Rosas a la Virgen por el mes de María (día 16)

DÉCIMO SEXTO DÍA

¿Te has preguntado por qué amas a la Virgen María? ¿Por qué la Iglesia le da ese lugar tan especial en la vida de los cristianos y en el caminar de la Iglesia peregrina en la tierra? Ahora te explicaremos algunos puntos importantísimos para considerar, a fin de que ese amor que sientes por Ella se haga más grande, y al saber lo que Ella vale y Es para Dios, puedas defender tu amor y veneración por la Reina del Cielo con más solidez y solvencia.

Revisando las Sagradas Escrituras, vemos que María aparece en muy pocos pasajes del Evangelio. Allí vemos que aparece expresamente:

– En la Anunciación y Encarnación del Verbo,

– En el nacimiento del Niño Jesús en Belén,

– En el primer milagro de Jesús en las bodas de Canaán,

– En cierto momento en que Jesús estaba predicando y le avisan que Ella estaría buscándolo afuera, junto con “sus hermanos” (Cfr. Mateo 12,46, Lucas 8,19 y Marcos 3,31)

– En la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo,

– En el cenáculo, después de la Ascensión del Señor al Cielo, cuando recibió con los apóstoles al Espíritu Santo en Pentecostés.

Durante su vida en la tierra, estuvo presente en todos esos maravillosos acontecimientos, pero hoy la Santísima Virgen, sigue participando de la historia de la salvación, llevando consigo a todos los hombres y mujeres que se acogen a su maternal protección y, siguiendo su ejemplo, son fieles a Dios, humildes y obedientes a sus designios.

Existen muchísimas razones por las cuales debemos amar y respetar a la Santísima Virgen María. Si fuéramos justos, la lista sería interminable, pero aquí te mencionamos solamente algunas que nos parecieron muy importantes y sabemos que, debidamente analizadas y meditadas, nos ayudarán a crecer en la devoción y el amor a la Madre de Dios, porque estaremos además, siempre seguros, de que cuanto más recurramos a su auxilio, su amor y protección maternales, más nos podrá ayudar en nuestro camino hacia el Cielo.

1.-Madre de Dios, Jesús sea Bendito. Jesús, María sea Bendita:

Nadie podrá superar el Amor de Dios por María. Él, desde el principio, puso Sus Ojos en Ella y la escogió para ser esa criatura elegida sobre cualquier otra de la creación. Nadie ha amado y honrado a María más de lo que Dios lo hizo.

Dios Padre la eligió para ser la Madre de su Hijo (segunda persona de la Santísima Trinidad, Dios verdadero, hecho Hombre por amor). Es por eso que, sin temor a errar, podemos decir que María es la Hija predilecta del Padre, la esposa del Espíritu Santo, y la madre del Hijo unigénito de Dios.

2.- Entre todas las criaturas que han existido y existirán, Ella es el ejemplo de Humildad perfecta:

En su “Fiat”, durante la Anunciación, la Santísima Virgen María, realiza el acto más amado por Dios: En perfecta humildad, María le dice “Sí” a la invitación de Dios Todopoderoso, para colaborar en la salvación de los hombres, trayendo al mundo al Unigénito del Padre. María se expresa ante el Ángel, “Como la humilde sierva del Señor que está llena de gracia por El Poder del Altísimo, y acepta de corazón que se cumpla en Ella la perfecta Pálabra´ -es decir Voluntad- de Dios.” María fue el instrumento perfecto de Dios, precisamente porque Ella se sabía y reconocía, sólo como un instrumento, sin reclamar para sí protagonismo alguno. “Hágase en Mí, según Su Voluntad”, le dice al Ángel.

3.- María, con su santidad, es el mejor ejemplo para imitar y seguir a Jesús.

María, “Vaso Sagrado de toda Virtud”, como le llaman las primeras tradiciones de nuestra Iglesia, lleva en Ella la Huella de Dios, moldeándose en perfección a las Virtudes de Su Hijo Jesús.

Es por eso que Ella, predestinada a llevar en su seno virginal a LA PERFECCIÓN, que es “carne de su carne”, no podía ser una criatura imperfecta, miserable y pecadora, sino que por Jesús, y por designio del Padre, lleva la Pureza de alma y del cuerpo, moldeándose así en la perfección de Su Hijo.

Esta es la razón más elemental y lógica (más allá de las evidencias) por la que María es el mejor ejemplo para seguir e imitar a fin de alcanzar la santidad y llegar con Su Ayuda al Cielo.

4.- La Iglesia Triunfante (la multitud de los Santos) la alaban y le dan honra en el Cielo:

Todos los grandes Santos, que se encuentran ya gloriosos en el Cielo, en la vida terrena amaron y honraron con todo su corazón a María, pero, sobre todo, confiaron y se dejaron guiar por la Madre de Dios. No hay santo que no amara ni honrara a María. Muchos de ellos raramente no tenían un Rosario diariamente a la mano.

