Sagrado Corazón de Jesús (Día 16°)

DÉCIMO SEXTO DÍA:

Ayer reflexionamos sobre qué nos moviliza a actuar; qué hay en el fondo de nuestros pensamientos; cuál es el fin último de nuestros actos, y si realmente tenemos a Jesús como nuestro Camino, nuestra verdad, y el centro de nuestra vida.

Seguiremos trabajando bajo estos dos criterios, como pilares del verdadero amor que todo cristiano, pero especialmente nosotros, como miembros del Apostolado de la Nueva Evangelización, por la misión que el Señor nos ha encomendado, debemos de establecer como regla de vida: Entregarnos a los demás a través de las obras de misericordia.

“Si no aprendemos de Jesús, no amaremos nunca. Si pensásemos, como algunos, que conservar un corazón limpio, digno de Dios, significa no mezclarlo, no contaminarlo con afectos humanos, entonces el resultado lógico sería hacernos insensibles ante el dolor de los demás. Seríamos capaces sólo de una caridad oficial, seca y sin alma, no de la verdadera caridad de Jesucristo, que es cariño, calor humano.” (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

El amor está profundamente arraigado en el corazón del hombre; de manera que, lo verdaderamente importante, es modelar y orientar ese amor; es decir, darle la forma adecuada y decidir bien hacia dónde destinamos ese amor. El amor oblativo (de entrega) a Dios y a los demás, es el ideal a alcanzar.

Jesús nos dice que Él nos ha amado primero, suscitando en nosotros una respuesta a ese infinito Amor, que nos motiva y ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos, como respuesta al Amor de Dios.

El hombre, por naturaleza, necesita ser aceptado, reconocido, sentirse pertenecido, en resumen, amado. Y cuando esta necesidad de amor no está satisfecha, la mente (pensamientos, sentimientos, reacciones, procesos), corre detrás del corazón, llevando consigo sus miedos, inseguridades, necesidad intensa de ser acogido, aceptando de este modo cualquier, – y decimos en serio cualquier-, idea que le haga sentirse amado.

La psicología nos enseña que, lo que termina de darle sentido a la vida de un hombre, es el amor, y que cuanto más hondo sea ese sentimiento y cuanto más represente ante los ojos del individuo, aquella persona a la cual ama, el sentirse correspondido por ella le hará un individuo más centrado, seguro de sí mismo y completo. Entonces, si el sentirnos amados nos ayuda a ser mejores personas, y cuanto más importante sea la persona que nos ama, mejor nos sentiremos, pensemos cuánto bien podrá hacerle al ser humano el sentirse y saberse verdaderamente amado por todo un Dios… Por eso, ESE ES y debe de ser SIEMPRE el centro de nuestra predicación: el amor infinito de Dios; no el temor al castigo del fuego eterno, no los perfumes de rosas cuando se reza el Rosario, no los diez mandamientos aprendidos de memoria… el amor infinito que Dios nos tiene, que lo vemos en el ardiente Corazón de Jesús, pues Él nos lo muestra, para que aprendamos a tener un corazón como el Suyo.

En la extensa lista de los hombres y mujeres ilustres y santos que ahora conforman la Iglesia Triunfante del Cielo, podemos darnos cuenta, leyendo sus biografías, cómo en cada uno de ellos existe el mismo denominador que los une; este común denominador es el saberse y sentirse amados primera y plenamente por Dios, y esa profunda conciencia, provocó en sus corazones, sentimientos de pertenencia, consuelo, gozo, acompañamiento, que los llevó a una total y radical conversión. Sus vidas se transformaron de tal manera, que llegaron a alcanzar las cumbres más altas de todas las virtudes, ya que, la Persona amada; aquella que les dio la motivación y fue garantía de todo consuelo, fue el mismo Dios.

En ellos vemos reflejado el Rostro del mismo Jesús. El Amor manifestado por Dios hacia cada uno, dio como resultado, no sólo una respuesta de vuelta de amar más intensamente a Dios, sino la de configurarse a la esencia de Jesús. Hacerse poco a poco a semejanza del Hombre-Dios. Ese es el mensaje transmitido por Jesús. Ahí es donde Santa Margarita intenta llevarnos, a través de la devoción al Sagrado Corazón. Es donde ella asimismo, fue llevada y levantada del mundo, para convertirse en una verdadera hija de Dios.

Jesús quiere poner Su Corazón en nuestros corazones. Quiere cambiar nuestros sufrimientos, en alegrías. Nuestros fracasos en triunfos; llenar nuestras soledades con su santa compañía; trocar nuestro desánimo en una esperanza que motive y nunca se evapore a causa de las cruces del día a día.

¡Cómo puede cambiar y transformarse la vida de alguien, cuando comprende y comprueba, que no está solo!  Cuando comienza a sentir que su caminar está siempre acompañado, y no de cualquier persona, sino de la Persona más Noble, Fiel, Amorosa, Buena, Santa y, además, Todopoderosa que existe.

¿Quién no quisiera llevarse con algún personaje que tuviera cierto poder, que pudiera tener ciertas ventajas, que pudiera ayudarnos en los momentos que necesitáramos, y que su fuerza fuera tan grande, que nuestros problemas fueran, en la medida de sus posibilidades, resueltos…? ¡Todos!

Bueno, ¿qué pasaría si entendiéramos de una vez que Jesús, que añora ser amado y reconocido por nosotros, es Aquél que tiene toda la autoridad en el cielo, en la tierra y en los abismos, y es Creador de todo lo visible e invisible, así como protector y dador de toda clase de bienes temporales y espirituales? ¿Y por qué no nos sentimos absolutamente honrados por su amistad y vamos definitiva e incansablemente detrás de Él, sabiendo todo esto?

Desgraciadamente, ¡lo sabemos!  pero no lo terminamos de reconocer, no lo recordamos en todo momento, no nos decidimos a la conversión (que es seguimiento completo, profundo y definitivo) porque nos hemos vuelto duros de corazón, ciegos con las cosas del mundo y esclavos de lo pasajero e intrascendente. El enemigo nos ha convencido, sutilmente, de que lo que importa es vivir tu vida sin tener que dar explicación a nadie y haciendo lo que tú quieras, sin importar nada, total, la vida es muy corta, y por eso, ¡hay que disfrutarla!

Esta manera de proceder ha hecho que el hombre hoy día se sienta vacío, sin rumbo, sin una misión que llene su existencia y lo motive a seguir luchando por conceptos nobles y santos. Esta forma de vida, basada en conductas egoístas y “autosuficientes”, ha provocado que el mundo de hoy QUIERA VIVIR SIN DIOS.

Entonces, ¿Por qué el hombre no es feliz? Simplemente porque se ha alejado de su propia imagen. De esa imagen que, desde que fue creado, Dios ungió en su corazón: la imagen de Dios en su alma. Porque ha vivido siendo algo que NO ES: Un individuo que puede transitar solo por el mundo, creyéndose el rey del universo, complaciente con sus defectos, y, por lo tanto, sin necesidad de pedir el perdón y sentir el consuelo de Dios por la culpa de sus faltas cometidas.

El hombre se mira al espejo y ve algo que no le termina de gustar, pero no quiere aceptarlo. “Vive sin culpas”, le dicen los mensajes de autoayuda; “Disfruta de todo”, le sugiere el mundo… Ve una imagen desfigurada de un ser, que, por esencia, debería tender a la perfección y sentirse amado, aceptado, valorado y acompañado, nada menos que por su Dios. Sin embargo, nada de eso siente, sino soledad, infelicidad, intrascendencia, vacío… podríamos decir que se siente, aún sin darse cuenta, HUERFANO.

¿Quién es? ¿para qué vive? ¿Qué objeto tiene el estar aquí y sentirse así? ¿Hasta cuándo? ¿para qué le sirven el dinero, la belleza el poder, si nada de eso le da paz, alegría, gozo, IDENTIDAD?

Y también al contrario: ¿para que seguir viviendo, luchando, en una situación de pobreza, enfermedad, ignorancia, si no se encuentra el sentido purificador y trascendente de todo esto, y la vida se torna cada vez más miserable e insufrible?

¡EL HOMBRE SE ENCUENTRA ESCLAVO DEL MUNDO, LAS PASIONES Y EL DEMONIO!

Y…  ¿ahora…?

¡AHORA DIOS! Aquí está la solución. Cuatro letras que dan todo. Que dan muchísimo más de lo que exigen, y que nunca se dejan ganar en generosidad.

Entonces, regresando al punto de partida, de que el “corazón” humano es el centro y la raíz de la personalidad, como dicen las Escrituras, y que es en él dónde tienen origen todas las acciones, debemos querer experimentar, en primer plano, la presencia y amor de Dios en nuestras vidas.

Como segundo paso, y muy importante, reconocernos pecadores, miserables, imperfectos y con la urgente necesidad de recibir ayuda de Dios. Hemos de pedir al Señor que nos conceda un corazón puro, bueno, limpio, que aprenda a ver con ojos llenos de bondad, que se perdone y que aprenda a perdonar a los demás; que ame y que sienta la necesidad de recibir a su vez, amor; que reconozca que todo lo que tiene, recibe, logra, respira, es por la Voluntad de Dios, que manda o permite todo, y que nada es por SÍ MISMO, sino por la Bondad y Providencia de Dios; que si permite dolores, es para un bien mayor, aunque no podamos entenderlo ahora.

