que estamos viviendo, es conveniente y hermoso invocar a la Madre Santísima del Cielo, con la hermosa advocación mariana de “Stella Maris” o “Estrella del mar”.

El origen de esta devoción mariana, presente en las letanías a la Virgen, nos lo recuerda el papa emérito Benedicto XVI, en su encíclica ‘Spe salvi’: “con un lindísimo himno del siglo VIII/IX, la Iglesia saluda a la Virgen María, la Madre de Dios, como ‘Estrella del mar’.”

Este himno, el ‘Ave maris Stella’, animó a san Bernardo de Claraval a componer su famoso y bello sermón en el que destacaba de nuevo a la Virgen María, como Estrella del Mar: “Si surgen los vientos de la tentación, si te arrojan contra las rocas de la tribulación, mira a la estrella, llama a María; si te golpean las olas del orgullo, de la ambición, de la envidia, de la rivalidad, mira a la estrella, llama a María. En caso de que la ira, o la avaricia, o el deseo carnal asalten con violencia la frágil embarcación de tu alma, mira la estrella, llama a María”.

Este precioso Sermón, fue inspirado por el Espíritu Santo a San Bernardo, para exaltar las virtudes y real majestad de la Reina del Cielo, y su papel importantísimo en la historia de la salvación del hombre. El Himno dice así:

Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios

y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel,

y has cambiado el nombre de Eva,

establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,

da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males

y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre: reciba nuestras súplicas

por medio de Ti, Aquél que, naciendo por nosotros,

aceptó ser Hijo tuyo.

¡Oh, Virgen incomparable! ¡Amable como ninguna!

Haz que, libres de nuestras culpas,

permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,

prepáranos un camino seguro; para que,

viendo a Jesús, nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza a Dios Padre,

gloria a Cristo Soberano y también al Santo Espíritu,

a los Tres un mismo honor.

Amén.

“Si surgen los vientos de la tentación, si te arrojan contra las rocas de la tribulación, mira a la estrella, llama a María…” podríamos quedarnos con esta pequeña estrofa para meditar lo que hoy en día, más que nunca, nosotros sus hijos, necesitamos.

En un mundo lleno de tentaciones, casi todo lo que gira alrededor de los hombres del siglo 21, corrompe la gracia y la pureza de intención a veces hasta de los actos más puros… pensar en María como esa Estrella que, en medio de un mar embravecido, cuyas olas paralizan de miedo, la fuerza, el ruido y la oscuridad… pensar en la Virgen como un faro que ilumina y da sentido y dirección a la vida, es lo más esperanzador que uno puede hacer.

Pensar en María, como esa Estrella que trae consigo el saberse a salvo y bien guiado hacia puerto seguro, no tiene comparación.

Si nos ponemos a recordar, cómo nos sentimos en algún momento siendo niños, cuando estábamos en algún problema, y junto a nosotros no había nadie conocido o de total confianza… El sentimiento de miedo, angustia y tristeza que sentimos… Seguramente tendríamos ganas de llorar, pero las circunstancias no lo permitían, ya que debíamos permanecer fuertes ante el problema que estábamos enfrentando solos. Pero ¿qué tal cuando en el momento más angustiante, vimos entrar por la puerta a nuestra madre…? ¡Seguramente nunca sentimos mayor alivio! El ver a nuestra mamá lidiando y haciéndose cargo del problema, suscitó el sentimiento mas profundo de seguridad y certeza, frente al momento que vivíamos, y estoy segura, que algunas lagrimas habrán salido de nuestros ojos, al sentir el abrazo materno, comprensivo, amoroso y protector de nuestra madre. ¡Ese sentimiento es el mejor que existe en el mundo!

Ahora pensemos en estos momentos de incertidumbre, temor por lo que vendrá, de frustración por algunos planes, proyectos o deseos que no pudieron llevarse a buen término, quizás angustia, pesar, dolor, pérdida, etcétera…

Pero nuestra Madre del Cielo está ahí, en el marco de la Puerta, esperando a que la llamemos y deseemos que venga a iluminarnos y marcarnos el camino como una verdadera Estrella, que da luz en plena oscuridad. Ella quiere que nos dejemos abrazar y que le permitamos darnos su amor, y que sintamos no solo su presencia y su calor de Madre, sino la seguridad de estar entre sus brazos y llevados por Ella, como una guía o capitán de barco, hacia el puerto seguro de la paz y la felicidad.

