Rosas a la Virgen por el mes de María (día 12)

DÉCIMO SEGUNDO DÍA:

Conmemorando esta solemne fiesta mariana, en la que se recuerda uno de los regalos más grandes del Señor al hombre contemporáneo, que son las apariciones de Su Santísima Madre en Fátima, Portugal, y que comenzaron justamente un día como hoy, del año 1917, empezaremos con un poco de historia.

La Santísima Virgen María se apareció en seis ocasiones en Fátima a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta Marto. Jacinta y Francisco eran hermanos, mientras que Lucía era la prima hermana de ambos.

Los niños solían llevar a pastar las ovejas que tenían en su rebaño, y era su obligación traerlas de vuelta completas en número y no muy caída la tarde. Un día, estando en la ladera del lugar donde tenían por costumbre descansar, después de un rato de andar tras ellas, se les apareció un ángel. Aquí te contamos de forma breve, la historia:

Apariciones del Ángel de La Paz:

Un tiempo antes de la manifestación de Nuestra Señora de Fátima, los niños tuvieron tres apariciones de un Ángel. La primera tuvo lugar en la primavera de 1916 en la cueva cercana a donde pastoreaban las ovejas.
El Ángel les dijo: “No teman. Soy el Ángel de la Paz. Recen conmigo.”
Luego se arrodillo en la tierra, se inclinó y dijo: “Mi Dios, Yo creo en ti, Yo te adoro y Yo te amo. Te pido perdón por todos aquellos que no creen, que no te adoran y no te aman.” Lo repitió tres veces, se levantó y les dijo a los pequeños: “Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y de María están atentos a sus súplicas.” Luego desapareció.
En la segunda aparición, entre otras cosas, el Ángel les dijo: “Yo soy el Ángel de su guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envíe”.
En la tercera aparición, el Ángel nuevamente se apareció en la cueva. Llevaba consigo un cáliz y sostuvo sobre él, una Hostia. Repitió tres veces esta oración:
“Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en acto de reparación por los sacrilegios, ultrajes e indiferencia por la cual Él Mismo es ofendido. Y mediante los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, yo le pido la conversión de los pobres pecadores.” Después le dio la Hostia a Lucía y ofreció el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco, para que lo bebieran. Volvió a repetir la oración y se marchó.

Las Apariciones de la Santísima Virgen ocurrieron entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

El 13 de mayo de 1917, se produjo el siguiente diálogo:
– ¿De dónde es su merced? – Mi patria es el cielo.
– ¿Y qué desea de nosotros? – Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.
– ¿Y nosotros también iremos al cielo? – Lucía y Jacinta sí.
– ¿Y Francisco?
Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo: – El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.
Y la Santísima Virgen continuó diciéndoles:
– ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen, y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?
– Sí, Señora, queremos y aceptamos.
Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:
– Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Segunda aparición, 13 de junio de 1917:

La Santísima Virgen les dice a los tres niños: “Es necesario que recen el Rosario y aprendan a leer.” Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: “Que se convierta y el año entrante recuperará la salud.”
Lucía le suplica: “Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?”
– Y Ella le responde: “Sí. A Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. Él desea propagar por el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón.”
¿Y voy a quedarme solita en este mundo? – Le dice Lucía.
– La Virgen: “¡No hijita! ¡Sufres mucho! Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.”

Tercera aparición, 13 de julio de 1917:
Ya hay 4 mil personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: “Es necesario rezar el Rosario para que se termine la guerra.” Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. La Virgen les enseña: “Cuando sufran por algo digan: ¡Oh, Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores!”
La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:
“¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no, una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará.”
Y añadió Nuestra Señora: “Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: ¡Oh, Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia!”

Cuarta aparición, 13 de agosto 1917:
Finalmente, la aparición no fue posible el 13 de agosto, porque ese día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños intentando hacerles decir que ellos no habían visto a la Virgen.  Aunque el alcalde no logró su propósito, la aparición sucedió unos días después.
La Santísima Virgen les dijo en la Cuarta Aparición: “Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas.” (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: “¡Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores!”)
Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.

Quinta aparición, 13 de Septiembre 1917:
Ya hay unas 12 mil personas. Nuestra Señora les recomienda a los niños que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí se curarán, pero que otros no, porque para la santificación de algunas personas, es más conveniente la enfermedad que la buena salud. Ese día, la Virgen invita a todos a presenciar un gran milagro que se daría un mes después, exactamente el 13 de octubre de ese año.