El Sagrado Corazón nos trae la invitación de Dios, que nos motiva a reiniciar el camino AHORA; a retomar nuestra vida desde una perspectiva de amor, paz y perdón.  Jesús nos recuerda hoy nuevamente, la Buena Nueva de la Salvación que Es Él Mismo.  Nos dice que necesitamos de una limpieza profunda de corazón; un “reset” en nuestra alma; en nuestra capacidad de compadecerse de las penas de los demás hermanos; en nuestra capacidad de comprender que, para remediar los tormentos y cruces tan pesadas que acompañan y muchas veces angustian a las almas en este mundo, el verdadero bálsamo es el amor, la caridad…  todos los demás “consuelos”, apenas sirven para distraer un momento, y dejar más tarde la amargura y desesperación.

Para terminar este día con nuestra lectura, pidámosle al Espíritu Santo que sea Él, Quien, con su Luz y Dirección, nos muestre el verdadero camino que Jesús quiere que transitemos con Él, para que de esa forma, nuestra vida sea plena y llena de frutos dignos de entregar al Señor, como ofrenda de nuestra vida, en unidad y obediencia a su Ley de Amor.

“Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos” (San Francisco de Sales).

MEDITACIÓN:

Medita sobre esto el día de hoy:  Si en verdad quieres cambiar y que tu vida sea un claro reflejo de la presencia de Dios; Si quieres ayudar a los demás, has de amarlos, con un amor que sea comprensión y entrega, afecto y voluntaria humildad, misericordia y perdón.

Así entenderemos por qué el Señor decidió resumir toda la Ley en ese doble mandamiento, que es en realidad un mandamiento solo: el amor a Dios y el amor al prójimo, con todo nuestro corazón y desde lo más profundo de nuestro ser.

Reflexiona: ¿Cómo está el estado de tu alma con respecto a Dios? ¿Cómo está el estado de tu alma con respecto al trato con tu prójimo? ¿Amas a Dios como Él quiere ser amado, a través de los más pobres? ¿Te falta perdonar o pedir perdón a alguien, para que tu ofrenda sea aceptable y totalmente digna, ante el Altar del Señor? ¿Qué esperas para hacerlo?

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN:

OCTAVO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del octavo día: Vivir siempre respirando llamas de amor divino

¡Oh Corazón amantísimo de Jesús, trono ígneo y lucidísimo, inflamado en el amor de los hombres, a quienes deseas abrasados mutuamente en tu amor! Yo deseo vivir siempre respirando llamas de amor divino en las que me abrase, y con las que encienda a todo el mundo, para que te corresponda amante y obsequioso. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 15°)

DÉCIMO QUINTO DÍA:

Ayer comentamos que, si no amamos con el Corazón de Cristo, de tal forma que aprendamos a servir con pasión, con compasión, determinación y perseverancia, defendiendo la verdad claramente con amor, NO HABREMOS ENTENDIDIO NADA DE LO QUE JESÚS VINO A ENSEÑARNOS…  en tal caso, las Palabras de Jesús dirigidas a Felipe, en la última Cena, debieran resonar para nosotros en este momento: “Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, y ¿todavía no me conocen?”  (Jn 14,9). 

Jesús nos interpela hoy y nos pregunta, ¿Cuáles son aquellos principios o ideales que nos motivan a actuar…?  ¿Qué hay en el fondo de cada acción, de cada situación, de cada acto que realizamos…?

Siempre, en la vida de todo ser humano, hay principios, doctrinas o ideales que nos movilizan, inspiran, marcan el rumbo, sea consciente o inconscientemente… Por eso nos dedicaremos hoy a reflexionar sobre este importante aspecto de nuestra vida, para analizar si el corazón y la razón están trabajando en conjunto, haciendo que nuestra vida sea coherente, o están, como muchísimas veces sucede, tirando la razón para un lado, y el corazón para otro, dando como resultado que nuestros pensamientos, sentimientos y acciones estén separados, sino francamente enfrentados, impidiéndonos llevar una vida del todo coherente.

“¿Hace tanto tiempo que me conocen, y todavía no aprenden nada…? Tal vez el Señor hoy nos diría esto, viéndonos a los ojos con una Mirada llena de Misericordia, pero con un toque de tristeza… ¿Qué te moviliza? ¿Qué hay en el fondo de tus pensamientos, de tus actos…?

El Sagrado Corazón de Jesús viene a recordarnos, como esa noche les dijo a Felipe y a los otros, que Él es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6-8) de manera que, la devoción revelada a Santa Margarita tiene como objetivo que el hombre, especialmente hoy, vuelva sus ojos a Dios y transforme su corazón (todo su ser, desde la concepción bíblica del vocablo) para que, así como para Jesús, su Padre lo era Todo, así también Jesús lo sea todo para nosotros.

Mostrándonos Su Sacratísimo Corazón, humanado por nuestro amor, nos recuerda igualmente que, si lo tenemos a Él como Todo, alcanzaremos lo que queremos, si es para el bien de nuestras almas, y nuestras obras serán grandes, ya que estarán hechas para Gloria de Dios, y Dios será el que actúe a través de nosotros.

¿Nos hemos preguntado últimamente, por qué los Santos hicieron lo que hicieron, o alcanzaron las altas cumbres que alcanzaron…? Porque tenían muy grabado en su CORAZÓN, que Jesús lo era TODO para ellos: “Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta” (Santa Teresa de Ávila).

La Biblia en sus diferentes libros, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, nos hace notar la realidad del hombre frente a Dios, y nos revela de una manera simple, pero aleccionadora, las acciones y procesos que se llevan dentro, en lo profundo del corazón del hombre.

Primero, debemos notar que los profetas o evangelistas que nos traen la Palabra de Dios hasta nuestros días, siempre fresca, siempre latente, siempre contemporánea por la acción directa del Espíritu Santo, nos describen a un Dios que SE HACE CERCANO POR AMOR y camina junto a su pueblo; el pueblo de ayer, de hoy y el de los últimos tiempos.

La tradición de la Iglesia, la historia, la fe, nos hacen llegar al momento donde vemos ese caminar desde un punto inimaginable; indescriptible… jamás se habría podido pensar que fuera el mismo Señor, que se hace Uno con nosotros y camina con nosotros, nos muestra su Corazón Amante de hombre que desea sentir amor. Es ese Sacratísimo Corazón del Dios Amor que no es Amado -como diría San Francisco de Asís- que permanece con nosotros siempre y lo estará hasta el final de los tiempos.  Es el mismo Jesús, Dios Todopoderoso y Eterno; Alfa y Omega, que permanece en su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en Su Palabra, se queda en la persona de los pobres y se queda con nosotros, caminando día a día, sintiendo, amando, esperando, perdonando y muchas veces, aguantando…

Terminamos nuestra reflexión de hoy con el mensaje que el Papa Francisco nos compartiera en su Homilía para conmemorar la solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón en el año 2013:

“Esta es la cercanía. El pastor cercano a su rebaño, a sus ovejas, a las que conoce una por una. Jesús quiso mostrarnos Su Corazón como el Corazón que tanto Amó. Por ello hoy hacemos esta conmemoración. Sobre todo, del Amor de Dios. Dios nos ha amado, nos ha amado mucho. Pienso en lo que nos decía San Ignacio […] nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir.”

MEDITACIÓN:

Hoy, medita sobre aquellas cosas que brindas al Apostolado (servicio, conocimiento, habilidades, tiempo, dinero), y reflexiona, desde lo más profundo de tu corazón: ¿qué es lo que te mueve a actuar?  ¿Qué hay en el fondo de cada acción, situación, acto que realizas? ¿Es Él tu Camino, tu UNICA Verdad y tu Vida…?  Pasa absolutamente todo lo que haces a través del colador de la pureza de intención, para que tu ofrenda y oblación sean verdaderamente agradables a Dios. Reflexiona en esta frase: “Hace tanto tiempo que estoy con ustedes y, ¿todavía no me conocen…?

Realiza tu oración agradeciendo por la oportunidad que Dios te da, de unirte a su misión y pídele perdón, si fuera necesario, por las veces que no fue sólo el amor a Él y a tus hermanos lo que te guió en las acciones, con todo esto que vienes meditando. Si quieres compartir tu meditación, escríbela en la App del ANE, para que nos edifiquemos todos con las experiencias de los hermanos.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN:

SEXTO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del séptimo día: Mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo

¡Oh Corazón clementísimo de Jesús!, Divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: “Pídeme por el Corazón de Mi Amantísimo Hijo Jesús; por este Corazón te oiré, y alcanzarás cuanto me pides.” Presento por Tu intercesión, Jesús Divino, a Tu Padre Eterno, todas mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, Amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 14°)

DÉCIMO CUARTO DÍA:

“Me produce una honda alegría considerar que Cristo ha querido ser plenamente hombre, con carne como la nuestra. Me emociona contemplar la maravilla de un Dios que ama con corazón de hombre” (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

Siguiendo con nuestras meditaciones acerca del Corazón de Jesús, y el significado profundo del concepto de “corazón” en la teología espiritual, continuaremos ahondando sobre la importancia de este vocablo, que las Sagradas Escrituras utilizan constantemente. De esa forma, entenderemos mejor los “porqués” de esta maravillosa devoción.

