HORARIO DEL RETIRO
INGRESA AL AULA CON ZOOM
LEER ATENTAMENTE ESTA PRIMERA PARTE
Duración prevista para el retiro: 2 horas.
TIPO DE RETIRO:
- Encuentro personal con Dios en la oración, lectura de textos y Adoración al Señor en casa (en Espíritu y en Verdad).
- Dinámicas personales
- Meditación con audio
PREPARAR PARA TU ENCUENTRO CON EL ESPÍRITU SANTO:
- Material de lectura para realizar el retiro, que está disponible en esta página.
- Se te pedirá de manera especial que, antes de empezar el Retiro:
- Hagas un PROFUNDO examen de conciencia, le pidas perdón a Dios por todo aquello en lo que le has ofendido, has hecho daño a algún hermano o hermana tuya, y has dañado tu alma retrocediendo en tu camino de santificación.
- Luego escribirás en tu libreta lo siguiente:
- Qué Don quieres pedirle al Espíritu Santo que te regale, según lo que crees que necesitas. El Don que te regale el E.S, vendrá acompañado de un santo, que te acompañará durante el año intercediendo por ti ante el Señor en tus necesidades y la ayuda que le pidas.
- Si tienes actualmente algún pecado contra el Espíritu Santo del que tengas que arrepentirte y confesar, escríbelo para pedirle perdón al Señor en la Adoración espiritual, y al momento que sea posible, pedirle perdón sacramentalmente.
- Ubica las lecturas y ten tu Biblia a mano
- Prepara un lugar donde puedas adorar al Señor, aunque no lo tengas físicamente presente, pero que esté adecuado para eso.
- Escoge un espacio en casa donde poder reflexionar y trabajar en silencio y en paz.
- Ten a mano un cuaderno o libreta y un bolígrafo o lápiz para tus apuntes
- Es opcional, si quieres imprimir todo el retiro para tenerlo físicamente o hacerlo viéndolo en tu pantalla.
- No se te olvide el material de audio y video que tendrás que ver en tu computador, teléfono o tablet.
- Tema I: “Lej Lejá: Ve hacia ti mismo (Viaja dentro de ti)”
- Tema ll: El Espíritu Santo en la Iglesia (Audio de Padre Renzo)
- RECOMENDACIÓN: NO DISTRAERSE CON ANUNCIOS PUBLICITARIOS PREVIOS, NI CON VIDEOS QUE PODRÍAN APARECER POSTERIORMENTE A LOS VIDEOS ELEGIDOS PARA ESTE RETIRO ¡¡¡CUIDADO CON ESO!!!
(VER EL VIDEO AHORA, HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/_a-vtoRqs3Y )
I.- INTRODUCCIÓN:
En este retiro, diferente de como lo hacemos generalmente, iniciaremos con un trabajo de introspección, es decir, tratando de inspeccionar dentro de nosotros mismos, para encontrar al hombre o a la mujer que vive allí y responder lo más objetivamente posible a la pregunta: ¿Quién soy?
Pediremos la luz del Espíritu Santo, para que nos ayude a encontrarnos, en medio de esta situación inusual que estamos viviendo, y responder a muchas de las interrogantes que, consciente o inconscientemente, guardamos en nuestra mente y en nuestro corazón… Interrogantes que, lo sepamos o no, a veces no nos dejan avanzar hacia adelante, para recibir la luz y las efusiones del Espíritu Santo.
El nombre de este Retiro, “Lej Lejá”, viene del idioma hebreo, y significa, entre otras cosas: “Viajar dentro de uno mismo”. La introspección es precisamente eso: Ver profundamente dentro de uno; analizarse por dentro.
El Espíritu Santo nos ayuda a crecer en lo que podríamos llamar “dos movimientos”: por un lado, nos ayuda a darnos cuenta de nuestros errores, y por el otro, acrecienta, fortifica y engrandece nuestras virtudes, para ir superando esos errores.
Es el Espíritu el que nos entrega aquello que nos hace falta y sana aquello que está enfermo.
El Espíritu Santo es el que nos da la identidad de hijos de Dios, porque es la parte de Dios que vive en nosotros, cuando estamos en el estado de gracia santificante; en la gracia de Dios.
