DÉCIMO TERCER DÍA:
Continuando con nuestras reflexiones de junio, referidas al Sagrado Corazón de Jesús, nos enfocaremos hoy en tratar de analizar y entender de la mejor manera lo que significa el CORAZÓN para las Sagradas Escrituras.
¿Cuál es el simbolismo que encierra, para nuestros hermanos mayores en la fe, el Pueblo Judío, de donde nace nuestra cultura religiosa?
El Diccionario de catequesis y pedagogía religiosa, nos dice que “en la Sagrada Escritura, ‘corazón’ significa la interioridad del hombre, donde tienen lugar sus pensamientos, sentimientos, afectos, motivaciones, actitudes…”
Entendemos que “de allí proceden sus palabras y sus obras” (Cfr. Mt 15,18). Podríamos entonces decir que el corazón del hombre es como la fuente de donde manan todas las facultades espirituales, tanto intelectuales como afectivas, y vendría a ser “el centro” y “la sede” de las mismas.
De un corazón “convertido”, transformado, o abierto a Dios, brota la adoración, la confianza, la fidelidad, la generosidad, la pureza y rectitud de intención. Es que, solamente desde el corazón, el hombre puede transformarse para conformar su vida en un reflejo de la Persona de Cristo.
Es una condición única de Dios el conocer el corazón del hombre (1Sam 16,7; Sal 44,22), y es el único y mismo Dios quien lo escruta, lo prueba, purifica y renueva (Sal 7,10; 51,12; Ez 36,26), para escribir en él Su ley (Jer 31,33) y exigir un amor de totalidad (Deut 4,29). Ya que es en el corazón donde nuestra libertad, nuestra inteligencia o raciocinio y nuestra voluntad, (las tres potencias del alma) son acrisoladas por las tentaciones y por distintas pruebas…
Al corazón le habla directamente Dios (Os 2,16); y el corazón se prepara y permanece listo para la misión de Dios, cuando sabe escuchar y conservar la Palabra, como hemos visto que supo hacer nuestra amada Madre (cfr. Lc 2,19 y 2,51).
Es así como, en diferentes momentos y libros de las Sagradas Escrituras, el corazón refleja la personalidad e intencionalidad del hombre ante Dios y sus hermanos. La Palabra de Dios nos invita a observar y reflexionar sobre las “maneras” en las que el corazón procede para que, en su interior, se planeen y surjan, las buenas o malas intenciones que luego, se convertirán en acciones concretas para Gloria o deshonra de Dios, o en pensamientos y sentimientos que, sin llevarse a cabo, purifican o pervierten y manchan la pureza de intención en la persona.
Dios quiere trasformar el corazón de piedra que tenemos casi todos los seres humanos (a causa del pecado original y nuestra naturaleza frágil y caída) en “un corazón nuevo” (Ez 18,36; 36,26), para que todos se vuelvan a Él “con todo el corazón” (Joel 2,12).
En Efesios 3,17 y en Romanos 5,5, nos dice la Palabra de Dios que en el corazón que está unificado por el amor, en él, “habita Cristo por la fe” y el Espíritu Santo comunicado por el Padre. Y es así como nuestra comunidad, nuestra Casita de Oración, nuestro Apostolado, nuestra Iglesia “comunidad de comunidades” pueden llegar a ser, teniendo a Cristo como piedra angular, “un solo corazón y una sola alma” como nos enseña San Pablo, en el Libro de Los Hechos de los Apóstoles 4,32: “La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma.”
El Diccionario de Evangelización nos dice que el corazón del hombre, en sentido bíblico, es donde reside la personalidad como centro.
Según la mentalidad semita (la de la raza del pueblo judío), el corazón es el órgano central y más importante del cuerpo (1Sam 25,37; 2Sam 18,14), donde radica no sólo la vida física (Gén 18,5; Lc 21,34; He 14,17; Stgo 5,5), sino también la vida espiritual, intelectual, afectiva y pasional de la persona.
