Sagrado Corazón de Jesús (Día 10°)

DÉCIMO DÍA:

Como comentamos ayer, la vida de Santa Margarita estuvo siempre tocada con las luces y el fuego del Corazón de Jesús, que hacía arder dentro de ella el celo por amarlo cada día más, darlo a conocer y hacerlo amar por los demás.

Sus experiencias místicas y sobrenaturales, a pesar de demandarle tiempo y dedicación especial, nunca fueron causa para que ella dejara de cumplir las actividades y compromisos que su orden le asignaba, y que, por santa obediencia, ella debía de cumplir; al contrario: trataba siempre de hacer mejor las cosas, con verdadero espíritu de sacrificio, ofreciendo y uniendo todo, a la Pasión y Sufrimientos del Señor.

Como siempre sucede, junto con los dones tuvo duras pruebas, persecución y la necesidad de ejercitar heroicamente las virtudes que fueron forjando la santidad en su vida diaria.

Contaremos aquí algo que le sucedió en 1680, por poner el ejemplo de una de las pruebas y sufrimientos que Margarita tuvo que vivir: estaba en verdad muy enferma y llegaba la fiesta del Corpus, donde su superiora “le concedió la gracia de recibir la hostia consagrada, junto con el mandato de no tomar medicina de ninguna clase durante un período de cinco meses, ni ir por nada en el mundo a la enfermería.” Añadió la Superiora por escrito que, “por orden de santa obediencia, pidiera la salud a nuestro Señor, a fin de poder practicar los ejercicios de la santa regla hasta la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen, el 21 de noviembre de ese año.”

Durante los cinco meses fijados por la Madre Superiora, Santa Margarita gozó de perfecta salud, quedando satisfecha la Madre Superiora de la prueba que había pasado airosamente, donde visible y eficazmente, se veía la Mano Milagrosa del Señor sobre la salud de Margarita.

En otra ocasión ocurrió algo similar, cuando Santa Margarita tenía que entrar en los ejercicios anuales del Monasterio. Margarita se encontraba en la enfermería con una calentura que no le daba alivio. La Madre Superiora le dijo: “Vaya hija mía, le encomiendo al cuidado de Nuestro Señor Jesucristo; que Él la dirija, gobierne y cure, según Su Voluntad.”  En eso, el Señor se le presenta mostrando la hermosura de su Sacratísimo Corazón y le hace levantar con mil señales de amor, y le dice: “Quiero que vayas y te presentes con salud a la que te ha enviado enferma y te ha puesto en Mis Manos.” Así, milagrosamente quedó sana y vigorosa, como si nunca hubiera estado enferma.

En una ocasión se le presentó Jesús cargando con la Cruz, cubierto de Llagas y de Sangre y le dijo con Voz dolorosamente triste: “¿No habrá quien tenga piedad de Mí y quiera compartir y tener parte en Mi Dolor en el lastimoso estado en que me ponen los pecadores sobre todo en este tiempo?” La santa, llena de tristeza, compartiendo los dolores del Corazón de su Divino Señor, se le ofreció y el Salvador colocó sobre sus hombros su pesada cruz. Se cuenta que el Señor permitió sobre ella una enfermedad que le hizo sentir muy pronto lo desgarrador de aquellos clavos.

Otra vez, estando en la Santa Misa y al acercarse al altar, se le apareció la Sagrada Hostia resplandeciente como sol, y distinguió al Señor, llevando en la Mano una Corona de Espinas. Él se la puso en la cabeza, diciéndole: “Recibe, hija mía, esta corona, en señal de la que se te dará pronto por tu conformidad conmigo.”

Todos estos sucesos extraordinarios, que con frecuencia llaman poderosamente nuestra atención, no tendrían absolutamente ningún sentido, si no dejaran para nosotros una enseñanza moral o práctica de cómo ser mejores personas, mejores cristianos, mejores apóstoles de la Nueva Evangelización.

En el libro de Santa Margarita de Alacoque, ella escribe así: “Ya que me llaman aquí estoy… Pero al mismo tiempo que ustedes, el Rey de Amor me pide y me manda que me acerque a ustedes, los apóstoles de su Sagrado Corazón, a ustedes, mis hermanos en la misma vocación de amor y de apostolado… Quiero repetirles, pues, la lección maravillosa y fecunda que, en Su gran Misericordia, quiso el Señor hacer a esta humilde discípula. ¡Óiganme! ¡Ah, si pudiera yo revelarles la gloria, toda la inmensa gloria con que el Rey de Reyes ha querido cubrirme por eternidad de eternidades, y esto porque Él Mismo se dignó inclinarse hacia mí y poner Sus Ojos en la pequeñez y pobreza de su sierva!”

Como hemos dicho ya un par de veces, nuestra espiritualidad está muy unida a lo que empezó con Sor Margarita y continuó, casi dos siglos después, con Sor Faustina. El Corazón de Jesús trae misterios profundos, que estamos llamados a desentrañar. Mañana reflexionaremos y aprenderemos sobre el valor inmenso del sufrimiento y la enseñanza que el Señor le dejó a Santa Margarita para compartir al mundo. En este apartado, veremos cómo Margarita escribe sobre ese gran misterio que mana del Corazón Adorado de Jesús, y de su gran sufrimiento por las almas de los hombres que lo olvidan, agreden y vuelven a crucificar con sus pecados.

Mañana, si Dios quiere, continuaremos…

MEDITACION:

El día de hoy meditaremos sobre la misericordia que el Señor, a través de la vida de santa Margarita, nos enseña. Él, que es fuente de Misericordia y Amor, espera que abramos nuestro corazón para recibir estas gracias en abundancia. ¿Y que desea el Señor para derramarlas en ti…? pues únicamente que digas “SI”. Que digas “sí quiero, Señor; espero en Ti, confío en Ti y te amo sobre todas las cosas.” Pero no de boca para afuera, necesita que realmente CREAS. Que creas que Él puede sanarte, puede elevarte, puede hacerte mejor y puede servirse de ti, en la edificación de su Reino, no con espectacularidad, no con luces y brillos, sino con simpleza y humildad, en tu labor de cada día.

Sólo es necesario te dejes guiar y llenar por Él, sacando todo espíritu de desobediencia, soberbia y egoísmo que haya en ti. El Señor transformará tu alma como el Santo Alfarero que Es, y hará de tu jarrito viejo y resquebrajado, una vasija nueva, llena de toda clase de virtudes, preciosa ante sus ojos (que son los que mejor ven, mejor valoran y mejor pagan).

Reflexionemos y pidamos al Señor que nos ayude a ser realmente de Él. Que nos ayude individual, pero también colectivamente, como comunidad de ANE-hermanos, para saber inyectar esperanzas, en ver de lanzar condenas. Agrandar nuestro corazón, para parecernos cada día más a su Sacratísimo Corazón, lleno de Misericordia para aquellos que más lo necesitan. Y aquí es donde viene el centro de nuestra reflexión: Jesús viene a sanar a los enfermos, a los más dolidos, a los que necesitan de salvación.

Primero, si quieres parecerte a Él para amarlo y servirlo mejor, es indispensable TE SEPAS ENFERMO, DOLIDO Y CON NECESIDAD DE SER SALVADO POR ÉL. En el momento que alguna de estas cosas no ocurra en tu alma, Dios no puede trabajar en ella, y por eso sucede muchas veces, que todos tus esfuerzos, no tienen los frutos que se esperan.

Segundo, es indispensable, para estar dentro del Corazón de Jesús, que obres y actúes a como Él, es decir, que afines y pases por el colador de la PUREZA DE INTENCIÓN cada una de tus acciones, para que cada una de ellas esté llena de misericordia, verdadero amor e inflamada caridad.

Tercer, es indispensable igualmente que permitas al Corazón de Jesús actuar a través de tu corazón, para que tus acciones estén llenas de misericordia, verdadero amor e inflamada caridad; que te solidarices con todas las miserias, materiales y espirituales de quienes te rodean y que veas en todos tus hermanos, especialmente en los que te cuesta más, el Rostro de Cristo, que quiere ser amado y servido a través de ellos. No puedes ser indiferente ante las personas que te necesitan, aunque tal vez ellos no sepan que se hallan necesitadas.

Medita y pide al Señor que, en este día, que extienda los rayos de su infinito amor hasta tu alma, y ponga sus santas y venerables manos sobre cada una de tus heridas, para que sea Él, y únicamente Él, quien las sane con su amor.

Cuando repites, “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”, ¿realmente confías en Él como Él te lo solicita y tú lo necesitas, para que pueda Obrar en tu corazón y en tu vida? En realidad, ¿le entregas todo al Señor?

Hoy pensemos, meditemos, oremos, permitamos al Señor que sacuda nuestros corazones y de una buena vez, actuemos.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

 

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN

SEGUNDO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del segundo día: Deseos y amorosos suspiros

¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puerta por donde nosotros llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dígnate estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por Ti a tu Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amarte. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Retiro de Pentecostés 2020

HORARIO DEL RETIRO

INGRESA AL AULA CON ZOOM

LEER ATENTAMENTE ESTA PRIMERA PARTE

 Duración prevista para el retiro: 2 horas.

TIPO DE RETIRO:

  • Encuentro personal con Dios en la oración, lectura de textos y Adoración al Señor en casa (en Espíritu y en Verdad).
  • Dinámicas personales
  • Meditación con audio

PREPARAR PARA TU ENCUENTRO CON EL ESPÍRITU SANTO: 

  • Material de lectura para realizar el retiro, que está disponible en esta página.
  • Se te pedirá de manera especial que, antes de empezar el Retiro:
    • Hagas un PROFUNDO examen de conciencia, le pidas perdón a Dios por todo aquello en lo que le has ofendido, has hecho daño a algún hermano o hermana tuya, y has dañado tu alma retrocediendo en tu camino de santificación.
    • Luego escribirás en tu libreta lo siguiente:
      • Qué Don quieres pedirle al Espíritu Santo que te regale, según lo que crees que necesitas. El Don que te regale el E.S, vendrá acompañado de un santo, que te acompañará durante el año intercediendo por ti ante el Señor en tus necesidades y la ayuda que le pidas.
      • Si tienes actualmente algún pecado contra el Espíritu Santo del que tengas que arrepentirte y confesar, escríbelo para pedirle perdón al Señor en la Adoración espiritual, y al momento que sea posible, pedirle perdón sacramentalmente.
    • Ubica las lecturas y ten tu Biblia a mano
    • Prepara un lugar donde puedas adorar al Señor, aunque no lo tengas físicamente presente, pero que esté adecuado para eso.
    • Escoge un espacio en casa donde poder reflexionar y trabajar en silencio y en paz.
    • Ten a mano un cuaderno o libreta y un bolígrafo o lápiz para tus apuntes
    • Es opcional, si quieres imprimir todo el retiro para tenerlo físicamente o hacerlo viéndolo en tu pantalla.
    • No se te olvide el material de audio y video que tendrás que ver en tu computador, teléfono o tablet.
  • Tema I: “Lej Lejá: Ve hacia ti mismo (Viaja dentro de ti)”
  • Tema ll: El Espíritu Santo en la Iglesia (Audio de Padre Renzo)
  1. RECOMENDACIÓN: NO DISTRAERSE CON ANUNCIOS PUBLICITARIOS PREVIOS, NI CON VIDEOS QUE PODRÍAN APARECER POSTERIORMENTE A LOS VIDEOS ELEGIDOS PARA ESTE RETIRO ¡¡¡CUIDADO CON ESO!!!