En eso es en lo que trabajaremos a través de estas horas, en compañía y bajo la protección de nuestra Madre del Cielo que, como intercesora, abogada y dispensadora de gracias, nos ayudará con su Auxilio y Presencia, a comprender y asimilar lo que Dios Espíritu Santo quiere entregarnos en este día.
Digamos entonces como Samuel: “Habla Señor que tu siervo escucha” (1 Samuel 3,10).
II.- DESARROLLO DEL RETIRO
1.- ORACIONES
Pongámonos en la presencia de Dios, + en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo + Amén, y empecemos nuestra jornada de oración y meditación, invocando las luces del Espíritu Santo, con las siguientes oraciones:
1.1.- INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Oh, Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:
Lo que debo pensar, cómo debo pensar
Lo que debo hacer, cómo debo hacer
Lo que debo decir, cómo debo decir
Lo que debo callar, cuándo debo callar
Lo que debo sentir, cómo debo sentir
Cómo debo actuar para Gloria de Dios, bien de las almas y mi propia santificación
Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender,
Sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar…
Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar, ¡Así sea!
1.2.- ORACIÓN COMPUESTA POR JUAN PABLO II AL ESPÍRITU SANTO:
Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo de la vida y prepara nuestro espíritu para vivirla con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el Universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente, en el mundo, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren, juntos, en la edificación del único Reino de Dios.
Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos, el compromiso por un mundo mejor.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Has fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones, y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!
2.- TEMAS Y PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
(VER EL VIDEO AHORA HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtube.com/watch?v=cDP1Ly6K6lM )
2.1.- TEMA 1: HOMBRE, MUJER… ¿QUIÉN ERES…?
Hoy en día, el hombre vive en una crisis total de valores y siempre en búsqueda de la “felicidad”. Pareciera que esa felicidad es imposible de encontrar, y por tanto, de alcanzar. No sabe porque está donde está, porque vive lo que vive, a donde se dirige y porqué lo hace. En síntesis, no sabe quién es ni encuentra sentido a su existencia.
Es por ello, que el enemigo tan sutilmente se ha metido en los corazones y en las mentes del hombre, inventando toda clase de corrientes y lógicas “ilógicas” que lo apartan de Dios y de su verdadero destino e identidad.
Si el hombre no sabe y entiende Quién es su Padre, a qué está llamado y lo que es capaz con el apoyo de ese Padre y esa familia a la cuál él pertenece, por consiguiente, no sabe su apellido, no reconoce a su Madre, no sabe ni cree en sus antepasados y no conoce su lugar ni su destino en el tiempo que vive y en el mundo que habita. El hombre NO SABE SU NOMBRE Y DESCONOCE SU APELLIDO…
Es por eso, que pedirle y hacer comprender a alguien que no crea en tantas cosas que los saca del camino verdadero, apartándolos de su verdadera identidad, es casi imposible. El hombre, (especialmente los que no creen o se han apartado de Dios, pero los que creen igualmente), necesita revalorarse como alguien especial que vive para un propósito, que con el uso de su libertad y utilizando su inteligencia y voluntad, deberá ir descubriendo y poniéndolo en práctica.
LEJ LEJÁ: Es una frase hebrea. Su significado, para los estudiosos de las Sagradas Escrituras, es el de “regresar al origen”, al país (lugar) de donde eres, y para el que estás hecho. Esta frase representa el llamado de Dios a Abraham: “Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Te convertiré en una gran nación. Te bendeciré y te haré grande. Serás una bendición. Bendeciré a aquellos que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Todas las familias de la tierra Serán bendecidas a través de ti”. (Génesis 12,1-3).
La relación central del hombre con Dios no está basada en un reconocimiento racional de las propias virtudes. Es un nivel de relación que el ser humano no puede alcanzar por sus propios medios ni méritos, sino porque Dios nos ha elegido, a través de Jesucristo, Su Hijo, como hizo primero con nuestros hermanos mayores en la fe: Israel, Su Pueblo. Es por eso que el primer vínculo entre el hombre y Dios Padre, mencionado en el Antiguo Testamento, comienza con una frase célebre, épica: “Y habló Dios con Abraham”.