Sexta y última aparición, 13 de octubre de 1917:
Ese 13 de octubre, se encontraban reunidas al menos 70 mil personas. En ese día de la aparición, la Virgen les revela con qué advocación quiere ser llamada y les dice a los tres niños: “Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario.”
Lucía le dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: “Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados.”
Y con un aire de tristeza, la Santísima Virgen dijo unas de sus últimas palabras de las apariciones: “QUE NO OFENDAN MÁS A DIOS, QUE YA ESTA MUY OFENDIDO” (Lucía, en su libro afirma que, de todas las frases oídas en Fátima, ésta fue la que más le impresionó).
La Santísima Virgen, antes de despedirse, señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70 mil espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto, el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto:
Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas… “¡Perdón, Señor, perdón!”, fue un acto de contrición dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico, porque era un milagro absolutamente sobrenatural que pudieron ver cada una de las personas que se encontraban en ese día, ahí mismo, donde tuvo lugar la aparición.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.
El mensaje que nos deja la Virgen con su advocación de “Nuestra Señora del Rosario en Fátima”, es que se necesita de mucha oración para que el mundo pueda alcanzar la paz, terminen las guerras, los pecadores se conviertan y muchos se salven de ir al infierno.

Para esto, la Virgen nos pide a través de Lucía, Francisco y Jacinta que recemos diariamente el Rosario. pidiendo por esas intenciones y por las intenciones de Su Inmaculado Corazón, para que Éste pronto Triunfe, así como la práctica piadosa de los cinco sábados primeros de mes, en reparación por los pecados y ofensas cometidas en el mundo entero contra el Corazón Sagrado de Su hijo y Su Inmaculado Corazón.

La síntesis del mensaje de la Santísima Virgen en Fátima es una invitación a «Rezar el Rosario, hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya está muy ofendido.

Durante esos meses, la Santísima Madre entrega a los niños tres “secretos”, los cuales revelaban la guerra y la terminación de ella con la oración; los horrores de pecados que se cometerían y se cometían, que incitaban la justicia de Dios para el mundo, y la manera de cómo con sacrificios, oración y ayunos, esos castigos serían detenidos o en su caso minimizados, por la intercesión de María Santísima y, por último, la purificación y persecución que viviría la Iglesia junto con el Papa.

Todos estos secretos, fueron entregados a la Jerarquía de la Iglesia, siendo el último secreto entregado por la misma Lucía, al Papa Juan Pablo II, y el Cardenal Ratzinger, como Prefecto para la Doctrina de la Fe, lo dio a conocer. Ya después, siendo Papa Benedito XVI, lo explicaría mejor y con más detenimiento.

Para la práctica de los cinco sábados primeros de mes, la Virgen, el 10 de diciembre de 1925, siendo Lucía postulante en el convento de las Doroteas en España, se le manifestó llevando al Niño Jesús en brazos, y le dijo: “Mira hija mía, mi Corazón cercado de espinas, que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di a todos que, si durante cinco meses, en el primer sábado de mes, se confiesan, reciben la Sagrada Comunión, recitan el Rosario y me hacen compañía durante 15 minutos, al mismo tiempo meditan sobre los quince misterios del Rosario, con un espíritu de expiación, Yo les prometo asistirlos a la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas.”

13 de octubre de 1930: El Obispo de Leiria declara, “dignas de fe” las apariciones, y autoriza el culto de Nuestra Señora de Fátima en su Diócesis.

13 de mayo de 1931: Se consagra por primera vez a Portugal, al Inmaculado Corazón de María.

31 de octubre de 1942: Pío XII, hablando en portugués por la radio, consagra el mundo al Inmaculado Corazón de María.

2 de enero de 1944: La hermana Lucía puso por escrito la tercera parte del Secreto de Fátima.

13 de mayo de 1946: La Imagen de Nuestra Señora de Fátima de la capillita es coronada por el Cardenal Marsella.

21 de noviembre de 1964: El Papa Pablo VI, cuando clausura la tercera sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, anuncia, la concesión de “La Rosa de Oro” al Santuario de Fátima, la que entregaría el Cardenal Cento, el día 13 de mayo de 1965.

