Rosas a la Virgen por el mes de María (día 19)

DÉCIMO NOVENO DÍA

Cuando el Emperador Napoleón llevó preso al extranjero al Papa Pio VII, este buen Papa, ante la imposibilidad que tenía de comunicación y de ser liberado, pues el que lo había llevado preso era el guerrero más fuerte y temible del mundo en ese momento, le hizo a la Santísima Virgen esta promesa: “Virgen Santa María: Si me auxilias en esta situación, liberándome de esta terrible prisión, te prometo, que el día mismo que llegue libre a Roma, declaro esa fecha como la fiesta de María Auxiliadora.”

Y la ayuda de la Divina Madre del Cielo no se hizo esperar para su buen hijo, el Papa.

En días previos a su captura y encarcelamiento, el Papa Pio VII había comentado que la guerra y los actos que en ella se cometían, así como las personas que las orquestaban (refiriéndose puntualmente como principal orquestador al Emperador Napoleón de Francia), eran acciones del mal, y traerían maldiciones muy fuertes para sus vidas.

Ante esos comentarios, Napoleón expresó, después de haber capturado al Sumo Pontífice: “No se imagine el Papa que su maldición hará caer los fusiles de mis soldados, o evitará que nuestras tropas sigan avanzando. Y fue así como Napoleón partió a Rusia con medio millón de soldados, completamente bien armados, para hacer la guerra y tomar esos territorios.

Pero allí lo esperaba un terrible frío de 20 grados bajo cero, con nevadas que impedían avanzar a las tropas de Napoleón y los soldados fueron sintiendo que sus manos se helaban, hasta el punto de sentirlas congeladas y sin movilidad, por lo que los fusiles se les caían de las manos, completamente paralizadas por el frio. Y el que había llegado a entrar a Rusia, victorioso y lleno de orgullo, regresó en ese momento a su país derrotado y humillado y casi sin ejército. Además de todo ese desgaste y humillación, los enemigos de sus tropas lo estaban esperando, para presentarle gran batalla y derrotarlo por completo, tomarlo prisionero y llevarlo al destierro.

Y fue así como Napoleón, Gran Emperador Francés, que hizo viajar preso al Papa 500 kilómetros, tuvo que viajar prisionero 5,000 kilómetros. Napoleón mantuvo preso al Papa Pio VII por 4 años y medio, al cabo de los cuales salió victorioso hacia Roma, con la ayuda de la Madre del Cielo. Él, por su parte, estuvo preso igualmente, pero en su séptimo año de cautiverio en la isla de Elba, murió en el destierro.

 

El Papa llegó a Roma el 24 de mayo de 1814. Todo el Pueblo Católico, salió en ese momento a recibirlo lleno de gozo. Y él, lleno de profundo agradecimiento hacia la Virgen María, cumpliendo su promesa, decretó que todos los 24 de mayo, la Iglesia celebraría la Fiesta de María Auxiliadora.

La primera vez que se celebró esta fiesta en honor a la Virgen, fue el 24 de mayo de 1815, y 43 días después de esta primera celebración nació San Juan Bosco, el hombre santo que iba a llevar y dar a conocer por todo el mundo esa preciosa advocación de la Santísima Virgen María como Auxilio de todos los cristianos. Su fecha de nacimiento fue el 16 de agosto de 1815, en el sitio llamado “Las colinas” (II Becchi) en Italia, cerca de la Ciudad de Roma. Su mamá, conocida por todos posteriormente como “mamá Margarita”, lo consagró recién nacido a María.

Con este testimonio podemos decir, con toda seguridad, que la Virgen nunca se queda quieta ante la necesidad de un hijo Suyo, y menos si este hijo confía y se abandona plenamente a su maternal auxilio e intercesión.

Terminamos diciendo las palabras que utilizaba el Papa Juan XXIII, cuando se despedía de la gente (especialmente a sus colaboradores que componían la comisión preparatoria del Concilio): “Que la Sonrisa de la Santísima Virgen, los acompañe en sus duras tareas.”

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen durante los siguientes cuatro días la oración “Bajo Tu amparo”,  pidiendo por las siguientes intenciones:

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Virgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por todas las familias que han perdido seres queridos y no han podido despedirse de ellos. Para que el Señor les dé la fortaleza y la gracia del consuelo, y puedan superar esta grandísima prueba.

– Por la situación de la economía mundial, para que el Señor ayude al mundo entero y obre en los corazones de los gobernantes, para que el trabajo no falte y todos los hogares puedan contar con lo necesario para vivir y cubrir las necesidades básicas familiares.

– Para que la Santísima Virgen María nos acompañe en estos momentos (a cada uno y a nuestras familias), y nos proteja de todo mal, y por Su Intercesión, nos alcance las gracias que necesitamos en el alma y en el cuerpo.

– Para que todos volvamos los ojos a Dios, nos convirtamos y seamos mejores hijos de Dios y hermanos los unos de los otros.

– Por todos los jóvenes y niños, para que no pierdan la esperanza, la felicidad, la paz y las ganas de vivir y de trabajar por un mundo mejor.

-Por la unión de todas las familias y especialmente por los padres, para que siempre sean testimonio y apoyo sólido de amor, paciencia, alegría, confianza, misericordia y perdón para sus hijos.

Por esas intenciones, recemos todos virtualmente juntos y espiritualmente unidos:

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios»

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh, María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

3 opiniones en “Rosas a la Virgen por el mes de María (día 19)”

  1. Gracias por toda la información que nos dan y me llena de alegría ser parte desde que tenía doce años de la santísima Virgen María Auxiliadora, pero no conocía la historia de su celebración. Bendiciones

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