Como vinimos viendo, la palabra “corazón” en hebreo y en griego, no son utilizadas para designar únicamente el órgano del cuerpo, sino que se refieren a una totalidad del ser humano, como creatura de Dios, hecho a imagen y semejanza de Él. Hemos visto igualmente, que en el corazón (la Biblia utiliza el vocablo para referirse a ese lugar donde ocurren los procesos humanos de la libertad, la inteligencia y la voluntad) están comprendidos los valores, los anhelos, las decisiones, los pensamientos, deseos, alegrías y tristezas; y que de alguna manera, configuran en su totalidad, el modo en el cual se desenvolverá la vida del hombre.

En efecto, en las Sagradas Escrituras, tanto en el Nuevo, como en el Antiguo Testamento, el corazón es utilizado para encriptar las emociones y sentimientos más profundos e importantes de la persona. Por ejemplo, el Salmo 12 (11), 6, habla sobre la alegría que el corazón siente: “Al corazón pertenece la alegría: que se alegre mi corazón en tu socorro”; y en Salmo 21 (20),15, sobre el arrepentimiento que el corazón siente ante los pecados que ese mismo corazón comete frente al Señor: “Mi corazón es como cera que se derrite dentro de mi pecho”.

También en el Nuevo Testamento habla nuestro Señor sobre el corazón, refiriéndose al lugar donde el ser humano guarda sentimientos de culpa o de temor: “No se turbe su corazón, crean en Mí” (Jn 14,1).

De igual manera, en San Mateo 15,19, el Señor nos resume los pecados que pueden anidarse en el corazón del hombre y que dan pie a las malas conductas ofendiendo a Dios: “Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias…”  solo por citar algunos ejemplos sobre la forma en la que las Escrituras utilizan la palabra corazón, como ese lugar donde va a configurarse la persona humana en su totalidad.

Ya san Bernardo de Claraval (1090-1153), en sus escritos y enseñanzas puntualiza este uso de la palabra corazón, acentuando especialmente su significado en la tradición cristiana teológica y espiritual, en una visión cristológica, centrando totalmente la atención en el Corazón Sacratísimo de Jesús, que es la sede misma de donde brota el Amor Infinito de Dios.

A partir de aquella época, hace mil años, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús fue extendiéndose de a poco, principalmente por medio de los monjes, cistercienses, primero y luego dominicos y franciscanos, pero recibió un impulso especial con santa Margarita María de Alacoque (1647-1690), hasta el punto de llegar a ser, desde entonces hasta nuestros días, una de las devociones más importantes de la espiritualidad católica.

Y es que para la literatura espiritual, en el centro, eje, o núcleo de la persona humana está el corazón, de manera que desde allí nacen y salen a la luz todo pensamiento, todo sentimiento y toda acción, y allí se sitúan las inspiraciones de Dios, pues allí mismo es donde habita el verdadero amor (*), y significa muchísimo más que solo “sentimiento”, pues allí está “el toque de personalidad”, que hace que una persona sea como es y se desenvuelva como lo hace. “Es lo que la hace ser…”; encierra a toda la persona en el uso  de sus potencias (raciocinio, libertad y voluntad), que la hacen querer, amar y tratar a los demás; que la hacen ser lo que es y sentir lo que siente; ser capaz de sentir compasión y misericordia, como Jesús las sentía.

(*) Habitar es un verbo que la teología y la filosofía cristianas, especialmente en los siglos pasados, ha utilizado para simbolizar la presencia y la acción de Dios en la vida de los seres que lo aman.

Tratando de sintetizar lo visto hasta ahora, podemos decir que, los escogidos por Dios para que las Escrituras y su Palabra lleguen hasta nosotros, se expresan bajo esta acepción amplia del vocablo, considerando al corazón como el “recipiente” y a la vez el fondo de los pensamientos más profundos y sagrados, el resumen y la fuente de las palabras y las acciones humanas. Ellos, que han recopilado y recogido las Sagradas Escrituras con la Luz y la Sabiduría del Espíritu Santo que los movió a hacerlo, se han expresado de este modo para que podamos entender de una manera más simple y concreta las cosas Divinas.

“Donde está tu tesoro, ahí estará tu corazón” (Mt 6,21).

Las Escrituras puntualizan el hecho de que el mismo Jesucristo se refiere a toda la persona en su conjunto, alma, intelecto y cuerpo, aludiendo a su corazón, por lo que “corazón”, también para el Señor, representa el lugar más sagrado donde se decide, bajo el uso de todas las facultades humanas, el bien o el mal, sea para el cuerpo y por consecuencia para el alma, o viceversa, ya que todo tiene un doble resultado o consecuencia; visible e invisible, que va a favor o en contra del cuerpo material y del alma espiritual. (Por eso es importante la coherencia entre lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos, pues todo afecta a la persona en su conjunto, en vistas s la salvación o condenación).

Podemos decir que, uno de los núcleos del mensaje total que el Señor quiere transmitirnos a través de esta Devoción, es que nos invita a participar de ese Inmenso e Insondable Amor que brota de Su Sagrado Corazón, y que quiere que aprendamos a sentirnos amados por Él. Al mismo tiempo, nos invita a amar CON ESE MISMO AMOR QUE ÉL NOS AMA No menos; No por tiempo limitado… No escogiendo por qué cosas sí, y por cuáles otras no… De la misma forma como Él nos ama, nos perdona, nos acoge, nos consuela, se preocupa, nos procura y provee; e igualmente, nos aguanta, nos tiene paciencia y siente compasión por nuestras faltas y desatinos… Así quiere que seamos con nuestro prójimo, muy lejos de juzgarlo y condenarlo, como a menudo o al menos a veces, hacemos.

Así pues, la devoción al Sagrado Corazón, y el conocimiento que vamos adquiriendo más profundo de ella, debe de renovar en nosotros el amor hacia y para Dios, y hacia y para los hermanos, a través de Dios.

La devoción recibida y sentida con el corazón, y a la luz del Espíritu Santo, debe enaltecer, agrandar y provocar acciones concretas en favor del hermano; acciones que tendrán como premio la salvación y la Gloria Eterna, pero que no es por la búsqueda de esa Gloria que las realizaremos.

Estas acciones que debemos incorporar, son: Recibir a cada persona con el corazón, sentirla y hacerla sentir bien, como que es verdaderamente una amiga, de manera que, al tener que corregirle de cualquier falta o defecto, o enseñarle algo para ayudarle a ser una mejor persona, nunca hagamos que se sienta humillado o humillada, sino todo lo contrario: que sienta un estímulo para trabajar mejor y más para Gloria de Dios, porque el que corrige y enseña, da testimonio primero de lo que corrige o enseña.

El Sagrado Corazón de Jesús es el Primero en dar testimonio de esto, ya que es el mismo Jesús Quien nos muestra, con cada una de sus acciones, que su vida puede resumirse en una sola palabra: AMAR. Y ¿Qué es amar? Es tener el corazón tan grande, tan grande que el sufrimiento, la preocupación o la intranquilidad de tu hermano sean realmente una cuestión que te interpele y te motive a actuar en su favor; es saber perdonar y comprender, incluso las veces que “comprender con la cabeza” es imposible, y es necesario entonces comprender con el corazón, para poder perdonar. Amar es sacrificarse con Jesús, en favor de las almas que más lo necesitan.

En resumen: si vamos aprendiendo a amar con el Corazón Sagrado de nuestro Señor, defenderemos la verdad y la justicia, sin equivocarnos y de una manera tan clara, que nos ayudará a identificar las mentiras del enemigo y a evitar sus astucias, para que, bajo el influjo del Corazón de Dios, aprendamos cada día a amar más y a servir mejor, con paciencia y perseverancia, derribando con la humildad y la obediencia el reino que satanás quiere imponer en la tierra, llevándose muchas almas con él a la perdición, para lastimar, con esto, al Corazón de Jesús con lo que Él más Ama: nosotros, sus hermanos.

MEDITACIÓN:

El enemigo quiere hacernos semejantes a él. Quiere que, a través de nosotros, el mal se difunda y, con eso, lastimemos a Jesús y a su Adorable Corazón.

Jesús quiere que meditemos sobre esto que hemos leído y elijamos libremente por su Amor, que nos concienticemos de ese Amor Misericordioso y Ardiente, y entendamos que, aunque parezca que el mal está venciendo ahora, en realidad es cuando más derrotado está; ya que primero, Jesús lo venció en la Cruz, y segundo, cuando nosotros decidimos libremente hacer el bien: con eso se rompen las cadenas del pecado y vamos derrumbando el reino del enemigo y “venciendo al mal con el bien”, logrando con esto, el triunfo final del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María.

Jesús, a través de la devoción a Su Sagrado Corazón, nos viene a recordar las palabras que dijo en la Cruz y que encontramos en el Evangelio de San Lucas 23,34: “Padre, perdónalos, porque nos saben lo que hacen.” Él dice eso porque sabe que los hombres están cegados por el demonio y, de alguna manera, están perdidos y han comprometido su libertad, haciéndose instrumentos del mal.

El Corazón de Jesús se da a nosotros y viene a recordarnos que somos libres de decidir y de ayudarlo, haciendo que su Reinado de Paz y de Amor, dé sentido a nuestras vidas, y haga de cada uno de nosotros, sus fieles colaboradores, portadores de su Palabra, de su paz y amor a todos los demás. Pero para eso, tenemos que ir configurando nuestros corazones con el Sagrado Corazón de Jesús: ese es el fin al que quiere conducirnos esta devoción.