 (VER EL VIDEO AHORA, HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/_a-vtoRqs3Y )

I.- INTRODUCCIÓN:

En este retiro, diferente de como lo hacemos generalmente, iniciaremos con un trabajo de introspección, es decir, tratando de inspeccionar dentro de nosotros mismos, para encontrar al hombre o a la mujer que vive allí y responder lo más objetivamente posible a la pregunta: ¿Quién soy?

Pediremos la luz del Espíritu Santo, para que nos ayude a encontrarnos, en medio de esta situación inusual que estamos viviendo, y responder a muchas de las interrogantes que, consciente o inconscientemente, guardamos en nuestra mente y en nuestro corazón… Interrogantes que, lo sepamos o no, a veces no nos dejan avanzar hacia adelante, para recibir la luz y las efusiones del Espíritu Santo.

El nombre de este Retiro, “Lej Lejá”, viene del idioma hebreo, y significa, entre otras cosas: “Viajar dentro de uno mismo”. La introspección es precisamente eso: Ver profundamente dentro de uno; analizarse por dentro.

El Espíritu Santo nos ayuda a crecer en lo que podríamos llamar “dos movimientos”: por un lado, nos ayuda a darnos cuenta de nuestros errores, y por el otro, acrecienta, fortifica y engrandece nuestras virtudes, para ir superando esos errores.

Es el Espíritu el que nos entrega aquello que nos hace falta y sana aquello que está enfermo.

El Espíritu Santo es el que nos da la identidad de hijos de Dios, porque es la parte de Dios que vive en nosotros, cuando estamos en el estado de gracia santificante; en la gracia de Dios.

En eso es en lo que trabajaremos a través de estas horas, en compañía y bajo la protección de nuestra Madre del Cielo que, como intercesora, abogada y dispensadora de gracias, nos ayudará con su Auxilio y Presencia, a comprender y asimilar lo que Dios Espíritu Santo quiere entregarnos en este día.

Digamos entonces como Samuel: “Habla Señor que tu siervo escucha” (1 Samuel 3,10).

II.- DESARROLLO DEL RETIRO

1.- ORACIONES

Pongámonos en la presencia de Dios, + en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo + Amén, y empecemos nuestra jornada de oración y meditación, invocando las luces del Espíritu Santo, con las siguientes oraciones:

1.1.- INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Oh, Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:

Lo que debo pensar, cómo debo pensar

Lo que debo hacer, cómo debo hacer

Lo que debo decir, cómo debo decir

Lo que debo callar, cuándo debo callar

Lo que debo sentir, cómo debo sentir

Cómo debo actuar para Gloria de Dios, bien de las almas y mi propia santificación

Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender,

Sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar…

Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar, ¡Así sea!

1.2.- ORACIÓN COMPUESTA POR JUAN PABLO II AL ESPÍRITU SANTO:

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo de la vida y prepara nuestro espíritu para vivirla con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.

 Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

 Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el Universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente, en el mundo, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren, juntos, en la edificación del único Reino de Dios.

 Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos, el compromiso por un mundo mejor.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Has fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones, y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

 Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!

 

2.- TEMAS Y PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

(VER EL VIDEO AHORA HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtube.com/watch?v=cDP1Ly6K6lM )

2.1.- TEMA 1: HOMBRE, MUJER… ¿QUIÉN ERES…?

Hoy en día, el hombre vive en una crisis total de valores y siempre en búsqueda de la “felicidad”. Pareciera que esa felicidad es imposible de encontrar, y por tanto, de alcanzar. No sabe porque está donde está, porque vive lo que vive, a donde se dirige y porqué lo hace. En síntesis, no sabe quién es ni encuentra sentido a su existencia.

Es por ello, que el enemigo tan sutilmente se ha metido en los corazones y en las mentes del hombre, inventando toda clase de corrientes y lógicas “ilógicas” que lo apartan de Dios y de su verdadero destino e identidad.

Si el hombre no sabe y entiende Quién es su Padre, a qué está llamado y lo que es capaz con el apoyo de ese Padre y esa familia a la cuál él pertenece, por consiguiente, no sabe su apellido, no reconoce a su Madre, no sabe ni cree en sus antepasados y no conoce su lugar ni su destino en el tiempo que vive y en el mundo que habita. El hombre NO SABE SU NOMBRE Y DESCONOCE SU APELLIDO…

Es por eso, que pedirle y hacer comprender a alguien que no crea en tantas cosas que los saca del camino verdadero, apartándolos de su verdadera identidad, es casi imposible. El hombre, (especialmente los que no creen o se han apartado de Dios, pero los que creen igualmente), necesita revalorarse como alguien especial que vive para un propósito, que con el uso de su libertad y utilizando su inteligencia y voluntad, deberá ir descubriendo y poniéndolo en práctica.

LEJ LEJÁ: Es una frase hebrea. Su significado, para los estudiosos de las Sagradas Escrituras, es el de “regresar al origen”, al país (lugar) de donde eres, y para el que estás hecho. Esta frase representa el llamado de Dios a Abraham: “Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Te convertiré en una gran nación. Te bendeciré y te haré grande. Serás una bendición. Bendeciré a aquellos que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Todas las familias de la tierra Serán bendecidas a través de ti”. (Génesis 12,1-3).

La relación central del hombre con Dios no está basada en un reconocimiento racional de las propias virtudes. Es un nivel de relación que el ser humano no puede alcanzar por sus propios medios ni méritos, sino porque Dios nos ha elegido, a través de Jesucristo, Su Hijo, como hizo primero con nuestros hermanos mayores en la fe: Israel, Su Pueblo. Es por eso que el primer vínculo entre el hombre y Dios Padre, mencionado en el Antiguo Testamento, comienza con una frase célebre, épica: “Y habló Dios con Abraham”.

Allí se inicia un vínculo de unión cercana, de amor e intimidad, que parte de la Divinidad. Se trata de un nivel de relación al que ningún hombre puede acceder con su propia fuerza y capacidad. Este vínculo se refleja en el primer mandato a Abraham que leemos en el Antiguo Testamento, cuando Dios le ordena “Vete de tu tierra”. Esto es algo muy fuerte: Dios le dice eso a Abraham, pero no solamente quería que se mudara de casa, sino que el Señor quería que abandonara todo lo que hasta ese momento había sido Abraham. Dios quería que Abraham, al avanzar en el camino hacia la nueva tierra que Dios le mandaba, dejara su antigua vida, para recibir la nueva misión, y con eso captara su nueva identidad como Hijo de Dios.

Por medio de su mandato, el Dios Todopoderoso transformó a Abran en Abraham. Ese cambio de nombre tiene una serie de connotaciones o significados: lo vuelve, de ser alguien “sin apellido” (diríamos ahora, de alguna manera) en alguien que, se sabe, viene de un linaje, y en este caso, un linaje divino. Abraham es llamado por Dios y transformado para Él, para ser el Padre de una gran familia “tan numerosa como las estrellas del cielo”. Abraham, como Isaac, Jacob y otros tantos, son llamados por Dios y elegidos por Él para formar parte de esta gran alianza y familia, que lleva el sello y la unción de Dios Espíritu Santo.

Lo mismo sucede con nosotros en nuestro bautismo, donde nos convertimos, así como Abraham, en hijos de Dios por la unción de su Santo Espíritu. Pero eso nos sucede por el deseo, la voluntad y el amor de nuestros padres. A nosotros nos toca ratificar esa alianza, primero, en la Confirmación, pero también en cada tiempo de “Pentecostés”.

Es por eso que todo católico tiene la obligación de realizar, de tanto en tanto, una introspección. Un viaje hacia adentro. Un ver hacia sí mismo. Un regresar al origen y ver (descubrir) de dónde vienes, quién eres y a dónde vas. Ser consciente de ese pasado glorioso (el de nuestro padre Abraham), la Pascua de nuestros hermanos mayores, los hebreos, y de las maravillas que Dios ha hecho desde tiempos inmemoriales… Y cómo es Él, Quien nos llama de nuevo en este momento por nuestro nombre y nos recuerda esa identidad y ese linaje de la familia a la cual pertenecemos, para enviarnos a realizar una misión con un espíritu nuevo y renovador: su Santo Espíritu.

Esta relación, que comenzó con Abraham, recae sobre cada uno de nosotros, sin diferencia de edad, raza, posición social o sexo: Todos somos creaturas de Él y todos regresaremos a Él.

Dios, en el Antiguo Testamento: el Padre, como primera persona de la Santísima Trinidad, Jesús, como segunda persona de la Santísima Trinidad, unidos en el Espíritu de ambos (tercera persona de la Trinidad Santa), han realizado una alianza con el hombre, que va más allá de nuestra razón y entendimiento. Dios quiere, que a partir del uso de la libertad y conocimiento de Su Misericordia y de Su Amor, además, por medio del cumplimiento de la Voluntad Suprema, el hombre reconozca y comprenda este lazo único que existe entre el alma de la criatura y su Creador.

Pero… ¿quién es realmente el hombre? ¿por qué y para qué ha sido creado? ¿es un ser más en medio de la naturaleza? ¿dónde está su alma? El hombre, hoy en día, no sabe quién es en realidad.

San José María Escrivá de Balaguer decía: “Esa es la gran osadía de la fe cristiana: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo.” (Es Cristo que pasa)

Podemos entonces pensar: ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas? El libro del Génesis nos dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó» (Gen 1,27). ¿Qué significa haber sido creados “a imagen de Dios”?

El hombre ocupa un lugar único en la creación: “está hecho a imagen de Dios” (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado “hombre y mujer” (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV). (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 355)

Esta es la misión de la fe católica: Tener la valentía de proclamar y anunciar la dignidad de la naturaleza humana, de afirmar que, mediante la gracia, somos elevados al orden sobrenatural y hemos sido creados para alcanzar esa dignidad que nos da el sólo hecho de ser hijos de Dios.

Pensemos: ¿por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad…? De todas las criaturas visibles sólo el hombre es “capaz de conocer y amar a su Creador” (GS 12,3); es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad: «¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo a la divina providencia 13, citada en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 356).

Tomando en cuenta la acción del Espíritu Santo en nuestras almas, y la acción directa que Éste tiene en nuestras vidas, en el día a día de nuestras acciones y tomas de decisiones, el Espíritu Santo nos regala dos de sus más exquisitos dones: el Don de la Sabiduría, que es aquél que nos hace gustar y conocer a Dios y sus promesas, y el Don de Discernimiento. Estos dones nos dan la capacidad de poder juzgar, a los ojos de la verdad, las situaciones, circunstancias y cosas de la vida.

Lej Lejá: Regresar al origen… tratar de vernos nosotros mismos a los ojos de la verdad que nos regala el Espíritu Santo, para suscitar en nosotros los deseos de conversión, pero especialmente, el deseo de reencontrarnos con esa criatura que desea sentirse “parte de algo grande”; parte de esa familia a la que todo un Dios pertenece y gobierna: la familia de Jesús. “Quien cumple la Voluntad del Padre, ese es mi hermano” (San Marcos 3,35).

Entonces, ¿qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios? “Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 357).

Nuestro Dios, Padre de Jesucristo y nuestro Creador, no es un Dios que desde lo alto ve a sus creaturas y las mueve con hilos, como si fueran marionetas. Tampoco es un Dios que contempla la suerte de los hombres indiferentemente, como si fueran cualquier cosa. Es un Dios, Padre Creador con todas las palabras que conlleva, que ama ardientemente a sus hijos y desborda de cariño, de manera única y especial, por cada uno de ellos. Dios Padre, nos ha regalado el gran privilegio, el excelso don del amor. Es decir: hemos recibido del mismo Espíritu Santo, Espíritu de Amor, el amor.

