No importa cuántas murallas debamos derrumbar, qué tan débiles nos sintamos ni qué tan temibles o indestructibles se nos presenten esas paredes: la oración y el sacrificio nos permitirán permanecer unidos a Dios Todopoderoso y Eterno, para derribar con Él los muros de tinieblas y desesperanza, y construir, con la Gracia y el Poder de Dios, grandes fortalezas, cimentadas en la FE. “¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros? (Rom 8,31)
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