Medita el día de hoy en la Palabra del Señor en la Cruz: “Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen.” (Lc 23,34) y repasa, bajo esa iluminación, lo que has aprendido hoy sobre el Sagrado Corazón.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

———-

Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN:

SEXTO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del sexto día: Hallar quietud, sosiego y gozo en el templo hermoso de la paz

¡Oh Corazón amplísimo de Jesús, templo sagrado donde me mandas a que habite con toda mi alma, potencias y sentidos! Gracias te doy por la inexplicable quietud, sosiego y gozo que yo he hallado en este templo hermoso de la paz, donde descansaré gustoso eternamente. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, Amante Corazón!, y la que Te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 13°)

DÉCIMO TERCER DÍA:

Continuando con nuestras reflexiones de junio, referidas al Sagrado Corazón de Jesús, nos enfocaremos hoy en tratar de analizar y entender de la mejor manera lo que significa el CORAZÓN para las Sagradas Escrituras.

¿Cuál es el simbolismo que encierra, para nuestros hermanos mayores en la fe, el Pueblo Judío, de donde nace nuestra cultura religiosa?

El Diccionario de catequesis y pedagogía religiosa, nos dice que “en la Sagrada Escritura, ‘corazón’ significa la interioridad del hombre, donde tienen lugar sus pensamientos, sentimientos, afectos, motivaciones, actitudes…”

Entendemos que “de allí proceden sus palabras y sus obras” (Cfr. Mt 15,18). Podríamos entonces decir que el corazón del hombre es como la fuente de donde manan todas las facultades espirituales, tanto intelectuales como afectivas, y vendría a ser “el centro” y “la sede” de las mismas.

De un corazón “convertido”, transformado, o abierto a Dios, brota la adoración, la confianza, la fidelidad, la generosidad, la pureza y rectitud de intención. Es que, solamente desde el corazón, el hombre puede transformarse para conformar su vida en un reflejo de la Persona de Cristo.

Es una condición única de Dios el conocer el corazón del hombre (1Sam 16,7; Sal 44,22), y es el único y mismo Dios quien lo escruta, lo prueba, purifica y renueva (Sal 7,10; 51,12; Ez 36,26), para escribir en él Su ley (Jer 31,33) y exigir un amor de totalidad (Deut 4,29). Ya que es en el corazón donde nuestra libertad, nuestra inteligencia o raciocinio y nuestra voluntad, (las tres potencias del alma) son acrisoladas por las tentaciones y por distintas pruebas…

Al corazón le habla directamente Dios (Os 2,16); y el corazón se prepara y permanece listo para la misión de Dios, cuando sabe escuchar y conservar la Palabra, como hemos visto que supo hacer nuestra amada Madre (cfr. Lc 2,19 y 2,51).

Es así como, en diferentes momentos y libros de las Sagradas Escrituras, el corazón refleja la personalidad e intencionalidad del hombre ante Dios y sus hermanos. La Palabra de Dios nos invita a observar y reflexionar sobre las “maneras” en las que el corazón procede para que, en su interior, se planeen y surjan, las buenas o malas intenciones que luego, se convertirán en acciones concretas para Gloria o deshonra de Dios, o en pensamientos y sentimientos que, sin llevarse a cabo, purifican o pervierten y manchan la pureza de intención en la persona.

Dios quiere trasformar el corazón de piedra que tenemos casi todos los seres humanos (a causa del pecado original y nuestra naturaleza frágil y caída) en “un corazón nuevo” (Ez 18,36; 36,26), para que todos se vuelvan a Él “con todo el corazón” (Joel 2,12).

En Efesios 3,17 y en Romanos 5,5, nos dice la Palabra de Dios que en el corazón que está unificado por el amor, en él, “habita Cristo por la fe” y el Espíritu Santo comunicado por el Padre. Y es así como nuestra comunidad, nuestra Casita de Oración, nuestro Apostolado, nuestra Iglesia “comunidad de comunidades” pueden llegar a ser, teniendo a Cristo como piedra angular, “un solo corazón y una sola alma” como nos enseña San Pablo, en el Libro de Los Hechos de los Apóstoles 4,32: “La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma.”

El Diccionario de Evangelización nos dice que el corazón del hombre, en sentido bíblico, es donde reside la personalidad como centro.

Según la mentalidad semita (la de la raza del pueblo judío), el corazón es el órgano central y más importante del cuerpo (1Sam 25,37; 2Sam 18,14), donde radica no sólo la vida física (Gén 18,5; Lc 21,34; He 14,17; Stgo 5,5), sino también la vida espiritual, intelectual, afectiva y pasional de la persona.

Para los hebreos, así como para la cultura griega de su tiempo, se comprende que a veces “corazón” equivalga a “alma” por ejemplo en Josué 22,5. Es necesario destacar que la palabra “corazón”, en su sentido profundo en la cultura griega, fue generalmente utilizado en la literatura poética, mientras que en el mundo semítico es corriente en textos no poéticos sino espirituales, como sinónimo del hombre interior que habita en cada uno, contraponiéndose al hombre exterior, que es el que habita en el mundo y muchas veces se deja llevar por lo superficial y vano.

El corazón constituye la persona misma en su interioridad, de tal manera que puede traducirse a veces por el pronombre personal (Mt 24,48: “Pero el mal siervo, aquel que dice en su corazón… “). También, es en el fondo del corazón donde se encuentran u originan los pensamientos, como leemos en Daniel 2 30: “A mí se me ha revelado este secreto, no porque tenga una sabiduría superior a la de los mortales, sino con el fin de que todos conozcan la interpretación de tu sueño”; o en Mateo 15,19: “Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias”; y también donde se deposita la fe y se origina la duda como leemos en Marcos 11,23: “Yo les aseguro que el que diga a este cerro: ¡Levántate de ahí y arrójate al mar!, si no duda en su corazón y cree que sucederá como dice, se le concederá”;  y Lucas 24,38: “Pero él les dijo: “¿Por qué se preocupan, y por qué se surgen  dudas en su corazón?”para citar algunos ejemplos.

Entonces, si vamos tratando de estudiar el inmenso significado de esta palabra, llegaremos a comprender más profundamente el anhelo del Señor al entregarnos Su Sacratísimo Corazón, y revelarnos, a través de Santa Margarita, los tesoros que Éste encierra en Él y que Dios quiere darnos para provecho y salvación de nuestras almas.

Es en el corazón donde el hombre comete el pecado, ya que Dios ha escrito la ley divina en los corazones de cada uno de Sus hijos, es decir, en sus conciencias, de manera que ellos saben por sí mismos, lo que es bueno o malo sin que nadie se los diga (Cfr. Rom 2,15).

Igualmente, vemos que es en el corazón o conciencia del hombre, donde brilla principalmente la luz de la verdad, que es la Luz de Cristo, y donde se da lugar el acto libre de la fe regalada por el Espíritu Santo.

Para terminar este día, en nuestra meditación, pensemos en el “Corazón” de Dios… Dios Padre, Creador y Señor de todo lo que existe, visible e invisible, material o espiritual, ha querido plasmar Su Propio Corazón en la Persona de Jesucristo, segunda Persona de la Santísima Trinidad, que, haciéndose Carne, humanado por Amor a los hombres, se hace Visible para traernos el Amor y Misericordia Divina.

Jesús, con Su Testimonio, nos enseña que, en el corazón como sinónimo de lo más profundo e interior del ser humano, se ofrece el sacrificio que es verdaderamente agradable a Dios, así, el hombre, aunque no sea judío, no haya sido circuncidado en el cuerpo (circuncidado exteriormente) a usanza del pueblo elegido, convertido al Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, practica la circuncisión espiritual del corazón, como nos lo explica Pablo en la Carta a los Romanos 2,29.

Metafóricamente nos habla el Antiguo Testamento del Corazón de Dios y nos dice que a Él se le atribuye Conocimiento, Pensamiento, Decisiones y Afectos, como leemos en Génesis 6,6.

El Corazón de Dios se revuelve dentro de Sí, y sus entrañas se estremecen al pensar en una posible destrucción de su pueblo (Os 11,8). “Dios Es”, aunque todo Hombre, todo Dios; sin embargo, “ES el HOMBRE-DIOS, JESUCRISTO, infinitamente mayor que el corazón humano”, es decir, aunque sea Hombre en el más alto desarrollo de sus Cualidades y Facultades, semejante a las de los hombres, Su Corazón abarca todo y a todos desde siempre; pues como Dios es Alfa y Omega, Principio y Fin de todo lo creado… Este Amante Corazón, conoce todo, pero el corazón humano no tiene por qué temer, ya que Jesucristo nos ha abierto el acceso al Padre, siempre que cumplamos el mandamiento del amor al hermano, como leemos en la Primera carta del Apóstol San Juan, capítulo 3, versículos 19 al 24: “En esto conoceremos que somos de la verdad y se tranquilizará nuestra conciencia ante Él. Pues si nuestra conciencia nos reprocha, pensemos que Dios es más grande que nuestra conciencia, y que lo conoce todo. Amadísimos, si nuestra conciencia no nos condena, tenemos plena confianza en Dios. Entonces, todo lo que pidamos, nos lo concederá, porque guardamos sus mandatos y hacemos lo que le agrada. ¿Y cuál es su mandato? Que creamos en el Nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros, tal como él nos lo ordenó. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Pues Dios permanece en nosotros, y lo sabemos por el Espíritu que nos ha dado.”