Somos capaces de amar y ser amados. De esta manera el ser humano trasciende lo efímero y transitorio. Tenemos nombre y apellido y eso nos da certeza de por qué y para qué se camina, se sufre, se goza y se ofrece. Dios nos da identidad de hijos, mostrándonos un camino que transitar, no solo en búsqueda de la felicidad, sino teniendo la felicidad y el gozo dentro de sí mismo, como prenda de una felicidad plena, mayor, que ha de llegar al completar el camino, que se hace cierto y verdadero, y que sobre todo tiene un rumbo establecido y bien apuntado.

Lo efímero se hace concreto, realidad, verdad, certeza. Lo transitorio tiene calidad, importa, trasciende, vale. El hombre “se llama”, tiene identidad, unción, sello; tiene nombre, y Dios lo llama personalmente, amorosamente, viéndole a los ojos y por su nombre.

Y luego pensamos: ¿para qué hemos sido creados? ¿Qué quiere Dios de nosotros, de mí…? Dios creó todo para el hombre (Cfr. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios, y para ofrecerle toda la creación: “¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha” (San Juan Crisóstomo, citado en Catecismo de la Iglesia Católica, n. 358)

Es decir, que el hombre es común (igual) a los demás hombres, sin importar la raza, lengua o color de piel. Nos une el mismo lazo de ser hijos de Dios y creaturas creadas por la Omnipotencia y Sabiduría de Dios, creador de todo cuanto existe. Y ¿Qué es lo que nos une…? nos une esa identidad que da el ser hijos del mismo Padre que nos ha creado a su imagen, para ir asumiendo y adquiriendo, de poco en poco y con la ayuda del Espíritu Santo, la semejanza en su Hijo, Jesús.  El hilo conductor, del corazón del hombre al Corazón de Dios, y a su vez al corazón de los hermanos, es el Espíritu Santo de Amor, que rodea todo, que santifica, vivifica y da vida a toda la creación. Esta acción, a la que todos estamos llamados y de la cuál debemos de responder, debido al linaje al cual pertenecemos, se llama: “ley de solidaridad humana y de caridad, y es aquella que, sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos”. (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 361)

Lej Lejá… ¡regresa a tu origen!  Piensa, ¿Quién eres…? El Verbo se ha dignado asumir una naturaleza humana íntegra y consagrar la tierra con su presencia y con el trabajo de sus manos. La gran misión que recibimos, en el Bautismo, es la corredención (el ayudar a Cristo a salvar almas, por eso) nos urge la caridad de Cristo, para tomar sobre nuestros hombros una parte de esa tarea divina de rescatar las almas. (Es Cristo que pasa, 120)

CONTESTA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: (Haz el ejercicio de verdad, tomando una hoja y un bolígrafo y escribe)

  1. ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas?
  2. ¿Por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad?
  3. ¿Para qué ha sido creado el hombre?
  4. ¿Qué tienen en común todos los hombres? ¿Qué nos une? ¿Por qué somos distintos del resto de seres?
  5. Para ti, ¿qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios?

Después de haber respondido por escrito a las anteriores preguntas (NO ANTES), sigamos…

Así como a Abraham, Jacob, Isaac, David, Salomón, Moisés, etc. y tantos personajes en el Antiguo Testamento recibieron encomiendas de manos de Dios, ahora, en la plenitud de los tiempos, el Espíritu Santo sigue abonando a su Iglesia y sembrando en los corazones los dones necesarios, para que, con el testimonio de Jesús y la enseñanza de la Iglesia, los hombres caminen haciendo la Voluntad del Padre y contribuyan a la venida, a la edificación e instauración del Reino de Dios. Medita brevemente esto, y ya habiendo leído concienzudamente lo anterior, reflexiona sobre las siguientes preguntas y contesta a lo que sigue…

 a.- ¿Quién eres?

  1. Escribe tu nombre y apellido
  2. ¿Conoces a tu padre y a tu madre? En breves palabras, ¿qué recuerdas de cada uno de ellos? (escríbelo)
  3. ¿Sabes bien de qué familia vienes? ¿Recuerdas alguna tradición, historia, anécdota, que se haya transmitido de generación en generación? Escribe, aunque sea una breve referencia a ella, en pocas palabras…
  4. ¿Qué te hace sentir honrado de tu familia? ¿Qué cambiarías de ella?

b.- Ahora, con base en todo lo que has leído, medita y contesta honestamente:

  1. Más allá de tu familia, conforme a tu experiencia personal de vida en este mundo, ¿quién podrías decir que eres?
  2. ¿A quién verdaderamente perteneces? ¿Qué tanto puedes decir, con la mano en el pecho, que eres de Dios?
  3. ¿Consideras que te puedes hacer llamar, legítimamente, “linaje de Dios”? ¿Consideras que tu familia espiritual, la que Dios te ha dado especialmente en el ANE, es tu verdadera familia? A esa familia espiritual ¿la tratas como tal?

c.- Según la vida que llevas:

  1. ¿Has pensado qué haces aquí y qué misión tienes?
  2. ¿Qué crees que Dios quiere de ti? ¿Sabes cuál es tu lugar en el plan de Dios?
  3. ¿Cómo vas en el cumplimiento de tu misión? ¿Qué cosa puedes y DEBES mejorar? ¿Qué harás, en relación con eso HOY MISMO, al terminar este retiro? Si no haces NADA extraordinario, distinto de lo que estabas haciendo, de poco o nada te servirá este tiempo de retiro y reflexión junto al Señor.

Al venir Jesús al mundo, humanándose por amor a los hombres, al asumir la naturaleza humana, consagra con Su Presencia la tierra y el trabajo que se ha dignado hacer con sus santas manos. Es así como todos los hombres, especialmente los Apóstoles de la Nueva Evangelización, estamos llamados a ayudar al Señor: rescatando y llevándole almas, tomando sobre nuestros hombros, una pequeña parte de esa Tarea Divina del rescate de las almas.

Esa es la misión, ese es el desafío. A eso nos urge el Señor y todo lo que hagamos debe de estar enfocado en lograr primero, la salvación del alma personal, y después, ayudar a la salvación del alma de los hermanos. Ponemos este orden no por una cuestión de egoísmo, sino porque necesitamos estar llenos de Dios para poder transmitir a Dios… Y no decimos llenos del “conocimiento” de Dios, porque eso es tan fácil como vano: Por eso decía Juan Pablo II “La Iglesia NO necesita maestros, necesita TESTIGOS”, es decir, personas que den auténtico testimonio, con su vida, con sus actos y sus no-actos, más que con sus palabras.

Allá está encerrada la felicidad. Allá está encerrado el valor del ser y el existir. Darse a los demás sin esperar nada a cambio, más que la certeza del saber que, el que sirve, se hace más parecido a Aquél del cuál viene, de su Padre que es el modelo.

NOTA: ¡Si no sabes de dónde vienes y quién eres, no sabrás a dónde vas! Siempre que tengas dudas sobre el camino, regresa a tu origen, ve dentro de ti, medita con la efusión y luz del Espíritu Santo sobre la Palabra de Dios, y encontrarás las respuestas a todo aquello que no le encuentras solución.

La felicidad que tanto buscas y anhelas, está en esa identidad que debes de asumir. Está en una mirada profunda a tu interior, en una simple invocación: “¡Ven, Espíritu Santo!” y en cuatro palabras que salgan de tu boca con fe y abandono: “¡Jesús, en Ti confío!”

 (VER AHORA EL VIDEO HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/zSaeAexEhmc )

 

2.2.- TEMA 2: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA (Padre Renzo) HAZ “CLICK” EN ESTA LIGA:

 http://aplicacion.a-n-e.net/wp-content/uploads/2020/06/Padre-Renzo-Pentecostes.mp3

 

3.- ACTIVIDAD DE ADORACIÓN ESPIRITUAL

Indicaciones:

Utiliza ahora el lugar donde has dispuesto para hacer tu adoración espiritual, y tu comunión espiritual igualmente. Ten a mano alguna música de adoración o alabanza que te ayude a lograr concentrarte y adorar espiritualmente de la mejor manera posible al Señor.  Lee durante la adoración, los siguientes mensajes y medítalos.

1.- El fuego prueba y purifica. En el fuego se purifica el oro, y los adeptos de Dios en el horno de la humillación (Eclesiástico 2,5). En el crisol se separa el oro de la escoria. La vida fácil no revela lo que hay en el hombre, y mediocridades sin cuento andan por los caminos del mundo sin saber ellos mismos el precio de su vida y el valor de la virtud. Pero llega la adversidad, y da la oportunidad de mostrar el temple y ejercer la paciencia.

HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE MENSAJE, Y MEDITA

2.- El sufrimiento acrisola la vida. Y ahí está el secreto de entender de alguna manera y encontrar fuerzas para hacer frente al dolor, dentro del misterio de vida y fe que es el sufrir. El secreto es saber que ese sufrimiento que nos aqueja, por duro mi voz de aliento a los que sufren. Cuando les llega un gran sufrimiento corporal o espiritual y ustedes lo aceptan con espíritu de oblación, aquello puede ser furente de gracias innumerables” (continúa leyendo Cruzada de la Salvación 25 págs.25 y 26)

HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE, Y MEDITA

3.- ¿Qué significa nacer de nuevo, nacer del Espíritu Santo?

Nicodemo fue a escondidas, a ver a Jesús, para aprender de Él. (Jn 3,1-9). Tanto aprendió y tanto creyó en Jesús que fue uno de los pocos “valientes” que estuvo para el momento de la sepultura de Cristo (Jn 19,39).

Quien ha nacido del Espíritu Santo se da cuenta de que Dios es lo más importante en su vida, se da cuenta de que quiere vivir para Dios y para lo que Él le indique, se da cuenta de que, aunque se ocupe de todo lo que tiene que ocuparse (trabajo, estudios, familia, amigos, etc.) toda su vida está centrada en Dios y hacia Dios va para su encuentro definitivo con El, que tendrá lugar al fin de los tiempos o nos llega en el momento de nuestra muerte.

¿Cómo volver a nacer? ¿Cómo nacer del Espíritu Santo? ¿Cómo puede suceder esa trasformación?

Veamos qué hicieron los Apóstoles antes de recibir el Espíritu Santo: creer (que recibirían el Espíritu Santo) y obedecer lo que Jesús les dijo (en el caso de ellos, quedarse en Jerusalén), orar, orar junto con María.

Para “volver a nacer” hay que creer en Dios, obedecerlo y orar. Así “seremos bautizados en el Espíritu Santo”.

Jesús anuncia en la Última Cena la venida del Espíritu Santo: (Jn 16,7-11)

“Pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor, no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré. Cuando El venga, mostrará claramente a la gente del mundo quién es pecador, quién es inocente, y quién recibe el juicio de Dios. Quién es pecador: el que no cree en mí; quién es inocente: Yo, que voy al Padre, y ustedes ya no me verán; quién recibe el juicio de Dios: el que gobierna este mundo, que ya ha sido condenado.

Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. Cuando venga el Espíritu de la verdad, El los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. Él mostrará mi gloria, porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes.

Jesús les dio a sus Apóstoles el poder de perdonar los pecados dándoles del Espíritu Santo: (Jn. 20, 21-23)

Luego Jesús les dijo otra vez: –¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.  Y sopló sobre ellos, y les dijo: –Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.

HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE MENSAJE, Y MEDITA

4.- El Espíritu Santo es el espíritu reconciliador que perdona nuestros pecados y el espíritu pacificador que nos da la paz al sabernos perdonados.

