TERCER DÍA:
Desde los primeros tiempos de la Iglesia, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha sido vivida con un amor especial y filial afecto. Son muchos los santos que han puesto sus esperanzas y han acudido al refugio del Sagrado Corazón por la gran devoción que a Éste le tenían en vida.
Pío XII, en “HAURIETIS AQUAS” cita lo que decía su predecesor, el Papa León XIII, con respecto al Sagrado Corazón: «Esta devoción que a todos recomendamos, a todos será de provecho […] Ante la amenaza de las graves desgracias que hace ya mucho tiempo se ciernen sobre nosotros, urge recurrir a Aquel único, que puede alejarlas. Mas ¿quién podrá ser Este sino Jesucristo, el Unigénito de Dios? «Porque debajo del cielo no existe otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser salvos» (Hech 4,12). Por lo tanto, a Él debemos recurrir, que es «camino, verdad y vida»» (HA 4, Roma, 15 de mayo de 1956).
El Señor, en la imagen que le hizo ver a Santa Margarita María de Alacoque, de Su Sacratísimo Corazón, nos muestra ciertos signos que analizaremos:
Primero está la cruz que sobresale de la parte superior de Él.
Segundo, se encuentra el fuego, que se muestra ardiendo detrás de la Cruz y que envuelve el corazón, especialmente sobresaliendo en la parte superior.
Tercero, la Corona de Espinas que rodea el Sagrado Corazón por la parte media de Él. Y, por último, la Herida Sangrante que se muestra en el costado del Corazón del Señor.
El Corazón con una llaga abierta de la cual brotan Sangre y Agua, y por la cual “hemos sido sanados” (1Pe 2,24). “Tanto amó Dios al mundo, que envió a Su único Hijo.”
Este Corazón que ha venido para compartir con nosotros, amarnos y rescatarnos del mal. Este Corazón que se hace visible pues el Señor nos Ama con un Corazón de Hombre, que al mismo tiempo es el Corazón de todo un Dios, y en donde residen todas las delicias de la Misericordia, la compasión y el Perdón.
Jesús nos quiere hacer ver que nos ama con un corazón humano, a través del cual, nos revela el infinito Amor de Dios por la humanidad.
La Cruz que sobresale, es el signo de la redención del hombre. Es el precio impuesto que pagó para conseguir la salvación de los hombres y recuperar las almas del pecado y de la muerte, para retornarlas a la casa del Padre. La Cruz, es el instrumento santo a través del cual Cristo se entregó por nosotros otorgándonos nuevamente la oportunidad de la salvación.
San Juan Eudes unió la devoción del Corazón de Jesús al Inmaculado Corazón de María, y fue también apoyado por santa Margarita de Alacoque y más tarde, por el papa Pío XII, quien enseña que para sacar más abundantes frutos del culto al Corazón de Jesús, los fieles han de unirlo a la devoción al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María: “Y para que la devoción al Corazón augustísimo de Jesús produzca más copiosos frutos de bien en la familia cristiana y aun en toda la humanidad, procuren los fieles unir a ella estrechamente la devoción al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Jesucristo; tanto, que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales estaban íntimamente unidos el amor y los dolores de su Madre.” (Haurietis Aquas 36)
Cuando pensamos en el corazón de alguien, o vemos dibujado un corazón, lo primero que se nos viene a la mente, es la demostración de afecto que, a través de este símbolo, nos quiere alguien expresar… Bueno, el Corazón de Jesús significa AMOR en su máximo grado; significa Amor hecho Obras; significa impulso generoso a la donación de Sí Mismo dando la Vida por nosotros, hasta sus últimas consecuencias, siendo éstas su dolorosa Pasión y una deshonrosa muerte en la Cruz.
Jesús, al mostrarnos su Corazón, quiere hacernos caer en cuenta de cuánto Amor hay reservado para nosotros en Él, si tan solo estamos dispuestos a aceptarlo. Jesús nos pide dejarnos amar por Él, y sólo nos pide una cosa: que correspondamos a ese amor.
Desgraciadamente, hoy en día pareciera que el hombre padece una seria enfermedad cardiaca, grave y crónica: el amor humano se está apagando, incluso muriendo. Los corazones se encuentran en estado de frialdad: todo es cálculo, beneficio, utilidad… Los hombres y mujeres de hoy parecieran incapaces de amar y de sentirse amados, cuando su fin último es exactamente ese: el Amor Eterno. Estamos en este mundo solamente para aprender a amar: “Ámense los unos a los otros como Yo los he Amado”. Esto es lo único que servirá al final de la vida, nada más que eso. El Señor, a través de San Mateo nos lo hace ver, y nos lo recuerda el día de hoy para que lo tomemos muy en cuenta: “…y tanta será la maldad que el amor de muchos se enfriará” (Mt 24,12).
