DÉCIMO DÍA:
Como comentamos ayer, la vida de Santa Margarita estuvo siempre tocada con las luces y el fuego del Corazón de Jesús, que hacía arder dentro de ella el celo por amarlo cada día más, darlo a conocer y hacerlo amar por los demás.
Sus experiencias místicas y sobrenaturales, a pesar de demandarle tiempo y dedicación especial, nunca fueron causa para que ella dejara de cumplir las actividades y compromisos que su orden le asignaba, y que, por santa obediencia, ella debía de cumplir; al contrario: trataba siempre de hacer mejor las cosas, con verdadero espíritu de sacrificio, ofreciendo y uniendo todo, a la Pasión y Sufrimientos del Señor.
Como siempre sucede, junto con los dones tuvo duras pruebas, persecución y la necesidad de ejercitar heroicamente las virtudes que fueron forjando la santidad en su vida diaria.
Contaremos aquí algo que le sucedió en 1680, por poner el ejemplo de una de las pruebas y sufrimientos que Margarita tuvo que vivir: estaba en verdad muy enferma y llegaba la fiesta del Corpus, donde su superiora “le concedió la gracia de recibir la hostia consagrada, junto con el mandato de no tomar medicina de ninguna clase durante un período de cinco meses, ni ir por nada en el mundo a la enfermería.” Añadió la Superiora por escrito que, “por orden de santa obediencia, pidiera la salud a nuestro Señor, a fin de poder practicar los ejercicios de la santa regla hasta la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen, el 21 de noviembre de ese año.”
Durante los cinco meses fijados por la Madre Superiora, Santa Margarita gozó de perfecta salud, quedando satisfecha la Madre Superiora de la prueba que había pasado airosamente, donde visible y eficazmente, se veía la Mano Milagrosa del Señor sobre la salud de Margarita.
En otra ocasión ocurrió algo similar, cuando Santa Margarita tenía que entrar en los ejercicios anuales del Monasterio. Margarita se encontraba en la enfermería con una calentura que no le daba alivio. La Madre Superiora le dijo: “Vaya hija mía, le encomiendo al cuidado de Nuestro Señor Jesucristo; que Él la dirija, gobierne y cure, según Su Voluntad.” En eso, el Señor se le presenta mostrando la hermosura de su Sacratísimo Corazón y le hace levantar con mil señales de amor, y le dice: “Quiero que vayas y te presentes con salud a la que te ha enviado enferma y te ha puesto en Mis Manos.” Así, milagrosamente quedó sana y vigorosa, como si nunca hubiera estado enferma.
En una ocasión se le presentó Jesús cargando con la Cruz, cubierto de Llagas y de Sangre y le dijo con Voz dolorosamente triste: “¿No habrá quien tenga piedad de Mí y quiera compartir y tener parte en Mi Dolor en el lastimoso estado en que me ponen los pecadores sobre todo en este tiempo?” La santa, llena de tristeza, compartiendo los dolores del Corazón de su Divino Señor, se le ofreció y el Salvador colocó sobre sus hombros su pesada cruz. Se cuenta que el Señor permitió sobre ella una enfermedad que le hizo sentir muy pronto lo desgarrador de aquellos clavos.
Otra vez, estando en la Santa Misa y al acercarse al altar, se le apareció la Sagrada Hostia resplandeciente como sol, y distinguió al Señor, llevando en la Mano una Corona de Espinas. Él se la puso en la cabeza, diciéndole: “Recibe, hija mía, esta corona, en señal de la que se te dará pronto por tu conformidad conmigo.”
Todos estos sucesos extraordinarios, que con frecuencia llaman poderosamente nuestra atención, no tendrían absolutamente ningún sentido, si no dejaran para nosotros una enseñanza moral o práctica de cómo ser mejores personas, mejores cristianos, mejores apóstoles de la Nueva Evangelización.
En el libro de Santa Margarita de Alacoque, ella escribe así: “Ya que me llaman aquí estoy… Pero al mismo tiempo que ustedes, el Rey de Amor me pide y me manda que me acerque a ustedes, los apóstoles de su Sagrado Corazón, a ustedes, mis hermanos en la misma vocación de amor y de apostolado… Quiero repetirles, pues, la lección maravillosa y fecunda que, en Su gran Misericordia, quiso el Señor hacer a esta humilde discípula. ¡Óiganme! ¡Ah, si pudiera yo revelarles la gloria, toda la inmensa gloria con que el Rey de Reyes ha querido cubrirme por eternidad de eternidades, y esto porque Él Mismo se dignó inclinarse hacia mí y poner Sus Ojos en la pequeñez y pobreza de su sierva!”