Jesús prometió el Espíritu Santo antes de su Ascensión para que pudieran llevar su mensaje a todos los rincones:

Todas esas promesas se cumplieron el día de Pentecostés: (Hech. 1, 1-41)

Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, [a] todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. 3 Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. 4 Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran.

Entonces Pedro se puso de pie junto con los otros once apóstoles, y con voz fuerte dijo: «judíos y todos los que viven en Jerusalén, sepan ustedes esto y oigan bien lo que les voy a decir. Estos no están borrachos como ustedes creen, ya que apenas son las nueve de la mañana”.

«Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados; y aquel día se agregaron a los creyentes unas tres mil personas.

Así comenzó a organizarse la primitiva Iglesia en Jerusalén.

El Espíritu Santo fortalece al cristiano en la tribulación y lo hace valeroso y sabio para comunicar la fe, aún a costa de grandes sacrificios y hasta de la propia vida.

Otros, que ya habían recibido el Bautismo de agua, reciben el Espíritu Santo por imposición de manos: (Hech. 8, 14-17)

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, mandaron allá a Pedro y a Juan. Al llegar, oraron por los creyentes de Samaria, para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y así recibieron el Espíritu Santo.

Otros no judíos reciben el Espíritu Santo mientras San Pedro predicaba. Luego fueron bautizados con agua. (Hech. 10, 44-47)

HAZ UNA PAUSA ANTES DE SEGUIR, Y MEDITA

5.- En un momento de silencio, se entrega a Dios nuestras peticiones y la gracia de disponernos a recibir el Espíritu Santo en nuestro corazón.

ADORACIÓN CON JUAN PABLO II

4.- ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.

Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.

Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.

Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

5.- CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.

¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado JESÚS.

Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

(Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, por las intenciones del Sumo Pontífice)

6.- DINÁMICA DE” REPARTICIÓN DE DONES”

Indicaciones:

Sin que veas, antes de seguir avanzando tu cursor, escribe en siete papelitos los números del 1 al 7 y ciérralos, para que, sin ver, invoques al Espíritu Santo y escojas uno, sólo uno, que será el que el Espíritu Santo te envía.

El número que hayas escogido, sin ver, corresponderá al del don que te ha regalado el Espíritu Santo para este año, junto con el Santo Patrono que te ayudará, con su intercesión, a pedir por ti y por tus necesidades. Asimismo, tú orarás para pedirle a él o ella su ayuda y agradecerle durante todo el transcurso de este año, hasta el Pentecostés del 2021.

Serás responsable de estudiar y saber más de su vida, para que su ejemplo te ayude a crecer más como hijo de Dios y te ayude cada día a tu conversión.

NUMERO 1 DON DE PIEDAD / JUAN PABLO II / FRUTO PAZ

NUMERO 2 DON DE CIENCIA / SAN JUAN BOSCO / FRUTO GENEROSIDAD

NUMERO 3 DON DE SABIDURÍA / SANTA CATALINA DE SIENA / FRUTO ALEGRIA

NUMERO 4 DON DE TEMOR DE DIOS / PADRE PIO / FRUTO PACIENCIA

NUMERO 5 DON DE DISCERNIMIENTO / SANTA MADRE TERESA DE CALCUTA / FRUTO SERVICIO

NUMERO 6 DON DE CONSEJO / SAN FRANCISCO DE ASIS / FRUTO MANSEDUMBRE

NUMERO 7 DON DE FORTALEZA / SANTA ROSA DE LIMA / FRUTO FE

(VER EL VIDEO AHORA, HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/5sKl2f9qfZM )

¡¡¡FELIZ PENTECOSTÉS DIARIO!!!

Corpus Christi: Adoremos al Señor con Juan Pablo II

ADORACIÓN EUCARISTICA, POR JUAN PABLO II

Señor Jesús:

Nos presentamos ante Ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en el aparente «silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo» (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives «siempre intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti. Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama», porque «con tan buen amigo presente todo se puede sufrir». En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración «el amor es el que habla» (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos «gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o «misterio».

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el «misterio» de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.

Amén.

Juan Pablo II

Solemnidad de Corpus Christi

ESPECIAL DE CORPUS CHRISTI

Oración de Adoración Eucarísitica de Juan Pablo II (CLICK)

UN POCO DE HISTORIA: Revisaremos un poco de historia para entender mejor esta fiesta que se ha convertido en una Solemnidad tan importante para todo el mundo católico.

A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico, cuyo centro fue la Abadía de Cornillón, fundada en 1124 por el Señor Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias prácticas de devoción eucarística que se incorporaron a la Sagrada Liturgia de la Iglesia, como por ejemplo, la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y, lo que vemos con más interés hoy: la Fiesta que festejamos, del Corpus Christi, o Fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor.

Por aquellos años, la priora de esa Abadía, Santa Juliana de Mont Cornillón, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines, cerca de Liège, Bélgica, en 1193. Juliana quedó huérfana siendo muy pequeña, y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, la llamó el Señor para consagrarse, así que hizo su profesión religiosa y más tarde, por sus grandes virtudes y dones, así como por su profunda vida de oración, fue escogida y llanada para ser superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Una de las cosas que marcaron la vida de santa Juliana, fue que, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre deseaba que se tuviera una fiesta especial en honor al Señor Eucaristía. Este deseo, se dice, fue intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena, con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta Solemnidad, como a manera de expresar que la Solemnidad de Solemnidades es la del Cuerpo y Sangre del Señor.

Juliana, ante el celo que le causaba el ver que se celebrara esta fiesta en la Iglesia, comunicó estas apariciones a Monseñor Roberto de Thorete, que para ese entonces era Obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde igualmente nombrado por el Papa de aquella época, Cardenal legado de los Países Bajos; y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, que más tarde se convertiría en Su Santidad, el Papa Urbano IV.

En ese entonces, el Obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los Obispos tenían el derecho y capacidad de ordenar fiestas para sus diócesis, convocó a un Sínodo Diocesano en 1246 y en él, se decidió que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo que se ordenaba, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio especial para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

Monseñor Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente, el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad, que, desde un principio, fue asignada para esa fecha especial. La devoción fue tomando fuerza, por lo que un Obispo alemán, que conoció de la fiesta la extendió por toda la actual Alemania.

En esos momentos, el Papa Urbano IV, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el llamado “Milagro Eucarístico de Bolsena”: cuenta la historia que un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de la Santa Misa, al partir la Sagrada Forma, vio salir de ella Sangre de la que, poco a poco, se fue empapando el corporal.

La venerada reliquia fue llevada en solemne ceremonia y procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan aquellos mismos corporales -donde se apoyan el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de Sangre que se derramó en aquel Milagro Eucarístico.

El Santo Padre, movido por aquel inmenso prodigio, y a petición de varios Obispos, tomó la decisión de hacer que la Fiesta del Corpus Christi se extendiera a toda la Iglesia Universal por medio de la bula promulgada bajo el nombre de: «Transiturus». El 8 de septiembre del mismo año, queda la Solemnidad instaurada como fiesta para toda la Cristiandad Católica, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés, y otorgando para todos aquellos fieles, que, llenos de fe y adoración a nuestro Señor, participaran en la fiesta, obtengan para sus almas muchas indulgencias asistiendo a la Santa Misa y al oficio.

Luego, según algunos estudiosos de esta Fiesta Litúrgica, llamada la “Solemnidad de Solemnidades”, el Papa Urbano IV encargó un maravilloso oficio que hasta el día de hoy disfrutamos en la Liturgia a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino. Se cuenta que, cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura, lleno de humildad, fue rompiendo el suyo en pedazos.

La muerte del Papa Urbano IV, ocurrida el 2 de octubre de 1264, un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que la fiesta se difundiera con la debida celeridad. Pero entre que el enemigo mete su cola, y a veces las prisas no son el camino del Señor, tuvieron que pasar algunos años antes de que el Papa siguiente, Su Santidad Clemente V, tomara el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), se decidiera nuevamente la adopción de esta fiesta como Solemnidad para la Iglesia universal. Sin embargo, faltarían “ciertos datos” para hacer de esta solemnidad una verdadera fiesta litúrgica, y fue recién en 1317 cuando se promulgó una recopilación de leyes -por parte del Papa Juan XXII- y así se extendería la fiesta a toda la Iglesia, como debía de ser.

Un dato curioso es que en ninguno de los decretos se hablaba de la Procesión con el Santísimo Sacramento como un aspecto de la celebración. Sin embargo, estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV, ya que los fieles católicos las adoptaron y practicaron llenos de devoción y amor al Santísimo Sacramento.

La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida desde Bélgica, entre 1320 y 1325.

Recién en el Concilio de Trento se dio la declaración de que, muy piadosa y religiosamente, se introdujera en la Iglesia de Dios la costumbre, de que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable Sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado EN PROCESIÓN por las calles y lugares públicos, para deleite y honra de los fieles que lo acompañan y ven pasar por sus casas y avenidas. Y, ¿que se logra con esto o cual es el sentido? Con esta acción, los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan sublime y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la Victoria y Triunfo de la Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Cita la Enciclopedia Católica que la noche del Jueves Santo, que conmemora este gran evento, se hace mención como Natalis Calicis (Nacimiento del Cáliz) en el Calendario de Polemio (448) para el 24 de marzo, siendo el día 25 de marzo, considerado en algunos lugares, como el día de la muerte de Cristo. Este día, sin embargo, estaba en Semana Santa, un tiempo de tristeza, durante el cual se espera que las mentes de los fieles se ocupen con pensamientos de la Pasión del Señor. Más aún, tantos otros actos tenían lugar en este día que el acontecimiento principal casi se perdía de vista. Esto se menciona como la razón principal para la introducción de la nueva fiesta, de Corpus Christi en la Bula “Transiturus”, donde se le da un realce totalmente especial y santo a esta fiesta.

Es así, como esta fiesta tiene como centro, el sacramento del cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino que, por medio de la Consagración, el Sacerdote en representación de Cristo, y por la acción del Espíritu Santo, convierte realmente Su Cuerpo y Sangre en el pan y vino ofrecido en el altar; milagro llevado a cabo durante la Santa Misa, renovación sacramental del Sacrificio del Señor, mismo sacrificio de la Cruz, pero sin derramamiento de sangre (incruento), pues ahora Jesucristo se encuentra Resucitado y en estado Glorioso junto a la diestra de Dios Padre.

Los fines por los que se ofrece la Santa Misa y por los que la Solemnidad de Corpus es al igual realizada, son cuatro: Adorar a Dios, agradecerles Sus Beneficios y Su Amor, así como pedirle dones y gracias, y por último satisfacer por nuestros pecados y los pecados del mundo entero (en este renglón se pide igualmente por las almas que se encuentran en el purgatorio satisfaciendo la Justicia de Dios por las culpas aún no purificadas).

Siendo la Eucaristía el banquete Sagrado, esta fiesta solemne, nos recuerda que recibimos a Jesucristo como alimento de nuestras almas, y que la Comunión, es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar, entra en nosotros mismos Vivo; siendo verdadero Dios y Verdadero Hombre, con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la iglesia, y también lo es de nuestra vida en Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia; recomienda vivamente la comunión frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participación en al sacrificio de Jesús sea completa. Es por esto, que esta Solemnidad nos recuerda este enorme Don al que tenemos la dicha de recibir, y el precio con el cual, fue conseguido para nosotros: el Sacrificio en la Cruz.