13 de mayo de 1967: S.S. Pablo VI, viaja a Fátima en el cincuentenario de la primera aparición de Nuestra Señora.

12 y 13 de mayo de 1982: S.S. Juan Pablo II viaja a Fátima como peregrino, para agradecer el haber sobrevivido del brutal atentado, sufrido un año antes en la plaza de San Pedro, y consagra a la Iglesia, a los hombres y a los pueblos, al Inmaculado Corazón de María.

25 de marzo de 1984: En la plaza de San Pedro en Roma, delante de la Imagen de la Virgen, Juan Pablo II consagra una vez más, el mundo, al Inmaculado Corazón de María, en unión con todos los Obispos del Mundo.

12 y 13 de mayo de 1991: El Santo Padre Juan Pablo II, vuelve a Fátima por segunda vez, como peregrino, en el décimo aniversario de su atentado.

13 mayo de 2000: El Santo Padre preside la ceremonia de beatificación de Jacinta y Francisco Marto. Posteriormente se beatificaría también a su prima, Sor Lucía.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh, clementísima, oh piadosa, oh, dulce Virgen María! Amén

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen, hoy es el último día en que rezaremos, con mucha devoción, la “Coronilla a las lágrimas de María”. Pedimos especialmente:

– Por la conversión del mundo.

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Vrgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por la situación económica de todas las familias del mundo.

– Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo, y por quienes los gobiernan.

– Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal.

– Para que, por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE.

ACLARACIÓN: Esta Coronilla que rezaremos NO es la que rezamos como devoción en nuestro Apostolado con los Padrenuestros y Avemarías ni nuestras meditaciones habituales. Los Siete Dolores, por supuesto, son los mismos, pero esta es una versión breve, para estos próximos diez días.

Iniciaremos esta Coronilla como siempre se la hace, rezando el Credo de los Apóstoles, que es el que habitualmente rezamos en el ANE; luego rezamos la «oración inicial» y lo que sigue, como se indica a continuación:

CREDO DE LOS APÓSTOLES:

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Con tus lágrimas, oh, Madre Dolorosa, destruye el dominio de los infiernos.

Con tu mansedumbre, Oh, Señor Jesucristo, Tú que estás desligado de cadenas, libra al mundo de los errores actuales. Oh, Jesús crucificado, postrados a tus pies, te ofrecemos las lágrimas de tu Santísima Madre, que te acompañó con ardiente y compasivo Amor, en el Doloroso camino de la Cruz.

Concédenos, oh, Buen Maestro, que sigamos de todo corazón, las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que, cumpliendo con tu Santísima Voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

Los 7 Dolores de la Santísima Virgen:

Primer Dolor: Al oír la profecía de Simeón, de que su Hijo iba a morir y que su alma sería traspasada por una espada.

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con el anuncio de Simeón cuando dijo que tu corazón sería el blanco de la Pasión de tu Hijo. Haz, Madre Mía, que sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores, para que esto me ayude en mi Conversión”.

Intención: Por la conversión del mundo, empezando en nosotros, pecadores, que meditaremos estos misterios de dolor de nuestra Madre.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Segundo dolor: La huida a Egipto

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino. Haz, Señora, que sea libre de las persecuciones de mis enemigos”

Intención: Por los enfermos de COVID-19 y sus familiares: que por intercesión de nuestra Madre del Cielo, el Señor alivie sus sufrimientos y les dé fortaleza.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Tercer Dolor: El Niño Jesús perdido por 3 días

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste con la pérdida de tu Hijo durante tres días en Jerusalén. Concédeme lágrimas de verdadero dolor para llorar culpas por las veces que he perdido a mi Dios en el camino de la vida”

Intención: Por todas las almas que se nos han adelantado en el camino de regreso a la Casa del Padre, a causa de la pandemia, para que Dios las reciba pronto en Su Gloria, y para que el Señor, Rico en Misericordia, les dé la fortaleza y resignación a sus familiares y amigos ante el dolor de la pérdida.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Cuarto dolor: El encuentro de la Virgen María con Jesús, cargando la Cruz en el camino al Calvario

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver a tu Hijo con la cruz sobre los hombros, caminando al Calvario entre burlas, ultrajes y caídas. Ayúdame, Señora, para que lleve con paciencia la cruz de las mortificaciones y de los esfuerzos cotidianos”