María es nuestra Madre, Stella Maris, que nos abraza y pone muy cerca de Su Corazón, para que al sentir su abrazo, pegados a su pecho, oigamos los latidos de su corazón que nos dice cuánto nos ama, y sintamos paz y sosiego en los momentos más difíciles de nuestra vida.

No perdamos nunca de vista esto: Ella es la que siempre pendiente, como buena capitana de barco, decide el buen rumbo de navegación para sortear las aguas turbulentas que nos apartan de Dios y nos hacen perder el rumbo que nos lleva de manera directa hacia Él.

Ella, la Reina del Cielo, Madre de Dios, Reina de los ángeles y Madre nuestra, ilumina nuestro caminar y nos brinda todas las ayudas y “salvavidas” que necesitamos para no perecer en ese mar de amarguras en que hoy vive sumergido el mundo.

Amemos con todo el corazón a nuestra Madre del Cielo, a quien debemos tantos favores, aún sin siquiera solicitárselos.

Y repitamos con amor: Madre del Cielo; Estrella de la mañana; Puerta del Cielo; Estrella del mar, Reina y Patrona de la Nueva Evangelización, ¡Ruega por nosotros, por nuestras familias y por nuestro Apostolado!

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen, durante los siguientes 3 días, la “Coronilla a las lágrimas de María”, también llamada la “Corona de los siete dolores de la Virgen”, pidiendo especialmente:

– Por la conversión del mundo.

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida , la verdad y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por la situación económica de todas las familias del mundo.

– Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo, y por quienes los gobiernan.

– Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal.

– Para que, por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE.

ACLARACIÓN: Esta Coronilla que rezaremos NO es la que rezamos como devoción en nuestro Apostolado con los Padrenuestros y Avemarías ni nuestras meditaciones habituales. Los Siete Dolores, por supuesto, son los mismos, pero esta es una versión breve, para estos próximos diez días.

Iniciaremos esta Coronilla como siempre se la hace, rezando el Credo de los Apóstoles, que es el que habitualmente rezamos en el ANE; luego rezamos la «oración inicial» y lo que sigue, como se indica a continuación:

CREDO DE LOS APÓSTOLES:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Con tus lágrimas, oh, Madre Dolorosa, destruye el dominio de los infiernos.

Con tu mansedumbre, Oh, Señor Jesucristo, Tú que estás desligado de cadenas, libra al mundo de los errores actuales. Oh, Jesús crucificado, postrados a tus pies, te ofrecemos las lágrimas de tu Santísima Madre, que te acompañó con ardiente y compasivo Amor, en el Doloroso camino de la Cruz.

Concédenos, oh, Buen Maestro, que sigamos de todo corazón, las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que, cumpliendo con tu Santísima Voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Los 7 Dolores de la Santísima Virgen:

Primer Dolor: Al oír la profecía de Simeón, de que su Hijo iba a morir y que su alma sería traspasada por una espada.

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores, para que esto me ayude en mi Conversión”.

Intención: Por la conversión del mundo, empezando en nosotros, pecadores, que meditaremos estos misterios de dolor de nuestra Madre.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Segundo dolor: La huida a Egipto

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos”

Intención: Por los enfermos de COVID-19 y sus familiares: que por intercesión de nuestra Madre del Cielo, el Señor alivie sus sufrimientos y les dé fortaleza.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Tercer Dolor: El Niño Jesús perdido por 3 días

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con la pérdida de tu Hijo durante tres días en Jerusalén. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios en el camino de la vida”

Intención: Por todas las almas que se nos han adelantado en el camino de regreso a la Casa del Padre, a causa de la pandemia, para que Dios las reciba pronto en Su Gloria, y para que el Señor, Rico en Misericordia, les dé la fortaleza y resignación a sus familiares y amigos ante el dolor de la pérdida.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Cuarto dolor: El encuentro de la Virgen María con Jesús, cargando la Cruz en el camino al Calvario

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario entre burlas, ultrajes y caídas. Ayúdame, Señora, para que lleve con paciencia la cruz de las mortificaciones y de los esfuerzos cotidianos”

Intención: Por la situación económica de todas las familias del mundo, y por todos los desafíos que se vienen en adelante; para que la Virgen nos cubra a todos con maternal Manto, y nos ate a Su Inmaculado Corazón.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Quinto dolor: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver morir a tu Hijo, clavado en la cruz entre dos ladrones. Ayúdame, Señora, a crucificar diariamente mis debilidades, vicios y pasiones”

Intención: Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo. Por los que gobiernan las naciones; para que el Espíritu Santo los ilumine y guíe ante la nueva situación, los riesgos y las oportunidades que enfrentarán las sociedades del mundo ahora.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María
  3. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  4. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo

Sexto Dolor: El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz y colocado en los brazos de su Madre

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo mundano.”