En la Solemnidad se acostumbra poner siete altares, en recuerdo a las siete casas donde estuvo el Señor cuando era sentenciado el día de Su Pasión, y en cada altar se realiza con el Señor llevado en la Custodia en procesión, oraciones litúrgicamente preparadas para esta gran fiesta. Igualmente se acostumbra decorarlos con flores, frutas, y panes, como ofrenda de los fieles al Señor, a menara de que el Señor, a Su pasar, bendiga estas ofrendas que son los diferentes oficios, trabajos y acciones que el hombre realiza en su vida diaria para poder vivir y alimentar a sus familias. Son las primicias de su trabajo entregado al Señor como Rey y dador de todo lo creado y en agradecimiento por su Providencia infinita.

 

En los Estados Unidos y en muchos otros países, la solemnidad se celebra no el jueves, sino el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad, según cada Conferencia Episcopal ha considerado, tomando en cuenta la situación del país al que pertenecen, en relación con la posibilidad de que los fieles puedan o no asistir a los oficios y actos litúrgicos.

«DÍA DE LAS MULAS» EN MÉXICO

Como un dato curioso y folklórico: el día de Corpus, en nuestro amado y colorido México, se le llama “el Día de las Mulas” ¿Sabes por qué? Por si no lo sabes, te compartimos un pedacito de nuestras hermosas tradiciones, de este suelo bendecido por las plantas de nuestra Señora del Tepeyac, la Siempre Virgen María de Guadalupe…

El origen se remonta a 1526, cuando por la tradición heredada de los conquistadores españoles, de las puertas de la Catedral Metropolitana salían procesiones, donde participaban los campesinos que cargaban sus mulas con su mejor cosecha para aprovechar la misa y dar gracias a Dios.

Esto dio origen a una gran feria que congregaba artesanos y comerciantes de distintos rumbos del país, que traían mercancías, también a lomo de mula (frutos de la temporada y artesanías que transportaban en guacales).

Para reforzar la imagen de las mulas, cuentan la más bien leyenda (pues parece ser una adaptación mexicana al conocido milagro de la mula» de San Antonio de Padua) que un hombre, llamado Ignacio, tenía dudas sobre su vocación sacerdotal y un Jueves de Corpus le pidió a Jesucristo que le enviara una señal.

Se dice que, al pasar el Santísimo Sacramento frente a Ignacio en la procesión, él pensó: “Si ahí estuviera presente Dios, hasta las mulas se arrodillarían” e increíblemente, su mula se arrodilló. Ignacio entendió la señal y entregó su vida a Dios en el sacerdocio.

Florecilla sobre el «Milagro eucarístico de la mula», de San Antonio de Padua

Por eso, este “Día de las Mulas” cientos de personas llevan a sus hijos a las iglesias con un atuendo de “indito”, vestidos de manta, con grandes bigotes los niños y trenzas para las niñas, fajillas multicolores y huaraches, colgadas a sus espaldas los guacaritos, donde cuelgan comales, sopladores de palma, platos, anafres y cucharas en miniatura.

Y las mulas sólo quedaron en figuritas multicolores de barro, madera u hoja de elotes, que venden afuera de las iglesias. Pero también dan motivo a algunas bromas cuando te regalan una mulita y te felicitan en “tu día “.

ADORACIÓN EUCARISTICA, POR JUAN PABLO II

Señor Jesús:

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en el aparente «silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo» (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives «siempre intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti. Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama», porque «con tan buen amigo presente todo se puede sufrir». En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración «el amor es el que habla» (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos «gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o «misterio».

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el «misterio» de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.

Amén.

Juan Pablo II

Sagrado Corazón de Jesús (Día 9°)

NOVENO DÍA:

En nuestra reflexión de hoy, meditaremos acerca de la última revelación que tuvo Santa Margarita, en la que el Señor le habló sobre el abismo de Amor de Su Sagrado Corazón. Meditaremos especialmente sobre esta revelación dado que hoy, Jueves de Corpus Christi, Jesús nos invita a velar con Él, a contemplarlo en la Eucaristía como un regalo infinito de Amor y Misericordia para el hombre, fruto de su Pasión y Muerte en la Cruz.

Jesús, nuestro Dios, ha querido quedarse en un trocito de Pan, y encerrar en él toda su Humanidad y su Divinidad, para hacerse uno con nosotros y derramar sobre el mundo entero, las delicias de su presencia, su auxilio providente y su infinito amor.

Esta revelación transcurrió precisamente durante la Octava de Corpus Christi en el año de 1675, entre el 13 y el 20 de junio. Cuenta Margarita así: “Estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava, y queriendo tributarle amor por Su tan gran amor, me dijo el Señor: “No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya.” Entonces el Señor le descubrió Su Corazón y le dijo “He aquí el Corazón que tanto ha amado al hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles Su Amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para Conmigo en este Sacramento de Amor. Pero lo que más Me duele, es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a Mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que Mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de Su Divino Amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute.”

San Claudio de la Colombiere Canonizado por Juan Pablo II (1992)

Margarita, tenía un director espiritual, al cual le contaba todo lo que le sucedía, y con el cuál, el Señor le decía que se confesara y pidiera sus penitencias. Su director era el Padre Colombiere, el cual le ordenó a Margarita a que cumpliese total y plenamente lo que el Señor le había dicho y era su santa voluntad. Igualmente, le dijo que escribiese todo cuanto le había sido revelado. Margarita, sin esperar, obedeció a todo lo que se le pidió, pues su más grande deseo era que se llegase a cumplir el designio del Señor.

Después de ese acontecimiento, pasarían más de diez años antes de que se llegase a instituir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús apenas en el Monasterio de la Visitación, donde ella vivía. Para Margarita, serían los diez años más duros de sobrellevar. La Madre Superiora, que al principio dudaba de la legitimidad de las visiones y mensajes del Señor a Margarita, por fin con los años, llegó a creer en ella, pero durante ese largo período de tiempo, fue trasladada a otro monasterio. Sin embargo, antes de separarse, el padre le ordenó que relatara, ante toda la comunidad, todo cuanto el Señor le había revelado. Ella accedió solo en nombre de la santa obediencia, que sabía, era muy agradable a Jesús, y les comunicó a todas lo que el Señor le había revelado, incluyendo los castigos que Él haría caer sobre la comunidad y sobre ellas, si seguían comportándose de la forma en que lo habían venido haciendo.

Obviamente, los mensajes revelados por Margarita a la comunidad no eran para echarles flores, sino al contrario: el Señor les hacía llegar su mensaje de reprensión y disgusto sobre sus maneras de comportarse, la falta de caridad de unas con otras, sobre la poca seriedad con la que llevaban su consagración y su tibieza en relación con el Señor, lo que ocasionó que todas enfurecidas empezaran a hablarle duramente. Ante esta reacción, Margarita se mantuvo callada, aguantando en humildad todo cuanto le decían y la humillaban.

Al siguiente día, los remordimientos no se hicieron esperar y la mayoría de las monjas, sintiéndose culpables de lo que habían hecho, acudían a la confesión. Margarita entonces oyó que el Señor le decía que ese día por fin llegaba la paz de nuevo al monasterio y que, debido a su gran sufrimiento, su Divina Justicia había sido aplacada. Ella había sido “el puente” para que la Misericordia del Señor llegara a las almas de aquellas consagradas que habían perdido en mucho, la delicadeza de tratarse las unas a las otras, ya no viendo como pecado, las faltas a la caridad.

Entonces, se dio la Aparición de nuestro Señor, y después de ella, Margarita, se sentía desfallecer, fuera de sí, no sabía dónde estaba, su cabeza estaba confusa como si estuviera con fiebre; le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas religiosas, viéndola en tal aspecto y sintiéndose tan mal, la levantaron y la cargaron donde la nueva Madre Superiora. Ella, viendo que Margarita no podía hablar, ni aun sostenerse, arrodillada ante sus pies, la mortificó y la humilló en ese momento con todas sus fuerzas. Y cuando Margarita, humildemente, haciendo el mayor esfuerzo posible pese a su debilidad, le respondió a su pregunta sobre lo sucedido, contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre ella nuevas humillaciones y no le concedió nada de cuanto decía que el Señor le mandaba hacer, lo acogió con despreció.

El fuego que Jesús había puesto en el corazón de Santa Margarita, literalmente la devoraba por dentro a causa de las revelaciones, lo que le ocasionó una fiebre continua. Ante esta “misteriosa enfermedad” que nadie entendía, la Madre Superiora no podía evitar sentir miedo y, por tanto, le dijo a Margarita: “Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si todo viene del Espíritu del Señor y todo esto, es santo y verdadero.”

Sin esperar más, Margarita, obedeciendo a esta orden, le expuso todo cuanto le pedía su Superiora al Señor, el cual no tardó en recobrarle por completo la salud por la intercesión y de las Manos de la Virgen Santísima. Y así consiguió Margarita el poder cumplir lo que Dios le pedía.

Pero al darse cuenta la Madre Superiora que continuaban las visiones, y no sabiendo qué más hacer para asegurarse de su veracidad y santidad, decidió consultar a los teólogos que servían en la orden. Ella creyó que debía obligarla a romper el profundo silencio que hasta entonces había observado, con el fin de hablar del asunto con personas de doctrina. Así que Margarita fue expuesta y llevada a comparecer ante estos personajes, y haciéndose gran violencia para sobrepasar su extremada timidez, les contó todo lo sucedido.

Y cómo Dios hace sus cosas y tiene sus caminos, que aun siendo revelado sus designios, permitió que algunos de los consultados teólogos, no conocieran la verdad de las revelaciones. Así que condenaron el gran atractivo que tenía Margarita por la oración y la sentenciaron de “visionaria”, prohibiéndole detenerse en sus inspiraciones. Hasta uno de ellos llegó a aconsejar: “procuren que esta hija se alimente bastante y todo irá mejor.”– creyendo que sus delirios eran por la falta de alimentación, debido a los ayunos prolongados y mortificaciones- y así reprimieron a Santa Margarita en cuanto las revelaciones del Señor.

Ella empezó a sufrir mucho por todas las cosas que se decían de ella, pero más que eso, porque el Señor era descreído y su mensaje no podía llegar a donde Él quería. “Se me empezó a decir -cuenta Margarita- que el diablo era el autor de cuanto sucedía en mí, y que me perdería si no ponía muy en guardia en contra de sus engaños e ilusiones.”

Para Margarita, como es de suponer, esto fue motivo de gran sufrimiento. No por razón humana del rechazo, como hemos dicho, sino por el conflicto interno que le causaba. Llegó a pensar que ella estaba en el error, pero por más que trataba de resistir las atracciones de Dios, en obediencia, no lo lograba. Se sentía profundamente abandonada, puesto que se le aseguraba que no la guiaba el Espíritu de Dios, y, sin embargo, no lo podía resistir.

Pero cada vez era mayor la oposición dentro del convento contra Margarita. Había aquellas miradas, muecas, actitudes y esos significativos movimientos de cabeza reprobatorios… Algunas de las monjas, -incluyendo algunos sacerdotes que las dirigían y prestaban sus servicios a la comunidad-, pensaban que una “visionaria” venía a ser como la personificación de toda una legión de demonios; un peligro evidente y una gran amenaza para todas. Llegó hasta tal punto, que las hermanas empezaban a rociarla con agua bendita cada cuando pasaba, mojándola de manera ofensiva y humillante.

MEDITACION:

Reflexionemos hoy sobre el celo que el Señor quiere poner en cada uno de nuestros corazones para darle Gloria y Honor.

Meditemos, durante todo este día, qué es lo que se entiende por CELO ESPIRITUAL: El ardiente deseo por la Gloria de Dios y la salvación de las almas, así como una actividad siempre en movimiento, para conseguir esos objetivos.