Allí se inicia un vínculo de unión cercana, de amor e intimidad, que parte de la Divinidad. Se trata de un nivel de relación al que ningún hombre puede acceder con su propia fuerza y capacidad. Este vínculo se refleja en el primer mandato a Abraham que leemos en el Antiguo Testamento, cuando Dios le ordena “Vete de tu tierra”. Esto es algo muy fuerte: Dios le dice eso a Abraham, pero no solamente quería que se mudara de casa, sino que el Señor quería que abandonara todo lo que hasta ese momento había sido Abraham. Dios quería que Abraham, al avanzar en el camino hacia la nueva tierra que Dios le mandaba, dejara su antigua vida, para recibir la nueva misión, y con eso captara su nueva identidad como Hijo de Dios.
Por medio de su mandato, el Dios Todopoderoso transformó a Abran en Abraham. Ese cambio de nombre tiene una serie de connotaciones o significados: lo vuelve, de ser alguien “sin apellido” (diríamos ahora, de alguna manera) en alguien que, se sabe, viene de un linaje, y en este caso, un linaje divino. Abraham es llamado por Dios y transformado para Él, para ser el Padre de una gran familia “tan numerosa como las estrellas del cielo”. Abraham, como Isaac, Jacob y otros tantos, son llamados por Dios y elegidos por Él para formar parte de esta gran alianza y familia, que lleva el sello y la unción de Dios Espíritu Santo.
Lo mismo sucede con nosotros en nuestro bautismo, donde nos convertimos, así como Abraham, en hijos de Dios por la unción de su Santo Espíritu. Pero eso nos sucede por el deseo, la voluntad y el amor de nuestros padres. A nosotros nos toca ratificar esa alianza, primero, en la Confirmación, pero también en cada tiempo de “Pentecostés”.
Es por eso que todo católico tiene la obligación de realizar, de tanto en tanto, una introspección. Un viaje hacia adentro. Un ver hacia sí mismo. Un regresar al origen y ver (descubrir) de dónde vienes, quién eres y a dónde vas. Ser consciente de ese pasado glorioso (el de nuestro padre Abraham), la Pascua de nuestros hermanos mayores, los hebreos, y de las maravillas que Dios ha hecho desde tiempos inmemoriales… Y cómo es Él, Quien nos llama de nuevo en este momento por nuestro nombre y nos recuerda esa identidad y ese linaje de la familia a la cual pertenecemos, para enviarnos a realizar una misión con un espíritu nuevo y renovador: su Santo Espíritu.
Esta relación, que comenzó con Abraham, recae sobre cada uno de nosotros, sin diferencia de edad, raza, posición social o sexo: Todos somos creaturas de Él y todos regresaremos a Él.
Dios, en el Antiguo Testamento: el Padre, como primera persona de la Santísima Trinidad, Jesús, como segunda persona de la Santísima Trinidad, unidos en el Espíritu de ambos (tercera persona de la Trinidad Santa), han realizado una alianza con el hombre, que va más allá de nuestra razón y entendimiento. Dios quiere, que a partir del uso de la libertad y conocimiento de Su Misericordia y de Su Amor, además, por medio del cumplimiento de la Voluntad Suprema, el hombre reconozca y comprenda este lazo único que existe entre el alma de la criatura y su Creador.
Pero… ¿quién es realmente el hombre? ¿por qué y para qué ha sido creado? ¿es un ser más en medio de la naturaleza? ¿dónde está su alma? El hombre, hoy en día, no sabe quién es en realidad.
San José María Escrivá de Balaguer decía: “Esa es la gran osadía de la fe cristiana: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo.” (Es Cristo que pasa)
Podemos entonces pensar: ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas? El libro del Génesis nos dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó» (Gen 1,27). ¿Qué significa haber sido creados “a imagen de Dios”?
El hombre ocupa un lugar único en la creación: “está hecho a imagen de Dios” (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado “hombre y mujer” (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV). (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 355)
Esta es la misión de la fe católica: Tener la valentía de proclamar y anunciar la dignidad de la naturaleza humana, de afirmar que, mediante la gracia, somos elevados al orden sobrenatural y hemos sido creados para alcanzar esa dignidad que nos da el sólo hecho de ser hijos de Dios.
Pensemos: ¿por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad…? De todas las criaturas visibles sólo el hombre es “capaz de conocer y amar a su Creador” (GS 12,3); es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad: «¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo a la divina providencia 13, citada en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 356).