Intención: Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal del cuerpo y del alma; sea nuestro amparo, nuestro auxilio y nuestro perpetuo socorro; eficaz abogada e intercesora, verdaderamente una Madre, para todos nosotros.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Séptimo Dolor: Por la soledad en que se quedó al sepultar a su Divino Hijo

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado ya tu Hijo. Haz, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti y sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores.”

Intención: Para que por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias, dones y talentos que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE: personas de paz y de servicio; testigos y promotores del amor y la misericordia en los lugares donde nos desenvolvemos, transmitiendo fe, esperanza y caridad, especialmente a quienes más lo necesitan.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Oración final:

¡Oh, María, Madre del Amor, del dolor y de la compasión, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús, tu Hijo Divino a Quien invocamos, oiga nuestras súplicas, en nombre de tus lágrimas Maternales, y nos conceda la Paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

 LETANÍAS:

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo ten piedad de nosotros… Cristo ten piedad de nosotros

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo óyenos… Cristo óyenos

Cristo escúchanos… Cristo escúchanos

Padre Celestial, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Espíritu Santo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad y misericordia de nosotros

Ahora se contesta:  RUEGA POR NOSOTROS

Santa maría,

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre en el Corazón Crucificada,

Madre Dolorosa,

Madre llorosa,

Madre afligida,

Madre desamparada,

Madre desolada,

Madre de tu Hijo privada,

Madre por una espada de dolor traspasada,

Madre de penas consumida,

Madre llena de angustias,

Madre con el corazón en la Cruz clavada,

Madre tristísima,

Fuente de lágrimas,

Colina de tormentos,

Espejo de paciencia,

Peña dura de constancia,

Ancora de la esperanza,

Refugio de los desamparados,

Escudo de los oprimidos,

Vencedora de los incrédulos,

Consuelo de los miserables,

Medicina de los enfermos,

Fortaleza de los débiles,

Puerto de los que naufragan,

Calma de las tempestades,

Recurso de los afligidos,

Temor de los que ponen acechanzas,

Tesoro de los fieles,

Ojo de los Profetas,

Báculo de los Apóstoles,

Corona de los Mártires,

Juez de los Confesores,

Perla de las Vírgenes,

Consuelo de las viudas,

Alegría de todos los Santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo…Ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Virgen Dolorosísima, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de tu Hijo Santísimo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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Rosas a la Virgen por el mes de María (día 8)

OCTAVO DÍA:

María, Madre de la fe; ¡ayúdanos a sustentarla y a defenderla! El meditar sobre la vida y los dolores de la Virgen, nos debe de llevar, además de amarla y valorarla más como Madre y Mujer, a entender la misión tan grande que le ha concedido su Divino Hijo, de ser Aquella que lleve a los hombres de vuelta al Cielo, y el honor que el Padre le ha otorgado, de coronarla como criatura predilecta, haciéndola Reina de Cielos y Tierra, en Su Gloriosa Asunción.

Ella, Madre nuestra, espera que depositemos en su Inmaculado Corazón, nuestros dolores, sufrimientos, batallas y penas diarias, pues “Ella, cuida de todos nosotros ahora en su condición gloriosa, para que la Iglesia, y cada uno de los que la componemos, acojamos con la más amplia disponibilidad de fe y de amor la intercesión que la Virgen nos ofrece” (Del libro María, Corazón de la Santísima Trinidad).

Podemos, en estos breves momentos, meditar acerca de cómo sería la vida de María en el pueblo de Nazaret, donde Ella y el Niño, junto a San José, vivían pobremente como cualquier familia del pueblo. Cuando decimos “como cualquier familia”, no nos referimos literalmente a cualquiera, pero si tomamos las palabras de la Biblia en Hebreos 4, que hablan de Jesús, “Dios lo hizo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado”, entenderemos que también a la Virgen Madre, la hizo en todo semejante a la mujeres sencillas y pobres del pueblo, menos en el pecado.

