CUARTO DÍA:
Como ya hemos indicado en publicaciones pasadas, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de nuestra Iglesia. Sin embargo, hay una fecha concreta en que esta devoción pasó a vivirse con un enfoque diferente: el enfoque que lo dio el mismo Jesús a santa Margarita María de Alacoque el 27 de diciembre de 1673, en el momento de su aparición ante ella, y expresarle el sentido que Él quería que se le diera a dicha devoción.
Los Padres de la Iglesia, intuitivos ante el misterio de las gracias que encerraba en sí el Sacratísimo Corazón de Jesús, ya tenían una gran devoción por Él. En los escritos y practicas piadosas de san Agustín, san Ambrosio, san Juan Crisóstomo, san Francisco de Asís, encontramos textos que se «refieren a la Sagrada Llaga del costado de Jesús, a la Sangre y Agua que brotaron de Su Corazón”, de donde recibimos los Sacramentos y tantas gracias.
Podemos darnos cuenta de que, siglos más tarde, nos encontramos ya con muchas referencias a las cinco llagas del Señor. Estos fervores estuvieron en la práctica de los fieles sin establecerse como una “devoción concreta”; son muchos los santos y santas que se han referido al Corazón y a las llagas de Cristo: San Bernardo de Claraval, Santa Clara, San Buenaventura, Santa Gertrudis, Santa Ángela de Foligno, el Beato Enrique Suso, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Ávila, San Pedro Canisio, San Francisco de Sales, Santa Juana de Chantal, y muchos, muchos más.
Pero se podría decir que la propagación del culto público al Corazón de Jesús, bajo una devoción determinada, tiene su origen en las revelaciones místicas que Santa Margarita María Alacoque comenzó a experimentar en Paray-le-Monial (Francia) desde 1673 hasta su muerte, en 1690.
Entre los primeros difusores del culto se destacan san Claudio de la Colombière, director espiritual de la Santa, y los Padres Juan Croisset y José de Galliffe, que escribieron los primeros tratados sobre aquella devoción. Desde el principio que la devoción fue aceptada y comienza a divulgarse públicamente, estuvo muy ligada a la Compañía de Jesús. También otras muchas congregaciones religiosas, siguiendo a la Compañía de Jesús (Jesuitas), desde aquel tiempo, adoptaron la devoción.
El culto al Señor, a través de la devoción a su Sagrado Corazón, comenzó a divulgarse lentamente en círculos restringidos desde Francia. En las primeras décadas del siglo XVIII ya había empezado a arraigarse profundamente en la mayoría de los fieles cristianos por medio, sobre todo, de la fundación de algunas congregaciones o cofradías que se nombraron como “del Sagrado Corazón”.
Santa Margarita, desde el principio, tenía una aspiración principal por la cual tenía que luchar para alcanzarla: la aprobación pontificia del culto público al Corazón de Jesús, sin embargo, hubo que esperar al pontificado del Papa Clemente XIII en 1765 para su aprobación, e incluso como un culto limitado a Polonia y a Roma, en un principio.
Esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús cobró muchísima más fuerza y auge, cuando fue acogida como devoción propia de El Apostolado de la Oración (fundado el 3 diciembre 1844 por el padre Francisco Javier Gautrelet, SJ). Fue así como, para Gloria de Dios y por Su Providencia, en 1861 nació en Francia la primera publicación para promover la devoción al Corazón de Jesús bajo el nombre de: “El Mensajero”. Pronto, a imitación de El Mensajero, en todas partes del mundo se comenzaron a realizar publicaciones similares.
Pasado un tiempo, y mientras la devoción se iba atesorando en toda la Iglesia, la Santísima Madre de Dios cimentaría mucho más el amor y la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, pero uniendo igualmente a Éste, Su Inmaculado Corazón, herido por los pecados de la humanidad. En efecto, en 1917, en las pariciones de Fátima, el ángel y la Virgen enseñaron a los niños a rezar y responder a “los designios de los Corazones de Jesús y de María”. A partir de Fátima, la devoción a los corazones de Jesús y de María, prendió como fuego en cada rincón de la Iglesia, llevando esta devoción de los Sagrados Corazones, a veneración en cada hogar católico del mundo.