Tomando en cuenta la acción del Espíritu Santo en nuestras almas, y la acción directa que Éste tiene en nuestras vidas, en el día a día de nuestras acciones y tomas de decisiones, el Espíritu Santo nos regala dos de sus más exquisitos dones: el Don de la Sabiduría, que es aquél que nos hace gustar y conocer a Dios y sus promesas, y el Don de Discernimiento. Estos dones nos dan la capacidad de poder juzgar, a los ojos de la verdad, las situaciones, circunstancias y cosas de la vida.
Lej Lejá: Regresar al origen… tratar de vernos nosotros mismos a los ojos de la verdad que nos regala el Espíritu Santo, para suscitar en nosotros los deseos de conversión, pero especialmente, el deseo de reencontrarnos con esa criatura que desea sentirse “parte de algo grande”; parte de esa familia a la que todo un Dios pertenece y gobierna: la familia de Jesús. “Quien cumple la Voluntad del Padre, ese es mi hermano” (San Marcos 3,35).
Entonces, ¿qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios? “Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 357).
Nuestro Dios, Padre de Jesucristo y nuestro Creador, no es un Dios que desde lo alto ve a sus creaturas y las mueve con hilos, como si fueran marionetas. Tampoco es un Dios que contempla la suerte de los hombres indiferentemente, como si fueran cualquier cosa. Es un Dios, Padre Creador con todas las palabras que conlleva, que ama ardientemente a sus hijos y desborda de cariño, de manera única y especial, por cada uno de ellos. Dios Padre, nos ha regalado el gran privilegio, el excelso don del amor. Es decir: hemos recibido del mismo Espíritu Santo, Espíritu de Amor, el amor.
Somos capaces de amar y ser amados. De esta manera el ser humano trasciende lo efímero y transitorio. Tenemos nombre y apellido y eso nos da certeza de por qué y para qué se camina, se sufre, se goza y se ofrece. Dios nos da identidad de hijos, mostrándonos un camino que transitar, no solo en búsqueda de la felicidad, sino teniendo la felicidad y el gozo dentro de sí mismo, como prenda de una felicidad plena, mayor, que ha de llegar al completar el camino, que se hace cierto y verdadero, y que sobre todo tiene un rumbo establecido y bien apuntado.
Lo efímero se hace concreto, realidad, verdad, certeza. Lo transitorio tiene calidad, importa, trasciende, vale. El hombre “se llama”, tiene identidad, unción, sello; tiene nombre, y Dios lo llama personalmente, amorosamente, viéndole a los ojos y por su nombre.
Y luego pensamos: ¿para qué hemos sido creados? ¿Qué quiere Dios de nosotros, de mí…? Dios creó todo para el hombre (Cfr. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios, y para ofrecerle toda la creación: “¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha” (San Juan Crisóstomo, citado en Catecismo de la Iglesia Católica, n. 358)
Es decir, que el hombre es común (igual) a los demás hombres, sin importar la raza, lengua o color de piel. Nos une el mismo lazo de ser hijos de Dios y creaturas creadas por la Omnipotencia y Sabiduría de Dios, creador de todo cuanto existe. Y ¿Qué es lo que nos une…? nos une esa identidad que da el ser hijos del mismo Padre que nos ha creado a su imagen, para ir asumiendo y adquiriendo, de poco en poco y con la ayuda del Espíritu Santo, la semejanza en su Hijo, Jesús. El hilo conductor, del corazón del hombre al Corazón de Dios, y a su vez al corazón de los hermanos, es el Espíritu Santo de Amor, que rodea todo, que santifica, vivifica y da vida a toda la creación. Esta acción, a la que todos estamos llamados y de la cuál debemos de responder, debido al linaje al cual pertenecemos, se llama: “ley de solidaridad humana y de caridad, y es aquella que, sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos”. (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 361)
Lej Lejá… ¡regresa a tu origen! Piensa, ¿Quién eres…? El Verbo se ha dignado asumir una naturaleza humana íntegra y consagrar la tierra con su presencia y con el trabajo de sus manos. La gran misión que recibimos, en el Bautismo, es la corredención (el ayudar a Cristo a salvar almas, por eso) nos urge la caridad de Cristo, para tomar sobre nuestros hombros una parte de esa tarea divina de rescatar las almas. (Es Cristo que pasa, 120)
CONTESTA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: (Haz el ejercicio de verdad, tomando una hoja y un bolígrafo y escribe)
- ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas?