Por eso podemos imaginar el estilo de vida sencillo que María tenía en el Hogar de Nazaret: María cocina y se quema. Se le tira la sopa y se mancha el delantal; Sacude los pocos muebles que tiene, barre y asea la casa. Tiene que ir varias veces a la pila o arroyo del pueblo, a sacar agua para su consumo diario. Ayuda y acompaña a San José a los bosques cercanos por leña, para la preparación de los alimentos. Acude una o dos veces por semana a las orillas de la quebrada o arroyo, a lavar la ropa como todas las mujeres pobres de la vecindad. A Ella también, mientras realiza sus remiendos o teje para Jesús y San José, se le cae la madeja de hilo, gira y se desenrolla, y con un suspiro, se levanta y la recoge. Seguro tenía que llamar la atención al Jesús Niño, porque ha encontrado frutos caídos, y los ha estado comiendo fuera de horas, y eso hace que se le quite el apetito para el almuerzo, o si están verdes, que “se le suelte la panza”.

No nos la imaginemos en éxtasis todo el día: Ella también trabaja duro para ganarse el pan con el sudor de su frente y ser un apoyo para San José, como hacen la mayoría de las mujeres diligentes y responsables del mundo.

Las manos de María, aunque de un color y forma angelical, limpias y finas, pero enrojecidas de tanto lavar ropa y moler los granos en la piedra. Porque Ella sabe que, moliendo grano, lavando y limpiando, se puede llegar a ser santo y darle con eso, Gloria a Dios.

Es por todo eso que la Virgen María tiene toda la autoridad moral ante los hombres (por supuesto, primero la bendición y el favor especial de Dios), para ser intercesora de la humanidad doliente, ya que en su propia vida, Ella experimentó todos los dolores y situaciones adversas de las cuales hoy día, el hombre sufre y se angustia: la pobreza, la orfandad a temprana edad, el trabajo cansado, la injusticia, el hambre, la persecución, las tareas domésticas, salir de la propia tierra y vivir como inmigrante, y mucho más…

Llamamos a María “Madre de la fe,” no solamente porque es que Ella quien ha traído al mundo a LA PALABRA, Dios, hecho carne, sino también porque Ella, a través de su ejemplo, humildad y sencillez, que resaltan aún en los pocos versículos con los que el Evangelio se refiriere directamente a Ella, se nos presenta como la mujer de oración, meditación y estudio que era.

A través de la tradición de la Iglesia, aprendemos que María, es la que custodia la fe que es entregada como don por el Espíritu Santo a todos sus hijos, para que siendo Ella “Abogada y Auxilio”, nos ayude a llegar más fácil y rápidamente a Jesús.

Es Ella quien, con su vida, nos enseña que la fe que se pide con perseverancia y pureza de intención, es dada por el Espíritu Santo a manos llenas; que la vida es un caminar en gozo, cuando se tiene a Dios caminando con uno, y cuando todo lo que se hace, y las decisiones que se toman, están basadas en el ferviente deseo de cumplir la Voluntad de Dios en todo momento, sean situaciones importantes o en aquellas que menos lo son.

María nos enseña que siempre hay que caminar viendo hacia al Cielo, sin asustarse, sabiendo por fe que Dios está siempre con nosotros y nunca nos abandona; seguros de que Él, como en los tiempos de María y del Pueblo Judío, Obrará milagros y prodigios para ayudar a sus Hijos que, tomados de la Mano de la Madre del Cielo, en abandono y confianza en Él, se sostienen de pie ante las dificultades e incertidumbres del momento.

Terminamos contando una breve historia:

Sucedió ya avanzado el siglo veinte, cuando tres jóvenes drogadictos y con gustos impropios a las normas de la moral y el buen comportamiento, eran el dolor de cabeza de las colonias donde éstos vivían.

Los vecinos y conocidos de ellos les decretaron a los tres una “guerra fría”, que consistía en que nadie los invitaría más a ninguna fiesta, no los tomarían en cuenta para ningún evento, nadie los ayudaría, saludaría y menos daría dinero…

Los tres muchachos adictos, se dieron cuenta de que era terrible vivir en barrios donde nadie, pero nadie les demostraba el mínimo aprecio o preocupación, y muchísimo menos cariño.