En el siglo XX, Santa Faustina Kowalska (+1938 Polonia) tiene unas revelaciones místicas en donde Jesús le comunicó Su Corazón expresándole que deseaba derramar Su Misericordia a través de Su Corazón sobre toda la humanidad.
De esta forma, san Juan Pablo II, lleno del Espíritu Santo, polaco y mariano, canonizó a Santa Faustina y da un nuevo impulso a las dos devociones; la del “Sagrado Corazón de Jesús” y la de la “Divina Misericordia”.
Cuando pensamos y meditamos sobre esta hermosísima devoción, no nos cabe ninguna duda de que la devoción está basada totalmente en el simbolismo del corazón. Es decir, que se da un debido culto (afecto especial), al corazón de carne en cuanto éste simboliza y recuerda el Amor de Jesús y Su Vida emocional y moral. Jesús quería, al mostrarse a Santa Margarita, que esta devoción que digamos, estaba de alguna forma desordenada, cobrara un nuevo sentido y una realidad mucho más profunda para toda la cristiandad.
Se podría decir, que, junto con la Misericordia, la devoción al Sagrado Corazón de nuestro Señor, está por encima de otras devociones porque adoramos al mismo Corazón de Dios, donde arden de amor, en un mismo Corazón, las tres Personas de la Santísima Trinidad
Fue por eso, que Jesús mismo, en Paray-le,-Monial, Francia, como hemos dicho, solicitó a través de una humilde religiosa, con nombre Margarita, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón. Las Palabras del Señor a Santa Margarita fueron:
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor.”
Aquí se encuentra la base y centro de esta devoción. En las Palabras del Señor, encontramos el significado profundo y la misión que le entregará el Señor a Margarita, para que la haga del conocimiento de la Iglesia Universal. Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón.
La devoción en sí está dirigida a la Persona de Nuestro Señor Jesucristo y tiene las siguientes características:
1.- SU AMOR NO CORRESPONDIDO, representado por Su Sagrado Corazón.
2.- Son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación: Amor, por lo mucho que Él nos Ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe, sobre todo, en la Sagrada Eucaristía.
La característica principal que debemos observar en esta devoción al Sagrado Corazón, debe ser la reciprocidad del amor; su objeto es amar a Jesús que nos ama tanto; pagar al Amor con amor. Más aún, habida cuenta que el amor de Jesús se manifiesta al alma devota como despreciado, olvidado y airado, sobre todo en el Sacramento de la Eucaristía y en los Altares donde se encuentra, el amor propio de la devoción deberá manifestarse como un amor de reparación. De ahí la importancia de los siguientes actos de desagravio:
1.- la comunión de reparación,
2.- la compasión por Jesús sufriente, a través de la meditación de Su Santísima Pasión.
Aunque hay que decir que ningún acto, ninguna práctica, puede agotar las riquezas de la devoción al Sagrado Corazón.
MEDITACIÓN:
Considera que «la paciencia de Dios es nuestra salvación” (2Pe 3,15)
Medita sobre si Dios no tuviera paciencia con nosotros y con nuestras actitudes, ¿crees que te salvarías?
¿Qué tienes que cambiar, para que eso que hoy el Señor “tiene que soportar de ti”, pueda convertirse en un acto de amor y reparación contrario a lo que ahora es? Piensa en acciones concretas.
La Paciencia viene de la palabra latina “padecer” … es decir, “padecer con el amado”. Un corazón paciente es aquel que cree, confía y espera en aquel a quien se ama…
Imaginemos con cuanto amor, con cuanta ilusión Él nos espera, nos piensa, nos extraña, nos abraza sin que la mayoría de las veces nos demos cuenta. ¿Quieres tú también sufrir por Jesús siendo paciente…? medita sobre todo esto hoy.
OFRECIMIENTO:
1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.
2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.
3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.
4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.
5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.
6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.
MANERA DE REZARLO:
1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:
Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.
2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:
Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.
3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:
Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.
4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:
Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.
5.- Para Terminar:
Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.