Aquí empezamos a comprender de mejor manera el designio de Dios para los hombres. El Querer de Dios, que nos muestra Vivo y Latiente Su Sacratísimo Corazón, que es tan olvidado y lastimado con las injurias y sacrilegios que le son propiciados por sus hermanos que, incrédulos y llenos de soberbia y vanidad espiritual, se olvidan de ese Corazón que los ha amado tanto.

El Corazón de Dios HOY TE LLAMA… Hoy te dice: ¡Veme, Estoy aquí junto a ti! ¿No te das cuenta cuánto te amo? ¿No te das cuenta todo lo que hago por ti? ¿Sabes cuántas veces he consolado tu pobre corazón, que llora las tristezas que le ocasiona el mundo…? Ese es el Corazón de Dios, que Santa Margarita quiere darnos a conocer, a través de la Devoción al Sagrado Corazón, para que le seamos más fieles y le amemos como Él Desea y Merece ser amado.

Mañana continuaremos con este tema…

MEDITACIÓN:

Hoy trabajaremos meditando la Palabra de Dios con algunas citas Bíblicas del Evangelio de San Mateo. Estas citas que te daremos a continuación te harán reflexionar y entender de mejor manera, el tema de hoy.

Léelas con atención, y en disposición de oración, trabaja en ellas. Escribe qué te inspira el Espíritu Santo, conforme a la Devoción del Sagrado Corazón y tu entrega a Él.

Igualmente, considera qué hay dentro de tu corazón y qué tendrías para entregarle al Señor, si el día de hoy te llamara a Su encuentro.

Te invitamos a participar, -si así lo deseas-, poniendo tu comentario en la App del ANE, donde compartas qué es lo que has podido meditar y cómo te ha edificado el Señor, a través de Su Palabra.

CITAS BÍBLICAS:

Mateo 5,8

Mateo 6,21

Mateo 11,29

Mateo 13,15

Mateo 13,19

Mateo 15,8

Mateo 15,18

Mateo 15,19

Mateo 18,35

Mateo 19,8

Mateo 22,37

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN:

QUINTO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del quinto día: Perfeccionar todas mis obras

¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la Trinidad venerada, por quien se perfeccionan todas nuestras obras! Yo te ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que, supliendo Tú mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh amante Corazón!, y la gracia que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 12°)

DÉCIMO SEGUNDO DÍA:

Seguimos aprendiendo sobre esta bellísima devoción nacida del Corazón Amoroso de Jesús, que busca llamar la atención del corazón del hombre que le lastima e ignora y que, por su soberbia, egoísmo, egocentrismo y vanidad, se niega a mirar a lo alto, darle valor a lo que realmente importa: la salvación de su alma y, en consecuencia, la conversión de su vida.

Entre las grandes enseñanzas que Santa Margarita María de Alacoque ha dejado al mundo, con su ejemplo, está el siempre considerar la entrega al Señor antes que la acción.

La Iglesia nos enseña y repite siempre en muchos documentos (Encíclicas, Exhortaciones y Cartas apostólicas, etcétera), que la acción debe de estar unida estrechamente a la oración, y que, si faltan las plegarias, la acción no solo estará incompleta, sino que tomará un rumbo muy diferente a lo que el Señor espera de cada uno de nosotros, en su perfecto plan de salvación.

Oración y acción, acción y oración, pues ambas actividades se retroalimentan siempre: Una fe sin obras está muerta, así como la obras sin base espiritual y sin las luces de la oración, se convierten en asistencialismo y mero activismo, que generalmente, con el paso del tiempo, secuestran lo que en un principio hubiera de buena intención, convirtiéndose en la persecución de un logro personal, ya sea material o espiritual, pero siempre lleno de egoísmo, buscando la autorrealización, el aplauso, la gloria y el bienestar propio por encima de los intereses y necesidades de los demás.

Margarita nos alerta sobre eso, y nos narra las infusiones del Espíritu de Dios en su alma que, por Misericordia y Providencia, la alertaban sobre las astucias del enemigo, para que aprendiera y trabajara, unida al Corazón de Jesús, a deshacerse de todo el ego, del Yo, de la desobediencia y la pereza espiritual, que la llevaban a apartarse del Corazón Divino de Jesús Amor.

Estas son cuestiones de las cuales todos los cristianos debemos cuidarnos, pero muy especialmente quienes estamos más comprometidos en la edificación del Reino… Pensar en cuánto daño podríamos hacer si somos nosotros y no el Señor quien planifica, organiza, dirige y hace las cosas. Sólo a través de la oración permanente y la humildad obediente, podemos asegurar que es y será Dios quien lo hace.

Nos cuenta Margarita la experiencia que el Señor le hacía sentir en su pobre corazón, llenándolo cada vez más de llamas ardientes de celo por Su Amor y entrega. Antes de ser apóstol por la acción, Margarita es mártir por todos aquellos dolores físicos y morales, que caen sobre ella por haberse ofrecido como resignada víctima ante el Altar de Dios.

Ella, a ejemplo de la Virgen María, su modelo de virtud, sentía la necesidad de inmolar su ser continuamente por amor, en adoración y anonadamiento, en conformidad al Sacrificio de Jesús a Quien recibía con toda la frecuencia que le era permitido, en la Eucaristía…

Margarita escribe así: “En verdad, Aquél que es la grandeza me ha hecho grande, recogiéndome de entre el polvo para convertirme en el instrumento de sus designios misericordiosos… ¿Y qué hice yo? Darle mi corazón, dárselo entero en cambio del suyo adorable, a fin de que hiciese conmigo, incondicionalmente, lo que Él deseara para establecer y dilatar en el mundo entero el Reinado de Amor de Su Sagrado Corazón…”

Más adelante nos dice: “Que si por una dignación de misericordia incomparable, quiso el Señor designarme para instrumento de Su Gloria en la primera etapa, cuando el sol del Corazón de Jesús se levantaba apenas en su primer aurora… ahora que ese Sol divino ha rasgado las nubes, son ustedes, sépanlo, sí, ustedes los felices precursores de su Reinado social, los que por senda de inmolación amorosa deben afianzar Su Victoria… ¡Ah, pero no se engañen; Su apostolado será maravillosamente fecundo sólo en la medida que penetre en ustedes mismos del Evangelio que el Maestro Divino nos predicó, a ustedes y a mí, en el Calvario, Evangelio de Cruz, abnegación y sacrificio!” (Autobiografía de Margarita María e Alacoque).

Sí, hermano, como leíste, esta devoción, estas enseñanzas del Señor a través de los escritos de Santa Margarita, nos muestran que el camino al Cielo tiene piedras, obstáculos, espinas, y no es fácil transitarlo. Hay que luchar; darle buena pelea, como San Pablo. Nunca será suficiente trabajar para purificar y santificar nuestras almas. Nunca será suficiente la entrega en generosidad y sacrificio para Gloria de Dios… pero, a pesar de tu miseria y testarudez, Jesús quiere tu sí comprometido y fiel.

Él Sabe tus limitaciones; conoce tus defectos, tus fallas y tus batallas diarias, y tus faltas de batalla también. Sabe de qué pie cojeas y el tanto de vileza que, por tibieza espiritual, ha penetrado en tu corazón, hasta el punto de convertir ese corazón de carne en uno de piedra…

Pero Jesús viene a eso ahora: Viene a entregarnos Su Corazón. Viene a intercambiar con nosotros SU AMOR, a cambio de nuestro pequeño y miserable amor.

Viene a Sanar, a Santificar, a renovar, a edificar, a unificar, en una palabra: a Amar. Viene a cambiar nuestros corazones de piedra por unos de carne, y dejarlos en su condición de hijos de Dios, restituidos por la Gracia Santificante, alcanzada como don y fruto del Sacrificio en la Cruz, por el Redentor del género humano.

Esta devoción, encarnada en el Corazón de Dios e infundida por la Acción del Espíritu Santo en los corazones, transforma las fibras más sensibles y profundas de la vida de aquél que, confiando y esperando en Dios, pone a su servicio la vida, como oblación y en reparación amorosa a ese Sagrado Corazón que no es lo suficientemente amado.

Y para las Sagradas Escrituras, ¿qué significado tiene el corazón…? Para que lo comprendamos mejor y profundicemos más en el mensaje que el Señor quiere que atesoremos en esta devoción, como nuestra perla preciosa, el día de mañana, explicaremos su profundo significado Bíblico. Seguramente eso nos ayudará para que, a conciencia y bajo todo conocimiento, consagremos nuestras vidas y familias al Sagrado Corazón, y seamos de esa forma, Apóstoles de la Nueva Evangelización sumergidos en el Corazón de Dios, que arden con el Fuego de las llamas del insondable Amor de Jesús, nuestro Rey y Salvador.

MEDITACIÓN:

Reflexiona hoy sobre lo que has leído de Santa Margarita, tomando en cuenta de una manera especial para tu meditación, las siguientes palabras marcadas con rojo, de manera que, al ir leyéndolas, las hagas tuyas y pienses cómo lo estas haciendo en tu vida, en relación con Dios, y con tu prójimo.

Nota: Si es necesario, lee primero de corrido, y dale una segunda lectura deteniéndote en cada palabra o frase marcada, para hacer correctamente tu reflexión y oración.

