Sagrado Corazón de Jesús (Día 12°)

DÉCIMO SEGUNDO DÍA:

Seguimos aprendiendo sobre esta bellísima devoción nacida del Corazón Amoroso de Jesús, que busca llamar la atención del corazón del hombre que le lastima e ignora y que, por su soberbia, egoísmo, egocentrismo y vanidad, se niega a mirar a lo alto, darle valor a lo que realmente importa: la salvación de su alma y, en consecuencia, la conversión de su vida.

Entre las grandes enseñanzas que Santa Margarita María de Alacoque ha dejado al mundo, con su ejemplo, está el siempre considerar la entrega al Señor antes que la acción.

La Iglesia nos enseña y repite siempre en muchos documentos (Encíclicas, Exhortaciones y Cartas apostólicas, etcétera), que la acción debe de estar unida estrechamente a la oración, y que, si faltan las plegarias, la acción no solo estará incompleta, sino que tomará un rumbo muy diferente a lo que el Señor espera de cada uno de nosotros, en su perfecto plan de salvación.

Oración y acción, acción y oración, pues ambas actividades se retroalimentan siempre: Una fe sin obras está muerta, así como la obras sin base espiritual y sin las luces de la oración, se convierten en asistencialismo y mero activismo, que generalmente, con el paso del tiempo, secuestran lo que en un principio hubiera de buena intención, convirtiéndose en la persecución de un logro personal, ya sea material o espiritual, pero siempre lleno de egoísmo, buscando la autorrealización, el aplauso, la gloria y el bienestar propio por encima de los intereses y necesidades de los demás.

Margarita nos alerta sobre eso, y nos narra las infusiones del Espíritu de Dios en su alma que, por Misericordia y Providencia, la alertaban sobre las astucias del enemigo, para que aprendiera y trabajara, unida al Corazón de Jesús, a deshacerse de todo el ego, del Yo, de la desobediencia y la pereza espiritual, que la llevaban a apartarse del Corazón Divino de Jesús Amor.

Estas son cuestiones de las cuales todos los cristianos debemos cuidarnos, pero muy especialmente quienes estamos más comprometidos en la edificación del Reino… Pensar en cuánto daño podríamos hacer si somos nosotros y no el Señor quien planifica, organiza, dirige y hace las cosas. Sólo a través de la oración permanente y la humildad obediente, podemos asegurar que es y será Dios quien lo hace.

Nos cuenta Margarita la experiencia que el Señor le hacía sentir en su pobre corazón, llenándolo cada vez más de llamas ardientes de celo por Su Amor y entrega. Antes de ser apóstol por la acción, Margarita es mártir por todos aquellos dolores físicos y morales, que caen sobre ella por haberse ofrecido como resignada víctima ante el Altar de Dios.

Ella, a ejemplo de la Virgen María, su modelo de virtud, sentía la necesidad de inmolar su ser continuamente por amor, en adoración y anonadamiento, en conformidad al Sacrificio de Jesús a Quien recibía con toda la frecuencia que le era permitido, en la Eucaristía…

Margarita escribe así: “En verdad, Aquél que es la grandeza me ha hecho grande, recogiéndome de entre el polvo para convertirme en el instrumento de sus designios misericordiosos… ¿Y qué hice yo? Darle mi corazón, dárselo entero en cambio del suyo adorable, a fin de que hiciese conmigo, incondicionalmente, lo que Él deseara para establecer y dilatar en el mundo entero el Reinado de Amor de Su Sagrado Corazón…”

Más adelante nos dice: “Que si por una dignación de misericordia incomparable, quiso el Señor designarme para instrumento de Su Gloria en la primera etapa, cuando el sol del Corazón de Jesús se levantaba apenas en su primer aurora… ahora que ese Sol divino ha rasgado las nubes, son ustedes, sépanlo, sí, ustedes los felices precursores de su Reinado social, los que por senda de inmolación amorosa deben afianzar Su Victoria… ¡Ah, pero no se engañen; Su apostolado será maravillosamente fecundo sólo en la medida que penetre en ustedes mismos del Evangelio que el Maestro Divino nos predicó, a ustedes y a mí, en el Calvario, Evangelio de Cruz, abnegación y sacrificio!” (Autobiografía de Margarita María e Alacoque).

Sí, hermano, como leíste, esta devoción, estas enseñanzas del Señor a través de los escritos de Santa Margarita, nos muestran que el camino al Cielo tiene piedras, obstáculos, espinas, y no es fácil transitarlo. Hay que luchar; darle buena pelea, como San Pablo. Nunca será suficiente trabajar para purificar y santificar nuestras almas. Nunca será suficiente la entrega en generosidad y sacrificio para Gloria de Dios… pero, a pesar de tu miseria y testarudez, Jesús quiere tu sí comprometido y fiel.

Él Sabe tus limitaciones; conoce tus defectos, tus fallas y tus batallas diarias, y tus faltas de batalla también. Sabe de qué pie cojeas y el tanto de vileza que, por tibieza espiritual, ha penetrado en tu corazón, hasta el punto de convertir ese corazón de carne en uno de piedra…

Pero Jesús viene a eso ahora: Viene a entregarnos Su Corazón. Viene a intercambiar con nosotros SU AMOR, a cambio de nuestro pequeño y miserable amor.