Un día, en medio de la más depresiva impresión de desprecio y abandono, se dirigieron a un rio cercano muy caudaloso, con fuertes corrientes y aguas tumultuosas por las fuertes lluvias que se habían estado registrando en la región.

Desde el puente del pueblo, se tiraron a sus aguas, pero en ese mismo momento, bajó una poderosa oleada de agua de lluvia, que los echó de manera impresionante hacia la orilla. Los tres se quedaron desconcertados, y a uno de ellos se le ocurrió una idea: “¡Esto se debe a la medallita de la Virgen!; esa que llevamos los tres en nuestro cuello, que nuestras madres nos han puesto. Quitémonos esta superstición de nuestras madres y ya todo se arreglará…”

Dos de ellos se arrancaron con rabia la medalla de la Virgen santa y se arrojaron nuevamente al torbellino de las fuertes aguas caudalosas del crecido río. Un turbión de aguas violentísimas los arrastró en medio de palos y basura, y desaparecieron los dos entre ese abismo de furiosas aguas.

El tercer joven no se atrevió a arrancarse del cuello la medalla de la Virgen, porque a pesar de toda su vida descarriada, guardaba en su corazón el amor sincero y puro que su madre le había inculcado a la Madre del Cielo y hacia su sagrada imagen. Y al ver desaparecer a sus dos compañeros entre las turbias aguas, se puso a reflexionar: “Así se los llevaron los vicios y la impiedad a la perdición. A mí me salvó la Virgen María. Estuve a un minuto de mi condenación eterna y la Madre de Dios me libró de esta locura”.

Y se volvió triste y pensativo, al igual que asustado, a su barrio y a su casa.

En adelante cambió totalmente de conducta. Se unió a un grupo de la Parroquia donde había crecido, y ahí lo ayudaron, entre toda la comunidad, a vencer los vicios y a cambiar de vida. Empezó a ayudar en los afanes de la Iglesia, pasando de una cosa a otra, hasta ponerse a ayudar al párroco, que, con su buen ejemplo y excelente sacerdocio, lo impulsó a meterse al Seminario y consagrarse dentro de una Orden Religiosa Misionera. Él, ya lleva varios años trabajando alegre y plenamente satisfecho en las misiones del África (Extraído de “El Mensajero de la Virgen”, 1982).

Cuando con fe invocamos a nuestra Madre del Cielo, siempre obtenemos su favor. Por eso la Iglesia Universal, por siglos la ha llamado con los bellos títulos de “Salud de los enfermos”, “Refugio de los pecadores”, “Auxilio de los Cristianos”, y tantos otros…

A Ella, que trajo a La Palabra al mundo en la Encarnación, por amor a Dios y profunda fe, le decimos encomendándonos: “Madre Santa, salva a nuestra Patria, y conserva nuestra fe”.

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen, durante los siguientes 4 días, la “Coronilla a las lágrimas de María”, también llamada la “Corona de los siete dolores de la Virgen”, pidiendo especialmente:

– Por la conversión del mundo.

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por la situación económica de todas las familias del mundo.

– Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo, y por quienes los gobiernan.

– Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal.

– Para que, por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE.

ACLARACIÓN: Esta Coronilla que rezaremos NO es la que rezamos como devoción en nuestro Apostolado con los Padrenuestros y Avemarías ni nuestras meditaciones habituales. Los Siete Dolores, por supuesto, son los mismos, pero esta es una versión breve, para estos próximos diez días.

Iniciaremos esta Coronilla como siempre se la hace, rezando el Credo de los Apóstoles, que es el que habitualmente rezamos en el ANE; luego rezamos la «oración inicial» y lo que sigue, como se indica a continuación:

CREDO DE LOS APÓSTOLES:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Con tus lágrimas, oh, Madre Dolorosa, destruye el dominio de los infiernos.

Con tu mansedumbre, Oh, Señor Jesucristo, Tú que estás desligado de cadenas, libra al mundo de los errores actuales. Oh, Jesús crucificado, postrados a tus pies, te ofrecemos las lágrimas de tu Santísima Madre, que te acompañó con ardiente y compasivo Amor, en el Doloroso camino de la Cruz.

Concédenos, oh, Buen Maestro, que sigamos de todo corazón, las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que, cumpliendo con tu Santísima Voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Los 7 Dolores de la Santísima Virgen:

Primer Dolor: Al oír la profecía de Simeón, de que su Hijo iba a morir y que su alma sería traspasada por una espada.