Medita cómo, toda la Vida de Jesús estuvo marcada por un celo ardiente por salvar almas y llevarlas a la Gloria de Dios, para que puedan gozar de esa eternidad que el Padre nos ofrece.

Jesús, si predicaba, si comía con pecadores y hablaba con prostitutas; si curaba, si resucitaba de la muerte, si perdonaba los pecados incluso los más terribles; si se mostraba glorioso en el monte Tabor, o preso de la envidia, el odio y el pecado en la Cruz, durante su dolorosa Pasión… fue por el Celo ardiente que devoraba Su Santísimo Corazón y la atracción amorosa por realizar todos los designios del Padre para lograr estos objetivos.

¿Trabajas para que este celo del amor de Dios, por don del Espíritu Santo, crezca en tu corazón?

¿Cuántas veces pides al Espíritu que haga arder en ti ese celo amoroso por las cosas de Dios?

¿Participas activamente en estos objetivos, uniéndote a tus hermanos en Jesús, con un mismo actuar, pensar y sentir? Guarda y medita todo esto en tu corazón, durante todo el día de hoy…

Digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

 

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN

PRIMER DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del primer día: Corregir y desterrar la sequedad y tibieza de nuestros corazones

¡Oh Corazón sacratísimo de Jesús, que, con ferventísimos deseos y ardentísimo amor, deseas corregir y desterrar la sequedad y tibieza de nuestros corazones! Inflama y consume las maldades e imperfecciones del mío, para que se abra a tu amor. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh amantísimo Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, bien de mi alma y lograr así mi salvación. Amén

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 8°)

OCTAVO DÍA:

Continuando con nuestra reflexión del día de ayer, veremos lo que el Señor le dio a Santa Margarita como armas para vencer al mal del “Yo” y las astucias del enemigo, que nos quieren hacer caer en la soberbia, orgullo, desobediencia, impureza y deshonestidad.

La primera arma: Una conciencia delicada

Una vez le dijo el Señor, cuando Margarita había cometido una falta:

«Sabe que soy un Maestro Santo, y enseño la santidad. Soy Puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en Mi Presencia con simplicidad de corazón, en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que, si el exceso de Mi Amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en Mi manera y según Mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que, si Soy Manso para sufrir tus flaquezas, no Seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades.»

Y así confiesa Margarita, que nada era más doloroso para ella que ver a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en comparación a este dolor, nada le parecían los demás dolores, correcciones y mortificaciones y, por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con las penitencias impuestas por la obediencia. Esta arma se fundamental en su gran deseo de amar.

La segunda arma: La santa obediencia

Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a la regla (estatutos y normas de vida) de su congregación. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al Señor en un alma que se ha decidido a seguirle. Una vez corrigiéndola, el Señor le decía:

“Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia.”

La tercera arma: Su Santa Cruz

La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día, después de que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores. Y el Señor le dijo: “He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar las delicias de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas, que tendrás necesidad de toda la fuerza de Mi Amor para soportar el sufrimiento.”

Como nos muestra la historia de la Salvación, el Señor va moldeando a Sus Santos y escribiendo en sus almas, generalmente, sin que aquellos escogidos se percaten de eso. Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el corazón de Margarita. Él, para desatar cada vez más de su alma el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir que viniesen sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el Señor de entregarle todas la gracias necesarias para soportarlo.

En otra ocasión le dijo el Señor: “Has de querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a Mí. No debes buscar nada fuera de Mí, pues de lo contrario injuriarías a Mi Poder y Me ofenderías gravemente, ya que Yo quiero Ser solo todo para ti.”

Al día siguiente de su profesión, destinaron a Margarita a la enfermería, como auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente religiosa, aunque muy diferente a la manera de ser de Margarita, ya que Sor Catalina era de temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en cambio era callada, lenta y juiciosa. Recordándose ella después de su paso por la enfermería, escribía: “Solo Dios sabe lo que tuve que sufrir allí.” Y no eran exageradas sus palabras pues había recibido un sinnúmero de humillaciones, de insultos y de regaños durante ese tiempo, debido a su forma de ser, y en ocasiones, a su falta de conocimiento.

Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y en la forma que la quería víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: “Nada quiero sino Tu Amor y Tu Cruz, y esto me basta para ser buena Religiosa, que es lo que deseo.”

Fue bajo esa nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación, que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús, sobre la que, primero Dios,  mañana seguiremos reflexionando.

MEDITACION:

Jesús dice: “He venido a traer el fuego del amor sobre la tierra y ¿Qué puedo desear, sino que este fuego se encienda?”

Medita sobre lo siguiente: A la mañana, cuando te despiertas, ¿tienes un pensamiento para Jesús? ¿Agradeces y consagras tu vida, tus actividades, propósitos y familia a Él? ¿Santificas tu día, rezando alguna jaculatoria con la que invoques a Dios en tu corazón, para que te acompañe y bendiga durante todo tu día?

Al despertar, siempre tenemos que pensar que Jesús nos ama y nos da una nueva oportunidad para ser felices y llevarlo a los demás. Él quiere darnos Su Corazón como símbolo de Su Amor y desea inflamar esa llama en tu alma, para que, a través de ti, esa llama llegue e inflame a muchos corazones.

Reflexionemos igualmente durante este día, contemplando la grandeza del porvenir que tenemos, del futuro que nos espera y lo magnífico de nuestras esperanzas puestas en un Padre que es Omnipotente, Soberano y Rey de Cielos y Tierra, pero, sobre todo, un Padre que nos Ama con todo Su Omnipotente Ser.

Es importante que tengamos siempre en cuenta, que debemos de encender diariamente nuestros corazones, y darle al Señor mil gracias, no importando qué vivamos en ese día, ya que la grandeza de Dios, Sus Dones y Bienes nos acompañan en nuestro caminar diario.

En reiteradas ocasiones Dios nos ha nombrado herederos de inmensas gracias, dones, gozos y dichas sin fin. Día con día vemos los frutos de su amor, pero además sabemos que nos ha elegido para ser herederos de su Gloria. ¿Cómo no agradecerle diariamente a un Padre tan Bueno?

Digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 7°)

SÉPTIMO DÍA:

Continuamos con nuestras reflexiones, agradeciéndole a Dios por la oportunidad que nos da de conocer más de su Amor y su Misericordia, a través de esta hermosísima devoción, para que, conociéndolo más profundamente, podamos amarlo de una manera muchísimo más comprometida y entregada y serle, como dice la oración de consagración, más fieles de ahora en adelante.

Tercera revelación:

En lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, Fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.

Una vez entre otras, escribe Santa Margarita: “que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mí todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes, pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón.”

Entonces, Margarita con dolor escribe lo que Jesús le explicó. Nos narra las maravillas de Su Puro Amor y hasta qué exceso había llegado Su Amor para con los hombres, de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás: Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así, Divino Mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.

El Señor, le pide a Margarita ciertas cosas, para reparar por todas las ofensas que el hombre, ingrato, comete en contra de ese Corazón que tanto nos ama, y nos ama hasta el extremo de haber dado la vida por cada uno.

Santa Margarita, comparte al hombre, sus experiencias místicas para hacer conocer y amar al Rey de Reyes y Señor de Señores, pero especialmente, para compartirnos el dolor inmenso que el Señor siente, por el desprecio y el poco amor que cada uno de nosotros le entregamos…

“Una vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo resplandeciente de Gloria, con sus Cinco Llagas que se presentaban como otro sol, saliendo llamaradas de todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de Su Adorable Pecho que, parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió su Amabilísimo y Amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su Puro Amor con que había Amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento.”

«Eso, -le dice Jesús a Margarita- fue lo que más Me dolió de todo cuanto Sufrí en Mi Pasión, mientras que, si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que Hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades.»

Ante estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, y el profundo dolor que sentía en su pobre alma.  Él le replicó: “Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte.” Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad.

Él le respondió: “Yo Seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a Mi Voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de Mis Designios.”

Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisará sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer. El Señor, Mendigo del amor, le dirige las siguientes peticiones a la embajadora de Su Sagrado Corazón:

  • “Primeramente Me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de Mi Amor.
  • Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte.
  • Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte Conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la Cólera Divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que Sentía por el abandono de Mis Apóstoles, lo cual Me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora Conmigo.
  • Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija Mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que NO TIENE PODER ALGUNO SOBRE LOS OBEDIENTES.”

Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y transformación, que, en la entrega de mañana, continuaremos meditando…

MEDITACION:

El día de hoy, el Señor te dirige una mirada piadosa, para manifestarte los Tesoros de Su Corazón.  Piensa en este día: ¿Qué motivos han inducido al Señor a darnos y revelarnos Su Sagrado Corazón…?

Medita ¿cómo te Ama Él y cómo lo amas tu…?

Reflexiona sobre esto: ¿Le amas guardando su ley, procurando seguir sus inspiraciones, buscándole amigos que le quieran, ganándole almas que un día sean con Él dichosas?

¿Lo amas de la forma que le evitas injurias y menosprecios, desagraviándole por ellos?

Y hablando de tu relación con los demás, que es en realidad como puedes demostrar a Jesús de una manera concreta y frecuente que lo amas, ¿Qué haces tú por aquel padre, por aquella esposa o esposo, por aquel hermano, por aquel amigo o amiga a quien dices amar tanto? ¿cómo les hablas, como les sirves, como les contentas?

¿cómo está tu paciencia, cómo tu caridad?

Haz con ellos como harías con Jesús, y Él estará feliz con tu desempeño, como hijo de Dios.

Jesús nos dice: “Hijos Míos… déjenme llamarlos apasionadamente, con el Alma llena de deseo de verlos al pie de la Cruz…  Ansío verlos calmados y a la vez dolidos por haberme hecho morir.  No teman, no es Mi deseo acrecentar sus penas. Al contrario, quiero endulzarlas… Sólo les pido que piensen en Mí, Crucificado, Doliente, lleno de tanta Sangre Mia inocente…” (He dado Mi Vida por ti pág. 31).

Hermanos, no nos hagamos sordos ante este grito Amoroso del Corazón de Jesús. ¡Amemos al Sagrado Corazón!

“¡Tengo Sed!”- Jesús clama desde el Sagrario, como desde la Cruz! – “¡Tengo Sed de tu amor!”

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 6°)

SEXTO DÍA:

Continuamos meditando con las revelaciones del Señor a Santa Margarita María y el mensaje sobre Su Sagrado Corazón.  En esta entrega, reflexionaremos sobre la segunda revelación del Señor y su mensaje de Amor y Salvación para todos los hombres.

Segunda revelación:

Santa Margarita siguió su vida en el convento, haciendo sus trabajos diarios que, como religiosa, la comunidad le asignaba. Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe Margarita al respecto:

“El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más brillante que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte superior… la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la Cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de Su Vida y en Su Santa Pasión.”

Más adelante continúa: “Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar Su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de Amor, de Misericordia, de Gracias, de Santificación, y de Salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de Su Corazón de Carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mí sobre el corazón, para grabar en él Su Amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. [Me hizo ver] Que esparciría sus Gracias y Bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta Su Santa Imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de Su Amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del Imperio de Su Amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción.”

A esta “segunda gran revelación” se le llama de esta forma, ya que nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas a través de los diálogos que tenía con Santa Margarita. Él quería que ella fuera ese instrumento para hacer conocer a todos sus hijos de la hora tan apremiante que la humanidad vivía con respecto a su salvación y a la calidad de amor que el hombre le expresaba a Dios (las pocas veces que lo hacía).