Viene a Sanar, a Santificar, a renovar, a edificar, a unificar, en una palabra: a Amar. Viene a cambiar nuestros corazones de piedra por unos de carne, y dejarlos en su condición de hijos de Dios, restituidos por la Gracia Santificante, alcanzada como don y fruto del Sacrificio en la Cruz, por el Redentor del género humano.

Esta devoción, encarnada en el Corazón de Dios e infundida por la Acción del Espíritu Santo en los corazones, transforma las fibras más sensibles y profundas de la vida de aquél que, confiando y esperando en Dios, pone a su servicio la vida, como oblación y en reparación amorosa a ese Sagrado Corazón que no es lo suficientemente amado.

Y para las Sagradas Escrituras, ¿qué significado tiene el corazón…? Para que lo comprendamos mejor y profundicemos más en el mensaje que el Señor quiere que atesoremos en esta devoción, como nuestra perla preciosa, el día de mañana, explicaremos su profundo significado Bíblico. Seguramente eso nos ayudará para que, a conciencia y bajo todo conocimiento, consagremos nuestras vidas y familias al Sagrado Corazón, y seamos de esa forma, Apóstoles de la Nueva Evangelización sumergidos en el Corazón de Dios, que arden con el Fuego de las llamas del insondable Amor de Jesús, nuestro Rey y Salvador.

MEDITACIÓN:

Reflexiona hoy sobre lo que has leído de Santa Margarita, tomando en cuenta de una manera especial para tu meditación, las siguientes palabras marcadas con rojo, de manera que, al ir leyéndolas, las hagas tuyas y pienses cómo lo estas haciendo en tu vida, en relación con Dios, y con tu prójimo.

Nota: Si es necesario, lee primero de corrido, y dale una segunda lectura deteniéndote en cada palabra o frase marcada, para hacer correctamente tu reflexión y oración.

“… Oh, aprendan, pues, ante todo, la ciencia sublime de sufrir…, sí, de sufrir amando y de cantar sufriendo para Gloria del Divino Corazón.! ¿Recuerdan cuánto deseaba Jesús ser bautizado con bautismo de sangre… y ser levantado en el patíbulo de una Cruz para atraerlo todo, irresistiblemente, desde ese Trono de Sangre a Su Sagrado Corazón?

Pues procedan así también ustedes, los dichosos mensajeros de Su Amor; déjense atraer desde el calvario a Su Calvario, sin vacilaciones ni cobardías… cedan al imán de su Corazón Crucificado… Y no teman… porque Aquél que les ha inspirado el deseo ardiente, y el querer, sabrá también darles el poder con gracia superabundante. Acérquense pues al Tabernáculo del Rey de Amor… vengan, llevándole gozosos, como ofrenda de apostolado, las dolencias… Ofrezcan, como rico tesoro, las flaquezas dolorosas de la salud quebrantada… Preséntenle este precioso obsequio, y colocándolo en la herida de Su Corazón Adorable, díganle con toda resignación, con celo ardiente y con amor apasionado: ¡Acepto Señor, la gloria incomparable de ser una partícula de la Hostia redentora que eres Tú Mismo! Jesús… Pero en recompensa, Sana las almas enfermas, y en cambio de este nuestro Calvario, sube al Tabor de Tu gloria, Jesús.” (Autobiografía de Santa Margarita María de Alacoque).

Ahora verás más de cerca la relación que tiene la espiritualidad de Santa Margarita con la nuestra, recordando quizá lo que nuestro Director General nos repite siempre: que somos eucarísiticos porque debemos entregarnos, como Cristo, en oblación por los demás…

Aplica todo esto a tu vida, pero no buscando la similitud a lo que dice Maragarita en cuanto a lo llamativo o espectacular, (del tipo «¡Ahhh, miren cómo sufro!») sino en la entrega silenciosa, meditándolo e implementándolo en ti, con las acciones debidas y en las situaciones concretas.

Haz un esfuerzo consciente por ver cuánto daño hayas podido hacer por tratar de brillar, por atraer los ojos hacia ti, en lugar de que se dirijan a Dios. Piensa cuánto haya podido sufrir algún hermano o hermana tuya a causa de tus acciones, o de tus omisiones y ofrece toda incomodidad, todo dolor y toda molestia en reparación por ese exceso de amor a ti mismo y tu falta de amor verdadero a Dios y a los demás.

Trata de hacer del sacrificio un estilo de vida y pídele al Señor, que cuando todas tus ofensas a Su Corazón hayan sido reparadas, tus penurias silenciosas comiencen a reparar las ofensas de los demás.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN

CUARTO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del cuarto día: Aspirar a formar mi corazón a Tu semejanza

¡Oh, Corazón purísimo de Jesús, espejo cristalino en quien resplandece toda la perfección! Concédeme que yo pueda contemplarte perfectamente, para que aspire a formar mi corazón a Tu semejanza, en la oración, en la acción y en todos mis pensamientos, palabras y obras. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

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