Para los hebreos, así como para la cultura griega de su tiempo, se comprende que a veces “corazón” equivalga a “alma” por ejemplo en Josué 22,5. Es necesario destacar que la palabra “corazón”, en su sentido profundo en la cultura griega, fue generalmente utilizado en la literatura poética, mientras que en el mundo semítico es corriente en textos no poéticos sino espirituales, como sinónimo del hombre interior que habita en cada uno, contraponiéndose al hombre exterior, que es el que habita en el mundo y muchas veces se deja llevar por lo superficial y vano.
El corazón constituye la persona misma en su interioridad, de tal manera que puede traducirse a veces por el pronombre personal (Mt 24,48: “Pero el mal siervo, aquel que dice en su corazón… “). También, es en el fondo del corazón donde se encuentran u originan los pensamientos, como leemos en Daniel 2 30: “A mí se me ha revelado este secreto, no porque tenga una sabiduría superior a la de los mortales, sino con el fin de que todos conozcan la interpretación de tu sueño”; o en Mateo 15,19: “Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias”; y también donde se deposita la fe y se origina la duda como leemos en Marcos 11,23: «Yo les aseguro que el que diga a este cerro: ¡Levántate de ahí y arrójate al mar!, si no duda en su corazón y cree que sucederá como dice, se le concederá»; y Lucas 24,38: «Pero él les dijo: “¿Por qué se preocupan, y por qué se surgen dudas en su corazón?»… para citar algunos ejemplos.
Entonces, si vamos tratando de estudiar el inmenso significado de esta palabra, llegaremos a comprender más profundamente el anhelo del Señor al entregarnos Su Sacratísimo Corazón, y revelarnos, a través de Santa Margarita, los tesoros que Éste encierra en Él y que Dios quiere darnos para provecho y salvación de nuestras almas.
Es en el corazón donde el hombre comete el pecado, ya que Dios ha escrito la ley divina en los corazones de cada uno de Sus hijos, es decir, en sus conciencias, de manera que ellos saben por sí mismos, lo que es bueno o malo sin que nadie se los diga (Cfr. Rom 2,15).
Igualmente, vemos que es en el corazón o conciencia del hombre, donde brilla principalmente la luz de la verdad, que es la Luz de Cristo, y donde se da lugar el acto libre de la fe regalada por el Espíritu Santo.
Para terminar este día, en nuestra meditación, pensemos en el “Corazón” de Dios… Dios Padre, Creador y Señor de todo lo que existe, visible e invisible, material o espiritual, ha querido plasmar Su Propio Corazón en la Persona de Jesucristo, segunda Persona de la Santísima Trinidad, que, haciéndose Carne, humanado por Amor a los hombres, se hace Visible para traernos el Amor y Misericordia Divina.
Jesús, con Su Testimonio, nos enseña que, en el corazón como sinónimo de lo más profundo e interior del ser humano, se ofrece el sacrificio que es verdaderamente agradable a Dios, así, el hombre, aunque no sea judío, no haya sido circuncidado en el cuerpo (circuncidado exteriormente) a usanza del pueblo elegido, convertido al Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, practica la circuncisión espiritual del corazón, como nos lo explica Pablo en la Carta a los Romanos 2,29.
Metafóricamente nos habla el Antiguo Testamento del Corazón de Dios y nos dice que a Él se le atribuye Conocimiento, Pensamiento, Decisiones y Afectos, como leemos en Génesis 6,6.
El Corazón de Dios se revuelve dentro de Sí, y sus entrañas se estremecen al pensar en una posible destrucción de su pueblo (Os 11,8). “Dios Es”, aunque todo Hombre, todo Dios; sin embargo, “ES el HOMBRE-DIOS, JESUCRISTO, infinitamente mayor que el corazón humano”, es decir, aunque sea Hombre en el más alto desarrollo de sus Cualidades y Facultades, semejante a las de los hombres, Su Corazón abarca todo y a todos desde siempre; pues como Dios es Alfa y Omega, Principio y Fin de todo lo creado… Este Amante Corazón, conoce todo, pero el corazón humano no tiene por qué temer, ya que Jesucristo nos ha abierto el acceso al Padre, siempre que cumplamos el mandamiento del amor al hermano, como leemos en la Primera carta del Apóstol San Juan, capítulo 3, versículos 19 al 24: “En esto conoceremos que somos de la verdad y se tranquilizará nuestra conciencia ante Él. Pues si nuestra conciencia nos reprocha, pensemos que Dios es más grande que nuestra conciencia, y que lo conoce todo. Amadísimos, si nuestra conciencia no nos condena, tenemos plena confianza en Dios. Entonces, todo lo que pidamos, nos lo concederá, porque guardamos sus mandatos y hacemos lo que le agrada. ¿Y cuál es su mandato? Que creamos en el Nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros, tal como él nos lo ordenó. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Pues Dios permanece en nosotros, y lo sabemos por el Espíritu que nos ha dado.”