5.- Auxilio de los Cristianos; Omnipotencia Suplicante:

Qué mejor ejemplo de amor y bondad de la Madre de Dios y Reina del Cielo, que las Bodas de Canaán. María se compadece por los novios que se quedaban sin vino, y le pide a Su Hijo Jesús, que los ayude.

Jesús realizó su primer milagro público porque su madre intercedió por aquellos nuevos esposos, que se verían contristados al encontrarse sin vino en plena fiesta de bodas. Jesús, con todo amor, trata de disuadir a Su Madre diciéndole que no era todavía Su hora. Pero la Virgen le insiste y “alcahueta”, como diríamos y esperaríamos de una amorosa Madre, medio que “presiona” a Jesús diciéndoles a los servidores que hicieran lo que Él les dijera. Las Escrituras son claras y simples para mostrar la influencia de María sobre las decisiones de Jesús. ¿Por qué…? simplemente para mostrarnos cuánto es que JESÚS AMA Y ESCUCHA A SU MADRE, y desea complacerla y verla feliz, como un buen hijo. Cuánto pide y puede nuestra Santísima Madre por nosotros, cuando nos abandonamos a Ella y tratamos de hacer la Voluntad de Dios, pues Ella es clara no sólo con su ejemplo de vida, sino que lo dice también en la Sagrada Escritura como una luz para nosotros: “Hagan lo que Él les diga”.

6.- Se ve en las Sagradas Escrituras, la acción y presencia de María en la Vida de Jesús y los Apóstoles:

La Santísima Virgen María, Madre de Dios, como mencionamos anteriormente, fue parte de la Encarnación, Nacimiento, Primer milagro, Pasión y Muerte de Jesús en la Cruz, y recibió al Espíritu Santo junto a los Apóstoles en Pentecostés. Seguramente (esto lo dice la tradición de la Iglesia, y de una u otra manera se infiere, ya que María y Jesús eran muy unidos) que María estuvo igualmente presente con toda seguridad, cuando la Ascensión del Señor la Cielo.

7.- Es un hecho histórico la presencia de la María de Nazareth:

Esto se sabe debido a la genealogía de Jesús y de San José. Debido a ese linaje, y a la historia de los personajes que nos narra la Escritura desde tiempos de Abraham. Sabemos de la procedencia genealógica de María, así como la de San José. Durante los tiempos del Antiguo Testamento, era a la Reina, la madre del rey de aquellos días, a quien la gente acudía con sus peticiones. La mejor oportunidad de obtener una buena respuesta del rey era la petición de su madre. Así fue como se hizo durante el tiempo del Rey David, y también en el de Jesús, desciende directo de la Casa de David.

8.- Jesús nos ha dado a Su Madre y nos la sigue dando para que, con Ella, lleguemos más rápido a Él:

La Iglesia nos muestra que Jesús nos sigue dando y permitiendo el auxilio y la guía de su Madre. Muchísimas apariciones Marianas se han dado durante los últimos siglos, en las cuáles, María nos trae mensajes del Cielo. Ella, como en las Bodas de Canaán, está pendiente de nuestras necesidades, y viene a decirnos qué hacer para encaminarnos con más seguridad hacia Dios, y en los casos en que nos salgamos del camino seguro, viene a decirnos cómo reconducirnos a Él, para no perder el rumbo y alejarnos de la promesa del Paraíso.

María es signo de salvación, y muchos que no han creído, ante los avisos del Cielo y el consuelo amoroso de esta tierna Madre, se han dado cuenta después de que Ella es la “Profetiza” de los últimos tiempos. La Mujer vestida de Sol que viene a traernos a Jesús.

Por ejemplo, en Fátima, hace 100 años, el 13 de octubre, hubo 70 mil personas que presenciaron el denominado “Milagro del sol”. Tenemos también, lo sucedido en Lourdes, en México con nuestra Madre de Guadalupe, etcétera. Su mensaje para nosotros es orar y hacer reparación por los pecados de los hombres.

Es por eso que nuestro amor a María debe de ser grande y muy especial, ya que Jesús quiere que la amemos y la hagamos feliz, así como Él lo ha hecho siempre.

9.- El Rosario, la mejor y mayor arma que se nos ha entregado para vencer al mal:

Podríamos hacer una pequeña analogía para entender un poco más el poder del Santo Rosario para vencer al mal y a los males de este mundo. En el antiguo testamento, David venció a Goliat con una honda hecha con una cuerda y una piedra. Goliat siendo un hombre enorme, guerrero experimentado y recubierto de armaduras, fue vencido con un arma que no ahuyentaría, por su apariencia, ni siquiera a un ciervo.