“… Oh, aprendan, pues, ante todo, la ciencia sublime de sufrir…, sí, de sufrir amando y de cantar sufriendo para Gloria del Divino Corazón.! ¿Recuerdan cuánto deseaba Jesús ser bautizado con bautismo de sangre… y ser levantado en el patíbulo de una Cruz para atraerlo todo, irresistiblemente, desde ese Trono de Sangre a Su Sagrado Corazón?

Pues procedan así también ustedes, los dichosos mensajeros de Su Amor; déjense atraer desde el calvario a Su Calvario, sin vacilaciones ni cobardías… cedan al imán de su Corazón Crucificado… Y no teman… porque Aquél que les ha inspirado el deseo ardiente, y el querer, sabrá también darles el poder con gracia superabundante. Acérquense pues al Tabernáculo del Rey de Amor… vengan, llevándole gozosos, como ofrenda de apostolado, las dolencias… Ofrezcan, como rico tesoro, las flaquezas dolorosas de la salud quebrantada… Preséntenle este precioso obsequio, y colocándolo en la herida de Su Corazón Adorable, díganle con toda resignación, con celo ardiente y con amor apasionado: ¡Acepto Señor, la gloria incomparable de ser una partícula de la Hostia redentora que eres Tú Mismo! Jesús… Pero en recompensa, Sana las almas enfermas, y en cambio de este nuestro Calvario, sube al Tabor de Tu gloria, Jesús.” (Autobiografía de Santa Margarita María de Alacoque).

Ahora verás más de cerca la relación que tiene la espiritualidad de Santa Margarita con la nuestra, recordando quizá lo que nuestro Director General nos repite siempre: que somos eucarísiticos porque debemos entregarnos, como Cristo, en oblación por los demás…

Aplica todo esto a tu vida, pero no buscando la similitud a lo que dice Maragarita en cuanto a lo llamativo o espectacular, (del tipo “¡Ahhh, miren cómo sufro!”) sino en la entrega silenciosa, meditándolo e implementándolo en ti, con las acciones debidas y en las situaciones concretas.

Haz un esfuerzo consciente por ver cuánto daño hayas podido hacer por tratar de brillar, por atraer los ojos hacia ti, en lugar de que se dirijan a Dios. Piensa cuánto haya podido sufrir algún hermano o hermana tuya a causa de tus acciones, o de tus omisiones y ofrece toda incomodidad, todo dolor y toda molestia en reparación por ese exceso de amor a ti mismo y tu falta de amor verdadero a Dios y a los demás.

Trata de hacer del sacrificio un estilo de vida y pídele al Señor, que cuando todas tus ofensas a Su Corazón hayan sido reparadas, tus penurias silenciosas comiencen a reparar las ofensas de los demás.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

———-

Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN

CUARTO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del cuarto día: Aspirar a formar mi corazón a Tu semejanza

¡Oh, Corazón purísimo de Jesús, espejo cristalino en quien resplandece toda la perfección! Concédeme que yo pueda contemplarte perfectamente, para que aspire a formar mi corazón a Tu semejanza, en la oración, en la acción y en todos mis pensamientos, palabras y obras. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 11°)

DÉCIMO PRIMER DÍA:

Santa Margarita, siendo depositaria de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, nos revela de una manera maravillosa las enseñanzas que, durante muchos años, el Señor le fue depositando en su corazón.

Ella, la embajadora del Amor Hermoso, nos conduce a entender lo que el Jesucristo, nuestro Salvador en persona, le fue mostrando y enseñando sobre la belleza y fecundidad del apostolado cimentado en el sufrimiento, por amor y libre decisión. El ofrecer todo con la única intención de la realización total del Reinado del Corazón de Jesús en el corazón de todos los hombres del mundo entero.

El Sagrado Corazón, nos instruye, a través de su apóstol y confidente Margarita, acerca de la aplicación muy pocas veces entendida y del mérito invaluable de este apostolado sobre el sufrimiento, que tiene el sello característico de esta devoción al Sagrado Corazón.

Escribe Margarita en sus cartas, contenidas en su biografía, así como sus visiones y revelaciones de nuestro Señor: “Desde ese momento hasta mi último suspiro todo mi apostolado consistió principalmente en abrazarme gozosa a la cruz y en abandonarme amorosamente al Crucificado Divino con gratitud del alma y con sed inmensa de Su Gloria.

Que, si a veces quiso el Señor que escribiera pidiendo y reclamando en nombre Suyo el homenaje de amor a Su Corazón Adorable, esas cartas fueron victoriosas, y siguen siéndolo para Su Gloria, únicamente porque hube de escribirlas con sangre del alma y en el martirio de mi corazón crucificado. Por ese mismo camino, sobre todo por ese camino, ustedes también, no lo duden, trabajen a pesar de Satanás y sus secuaces, el pedestal de victoria del Rey de Amor… Apóstoles del Corazón de Jesús, bendigan a nuestro Señor, pues El mismo los ha elegido para que coronen, en forma espléndida, la misión inicial que me fue confiada a mí…” (Cartas de Margarita María de Alacoque sobre el apostolado del sufrimiento).

Santa Margarita fue creciendo en santidad día con día. Lo que es seguro, es que su camino no fue fácil. Su crecimiento espiritual estuvo siempre de la mano de una buena dosis de sufrimiento, obediencia y humildad, pero al mismo tiempo, la presencia del Señor en su corazón fue haciendo que el fruto de la santidad fuera de poco en poco, transformando el alma y la vida de Margarita, hasta tal punto, que nada quería más que sufrir, para que el Amor de Dios fuera recibido y adorado en cada uno de los corazones de sus hermanos.

En su vida, tenía la Santa grandes deseos o máximas, que trató en todo momento de cumplir, trabajando espiritualmente para lograr esos objetivos a base de mortificaciones y oración. Sus deseos fueron estos:

El deseo de amar a Dios y recibir la santa Comunión cada que la santa obediencia le permitiere.

El santo deseo de la mortificación de los sentidos por un bien mayor, que conllevaba el deseo de padecer por Amor a Dios. Por ese gran deseo -uno de los mayores junto con el de recibir al Señor en la Sagrada Comunión- a consecuencia del deseo de amar, quería dar su vida, puesto que sentía que no tenía nada más que ofrecer o entregar, y con eso, quería exaltar el Nombre de Dios en su vida y llevarlo a los que la rodeaban.

El deseo de morir, porque como Santa Teresa de Ávila, sentía que moría en vida al estar lejos de su Amado, y este deseo, acrecentaba las ansias de trabajar más duramente y caminar poniendo más atención en la purificación de sus intenciones para que así, de esa forma, pudiera unirse con su gran Amor. Pero a pesar de todas estas ansias, deseos, compromisos y anhelos, en su alma siempre estaba la premisa de que todo se hiciera según los Designios y Sabiduría de Dios. Ella, a imitación de la Madre Santísima, se ofrecía a Dios como su esclava, de tal modo que, el Espíritu Santo realizara en ella lo que Su Providencia Santísima decidiere.

Margarita se conformaba con vivir hasta el día de su muerte, siendo ésta pronto o más tarde, esperándola en silencio, abnegación, obediencia y humildad, si esto era la voluntad de Dios. Esta espera en la tierra que la separaba de su Maestro y su Dios, le dolía más que mil muertes.

La firme convicción de amar a pesar de cualquier cosa. Siempre iba junto al amor de Dios la más tierna caridad con el prójimo y más con sus hermanas del convento, aún si éstas la trataran con desprecio e ingratitud… ¡todo por alcanzar el Amor de Jesús, su Dueño y Señor!

La vida de Margarita transcurría en el convento realizando todo tipo de actividades, siendo éstas en ocasiones de la más baja estima, como servir en la cocina, trabajar como afanadora limpiando baños, trabajando de auxiliar en la enfermería, etcétera. Dado a su carácter y forma de dar testimonio de Dios irradiándolo a través de sus obras concretas, fue envidiada y maltratada no por pocas personas, especialmente, sus mismas hermanas religiosas. La Santa tenía ciertas cualidades naturales en las cuales Jesús se deleitaba: era una mujer muy sensible, era tímida, era juiciosa y discreta, de buen espíritu, temperamento constante, corazón caritativo hasta lo imposible.

Tenía muy poca educación formal y sin embargo, una profunda sabiduría sobre las verdades sobrenaturales, que provocó el asombro y conversión de algunos, así como la envidia y el maltrato de otros hacia su persona. Ella tenía una virtud propia de los santos de Dios, que era el haber sido dotada de gran juicio y valentía para ser fiel a la verdad. Una de las virtudes que más practicaba, era la del perdón. Santa Margarita sabía perdonar de corazón, cosa que la engrandecía a los Ojos de Dios y era causa del gran Amor de Jesús hacia ella.

Su agudeza espiritual para no ofender a Dios en lo más mínimo, fue haciendo que su caminar hacia la santidad se diera de manera perseverante, ya que en las más humillantes persecuciones a las que fue sometida, mortificaba su yo, haciendo que todo lo que la hacía sufrir como consecuencia del maltrato de sus hermanas o Sacerdotes que la guiaban, quedaran sepultadas en el fuego del Amor de Dios por el perdón, hasta llegar a ser extremadamente atenta para cuantos la hicieron sufrir.