Como hemos dicho ya un par de veces, nuestra espiritualidad está muy unida a lo que empezó con Sor Margarita y continuó, casi dos siglos después, con Sor Faustina. El Corazón de Jesús trae misterios profundos, que estamos llamados a desentrañar. Mañana reflexionaremos y aprenderemos sobre el valor inmenso del sufrimiento y la enseñanza que el Señor le dejó a Santa Margarita para compartir al mundo. En este apartado, veremos cómo Margarita escribe sobre ese gran misterio que mana del Corazón Adorado de Jesús, y de su gran sufrimiento por las almas de los hombres que lo olvidan, agreden y vuelven a crucificar con sus pecados.
Mañana, si Dios quiere, continuaremos…
MEDITACION:
El día de hoy meditaremos sobre la misericordia que el Señor, a través de la vida de santa Margarita, nos enseña. Él, que es fuente de Misericordia y Amor, espera que abramos nuestro corazón para recibir estas gracias en abundancia. ¿Y que desea el Señor para derramarlas en ti…? pues únicamente que digas “SI”. Que digas “sí quiero, Señor; espero en Ti, confío en Ti y te amo sobre todas las cosas.” Pero no de boca para afuera, necesita que realmente CREAS. Que creas que Él puede sanarte, puede elevarte, puede hacerte mejor y puede servirse de ti, en la edificación de su Reino, no con espectacularidad, no con luces y brillos, sino con simpleza y humildad, en tu labor de cada día.
Sólo es necesario te dejes guiar y llenar por Él, sacando todo espíritu de desobediencia, soberbia y egoísmo que haya en ti. El Señor transformará tu alma como el Santo Alfarero que Es, y hará de tu jarrito viejo y resquebrajado, una vasija nueva, llena de toda clase de virtudes, preciosa ante sus ojos (que son los que mejor ven, mejor valoran y mejor pagan).
Reflexionemos y pidamos al Señor que nos ayude a ser realmente de Él. Que nos ayude individual, pero también colectivamente, como comunidad de ANE-hermanos, para saber inyectar esperanzas, en ver de lanzar condenas. Agrandar nuestro corazón, para parecernos cada día más a su Sacratísimo Corazón, lleno de Misericordia para aquellos que más lo necesitan. Y aquí es donde viene el centro de nuestra reflexión: Jesús viene a sanar a los enfermos, a los más dolidos, a los que necesitan de salvación.
Primero, si quieres parecerte a Él para amarlo y servirlo mejor, es indispensable TE SEPAS ENFERMO, DOLIDO Y CON NECESIDAD DE SER SALVADO POR ÉL. En el momento que alguna de estas cosas no ocurra en tu alma, Dios no puede trabajar en ella, y por eso sucede muchas veces, que todos tus esfuerzos, no tienen los frutos que se esperan.
Segundo, es indispensable, para estar dentro del Corazón de Jesús, que obres y actúes a como Él, es decir, que afines y pases por el colador de la PUREZA DE INTENCIÓN cada una de tus acciones, para que cada una de ellas esté llena de misericordia, verdadero amor e inflamada caridad.
Tercer, es indispensable igualmente que permitas al Corazón de Jesús actuar a través de tu corazón, para que tus acciones estén llenas de misericordia, verdadero amor e inflamada caridad; que te solidarices con todas las miserias, materiales y espirituales de quienes te rodean y que veas en todos tus hermanos, especialmente en los que te cuesta más, el Rostro de Cristo, que quiere ser amado y servido a través de ellos. No puedes ser indiferente ante las personas que te necesitan, aunque tal vez ellos no sepan que se hallan necesitadas.
Medita y pide al Señor que, en este día, que extienda los rayos de su infinito amor hasta tu alma, y ponga sus santas y venerables manos sobre cada una de tus heridas, para que sea Él, y únicamente Él, quien las sane con su amor.
Cuando repites, “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”, ¿realmente confías en Él como Él te lo solicita y tú lo necesitas, para que pueda Obrar en tu corazón y en tu vida? En realidad, ¿le entregas todo al Señor?
Hoy pensemos, meditemos, oremos, permitamos al Señor que sacuda nuestros corazones y de una buena vez, actuemos.
OFRECIMIENTO:
1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.
2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.
3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.
4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.
5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.
6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.
MANERA DE REZARLO:
1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:
Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.
2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:
Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.
3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:
Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.
4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:
Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.
5.- Para Terminar:
Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.
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Finalmente, digámosle todos los días:
¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!
En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.
Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.
NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN
SEGUNDO DÍA:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.
Oración del segundo día: Deseos y amorosos suspiros
¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puerta por donde nosotros llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dígnate estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por Ti a tu Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amarte. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.
Oraciones finales
¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.
Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena
¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.