Sagrado Corazón de Jesús (Día 8°)

OCTAVO DÍA:

Continuando con nuestra reflexión del día de ayer, veremos lo que el Señor le dio a Santa Margarita como armas para vencer al mal del “Yo” y las astucias del enemigo, que nos quieren hacer caer en la soberbia, orgullo, desobediencia, impureza y deshonestidad.

La primera arma: Una conciencia delicada

Una vez le dijo el Señor, cuando Margarita había cometido una falta:

«Sabe que soy un Maestro Santo, y enseño la santidad. Soy Puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en Mi Presencia con simplicidad de corazón, en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que, si el exceso de Mi Amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en Mi manera y según Mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que, si Soy Manso para sufrir tus flaquezas, no Seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades.»

Y así confiesa Margarita, que nada era más doloroso para ella que ver a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en comparación a este dolor, nada le parecían los demás dolores, correcciones y mortificaciones y, por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con las penitencias impuestas por la obediencia. Esta arma se fundamental en su gran deseo de amar.

La segunda arma: La santa obediencia

Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a la regla (estatutos y normas de vida) de su congregación. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al Señor en un alma que se ha decidido a seguirle. Una vez corrigiéndola, el Señor le decía:

“Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia.”

La tercera arma: Su Santa Cruz

La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día, después de que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores. Y el Señor le dijo: “He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar las delicias de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas, que tendrás necesidad de toda la fuerza de Mi Amor para soportar el sufrimiento.”

Como nos muestra la historia de la Salvación, el Señor va moldeando a Sus Santos y escribiendo en sus almas, generalmente, sin que aquellos escogidos se percaten de eso. Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el corazón de Margarita. Él, para desatar cada vez más de su alma el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir que viniesen sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el Señor de entregarle todas la gracias necesarias para soportarlo.

En otra ocasión le dijo el Señor: “Has de querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a Mí. No debes buscar nada fuera de Mí, pues de lo contrario injuriarías a Mi Poder y Me ofenderías gravemente, ya que Yo quiero Ser solo todo para ti.”

Al día siguiente de su profesión, destinaron a Margarita a la enfermería, como auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente religiosa, aunque muy diferente a la manera de ser de Margarita, ya que Sor Catalina era de temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en cambio era callada, lenta y juiciosa. Recordándose ella después de su paso por la enfermería, escribía: “Solo Dios sabe lo que tuve que sufrir allí.” Y no eran exageradas sus palabras pues había recibido un sinnúmero de humillaciones, de insultos y de regaños durante ese tiempo, debido a su forma de ser, y en ocasiones, a su falta de conocimiento.

Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y en la forma que la quería víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: “Nada quiero sino Tu Amor y Tu Cruz, y esto me basta para ser buena Religiosa, que es lo que deseo.”

Fue bajo esa nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación, que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús, sobre la que, primero Dios,  mañana seguiremos reflexionando.

MEDITACION:

Jesús dice: “He venido a traer el fuego del amor sobre la tierra y ¿Qué puedo desear, sino que este fuego se encienda?”

Medita sobre lo siguiente: A la mañana, cuando te despiertas, ¿tienes un pensamiento para Jesús? ¿Agradeces y consagras tu vida, tus actividades, propósitos y familia a Él? ¿Santificas tu día, rezando alguna jaculatoria con la que invoques a Dios en tu corazón, para que te acompañe y bendiga durante todo tu día?

Al despertar, siempre tenemos que pensar que Jesús nos ama y nos da una nueva oportunidad para ser felices y llevarlo a los demás. Él quiere darnos Su Corazón como símbolo de Su Amor y desea inflamar esa llama en tu alma, para que, a través de ti, esa llama llegue e inflame a muchos corazones.

Reflexionemos igualmente durante este día, contemplando la grandeza del porvenir que tenemos, del futuro que nos espera y lo magnífico de nuestras esperanzas puestas en un Padre que es Omnipotente, Soberano y Rey de Cielos y Tierra, pero, sobre todo, un Padre que nos Ama con todo Su Omnipotente Ser.

Es importante que tengamos siempre en cuenta, que debemos de encender diariamente nuestros corazones, y darle al Señor mil gracias, no importando qué vivamos en ese día, ya que la grandeza de Dios, Sus Dones y Bienes nos acompañan en nuestro caminar diario.

En reiteradas ocasiones Dios nos ha nombrado herederos de inmensas gracias, dones, gozos y dichas sin fin. Día con día vemos los frutos de su amor, pero además sabemos que nos ha elegido para ser herederos de su Gloria. ¿Cómo no agradecerle diariamente a un Padre tan Bueno?

Digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

2 opiniones en “Sagrado Corazón de Jesús (Día 8°)”

  1. Muchas gracias, por este excelente material.
    Cuánto bien nos hace meditar y crecer en nuestra devoción al Sagrado Corazón.
    Dios les pague.

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