Sagrado Corazón de Jesús (Día 15°)

DÉCIMO QUINTO DÍA:

Ayer comentamos que, si no amamos con el Corazón de Cristo, de tal forma que aprendamos a servir con pasión, con compasión, determinación y perseverancia, defendiendo la verdad claramente con amor, NO HABREMOS ENTENDIDIO NADA DE LO QUE JESÚS VINO A ENSEÑARNOS…  en tal caso, las Palabras de Jesús dirigidas a Felipe, en la última Cena, debieran resonar para nosotros en este momento: “Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, y ¿todavía no me conocen?”  (Jn 14,9). 

Jesús nos interpela hoy y nos pregunta, ¿Cuáles son aquellos principios o ideales que nos motivan a actuar…?  ¿Qué hay en el fondo de cada acción, de cada situación, de cada acto que realizamos…?

Siempre, en la vida de todo ser humano, hay principios, doctrinas o ideales que nos movilizan, inspiran, marcan el rumbo, sea consciente o inconscientemente… Por eso nos dedicaremos hoy a reflexionar sobre este importante aspecto de nuestra vida, para analizar si el corazón y la razón están trabajando en conjunto, haciendo que nuestra vida sea coherente, o están, como muchísimas veces sucede, tirando la razón para un lado, y el corazón para otro, dando como resultado que nuestros pensamientos, sentimientos y acciones estén separados, sino francamente enfrentados, impidiéndonos llevar una vida del todo coherente.

“¿Hace tanto tiempo que me conocen, y todavía no aprenden nada…? Tal vez el Señor hoy nos diría esto, viéndonos a los ojos con una Mirada llena de Misericordia, pero con un toque de tristeza… ¿Qué te moviliza? ¿Qué hay en el fondo de tus pensamientos, de tus actos…?

El Sagrado Corazón de Jesús viene a recordarnos, como esa noche les dijo a Felipe y a los otros, que Él es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6-8) de manera que, la devoción revelada a Santa Margarita tiene como objetivo que el hombre, especialmente hoy, vuelva sus ojos a Dios y transforme su corazón (todo su ser, desde la concepción bíblica del vocablo) para que, así como para Jesús, su Padre lo era Todo, así también Jesús lo sea todo para nosotros.

Mostrándonos Su Sacratísimo Corazón, humanado por nuestro amor, nos recuerda igualmente que, si lo tenemos a Él como Todo, alcanzaremos lo que queremos, si es para el bien de nuestras almas, y nuestras obras serán grandes, ya que estarán hechas para Gloria de Dios, y Dios será el que actúe a través de nosotros.

¿Nos hemos preguntado últimamente, por qué los Santos hicieron lo que hicieron, o alcanzaron las altas cumbres que alcanzaron…? Porque tenían muy grabado en su CORAZÓN, que Jesús lo era TODO para ellos: “Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta” (Santa Teresa de Ávila).

La Biblia en sus diferentes libros, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, nos hace notar la realidad del hombre frente a Dios, y nos revela de una manera simple, pero aleccionadora, las acciones y procesos que se llevan dentro, en lo profundo del corazón del hombre.

Primero, debemos notar que los profetas o evangelistas que nos traen la Palabra de Dios hasta nuestros días, siempre fresca, siempre latente, siempre contemporánea por la acción directa del Espíritu Santo, nos describen a un Dios que SE HACE CERCANO POR AMOR y camina junto a su pueblo; el pueblo de ayer, de hoy y el de los últimos tiempos.

La tradición de la Iglesia, la historia, la fe, nos hacen llegar al momento donde vemos ese caminar desde un punto inimaginable; indescriptible… jamás se habría podido pensar que fuera el mismo Señor, que se hace Uno con nosotros y camina con nosotros, nos muestra su Corazón Amante de hombre que desea sentir amor. Es ese Sacratísimo Corazón del Dios Amor que no es Amado -como diría San Francisco de Asís- que permanece con nosotros siempre y lo estará hasta el final de los tiempos.  Es el mismo Jesús, Dios Todopoderoso y Eterno; Alfa y Omega, que permanece en su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en Su Palabra, se queda en la persona de los pobres y se queda con nosotros, caminando día a día, sintiendo, amando, esperando, perdonando y muchas veces, aguantando…

Terminamos nuestra reflexión de hoy con el mensaje que el Papa Francisco nos compartiera en su Homilía para conmemorar la solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón en el año 2013:

“Esta es la cercanía. El pastor cercano a su rebaño, a sus ovejas, a las que conoce una por una. Jesús quiso mostrarnos Su Corazón como el Corazón que tanto Amó. Por ello hoy hacemos esta conmemoración. Sobre todo, del Amor de Dios. Dios nos ha amado, nos ha amado mucho. Pienso en lo que nos decía San Ignacio […] nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir.”

MEDITACIÓN:

Hoy, medita sobre aquellas cosas que brindas al Apostolado (servicio, conocimiento, habilidades, tiempo, dinero), y reflexiona, desde lo más profundo de tu corazón: ¿qué es lo que te mueve a actuar?  ¿Qué hay en el fondo de cada acción, situación, acto que realizas? ¿Es Él tu Camino, tu UNICA Verdad y tu Vida…?  Pasa absolutamente todo lo que haces a través del colador de la pureza de intención, para que tu ofrenda y oblación sean verdaderamente agradables a Dios. Reflexiona en esta frase: “Hace tanto tiempo que estoy con ustedes y, ¿todavía no me conocen…?

Realiza tu oración agradeciendo por la oportunidad que Dios te da, de unirte a su misión y pídele perdón, si fuera necesario, por las veces que no fue sólo el amor a Él y a tus hermanos lo que te guió en las acciones, con todo esto que vienes meditando. Si quieres compartir tu meditación, escríbela en la App del ANE, para que nos edifiquemos todos con las experiencias de los hermanos.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN:

SEXTO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del séptimo día: Mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo

¡Oh Corazón clementísimo de Jesús!, Divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: “Pídeme por el Corazón de Mi Amantísimo Hijo Jesús; por este Corazón te oiré, y alcanzarás cuanto me pides.” Presento por Tu intercesión, Jesús Divino, a Tu Padre Eterno, todas mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, Amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

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