Tratar de vencer sus repugnancias por amor. Margarita, dado a su carácter tímido y humilde, tenía ciertas cosas que le costaban demasiado trabajo realizar, y que por la santa obediencia a la que el Señor le había solicitado ejercitarse, las cumpliera sin rezongas ni desánimo. Ella trataba por tal motivo, de cumplir cada una de ellas con buen ánimo y diligentemente.

Entre algunas cosas que le costaban y cumplía con ejemplar obediencia, amor, gozo y generosidad, eran el escribir, acudir al locutorio y realizar trabajos de enfermería; y todo era a cambio de que le permitieran recibir los Sacramentos.

Para Gloria de Dios y bienaventuranza de Santa Margarita, el Señor permitió esto y además que la Santa, hiciera los tres votos de religión (votos de consagración como religiosa en esa orden) antes de morir.

MEDITACIÓN:

Piensa en actitud de recogimiento, verdad y pureza de intención, si estás dispuesto a entregar tus pequeñas mortificaciones del día por Amor a Dios y para el cumplimiento del Triunfo de Su Amoroso Corazón en el corazón de todos los hombres, especialmente en aquellos que no le conocen, o que, conociéndole, lo ignoran y lastiman.

¿Qué estás dispuesto a hacer con acciones concretas?

Reflexiona… cuando piensas en “sufrimiento”, ¿Qué sientes? ¿sientes temor? ¿Qué quisieras decirle al Señor en este momento respecto a esto…? Díselo…

Jesús te dice que, si quieres tener parte en el Reino de los Cielos, así como Santa Margarita, debes primero negarte a ti mismo y luego cargar tu pequeña o gran cruz… ¿Reniegas mucho de los problemas que tienes en tu vida? Piensa si eres piedra en el camino para alguien… ¿Te gusta que te consuelen y recibir esa atención de manos de los hombres, en vez de ir a los Pies de Jesús a buscar ese consuelo y sanación? ¿Compartes con Jesús tu cruz, y le solicitas diariamente que te ayude a cargarla bendiciéndote y dándote lo que necesitas para ser un verdadero Apóstol de la Nueva Evangelización? ¿Ayudas a otros como el Cirineo, a cargar la cruz de tus hermanos para hacérsela mas liviana, o le pones más peso haciéndote al ciego, al sordo y al despreocupado por los sufrimientos y necesidades de los que te rodean; de tus más próximos?

Medita en todo esto, y ofrécele al Señor tu día, pidiendo su Bendición, y la bendición de la Virgen María, para que seas una brisa en el desierto para el que sufre y necesita apoyo; un oasis de paz, para el que se encuentra atribulado y necesita un hombro donde descansar, o por que no… una billetera en que confiar (haciendo uso de tu desprendimiento y generosidad) para el que pasa necesidades; una fuente de agua fresca, para aquél que la vida y los problemas, lo han dejado sediento y derrotado. Una mano amiga, para aquél que sufre de pérdidas, soledad, duda, incertidumbre, injusticia, miseria y demás cruces que solo, le es casi imposible de cargar…

¡AMA! Porque solo amando de verdad podrás realizar el designio de Dios para ti en tu vida, y de esa forma, cumplir la misión para la cual has sido enviado. Ama, porque solo el que vive para servir, sirve para vivir.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

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Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN

TERCER DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del tercer día: Seguir sendas rectísimas para la perfección y para el cielo

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús, camino para la mansión eterna y fuente de aguas vivas! Concédeme que siga Tus sendas rectísimas para la perfección y para el cielo, y que beba de Ti el agua dulce y saludable de la verdadera virtud y devoción, que apaga la sed de todas las cosas temporales. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, amante Corazón! y la que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto Tuyo y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús (Día 10°)

DÉCIMO DÍA:

Como comentamos ayer, la vida de Santa Margarita estuvo siempre tocada con las luces y el fuego del Corazón de Jesús, que hacía arder dentro de ella el celo por amarlo cada día más, darlo a conocer y hacerlo amar por los demás.

Sus experiencias místicas y sobrenaturales, a pesar de demandarle tiempo y dedicación especial, nunca fueron causa para que ella dejara de cumplir las actividades y compromisos que su orden le asignaba, y que, por santa obediencia, ella debía de cumplir; al contrario: trataba siempre de hacer mejor las cosas, con verdadero espíritu de sacrificio, ofreciendo y uniendo todo, a la Pasión y Sufrimientos del Señor.

Como siempre sucede, junto con los dones tuvo duras pruebas, persecución y la necesidad de ejercitar heroicamente las virtudes que fueron forjando la santidad en su vida diaria.

Contaremos aquí algo que le sucedió en 1680, por poner el ejemplo de una de las pruebas y sufrimientos que Margarita tuvo que vivir: estaba en verdad muy enferma y llegaba la fiesta del Corpus, donde su superiora “le concedió la gracia de recibir la hostia consagrada, junto con el mandato de no tomar medicina de ninguna clase durante un período de cinco meses, ni ir por nada en el mundo a la enfermería.” Añadió la Superiora por escrito que, “por orden de santa obediencia, pidiera la salud a nuestro Señor, a fin de poder practicar los ejercicios de la santa regla hasta la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen, el 21 de noviembre de ese año.”

Durante los cinco meses fijados por la Madre Superiora, Santa Margarita gozó de perfecta salud, quedando satisfecha la Madre Superiora de la prueba que había pasado airosamente, donde visible y eficazmente, se veía la Mano Milagrosa del Señor sobre la salud de Margarita.

En otra ocasión ocurrió algo similar, cuando Santa Margarita tenía que entrar en los ejercicios anuales del Monasterio. Margarita se encontraba en la enfermería con una calentura que no le daba alivio. La Madre Superiora le dijo: “Vaya hija mía, le encomiendo al cuidado de Nuestro Señor Jesucristo; que Él la dirija, gobierne y cure, según Su Voluntad.”  En eso, el Señor se le presenta mostrando la hermosura de su Sacratísimo Corazón y le hace levantar con mil señales de amor, y le dice: “Quiero que vayas y te presentes con salud a la que te ha enviado enferma y te ha puesto en Mis Manos.” Así, milagrosamente quedó sana y vigorosa, como si nunca hubiera estado enferma.

En una ocasión se le presentó Jesús cargando con la Cruz, cubierto de Llagas y de Sangre y le dijo con Voz dolorosamente triste: “¿No habrá quien tenga piedad de Mí y quiera compartir y tener parte en Mi Dolor en el lastimoso estado en que me ponen los pecadores sobre todo en este tiempo?” La santa, llena de tristeza, compartiendo los dolores del Corazón de su Divino Señor, se le ofreció y el Salvador colocó sobre sus hombros su pesada cruz. Se cuenta que el Señor permitió sobre ella una enfermedad que le hizo sentir muy pronto lo desgarrador de aquellos clavos.

Otra vez, estando en la Santa Misa y al acercarse al altar, se le apareció la Sagrada Hostia resplandeciente como sol, y distinguió al Señor, llevando en la Mano una Corona de Espinas. Él se la puso en la cabeza, diciéndole: “Recibe, hija mía, esta corona, en señal de la que se te dará pronto por tu conformidad conmigo.”

Todos estos sucesos extraordinarios, que con frecuencia llaman poderosamente nuestra atención, no tendrían absolutamente ningún sentido, si no dejaran para nosotros una enseñanza moral o práctica de cómo ser mejores personas, mejores cristianos, mejores apóstoles de la Nueva Evangelización.

En el libro de Santa Margarita de Alacoque, ella escribe así: “Ya que me llaman aquí estoy… Pero al mismo tiempo que ustedes, el Rey de Amor me pide y me manda que me acerque a ustedes, los apóstoles de su Sagrado Corazón, a ustedes, mis hermanos en la misma vocación de amor y de apostolado… Quiero repetirles, pues, la lección maravillosa y fecunda que, en Su gran Misericordia, quiso el Señor hacer a esta humilde discípula. ¡Óiganme! ¡Ah, si pudiera yo revelarles la gloria, toda la inmensa gloria con que el Rey de Reyes ha querido cubrirme por eternidad de eternidades, y esto porque Él Mismo se dignó inclinarse hacia mí y poner Sus Ojos en la pequeñez y pobreza de su sierva!”

Como hemos dicho ya un par de veces, nuestra espiritualidad está muy unida a lo que empezó con Sor Margarita y continuó, casi dos siglos después, con Sor Faustina. El Corazón de Jesús trae misterios profundos, que estamos llamados a desentrañar. Mañana reflexionaremos y aprenderemos sobre el valor inmenso del sufrimiento y la enseñanza que el Señor le dejó a Santa Margarita para compartir al mundo. En este apartado, veremos cómo Margarita escribe sobre ese gran misterio que mana del Corazón Adorado de Jesús, y de su gran sufrimiento por las almas de los hombres que lo olvidan, agreden y vuelven a crucificar con sus pecados.

Mañana, si Dios quiere, continuaremos…

MEDITACION:

El día de hoy meditaremos sobre la misericordia que el Señor, a través de la vida de santa Margarita, nos enseña. Él, que es fuente de Misericordia y Amor, espera que abramos nuestro corazón para recibir estas gracias en abundancia. ¿Y que desea el Señor para derramarlas en ti…? pues únicamente que digas “SI”. Que digas “sí quiero, Señor; espero en Ti, confío en Ti y te amo sobre todas las cosas.” Pero no de boca para afuera, necesita que realmente CREAS. Que creas que Él puede sanarte, puede elevarte, puede hacerte mejor y puede servirse de ti, en la edificación de su Reino, no con espectacularidad, no con luces y brillos, sino con simpleza y humildad, en tu labor de cada día.