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús es el símbolo de Su Ardiente Amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones, y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o se llevase sobre el pecho, en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban.

Santa Margarita ardía de deseo de compartir todo esto que el Señor le expresaba, pero por obediencia a Él, por el momento, la Santa Monjita no podía decir nada de lo que había visto, pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús quería revelar a la humanidad…

Margarita seguiría con sus citas con el Señor, sin poder compartir nada, sino a ejemplo de la Santísima Madre de Dios, y otros tantos elegidos del Señor, tendría que guardar todo eso por un tiempo más en su corazón, antes de ser revelado y dado a conocer a la Iglesia Universal como designio de Dios.

Para poder comprender de mejor manera lo siguiente en la vida y misión de Santa Margarita, y los designios de Dios sobre ella y la humanidad, haremos un paréntesis en las revelaciones, y leeremos y meditaremos sobre una parte importantísima de la vida de Santa Margarita, que le hizo darse cuenta de la especial predilección de Jesús por ella, reservándola desde siempre, a vivir solo para Él en la vida consagrada.

AMOR AL DIVINO SACRAMENTO:

La biografía de Margarita nos cuenta que, siendo ella todavía una jovencita, las cosas en su casa no iban muy bien. En el centro de su familia había problemas. Especialmente, desde la muerte de su padre, se habían instalado en su casa dos parientes y una de las hermanas de su papá, quienes habían relegado a segundo término a la mamá de Margarita y habían tomado en sus manos la administración y gobierno de la casa. Y así, de un día para otro, Margarita y su mamá no tenían autoridad alguna en la casa. Era una guerra continua, ya que todo estaba bajo llave, de tal modo, que ellas no podían hacer ni tomar nada sin el permiso de sus parientes.

Margarita, con el corazón dolido por todas esas injusticias y malos tratos y la dinámica familiar, empezó a dirigir todos sus afectos, a encontrar su dicha y su consolación en el Santísimo Sacramento del altar. Pero ni siquiera esto le fue posible hacer libremente, ya que la Iglesia de su pueblo quedaba a gran distancia y Margarita no podía salir de la casa sin el permiso de sus familiares. En repetidas ocasiones un familiar le daba permiso y otro se lo negaba, no permitiéndole salir de la casa para nada, como si estuviera en una prisión.

Pero si Margarita sufría por su situación, era más todavía el sufrimiento que le causaba el ver la condición de su madre. Ella, enferma con una erisipela en su cabeza, que le producía una hinchazón e inflamación muy dolorosas y peligrosas, se veía continuamente cerca de la muerte. Y por cuanto más rogaba Margarita a sus parientes para que ayudasen a su mamá, ellos, sin mucho interés, buscaron tan solo un cirujano que la vio una sola vez. Éste, después de hacerla sangrar por un rato, les dijo a todos que solo un milagro podría salvar a la mamá de Margarita. Viendo el descuido hacia su madre en medio de su estado crítico, Margarita, en su angustia, acudió al mismo Señor. Y en oración le pidió que Él mismo fuese el remedio para su pobre madre y que le enseñase a ella qué tenía que hacer para cuidarla y que recibiera algo de misericordia ante tan difícil situación.

Pronto se haría indispensable la necesidad de esa fortaleza especial que pedía. Un día, en cuanto regresó a la casa, encontró que estaba reventada la mejilla de su mamá con una llaga casi tan ancha como la palma de una mano, y de ella salía un olor insoportable. Venciendo su natural repugnancia a las heridas, Margarita curaba todos los días la llaga de su mamá, teniendo varias veces que cortar mucha de su carne podrida. Durante todo el tiempo de la enfermedad, Margarita apenas dormía y comía muy escasamente, dedicándose todo el tiempo a estar al cuidado de su madre. Pero no dejaba de dirigirse al Señor y le decía con frecuencia: «Mi Soberano Maestro, si Tú no lo quisieras, no sucedería esto, pero te doy gracias de haberlo permitido, para hacerme semejante a Ti.»

Y así iba creciendo en Margarita un gran amor a la oración y al Santísimo Sacramento. Ella se lamentaba siempre, pues sentía que no sabía cómo orar, ni cómo referirse al Señor cómo se debía y Él se merecía; pero fue el mismo Señor quien le empezó a enseñar, inspirándola. Él mismo la movía a arrodillarse ante Él y a pedirle perdón por todas sus ofensas, y después de adorarlo, era el mismo Señor quien se le presentaba en el misterio que Él quería que ella meditase. Y consumida en Él, crecía en ella el deseo de solo amarlo cada vez más.

Cuando su madre y sus parientes empezaron a hablarle de matrimonio, la joven Margarita no podía sino sentir temor, pues no quería en nada ir en contra de aquel voto de entrega exclusiva a Dios que una vez había pronunciado. Pero era grande la presión, ya que no le faltaban pretendientes que querían empujarle a perder su castidad. Por otro lado, su madre le insistía: Llorando ella le decía a Margarita que no tenían más esperanzas para salir de la miseria en que se hallaban más que en su buen matrimonio, teniendo el consuelo de poder retirarse con ella, tan pronto como estuviera colocada en el mundo, de toda esa dinámica horrible que vivían en la casa.

Todo esto fue muy duro para Margarita, quien sufría horriblemente. El demonio la tentaba continuamente, diciéndole que, si ella se hacía religiosa, esta pena mataría a su mamá, ya que confiaba y esperaba en ella para poder tener una vida más tranquila y afable. Pero, por otra parte, la llamada de Margarita a ser religiosa y el horror a la impureza no cesaban de influenciarle y tenía, por gracia de Dios, continuamente delante de sus ojos, su voto, al que sentía que, si llegase a faltar, sería castigada con horribles tormentos.

Sin embargo, por la ternura hacia su madre y por el inmenso amor que le tenía, comenzó a sobreponerse con la idea de que, siendo aún niña cuando hizo el voto, y no comprendiendo lo que era, bien podría obtener dispensas del Señor para casarse. Comenzó pues Margarita a mirar al mundo y a arreglarse para ser del agrado de los que la buscaban. Procuraba divertirse lo más que podía. Pero durante todo el tiempo en que estaba en estos juegos y pasatiempos, continuamente el Señor la llamaba a su Corazón. Cuando por fin ella se apartaba un poco para recogerse, el Señor le hacía severas reprensiones ante las cuales sufría horriblemente. Escribirá luego Santa Margarita: Me lanzaba Jesús flechas tan ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades.”

En una ocasión Jesús le dijo: “Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy Yo Quien te motivó a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón… Y después te confié al cuidado de Mi Santa Madre, para que te formase según mis designios.”

Finalmente, para hacerla de una vez caer en cuenta y tomar la decisión de su vida, el Divino Maestro se le aparece todo desfigurado, cual estaba en su Flagelación y le dice, refiriéndose al tipo de vida por el que ella estaba por optar: “¿Y bien, querrás gozar de este placer?  Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón. ¿Querrás ahora disputármelo?”

Comprendió entonces ella que era su vanidad la que había reducido al Señor a tal estado de dolor, que estaba perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le pediría una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque pasarían cinco años antes de poder realizarlo.

MEDITACIÓN:

“Aspiren a las cosas de Arriba, no a las de la Tierra” (Col.3,2).

Jesús nos muestra, a través de esta hermosísima devoción, que Él ha dejado el Cielo haciéndose Hombre por amor a nosotros. Que Él, haciéndose Carne, vino al mundo para darnos la oportunidad de volver a disfrutar con Él la gloria del Padre.

Él quiere divinizar nuestro corazón en el amor, y nos muestra Su Corazón para que trabajemos sobre el nuestro, tratando de alcanzar la semejanza a Él.

Nuestro corazón siempre estará inquieto y no descansará hasta que no esté lleno de los consuelos y dulzuras que llegan del ese Sagrado Corazón de Jesús, que está dispuesto y atento a dárnoslas.

Pero los verdaderos consuelos y dulzuras del Sagrado Corazón no están en los gozos temporales, no pueden agotarse con el solo placer de la oración, o el sentir su dulce presencia. La mayor dulzura que produce el Sagrado Corazón de Jesús es la de la paulatina semejanza de nuestro corazón al Suyo, el sentir un amor que nos consume: amor a Dios, amor al prójimo, amor al mismo personal sacrificio.

En este día, meditemos en la vida de Santa Margarita y los designios de Dios para ella, pero a partir de allí tratemos de llegar a los designios de Dios para nosotros… que nuestro corazón, que nuestra vida esté siempre en búsqueda de la Voluntad del Amado.

Muchas veces nos equivocamos, caemos… pero es el Corazón de Dios, que nos da las fuerzas a través de Su Santo Espíritu, para levantarnos y seguir en la lucha; en esa búsqueda que nos lleve a Él y a ganarnos, por la Misericordia de Dios, las cosas de arriba, las cosas del Cielo, que están muy por encima de las terrenales.

Por el amor incondicional y eterno que sólo Dios puede dar, pone en nuestros corazones, en nuestras almas, ese anhelo, ese deseo de buscar la felicidad verdadera y eterna; esa casi “obsesión” por lo trascendente, lo verdaderamente importante, aquello que te haga ser cada día una mejor persona, fijando la vista en el Cielo.

Medita en este día, repasando con detenimiento estas entregas sobre la vida de Santa Margarita y las revelaciones del Sagrado Corazón, cómo el Señor te invita a mirarlo a Él de nuevo. A sentir su presencia, su modo de actuar y su profundo Amor hacia ti y los tuyos. Siente cómo te grita, cada día, que Él está para ti y que está junto a ti.

El Señor te dice, nos dice: “¡Mírame, aquí Estoy! Mira hacia lo alto, no te quedes en las cosas de abajo, de la tierra; en lo pasajero.”

Piensa en los diferentes capítulos de tu vida, especialmente en los más difíciles…

¿Has caminado de la Mano del Señor con la certeza de que Él camina junto a Ti, ayudándote?

¿Has pedido al Señor te dé el don de su Luz y su Fuerza, para enfrentar la vida como se vaya presentando, pero especialmente para reconocer como un don, junto a ti, su Presencia?

Reconozcamos profundamente que nuestro pasado, nuestro ayer, nuestras luchas anteriores, con sus fracasos y dolores, nos han servido para tener un nuevo amanecer, un nuevo día, en los brazos de Jesús que nos tiene dentro de Su Sagrado Corazón, como regalo gratuito Suyo, sin mérito alguno de parte nuestra. Repitamos con Santa Teresa esta oración, un verdadero poema:

“Nada te turbe; Nada te espante; Todo se pasa; Dios no se muda;

La paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe.

A Jesucristo sigue con pecho grande, y, venga lo que venga, nada te espante

¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana; nada tiene de estable, todo se pasa.

Aspira a lo celeste, que siempre dura; Fiel y rico en Promesas, Dios no se muda.

Ámala cual merece, Bondad inmensa; pero no hay amor fino sin la paciencia.

Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera, todo lo alcanza.

Del infierno acosado, aunque se viere, burlará sus furores, quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios su tesoro, Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo; id, dichas vanas, aunque todo lo pierda, Sólo Dios basta.”

(Santa Teresa de Ávila)

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 5°)

QUINTO DÍA:

Siguiendo nuestras meditaciones para honrar al Señor en este mes de junio, que veneramos de una manera especial su Sacratísimo Corazón, aprenderemos más sobre cómo esta santa devoción llegó, por pedido del mismo Señor, a toda la Iglesia universal.

Sigamos conociendo más lo que el Señor quiere que pongamos en práctica y el motivo por el cual, Él mismo, decide entregar esta petición a Santa Margarita de Alacoque.