La cita completa es actualísima, es escalofriante, pero al final también esperanzadora: “En esos días muchos tropezarán y caerán; de repente se odiarán y se traicionarán unos a otros. Aparecerán falsos profetas, que engañarán a mucha gente, y tanta será la maldad, que el amor se enfriará en muchos. Pero el que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará.” (Mt 24,10-13)
Y podríamos preguntarnos, haciendo una verdadera introspección, en completa sinceridad y pureza de intención, quién de nosotros no cree que le falta más amor desinteresado hacia Dios y hacia los demás…
Quién de nosotros no se siente preso y atado de su propio egoísmo, el cual es el primer enemigo y el más mortal del amor auténtico que Jesús quiere instaurar en nuestros corazones…
Y si pensamos un poco más en nuestra vida, realidades y relaciones, ¿quién de nosotros no ha experimentado alguna vez, o peor tantito, experimenta de vez en cuando, que no es amado verdaderamente por las personas que lo rodean?
¿No crees entonces que este es el origen de tanto y tanto sufrimiento en las familias y en la sociedad en su conjunto?
Jesús sufre con el desamor y el maltrato que sus hermanos reciben por el egoísmo y la soberbia de los hermanos que les rodean, especialmente aquellos hermanos más necesitados de lo principal para vivir: los más humildes, los más pobres. Esto es lo que ocasiona el dolor de nuestro Señor, que en la iconografía del Sagrado Corazón es mostrado en el corazón herido por la lanza que el soldado romano clavó en el costado de Cristo, y esta HERIDA (LLAGA) que lo representa, derrama Sangre y Agua como símbolo del dolor del Señor e igualmente, como oportunidad de que el hombre, por esa Sangre Preciosa derramada sea purificado, y por el agua que brota igualmente del costado, simbolizando los sacramentos, sea lavado para su redención.
La realidad de fondo es que no amamos a nuestro prójimo verdaderamente, y por lo tanto, no amamos a Dios tal como Él lo espera: “con todo nuestro corazón. Con toda nuestra alma. Con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas” (Mc 12,30).
A través de la simbología del Sagrado Corazón mostrado en visión a Santa Margarita con La Corona de Espinas que lo rodea; Jesús nos quiere recordar el dolor y la agonía que sufrió durante toda su Pasión. Al mismo tiempo, también nos recuerda que Jesús es nuestro Rey, y que esa es la forma en la que se ejercen las responsabilidades cristianamente: sacrificándose por los demás.
Pues aquí y así es como vemos el profundo sentido y la máxima actualidad de nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
El FUEGO que vemos en el Corazón de Jesús también representa el amor que arde y purifica nuestras almas, las transforma para que sean verdaderamente santas. A este tan enfermo, corrompido y miserable corazón del hombre y la mujer modernos, llenos de inmundicia, soberbia, orgullo y pecado, contraponemos el corazón de Jesús, movido de un amor palpable y desbordante por nosotros. A través de esta devoción, sabiendo nuestras debilidades y defectos, le pedimos que una nuestro corazón con el Suyo, que lo asemeje al Suyo. Le pedimos un intercambio; un trasplante de nuestro pobre corazón, reemplazándolo por el Suyo, lleno de riqueza y santidad.
MEDITACIÓN:
“Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres, y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos, ámame.” (Mensaje dado por el Señor a Santa Margarita de Alacoque)
Durante el día de hoy, medita sobre estas palabras del Señor, que también han sido entregadas para ti: ¿Cómo puedes amar y demostrarle al Señor de mejor manera tu amor por Él?
ORACIÓN DE DESAGRAVIO AL SAGRADO CORAZÓN:
Rezaremos durante todo este mes, el “Rosario al Sagrado Corazón de Jesús”.
Para rezarlo, emplearemos un Rosario tradicional de cinco decenas.
OFRECIMIENTO:
1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.
2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.
3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.
4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.
5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.
6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.
MANERA DE REZARLO:
1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:
Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.
2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:
Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.
3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:
Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.
4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:
Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.
5.- Para Terminar:
Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.