David era un hombre muy pequeño de complexión. Sin embargo, con el Poder del Altísimo, venció lleno de fe a esa terrible amenaza, ganando de esa forma la batalla que, a los ojos de los hombres, era imposible de ganar.

A nosotros, la Madre nos ha regalado el poderoso Rosario que, siendo sencillo y humilde, representa el arma más poderosa que se nos ha entregado para que, en estos tiempos, podamos vencer al mal, aún que para los incrédulos esto sea imposible y todo esté perdido y sin esperanza.

La Virgen nos trae del Cielo esta poderosa arma espiritual, capaz de vencer hasta los demonios más fuertes. El Padre Pío y muchos santos se refirieron al Rosario como “un arma contra el mal”, y lo rezaron continua y fervorosamente. Hay muchas historias de milagros documentadas, e historias personales/familiares de triunfo, atribuidas al rezo del Santo Rosario.

10.- No existe nadie más justo que la Santísima Virgen María:

“La oración del justo tiene gran poder en su efecto” (Santiago 5,16) y “Dios oirá las oraciones de los justos” (Prov. 15,20). Basándonos en los Libros de la Santa Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, nos enseñan, que los atributos entregados a la Virgen por designio de Dios son así, debido a la virtud de la Justicia con la cual el alma de la Madre de Dios está revestida, y por esa justicia, es que Ella tiene ese poder maravilloso y omnipotente de intercesión delante del Padre, y justamente se la ha llamado “Dulce Omnipotencia Suplicante”.

ROSAS PARA LA VIRGEN:

Ofreceremos a la Virgen durante los siguientes siete días, la oración “Bajo Tu amparo”,  pidiendo las siguientes intenciones:

– Por las próximas elecciones en México:  Que los mexicanos comprendan la gravedad de la hora y concurran masivamente a votar por la defensa de la vida  y la libertad.

– Pidamos la poderosa intercesión de la Virgen para salvar el sistema democrático de las amenazas que le asechan en nuestros países y en todo el mundo.

– Por todas las almas de quienes han fallecido a causa de la pandemia, de la violencia y de la inseguridad ciudadana.

– Por todas las familias que han perdido seres queridos y no han podido despedirse de ellos. Para que el Señor les dé la fortaleza y la gracia del consuelo, y puedan superar esta grandísima prueba.

– Por la situación de la economía mundial, para que el Señor ayude al mundo entero y obre en los corazones de los gobernantes, para que el trabajo no falte y todos los hogares puedan contar con lo necesario para vivir y cubrir las necesidades básicas familiares.

– Para que la Santísima Virgen María nos acompañe en estos momentos (a cada uno y a nuestras familias), y nos proteja de todo mal, y por Su Intercesión, nos alcance las gracias que necesitamos en el alma y en el cuerpo.

– Para que todos volvamos los ojos a Dios, nos convirtamos y seamos mejores hijos de Dios y hermanos los unos de los otros.

– Por todos los jóvenes y niños, para que no pierdan la esperanza, la felicidad, la paz y las ganas de vivir y de trabajar por un mundo mejor.

-Por la unión de todas las familias y especialmente por los padres, para que siempre sean testimonio y apoyo sólido de amor, paciencia, alegría, confianza, misericordia y perdón para sus hijos.

Por esas intenciones, recemos todos virtualmente juntos y espiritualmente unidos:

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios»

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh, María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

Semillitas para el alma

Aprendamos a orar…

No debemos orar solamente cuando NECESITAMOS algo, o cuando nos apetece.

Tenemos que hacer una cita diaria con el Señor y ser fieles a esa cita. El alma se vuelve fuerte de rodillas ante Dios.
Porque como dice el Salmo 145,18: «El Señor está cerca de los que lo invocan con sinceridad.»
Aprenderemos a acariciar sus manos entre las aguas, sosteniéndonos cuando sentimos hundirnos, llenos de miedos.
Así sentiremos su abrazo eterno por los caminos por los que Él mismo caminó, abrazando a los suyos. Subamos a los montes para escuchar palabras que cambien nuestras vidas. Contemplaremos milagros que calman el corazón del hombre que necesita signos y tiene hambre. Tratemos de descender al lago y navegar sus mares. Entre aguas calmas o turbulentas. Así desearemos cada vez más oír sus palabras dichas al oído.
Ansiemos con todo nuestro corazón ser su discípulo amado, y recostar la cabeza en su costado.
-Compilación de Catalina-

Oración por Tatiana Rico Toro

Padre misericordioso y eterno, te damos gracias por haber regalado la espiritualidad de la Cruz a tu Iglesia, por medio de la Beata Concepción Cabrera de Armida, esposa y madre de familia.
Por su intercesión, concédenos la gracia de la sanación de tu hija, Tatiana Rico Toro Rivas, a fin de que esta laica, Conchita, sea contada entre tus santos.
Que su ejemplo sirva de estímulo a quienes formamos la Iglesia, para que, dóciles al Espíritu Santo, colaboremos con Jesucristo en la salvación del mundo.
Te lo pedimos por Él mismo, nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos,

Amén

Rezar:  1 Padrenuestro, 3 Avemarías y 1 Gloria

¡Fuerza, Taty!