Primera revelación:

Para el año de 1673, siendo el día 27 del mes de diciembre, celebrándose la fiesta litúrgica de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía solo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento cuando el Señor abriría Su Corazón a la humanidad; era el momento de la primera gran revelación del Señor. Margarita lo cuenta así: “Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado. Él me dijo: “Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en las llamas de Su Ardiente Caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos, para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo, los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo Obra Mía.”

Margarita sigue narrando: “Luego me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el Suyo Adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del Suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo: ‘He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de Mi Amor, que encierra en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante, y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de Mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava Mía, ahora te doy el de discípula muy amada de Mi Sagrado Corazón’.”

Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como envuelta toda y embriagada, y tan fuera de sí que podía hablar y comer solamente haciendo un gran esfuerzo. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora, lo cual tenía gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.

A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su Amable y Amante Corazón.

Santa Margarita tendría esas visitas, en las que el Señor le revelaba lo que Su Sacratísimo Corazón tenía reservado para ella y la humanidad. Jesús le decía: “Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios.” En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella, corresponderían más fielmente y de mejor manera a la misión que el Señor le encomendaba. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita, pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.

MEDITACIÓN:

Considera que «la paciencia de Dios es nuestra salvación” (2Pe 3,15)

Medita sobre si Dios no tuviera paciencia con nosotros y con nuestras actitudes, ¿crees que te salvarías?

¿Qué tienes que cambiar, para que eso que hoy el Señor “tiene que soportar de ti”, pueda convertirse en un acto de amor y reparación contrario a lo que ahora es? Piensa en acciones concretas.

La Paciencia viene de la palabra latina “padecer” … es decir, “padecer con el amado”. Un corazón paciente es aquel que cree, confía y espera en aquel a quien se ama…

Imaginemos con cuanto amor, con cuanta ilusión Él nos espera, nos piensa, nos extraña, nos abraza sin que la mayoría de las veces nos demos cuenta.  ¿Quieres tú también sufrir por Jesús siendo paciente…?  medita sobre todo esto hoy.

Pensemos un momento en lo que hemos leído el día de hoy, este pequeño pasaje de la historia de Santa Margarita con el Señor. Piensa:

¿Cuántas veces has sentido en tu corazón que el Señor te pide algo, o te “reclama” algo?

¿Alguna vez has pensado que no eres lo suficientemente digno (o digna), que no puedes, que “el saco te queda muy grande” ante la misión de la que el Señor te invita a participar?

¿No crees que tal vez el miedo podría cegarte, y eso le daría una fortaleza al enemigo, para hacer que peques de omisión?

Tomemos muy en cuenta que ser humilde no es -DE NINGÚN MODO SIGNIFICA- desentenderse de lo que DEBEMOS DE HACER por miedo al fracaso, al que dirán, a la desconfianza puesta en lo que el Señor puede hacer con uno, pensando al contrario, que las fuerzas las pondríamos nosotros… Santa Margarita nos invita a meditar, con su testimonio, que el miedo que ella tenía, (verdadera humildad), era que las personas pensaran que todo eso que le sucedía, y los dones con  los que ella era honrada de Manos del Señor, fueran atribuidas a ella.

Pensemos en este día en todo esto, guardémoslo en nuestro corazón, y meditemos cómo podemos responderle de mejor manera al Señor, poniendo primeramente en el discernimiento bajo la luz del Espíritu Santo, cuáles son aquellas cosas que el Señor me pide y que, quizás por pereza espiritual o física, o miedo, o desconfianza en Su Misericordia y Providencia… en definitiva por falta de fe en Él, he dejado de realizar o ni siquiera me he animado a encarar, porque no le he prestado atención al Señor y a Sus Peticiones.

¿Qué quiere el Señor de ti? ¿Qué pone Él en tu corazón…?

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 4°)

CUARTO DÍA:

Como ya hemos indicado en publicaciones pasadas, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de nuestra Iglesia. Sin embargo, hay una fecha concreta en que esta devoción pasó a vivirse con un enfoque diferente: el enfoque que lo dio el mismo Jesús a santa Margarita María de Alacoque el 27 de diciembre de 1673, en el momento de su aparición ante ella, y expresarle el sentido que Él quería que se le diera a dicha devoción.

Los Padres de la Iglesia, intuitivos ante el misterio de las gracias que encerraba en sí el Sacratísimo Corazón de Jesús, ya tenían una gran devoción por Él.  En los escritos y practicas piadosas de san Agustín, san Ambrosio, san Juan Crisóstomo, san Francisco de Asís, encontramos textos que se «refieren a la Sagrada Llaga del costado de Jesús, a la Sangre y Agua que brotaron de Su Corazón”, de donde recibimos los Sacramentos y tantas gracias.

Podemos darnos cuenta de que, siglos más tarde, nos encontramos ya con muchas referencias a las cinco llagas del Señor. Estos fervores estuvieron en la práctica de los fieles sin establecerse como una “devoción concreta”; son muchos los santos y santas que se han referido al Corazón y a las llagas de Cristo: San Bernardo de Claraval, Santa Clara, San Buenaventura, Santa Gertrudis, Santa Ángela de Foligno, el Beato Enrique Suso, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Ávila, San Pedro Canisio, San Francisco de Sales, Santa Juana de Chantal, y muchos, muchos más.

Pero se podría decir que la propagación del culto público al Corazón de Jesús, bajo una devoción determinada, tiene su origen en las revelaciones místicas que Santa Margarita María Alacoque comenzó a experimentar en Paray-le-Monial (Francia) desde 1673 hasta su muerte, en 1690.

Entre los primeros difusores del culto se destacan san Claudio de la Colombière, director espiritual de la Santa, y los Padres Juan Croisset y José de Galliffe, que escribieron los primeros tratados sobre aquella devoción. Desde el principio que la devoción fue aceptada y comienza a divulgarse públicamente, estuvo muy ligada a la Compañía de Jesús. También otras muchas congregaciones religiosas, siguiendo a la Compañía de Jesús (Jesuitas), desde aquel tiempo, adoptaron la devoción.

El culto al Señor, a través de la devoción a su Sagrado Corazón, comenzó a divulgarse lentamente en círculos restringidos desde Francia. En las primeras décadas del siglo XVIII ya había empezado a arraigarse profundamente en la mayoría de los fieles cristianos por medio, sobre todo, de la fundación de algunas congregaciones o cofradías que se nombraron como “del Sagrado Corazón”.

Santa Margarita, desde el principio, tenía una aspiración principal por la cual tenía que luchar para alcanzarla: la aprobación pontificia del culto público al Corazón de Jesús, sin embargo, hubo que esperar al pontificado del Papa Clemente XIII en 1765 para su aprobación, e incluso como un culto limitado a Polonia y a Roma, en un principio.

Esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús cobró muchísima más fuerza y auge, cuando fue acogida como devoción propia de El Apostolado de la Oración (fundado el 3 diciembre 1844 por el padre Francisco Javier Gautrelet, SJ). Fue así como, para Gloria de Dios y por Su Providencia, en 1861 nació en Francia la primera publicación para promover la devoción al Corazón de Jesús bajo el nombre de: “El Mensajero”. Pronto, a imitación de El Mensajero, en todas partes del mundo se comenzaron a realizar publicaciones similares.

Pasado un tiempo, y mientras la devoción se iba atesorando en toda la Iglesia, la Santísima Madre de Dios cimentaría mucho más el amor y la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, pero uniendo igualmente a Éste, Su Inmaculado Corazón, herido por los pecados de la humanidad. En efecto, en 1917, en las pariciones de Fátima, el ángel y la Virgen enseñaron a los niños a rezar y responder a “los designios de los Corazones de Jesús y de María”. A partir de Fátima, la devoción a los corazones de Jesús y de María, prendió como fuego en cada rincón de la Iglesia, llevando esta devoción de los Sagrados Corazones, a veneración en cada hogar católico del mundo.

En el siglo XX, Santa Faustina Kowalska (+1938 Polonia) tiene unas revelaciones místicas en donde Jesús le comunicó Su Corazón expresándole que deseaba derramar Su Misericordia a través de Su Corazón sobre toda la humanidad.

De esta forma, san Juan Pablo II, lleno del Espíritu Santo, polaco y mariano, canonizó a Santa Faustina y da un nuevo impulso a las dos devociones; la del “Sagrado Corazón de Jesús” y la de la “Divina Misericordia”.

Cuando pensamos y meditamos sobre esta hermosísima devoción, no nos cabe ninguna duda de que la devoción está basada totalmente en el simbolismo del corazón. Es decir, que se da un debido culto (afecto especial), al corazón de carne en cuanto éste simboliza y recuerda el Amor de Jesús y Su Vida emocional y moral. Jesús quería, al mostrarse a Santa Margarita, que esta devoción que digamos, estaba de alguna forma desordenada, cobrara un nuevo sentido y una realidad mucho más profunda para toda la cristiandad.

Se podría decir, que, junto con la Misericordia, la devoción al Sagrado Corazón de nuestro Señor, está por encima de otras devociones porque adoramos al mismo Corazón de Dios, donde arden de amor, en un mismo Corazón, las tres Personas de la Santísima Trinidad

Fue por eso, que Jesús mismo, en Paray-le,-Monial, Francia, como hemos dicho, solicitó a través de una humilde religiosa, con nombre Margarita, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón. Las Palabras del Señor a Santa Margarita fueron:

“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor.”

Aquí se encuentra la base y centro de esta devoción. En las Palabras del Señor, encontramos el significado profundo y la misión que le entregará el Señor a Margarita, para que la haga del conocimiento de la Iglesia Universal. Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón.

La devoción en sí está dirigida a la Persona de Nuestro Señor Jesucristo y tiene las siguientes características:

1.- SU AMOR NO CORRESPONDIDO, representado por Su Sagrado Corazón.

2.- Son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación: Amor, por lo mucho que Él nos Ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe, sobre todo, en la Sagrada Eucaristía.

La característica principal que debemos observar en esta devoción al Sagrado Corazón, debe ser la reciprocidad del amor; su objeto es amar a Jesús que nos ama tanto; pagar al Amor con amor. Más aún, habida cuenta que el amor de Jesús se manifiesta al alma devota como despreciado, olvidado y airado, sobre todo en el Sacramento de la Eucaristía y en los Altares donde se encuentra, el amor propio de la devoción deberá manifestarse como un amor de reparación. De ahí la importancia de los siguientes actos de desagravio:

1.- la comunión de reparación,

2.- la compasión por Jesús sufriente, a través de la meditación de Su Santísima Pasión.

Aunque hay que decir que ningún acto, ninguna práctica, puede agotar las riquezas de la devoción al Sagrado Corazón. 

 

MEDITACIÓN:

Considera que «la paciencia de Dios es nuestra salvación” (2Pe 3,15)

Medita sobre si Dios no tuviera paciencia con nosotros y con nuestras actitudes, ¿crees que te salvarías?

¿Qué tienes que cambiar, para que eso que hoy el Señor “tiene que soportar de ti”, pueda convertirse en un acto de amor y reparación contrario a lo que ahora es? Piensa en acciones concretas.

La Paciencia viene de la palabra latina “padecer” … es decir, “padecer con el amado”. Un corazón paciente es aquel que cree, confía y espera en aquel a quien se ama…

Imaginemos con cuanto amor, con cuanta ilusión Él nos espera, nos piensa, nos extraña, nos abraza sin que la mayoría de las veces nos demos cuenta.  ¿Quieres tú también sufrir por Jesús siendo paciente…?  medita sobre todo esto hoy.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.