Aquí empezamos a comprender de mejor manera el designio de Dios para los hombres. El Querer de Dios, que nos muestra Vivo y Latiente Su Sacratísimo Corazón, que es tan olvidado y lastimado con las injurias y sacrilegios que le son propiciados por sus hermanos que, incrédulos y llenos de soberbia y vanidad espiritual, se olvidan de ese Corazón que los ha amado tanto.
El Corazón de Dios HOY TE LLAMA… Hoy te dice: ¡Veme, Estoy aquí junto a ti! ¿No te das cuenta cuánto te amo? ¿No te das cuenta todo lo que hago por ti? ¿Sabes cuántas veces he consolado tu pobre corazón, que llora las tristezas que le ocasiona el mundo…? Ese es el Corazón de Dios, que Santa Margarita quiere darnos a conocer, a través de la Devoción al Sagrado Corazón, para que le seamos más fieles y le amemos como Él Desea y Merece ser amado.
Mañana continuaremos con este tema…
MEDITACIÓN:
Hoy trabajaremos meditando la Palabra de Dios con algunas citas Bíblicas del Evangelio de San Mateo. Estas citas que te daremos a continuación te harán reflexionar y entender de mejor manera, el tema de hoy.
Léelas con atención, y en disposición de oración, trabaja en ellas. Escribe qué te inspira el Espíritu Santo, conforme a la Devoción del Sagrado Corazón y tu entrega a Él.
Igualmente, considera qué hay dentro de tu corazón y qué tendrías para entregarle al Señor, si el día de hoy te llamara a Su encuentro.
Te invitamos a participar, -si así lo deseas-, poniendo tu comentario en la App del ANE, donde compartas qué es lo que has podido meditar y cómo te ha edificado el Señor, a través de Su Palabra.
CITAS BÍBLICAS:
Mateo 5,8
Mateo 6,21
Mateo 11,29
Mateo 13,15
Mateo 13,19
Mateo 15,8
Mateo 15,18
Mateo 15,19
Mateo 18,35
Mateo 19,8
Mateo 22,37
OFRECIMIENTO:
1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.
2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.
3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.
4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.
5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.
6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.
MANERA DE REZARLO:
1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:
Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.
2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:
Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.
3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:
Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.
4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:
Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.
5.- Para Terminar:
Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.
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Finalmente, digámosle todos los días:
¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!
En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.
Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.
NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN:
QUINTO DÍA:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.
Oración del quinto día: Perfeccionar todas mis obras
¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la Trinidad venerada, por quien se perfeccionan todas nuestras obras! Yo te ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que, supliendo Tú mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh amante Corazón!, y la gracia que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.
Oraciones finales
¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.
Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena
¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.
Me invita a velar y orar para conocer mis riquezas. Al conocerlas, sabré si mi corazón en ellas puesto, se asemeja al Sagrado Corazón de Jesús
Gracias por compartir y asi enriquecer nuestra experiencia de Dios. Bendiciones.
Abrazo fuerte y cariñoso, Kiti, y Toni, por favor
Excelente, Chuy, muchas gracias. ¿Quién más nos puede compartir lo que ha podido meditar?
Gracias a ti, Francisco, por ti esfuerzo. Otro abrazo para ti y Ceci
Muchas gracias, Chuy, lo mismo para María Elena y para toda la comunidad de Ciudad Victoria, por favor.