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores, para que esto me ayude en mi Conversión”.

Intención: Por la conversión del mundo, empezando en nosotros, pecadores, que meditaremos estos misterios de dolor de nuestra Madre.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Segundo dolor: La huida a Egipto

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos”

Intención: Por los enfermos de COVID-19 y sus familiares: que por intercesión de nuestra Madre del Cielo, el Señor alivie sus sufrimientos y les dé fortaleza.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Tercer Dolor: El Niño Jesús perdido por 3 días

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con la pérdida de tu Hijo durante tres días en Jerusalén. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios en el camino de la vida”

Intención: Por todas las almas que se nos han adelantado en el camino de regreso a la Casa del Padre, a causa de la pandemia, para que Dios las reciba pronto en Su Gloria, y para que el Señor, Rico en Misericordia, les dé la fortaleza y resignación a sus familiares y amigos ante el dolor de la pérdida.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Cuarto dolor: El encuentro de la Virgen María con Jesús, cargando la Cruz en el camino al Calvario

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario entre burlas, ultrajes y caídas. Ayúdame, Señora, para que lleve con paciencia la cruz de las mortificaciones y de los esfuerzos cotidianos”

Intención: Por la situación económica de todas las familias del mundo, y por todos los desafíos que se vienen en adelante; para que la Virgen nos cubra a todos con maternal Manto, y nos ate a Su Inmaculado Corazón.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Quinto dolor: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver morir a tu Hijo, clavado en la cruz entre dos ladrones. Ayúdame, Señora, a crucificar diariamente mis debilidades, vicios y pasiones”

Intención: Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo. Por los que gobiernan las naciones; para que el Espíritu Santo los ilumine y guíe ante la nueva situación, los riesgos y las oportunidades que enfrentarán las sociedades del mundo ahora.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María
  3. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  4. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo

Sexto Dolor: El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz y colocado en los brazos de su Madre

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo mundano.”

Intención: Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal del cuerpo y del alma; sea nuestro amparo, nuestro auxilio y nuestro perpetuo socorro; eficaz abogada e intercesora, verdaderamente una Madre, para todos nosotros.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Séptimo Dolor: Por la soledad en que se quedó al sepultar a su Divino Hijo

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado ya tu Hijo. Haz, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti y sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores.”

Intención: Para que por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias, dones y talentos que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE: personas de paz y de servicio; testigos y promotores del amor y la misericordia en los lugares donde nos desenvolvemos, transmitiendo fe, esperanza y caridad, especialmente a quienes más lo necesitan.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Oración final:

¡Oh, María, Madre del Amor, del dolor y de la compasión, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús, tu Hijo Divino a Quien invocamos, oiga nuestras súplicas, en nombre de tus lágrimas Maternales, y nos conceda la Paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

 LETANÍAS:

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo ten piedad de nosotros… Cristo ten piedad de nosotros

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo óyenos… Cristo óyenos

Cristo escúchanos… Cristo escúchanos

Padre Celestial, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Espíritu Santo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad y misericordia de nosotros

Ahora se contesta:  RUEGA POR NOSOTROS

Santa maría,

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre en el Corazón Crucificada,

Madre Dolorosa,

Madre llorosa,

Madre afligida,

Madre desamparada,

Madre desolada,

Madre de tu Hijo privada,

Madre por una espada de dolor traspasada,

Madre de penas consumida,

Madre llena de angustias,

Madre con el corazón en la Cruz clavada,

Madre tristísima,

Fuente de lágrimas,

Colina de tormentos,

Espejo de paciencia,

Peña dura de constancia,

Ancora de la esperanza,

Refugio de los desamparados,

Escudo de los oprimidos,

Vencedora de los incrédulos,

Consuelo de los miserables,

Medicina de los enfermos,

Fortaleza de los débiles,

Puerto de los que naufragan,

Calma de las tempestades,

Recurso de los afligidos,

Temor de los que ponen acechanzas,

Tesoro de los fieles,

Ojo de los Profetas,

Báculo de los Apóstoles,

Corona de los Mártires,

Juez de los Confesores,

Perla de las Vírgenes,

Consuelo de las viudas,

Alegría de todos los Santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo…Ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Virgen Dolorosísima, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de tu Hijo Santísimo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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