DÉCIMO OCTAVO DÍA:
Habiendo celebrado la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, volveremos a reflexionar hoy sobre las promesas que el Señor le dio a Santa Margarita.
“Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a Mi Voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios.”
Así como a la Santa, Dios nos llama a todos para escuchar su voz, y aceptar con docilidad los designios que, desde siempre, Él tiene para cada uno de nosotros.
Jesús espera ese sí generoso, comprometido y fiel, de cada uno de nosotros, y quiere “necesitarnos” para ayudarlo a cumplir la historia de la salvación de los hombres, y de esa forma, lograr cada uno la salvación de su propia alma. Jesús nos trae su Amor. Nos muestra su Corazón, que es el mismo y más puro Amor, y nos invita a resguardarnos en la pureza de ese inmenso Amor, que será la única prenda de nuestra salvación, ya que el mundo sólo se podrá salvar por el amor de ágape (el amor puro que se da simplemente por bondad y misericordia, sin esperar absolutamente nada a cambio).
El Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer (y de alguna forma, también a nosotros, que nos hemos consagrado a Él a través del Inmaculado Corazón de Su Madre, María). Recordaremos que el Señor le había dicho:
“Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento, tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes.”
A partir de la primera revelación y hasta su muerte, santa Margarita María Alacoque sufriría todos los primeros viernes de mes la experiencia mística de la Llaga del Costado de Jesús. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella, y para descubrirle los secretos de su Adorable Corazón.
Propósito de la devoción: Reparación al Corazón de Jesús
El motivo u objeto principal de esta devoción debe ser el conocer mejor y, en consecuencia, incrementar el amor profundo a Jesús, como una forma de reparar la falta de amor y agradecimiento de la humanidad hacia su Redentor. NO debemos cultivar esta devoción sólo para alcanzar las promesas ligadas a ella, pero la Iglesia entiende que, si el mismo Jesús quiso darnos un estímulo o incentivo con sus promesas, podemos legítima y provechosamente apoyarnos también en ellas, a fin de fortalecer nuestra débil voluntad para el servicio a Dios y el esfuerzo por cumplir nuestra misión dada por Él, dentro y fuera del Apostolado, que como sabemos, está muy relacionado en su espiritualidad con esta hermosa devoción.
En efecto, recordemos que, como Apóstoles de la Nueva Evangelización, debemos de llevar muy grabados y sellados en nuestro corazón la oración, la adoración Eucarística, el servicio a Dios a través de las Obras de Misericordia con nuestros hermanos, y el amor, veneración e imitación de la Santísima Virgen María.
Las “doce promesas”, con las que el Señor, que es el Dios de la verdad y del don, se compromete a bendecir a quienes cultiven y propaguen esta Devoción, son las siguientes:
Doce Promesas:
1.- Les daré todas las gracias necesarias en su estado de vida.
2.- Estableceré la paz en sus hogares.
3.- Los consolaré en todas sus aflicciones.
4.- Seré su refugio en su vida, y sobre todo en la muerte.
5.- Bendeciré grandemente todas sus empresas.
6.- Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.
7.- Las almas tibias crecerán en fervor.
8.- Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección.
9.- Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea honrado.
10.- Daré a los sacerdotes el don de tocar a los corazones más empedernidos.
11.- Los que propaguen esta devoción, tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de Él, nunca serán borrados.
12.- Nueve primeros viernes: Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso les concederá, a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: no morirán en desgracia ni sin recibir los sacramentos; Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento.
A través de todos los conocimientos que el Señor nos ha revelado con la devoción que ayer festejamos litúrgicamente: Su Sagrado y divino Corazón; manan sin detenerse nunca para el mundo entero, tres ríos inmensos e insondables:
– El primero es el de la Misericordia para con los pecadores, sobre los cuales vierte el espíritu de contrición y de penitencia. (1)
– El segundo es el de la Caridad, en provecho de todos los aquejados por cualquier necesidad y, principalmente, de los que aspiran a la perfección, para que encuentren la ayuda necesaria para superar sus dificultades (2)
– El tercer río es de donde manan el amor y la luz para sus amigos ya perfectos, a los que quiere unir consigo para comunicarles su sabiduría y sus preceptos, a fin de que ellos a su vez, cada cual, a su manera, se entreguen totalmente a promover Su Gloria.
(1) Más adelante, en futuras catequesis, reflexionaremos cómo la devoción del Sagrado Corazón se une a la de la Divina Misericordia, proveniente de las revelaciones hechas por el Señor a Sor María Faustina, y de qué manera se relacionan ambas con la Gran Cruzada.
(2) También podremos reflexionar acerca de lo que, como Apostolado, nos une a esta devoción, úes de alguna manera el ANE, viene a ser como «un hermano menor» y una extensión contemporánea de ese manantial de gracias y promesas del Sagrado Corazón.
Requisitos para alcanzar las promesas:
Para ganar las 12 gracias que el Señor prometió brindar a quienes cultiven y promuevan esta devoción, pidió que las almas se comprometieran por su parte a:
1.- Recibir sin interrupción la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes consecutivos.
2.- Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
3.- Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
4.- Rezar la siguiente Oración: “Oh Dios, que, en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por Jesucristo nuestro Señor.” Amén. Sagrado Corazón de Jesús, en Ti Confío.
MEDITACIÓN:
Hemos leído hoy nuevamente que el Señor le dijo a santa Margarita que el demonio no tiene poder alguno sobre los obedientes… Esto es algo muy importante, que debemos de recordar, especialmente aquellos a quienes (y especialmente cuando) nos cuesta obedecer.
Sabemos que el demonio puede incluso fingir humidad, pero obediencia, nunca; por eso es que en la obediencia está la clave para vencer en el combate espiritual.
Hoy le pediremos al Señor, de manera especial a lo largo de todo el día, que por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, nos ayude a tener un corazón obediente, como lo fueron los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Reflexionemos cómo, este Corazón Divino de Dios, es un abismo de todos los bienes, en el que todos necesitamos sumergir nuestras miserias, como expresaría Santa Margarita: es un abismo de gozo, en el que hay que sumergir todas las tristezas, es un abismo de humildad contra nuestra soberbia e ineptitud, es un abismo de misericordia para los desdichados, y es un abismo de amor, en el que debe ser sumergida toda nuestra indigencia.
Amemos en este día al Señor, tratando de agradecerle por tanto amor, y procurando darle lo mejor de nosotros mismos en cualquier situación que nos encontremos y con toda acción que realicemos.
Meditemos qué parte de nosotros, de nuestra vida e historia, quisiéramos sumergir en Su Adorable Corazón, para recibir de Él los consuelos, el perdón, la luz, la guía y la sanación.
OFRECIMIENTO:
1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.
2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.
3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.
4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.
5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.
6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.
MANERA DE REZARLO:
1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:
Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.
2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:
Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.
3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:
Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.
4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:
Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.
5.- Para Terminar:
Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.
———-
Finalmente, digámosle todos los días:
¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!
En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.
Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.