Intención: Por la situación económica de todas las familias del mundo, y por todos los desafíos que se vienen en adelante; para que la Virgen nos cubra a todos con maternal Manto, y nos ate a Su Inmaculado Corazón.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Quinto dolor: La crucifixión y muerte de Jesús

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al ver morir a tu Hijo, clavado en la cruz entre dos ladrones. Ayúdame, Señora, a crucificar diariamente mis debilidades, vicios y pasiones”

Intención: Por la paz en todos los hogares y en todos los países del mundo. Por los que gobiernan las naciones; para que el Espíritu Santo los ilumine y guíe ante la nueva situación, los riesgos y las oportunidades que enfrentarán las sociedades del mundo ahora.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María
  3. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  4. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo

Sexto Dolor: El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz y colocado en los brazos de su Madre

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste al recibir en tus brazos aquel santísimo cuerpo difunto y desangrado, con tantas llagas y heridas. Haz, Señora, que mi corazón viva herido de amor y muerto a todo lo mundano.”

Intención: Para que la Santísima Virgen nos guarde de todo mal del cuerpo y del alma; sea nuestro amparo, nuestro auxilio y nuestro perpetuo socorro; eficaz abogada e intercesora, verdaderamente una Madre, para todos nosotros.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Séptimo Dolor: Por la soledad en que se quedó al sepultar a su Divino Hijo

Meditación: “Me compadezco, Madre Dolorosa, por el dolor que padeciste en tu soledad, sepultado ya tu Hijo. Haz, Señora, que yo quede sepultado a todo lo terreno y viva sólo para Ti y sienta en mi interior la Pasión de tu Hijo y tus dolores.”

Intención: Para que por intercesión de María, el Señor nos alcance las gracias, dones y talentos que necesitamos para ser mejores hijos de Dios y mejores miembros del ANE: personas de paz y de servicio; testigos y promotores del amor y la misericordia en los lugares donde nos desenvolvemos, transmitiendo fe, esperanza y caridad, especialmente a quienes más lo necesitan.

En lugar del Padre Nuestro se dirá:

  1. Oh Jesús, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra,
  2. Y que te ama aún más ardientemente en el cielo.

En lugar de las siete Avemarías se dirá (7 veces):

  1. Oh Jesús, oye nuestras oraciones.
  2. Por las lágrimas de tu Santísima Madre, la Virgen María

Oración final:

¡Oh, María, Madre del Amor, del dolor y de la compasión, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús, tu Hijo Divino a Quien invocamos, oiga nuestras súplicas, en nombre de tus lágrimas Maternales, y nos conceda la Paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

 LETANÍAS:

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo ten piedad de nosotros… Cristo ten piedad de nosotros

Señor ten piedad de nosotros… Señor ten piedad de nosotros

Cristo óyenos… Cristo óyenos

Cristo escúchanos… Cristo escúchanos

Padre Celestial, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Espíritu Santo, que eres Dios… Ten piedad de nosotros

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad y misericordia de nosotros

Ahora se contesta:  RUEGA POR NOSOTROS

Santa maría,

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre en el Corazón Crucificada,

Madre Dolorosa,

Madre llorosa,

Madre afligida,

Madre desamparada,

Madre desolada,

Madre de tu Hijo privada,

Madre por una espada de dolor traspasada,

Madre de penas consumida,

Madre llena de angustias,

Madre con el corazón en la Cruz clavada,

Madre tristísima,

Fuente de lágrimas,

Colina de tormentos,

Espejo de paciencia,

Peña dura de constancia,

Ancora de la esperanza,

Refugio de los desamparados,

Escudo de los oprimidos,

Vencedora de los incrédulos,

Consuelo de los miserables,

Medicina de los enfermos,

Fortaleza de los débiles,

Puerto de los que naufragan,

Calma de las tempestades,

Recurso de los afligidos,

Temor de los que ponen acechanzas,

Tesoro de los fieles,

Ojo de los Profetas,

Báculo de los Apóstoles,

Corona de los Mártires,

Juez de los Confesores,

Perla de las Vírgenes,

Consuelo de las viudas,

Alegría de todos los Santos,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo… Escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo…Ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Virgen Dolorosísima, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de tu Hijo Santísimo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

 

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