- ¿Por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad?
- ¿Para qué ha sido creado el hombre?
- ¿Qué tienen en común todos los hombres? ¿Qué nos une? ¿Por qué somos distintos del resto de seres?
- Para ti, ¿qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios?
Después de haber respondido por escrito a las anteriores preguntas (NO ANTES), sigamos…
Así como a Abraham, Jacob, Isaac, David, Salomón, Moisés, etc. y tantos personajes en el Antiguo Testamento recibieron encomiendas de manos de Dios, ahora, en la plenitud de los tiempos, el Espíritu Santo sigue abonando a su Iglesia y sembrando en los corazones los dones necesarios, para que, con el testimonio de Jesús y la enseñanza de la Iglesia, los hombres caminen haciendo la Voluntad del Padre y contribuyan a la venida, a la edificación e instauración del Reino de Dios. Medita brevemente esto, y ya habiendo leído concienzudamente lo anterior, reflexiona sobre las siguientes preguntas y contesta a lo que sigue…
a.- ¿Quién eres?
- Escribe tu nombre y apellido
- ¿Conoces a tu padre y a tu madre? En breves palabras, ¿qué recuerdas de cada uno de ellos? (escríbelo)
- ¿Sabes bien de qué familia vienes? ¿Recuerdas alguna tradición, historia, anécdota, que se haya transmitido de generación en generación? Escribe, aunque sea una breve referencia a ella, en pocas palabras…
- ¿Qué te hace sentir honrado de tu familia? ¿Qué cambiarías de ella?
b.- Ahora, con base en todo lo que has leído, medita y contesta honestamente:
- Más allá de tu familia, conforme a tu experiencia personal de vida en este mundo, ¿quién podrías decir que eres?
- ¿A quién verdaderamente perteneces? ¿Qué tanto puedes decir, con la mano en el pecho, que eres de Dios?
- ¿Consideras que te puedes hacer llamar, legítimamente, “linaje de Dios”? ¿Consideras que tu familia espiritual, la que Dios te ha dado especialmente en el ANE, es tu verdadera familia? A esa familia espiritual ¿la tratas como tal?
c.- Según la vida que llevas:
- ¿Has pensado qué haces aquí y qué misión tienes?
- ¿Qué crees que Dios quiere de ti? ¿Sabes cuál es tu lugar en el plan de Dios?
- ¿Cómo vas en el cumplimiento de tu misión? ¿Qué cosa puedes y DEBES mejorar? ¿Qué harás, en relación con eso HOY MISMO, al terminar este retiro? Si no haces NADA extraordinario, distinto de lo que estabas haciendo, de poco o nada te servirá este tiempo de retiro y reflexión junto al Señor.
Al venir Jesús al mundo, humanándose por amor a los hombres, al asumir la naturaleza humana, consagra con Su Presencia la tierra y el trabajo que se ha dignado hacer con sus santas manos. Es así como todos los hombres, especialmente los Apóstoles de la Nueva Evangelización, estamos llamados a ayudar al Señor: rescatando y llevándole almas, tomando sobre nuestros hombros, una pequeña parte de esa Tarea Divina del rescate de las almas.
Esa es la misión, ese es el desafío. A eso nos urge el Señor y todo lo que hagamos debe de estar enfocado en lograr primero, la salvación del alma personal, y después, ayudar a la salvación del alma de los hermanos. Ponemos este orden no por una cuestión de egoísmo, sino porque necesitamos estar llenos de Dios para poder transmitir a Dios… Y no decimos llenos del “conocimiento” de Dios, porque eso es tan fácil como vano: Por eso decía Juan Pablo II “La Iglesia NO necesita maestros, necesita TESTIGOS”, es decir, personas que den auténtico testimonio, con su vida, con sus actos y sus no-actos, más que con sus palabras.
Allá está encerrada la felicidad. Allá está encerrado el valor del ser y el existir. Darse a los demás sin esperar nada a cambio, más que la certeza del saber que, el que sirve, se hace más parecido a Aquél del cuál viene, de su Padre que es el modelo.