 

Mensaje de Catalina por nuestro 20° Aniversario

Aniversario 20 del ANE

En este día en que los miembros del Apostolado de la Nueva Evangelización celebramos los 20 años de fundación formal de esta Obra de Dios, meditemos sobre cuántas veces hemos pensado en la mirada del Señor….
Los Evangelios aluden en diversas ocasiones a la mirada de Jesucristo: Una mirada benévola y afectuosa, conmovedora y conmovida, una mirada profundamente conocedora, que penetra la intimidad, una mirada que enseña y corrige, que mueve al arrepentimiento, y llega a provocar un arranque de generosidad.

Pensemos en la mirada que Jesús y Su Mamá cruzaron, camino del Calvario. Y es que el amor es tan intenso que basta el encuentro de los ojos para que cada uno sepa que cuenta con el otro, que puede verter en Ella, en Él, su inmenso dolor, porque aquel corazón es capaz de aceptarlo.
En medio de ese sufrimiento, tienen el profundo consuelo de saberse acompañados, comprendidos. Posiblemente el alma de Mamá María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo
¡Quién nos diera a nosotros una identificación así con los sentimientos de Cristo! Nos queda –es cierto– muy lejos, pero la deseamos ardientemente.
Sabemos que si avanzamos por ese camino, no nos ahorraremos dolores en esta vida, porque toda existencia humana los conlleva, pero tendremos siempre una luz para afrontarlos, nunca nos faltará una base firme para no sucumbir, para encararlos con serenidad.
Por nuestro carisma, es seguro que en nuestro camino tengamos ocasión de prestar grandes servicios a otras personas; que podamos renunciar a algo valioso por ayudar a los demás…
Procuremos vivir cotidianamente con un corazón bueno, capaz de compadecerse de las penas de las criaturas, capaz de comprender que, para remediar los tormentos que acompañan y no pocas veces angustian las almas en este mundo, el verdadero bálsamo es el amor, la caridad: todos los demás consuelos apenas sirven para distraer un momento, y dejar luego amargura y desesperación.

Muchas veces, lo que más ayuda a las almas a descubrir la mirada amorosa del Señor es precisamente ver cómo sus discípulos, en medio de sus limitaciones, saben advertir lo que los demás necesitan: son capaces de descubrir esos detalles que, si se pasaran por alto, nadie reclamaría; y que en cambio, cuando se reciben, se agradecen de todo corazón.

Si con sentido sobrenatural obramos de este modo, realizamos –cuanto es factible en esta vida– el deseo de contemplar el rostro de Jesucristo. Y al mismo tiempo, facilitamos que otras personas se encuentren con Él.

Puede ser que no lo noten inmediatamente y necesiten un tiempo para descubrir al Señor, mas no dejarán de percibir, desde el primer momento, que hay algo especial en quienes los tratan con una bondad tan sencilla, tan libre de aspavientos y deseos de figuración.

Si queremos descubrir a otros el semblante amabilísimo del Maestro, procuremos dispensar amabilidad, serenidad, paz, paciencia, respeto, cortesía, cariño; también cuando no esperemos ser correspondidos…
Si queremos ver en los demás el rostro de Jesús, acerquémonos a ellos con un corazón sencillo, con un corazón que valora y admira y quiere a todos; que descubre cómo, cada una de las personas refleja, a su modo, la bondad de Dios.

Hermanos y amigos en el Apostolado, somos hijos de los Sagrados Corazones y sé que todos querríamos alcanzar la unidad de corazones que se da entre La Virgen María y su Hijo.

Somos conscientes de que ese deseo es inalcanzable, porque supera nuestras fuerzas, pero no abandonemos ese deseo, porque sería como renunciar al Amor, y porque sin duda, aunque de a poquito, si de verdad lo queremos, podremos avanzar por ese camino.

Un día, junto al mar, escribí estas palabras que hoy quiero compartírselas:
“Contemplo la inmensidad Del Mar, no alcanzo a adivinar su profundidad, y sin embargo comprendo que todos los mares del mundo son apenas como una minúscula gota Del Mar infinito del Amor de Dios”.

Que ese Amor nos impulse siempre a hacer la Voluntad de Dios, trabajando con humildad y obediencia en esta Obra en la que tantas Gracias ha derramado El que todo lo puede.

Gracias por aceptar al Señor su invitación a ser parte de esta familia y ¡Feliz aniversario!