NOTA: ¡Si no sabes de dónde vienes y quién eres, no sabrás a dónde vas! Siempre que tengas dudas sobre el camino, regresa a tu origen, ve dentro de ti, medita con la efusión y luz del Espíritu Santo sobre la Palabra de Dios, y encontrarás las respuestas a todo aquello que no le encuentras solución.
La felicidad que tanto buscas y anhelas, está en esa identidad que debes de asumir. Está en una mirada profunda a tu interior, en una simple invocación: “¡Ven, Espíritu Santo!” y en cuatro palabras que salgan de tu boca con fe y abandono: “¡Jesús, en Ti confío!”
(VER AHORA EL VIDEO HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/zSaeAexEhmc )
2.2.- TEMA 2: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA (Padre Renzo) HAZ “CLICK” EN ESTA LIGA:
http://aplicacion.a-n-e.net/wp-content/uploads/2020/06/Padre-Renzo-Pentecostes.mp3
3.- ACTIVIDAD DE ADORACIÓN ESPIRITUAL
Indicaciones:
Utiliza ahora el lugar donde has dispuesto para hacer tu adoración espiritual, y tu comunión espiritual igualmente. Ten a mano alguna música de adoración o alabanza que te ayude a lograr concentrarte y adorar espiritualmente de la mejor manera posible al Señor. Lee durante la adoración, los siguientes mensajes y medítalos.
1.- El fuego prueba y purifica. En el fuego se purifica el oro, y los adeptos de Dios en el horno de la humillación (Eclesiástico 2,5). En el crisol se separa el oro de la escoria. La vida fácil no revela lo que hay en el hombre, y mediocridades sin cuento andan por los caminos del mundo sin saber ellos mismos el precio de su vida y el valor de la virtud. Pero llega la adversidad, y da la oportunidad de mostrar el temple y ejercer la paciencia.
HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE MENSAJE, Y MEDITA
2.- El sufrimiento acrisola la vida. Y ahí está el secreto de entender de alguna manera y encontrar fuerzas para hacer frente al dolor, dentro del misterio de vida y fe que es el sufrir. El secreto es saber que ese sufrimiento que nos aqueja, por duro mi voz de aliento a los que sufren. Cuando les llega un gran sufrimiento corporal o espiritual y ustedes lo aceptan con espíritu de oblación, aquello puede ser furente de gracias innumerables” (continúa leyendo Cruzada de la Salvación 25 págs.25 y 26)
HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE, Y MEDITA
3.- ¿Qué significa nacer de nuevo, nacer del Espíritu Santo?
Nicodemo fue a escondidas, a ver a Jesús, para aprender de Él. (Jn 3,1-9). Tanto aprendió y tanto creyó en Jesús que fue uno de los pocos “valientes” que estuvo para el momento de la sepultura de Cristo (Jn 19,39).
Quien ha nacido del Espíritu Santo se da cuenta de que Dios es lo más importante en su vida, se da cuenta de que quiere vivir para Dios y para lo que Él le indique, se da cuenta de que, aunque se ocupe de todo lo que tiene que ocuparse (trabajo, estudios, familia, amigos, etc.) toda su vida está centrada en Dios y hacia Dios va para su encuentro definitivo con El, que tendrá lugar al fin de los tiempos o nos llega en el momento de nuestra muerte.
¿Cómo volver a nacer? ¿Cómo nacer del Espíritu Santo? ¿Cómo puede suceder esa trasformación?
Veamos qué hicieron los Apóstoles antes de recibir el Espíritu Santo: creer (que recibirían el Espíritu Santo) y obedecer lo que Jesús les dijo (en el caso de ellos, quedarse en Jerusalén), orar, orar junto con María.
Para “volver a nacer” hay que creer en Dios, obedecerlo y orar. Así “seremos bautizados en el Espíritu Santo”.
Jesús anuncia en la Última Cena la venida del Espíritu Santo: (Jn 16,7-11)
“Pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor, no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré. Cuando El venga, mostrará claramente a la gente del mundo quién es pecador, quién es inocente, y quién recibe el juicio de Dios. Quién es pecador: el que no cree en mí; quién es inocente: Yo, que voy al Padre, y ustedes ya no me verán; quién recibe el juicio de Dios: el que gobierna este mundo, que ya ha sido condenado.
Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. Cuando venga el Espíritu de la verdad, El los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. Él mostrará mi gloria, porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes.
Jesús les dio a sus Apóstoles el poder de perdonar los pecados dándoles del Espíritu Santo: (Jn. 20, 21-23)
Luego Jesús les dijo otra vez: –¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: –Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.
HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE MENSAJE, Y MEDITA
4.- El Espíritu Santo es el espíritu reconciliador que perdona nuestros pecados y el espíritu pacificador que nos da la paz al sabernos perdonados.
Jesús prometió el Espíritu Santo antes de su Ascensión para que pudieran llevar su mensaje a todos los rincones:
Todas esas promesas se cumplieron el día de Pentecostés: (Hech. 1, 1-41)
Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, [a] todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. 3 Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. 4 Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran.
Entonces Pedro se puso de pie junto con los otros once apóstoles, y con voz fuerte dijo: «judíos y todos los que viven en Jerusalén, sepan ustedes esto y oigan bien lo que les voy a decir. Estos no están borrachos como ustedes creen, ya que apenas son las nueve de la mañana”.
«Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados; y aquel día se agregaron a los creyentes unas tres mil personas.
Así comenzó a organizarse la primitiva Iglesia en Jerusalén.
El Espíritu Santo fortalece al cristiano en la tribulación y lo hace valeroso y sabio para comunicar la fe, aún a costa de grandes sacrificios y hasta de la propia vida.
Otros, que ya habían recibido el Bautismo de agua, reciben el Espíritu Santo por imposición de manos: (Hech. 8, 14-17)
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, mandaron allá a Pedro y a Juan. Al llegar, oraron por los creyentes de Samaria, para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y así recibieron el Espíritu Santo.
Otros no judíos reciben el Espíritu Santo mientras San Pedro predicaba. Luego fueron bautizados con agua. (Hech. 10, 44-47)
HAZ UNA PAUSA ANTES DE SEGUIR, Y MEDITA
5.- En un momento de silencio, se entrega a Dios nuestras peticiones y la gracia de disponernos a recibir el Espíritu Santo en nuestro corazón.
ADORACIÓN CON JUAN PABLO II
4.- ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.
Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.
Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.
Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.
Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.
Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.
Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.
Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.
5.- CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.
¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado JESÚS.
Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
(Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, por las intenciones del Sumo Pontífice)
6.- DINÁMICA DE” REPARTICIÓN DE DONES”
Indicaciones:
Sin que veas, antes de seguir avanzando tu cursor, escribe en siete papelitos los números del 1 al 7 y ciérralos, para que, sin ver, invoques al Espíritu Santo y escojas uno, sólo uno, que será el que el Espíritu Santo te envía.
El número que hayas escogido, sin ver, corresponderá al del don que te ha regalado el Espíritu Santo para este año, junto con el Santo Patrono que te ayudará, con su intercesión, a pedir por ti y por tus necesidades. Asimismo, tú orarás para pedirle a él o ella su ayuda y agradecerle durante todo el transcurso de este año, hasta el Pentecostés del 2021.
Serás responsable de estudiar y saber más de su vida, para que su ejemplo te ayude a crecer más como hijo de Dios y te ayude cada día a tu conversión.
NUMERO 1 DON DE PIEDAD / JUAN PABLO II / FRUTO PAZ
NUMERO 2 DON DE CIENCIA / SAN JUAN BOSCO / FRUTO GENEROSIDAD
NUMERO 3 DON DE SABIDURÍA / SANTA CATALINA DE SIENA / FRUTO ALEGRIA
NUMERO 4 DON DE TEMOR DE DIOS / PADRE PIO / FRUTO PACIENCIA
NUMERO 5 DON DE DISCERNIMIENTO / SANTA MADRE TERESA DE CALCUTA / FRUTO SERVICIO
NUMERO 6 DON DE CONSEJO / SAN FRANCISCO DE ASIS / FRUTO MANSEDUMBRE
NUMERO 7 DON DE FORTALEZA / SANTA ROSA DE LIMA / FRUTO FE
(VER EL VIDEO AHORA, HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/5sKl2f9qfZM )
¡¡¡FELIZ PENTECOSTÉS DIARIO!!!