Sólo es necesario te dejes guiar y llenar por Él, sacando todo espíritu de desobediencia, soberbia y egoísmo que haya en ti. El Señor transformará tu alma como el Santo Alfarero que Es, y hará de tu jarrito viejo y resquebrajado, una vasija nueva, llena de toda clase de virtudes, preciosa ante sus ojos (que son los que mejor ven, mejor valoran y mejor pagan).

Reflexionemos y pidamos al Señor que nos ayude a ser realmente de Él. Que nos ayude individual, pero también colectivamente, como comunidad de ANE-hermanos, para saber inyectar esperanzas, en ver de lanzar condenas. Agrandar nuestro corazón, para parecernos cada día más a su Sacratísimo Corazón, lleno de Misericordia para aquellos que más lo necesitan. Y aquí es donde viene el centro de nuestra reflexión: Jesús viene a sanar a los enfermos, a los más dolidos, a los que necesitan de salvación.

Primero, si quieres parecerte a Él para amarlo y servirlo mejor, es indispensable TE SEPAS ENFERMO, DOLIDO Y CON NECESIDAD DE SER SALVADO POR ÉL. En el momento que alguna de estas cosas no ocurra en tu alma, Dios no puede trabajar en ella, y por eso sucede muchas veces, que todos tus esfuerzos, no tienen los frutos que se esperan.

Segundo, es indispensable, para estar dentro del Corazón de Jesús, que obres y actúes a como Él, es decir, que afines y pases por el colador de la PUREZA DE INTENCIÓN cada una de tus acciones, para que cada una de ellas esté llena de misericordia, verdadero amor e inflamada caridad.

Tercer, es indispensable igualmente que permitas al Corazón de Jesús actuar a través de tu corazón, para que tus acciones estén llenas de misericordia, verdadero amor e inflamada caridad; que te solidarices con todas las miserias, materiales y espirituales de quienes te rodean y que veas en todos tus hermanos, especialmente en los que te cuesta más, el Rostro de Cristo, que quiere ser amado y servido a través de ellos. No puedes ser indiferente ante las personas que te necesitan, aunque tal vez ellos no sepan que se hallan necesitadas.

Medita y pide al Señor que, en este día, que extienda los rayos de su infinito amor hasta tu alma, y ponga sus santas y venerables manos sobre cada una de tus heridas, para que sea Él, y únicamente Él, quien las sane con su amor.

Cuando repites, “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”, ¿realmente confías en Él como Él te lo solicita y tú lo necesitas, para que pueda Obrar en tu corazón y en tu vida? En realidad, ¿le entregas todo al Señor?

Hoy pensemos, meditemos, oremos, permitamos al Señor que sacuda nuestros corazones y de una buena vez, actuemos.

OFRECIMIENTO:

1.- Ofreceremos esta Santa Corona, para pedir misericordia al Señor por el mundo entero y perdón por todos los ultrajes y sacrilegios que se cometen en contra de su Divino Corazón, y el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre.

2.- Igualmente, lo ofreceremos pidiendo perdón por todos los pecados de omisión que en el mundo entero se cometen en contra de su divina presencia y permanencia en los altares; especialmente en aquellos donde está más abandonado, olvidado y donde hay menos oración.

3.- Por las intenciones y necesidades del Santo Padre. Por la Santa Iglesia Católica, y para que todos seamos un solo rebaño, bajo un solo Pastor. Por todos los sacerdotes e institutos de vida consagrada; para que el Señor, con la efusión de su Espíritu, los ayude a ser cada día mejores y más santos.

4.- Ofreceremos al Señor, durante este mes nuestros sacrificios, de una manera especial por nuestro Apostolado, el Instituto Stella Maris, CRUZNE, TAE y todo lo que en ellos se viene realizando, su presente y su futuro; para que todo sea y vaya con la bendición de Dios y el auxilio de Santa María de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización. Por todos sus integrantes, sus necesidades e intenciones particulares.

5.- Pediremos al Señor, por intercesión de Su Santa Madre, y a través de Su Inmaculado Corazón, que nos libre de todo mal espiritual y corporal, que seamos apartados con nuestras familias, lo más posible, de las horas de sufrimiento y de dolor, llegado el momento de la purificación. Y que Su Providencia y bendición nunca nos falten.

6.- Por todos los países donde el ANE existe; para que el Señor los guarde en su Sagrado Corazón, y no permita que el comunismo, la guerra, el ateísmo, la persecución a la Iglesia y las ideas ateas se implanten en ellos, creando miedo, crisis y confusión entre sus habitantes. De una manera muy especial te pedimos, Señor, por Estados Unidos, México, todo Centro y Sudamérica.

MANERA DE REZARLO:

1.- Recitamos (a modo de Credo) una vez, las “Aspiraciones” de San Ignacio:

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, Sálvame. Sangre de Cristo, Embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, Confórtame. Oh mi Buen Jesús. Óyeme. Dentro de Tus Llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. A la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con los Santos te alabe, por los siglos de los siglos, Amén.

2.- En las cuentas grandes, en vez del Padre Nuestro, decimos:

Jesús, Dulce y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al Tuyo.

3.- En las cuentas pequeñas, en vez de los Aves Marías, se dirá diez veces:

Dulce Corazón de Jesús, se Tú mi amor.

4.- Al final de cada decena, en vez del Gloria, se dirá:

Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía.

5.- Para Terminar:

Un Padre Nuestro, Un ave María y un Gloria.

———-

Finalmente, digámosle todos los días:

¡Gracias, Soberano Señor, Padre mío Amoroso! ¡Gracias Sacratísimo Corazón, donde reside el Amor verdadero que me Ama y Salva! ¡Gracias, Espíritu de Amor, que me da vida y me inspira!

En este día, mis ANE-hermanos y yo te honramos y te damos las gracias, Dios Uno y Trino, por todo lo que Tu Inmensa Providencia nos dispensa, sin merecimiento alguno.

Anhelo Señor en este día, darte mi amor y reunirme algún día Contigo en el Cielo, para cantar el gran himno de acción de gracias allí, en unión plena Contigo, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Ti sea toda alabanza, todo el Honor y toda la Gloria, por los Siglos de los Siglos. Amén.

 

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN

SEGUNDO DÍA:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido. Ayudado de Tu Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria

¡Oh, Corazón Divino de mi amado Jesús! en Quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias, concédeme un corazón semejante al Tuyo, y la gracia que Te pido en esta novena, si es para mayor Gloria de Dios, y tu sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración del segundo día: Deseos y amorosos suspiros

¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puerta por donde nosotros llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dígnate estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por Ti a tu Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amarte. Dame la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra Ti, ¡oh, amante Corazón!, y la que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto a Ti y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Oraciones finales

¡Oh, Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Ti Majestad; por medio de este Adorable Corazón, te adoro por todos los hombres que no te Adoran; te amo por todos los que no te aman; te conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conocerte. Por este Divinísimo Corazón deseo satisfacer a tu Majestad todas las obligaciones que te tienen todos los hombres; te ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de tu Divino Hijo, y te pido humildemente la conversión de todas, por el mismo suavísimo Corazón. No permitas que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; has que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Tu Santa Majestad, sobre este santísimo Corazón, a Tus siervos consagrados, mis amigos y familia toda, y te pido los llenes de Tu Espíritu, para que, siendo Su Protector el mismo deífico Corazón, merezcamos estar contigo eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente te adoro con todas las fuerzas de mi pobre corazón, yo te alabo, yo te ofrezco las alabanzas todas de los más amantes Serafines y de toda Tu Corte Celestial y todas las que te puede dar el Corazón de tu Santísima y Tiernísima Madre. Amén.

Retiro de Pentecostés 2020

HORARIO DEL RETIRO

INGRESA AL AULA CON ZOOM

LEER ATENTAMENTE ESTA PRIMERA PARTE

 Duración prevista para el retiro: 2 horas.

TIPO DE RETIRO:

  • Encuentro personal con Dios en la oración, lectura de textos y Adoración al Señor en casa (en Espíritu y en Verdad).
  • Dinámicas personales
  • Meditación con audio

PREPARAR PARA TU ENCUENTRO CON EL ESPÍRITU SANTO: 

  • Material de lectura para realizar el retiro, que está disponible en esta página.
  • Se te pedirá de manera especial que, antes de empezar el Retiro:
    • Hagas un PROFUNDO examen de conciencia, le pidas perdón a Dios por todo aquello en lo que le has ofendido, has hecho daño a algún hermano o hermana tuya, y has dañado tu alma retrocediendo en tu camino de santificación.
    • Luego escribirás en tu libreta lo siguiente:
      • Qué Don quieres pedirle al Espíritu Santo que te regale, según lo que crees que necesitas. El Don que te regale el E.S, vendrá acompañado de un santo, que te acompañará durante el año intercediendo por ti ante el Señor en tus necesidades y la ayuda que le pidas.
      • Si tienes actualmente algún pecado contra el Espíritu Santo del que tengas que arrepentirte y confesar, escríbelo para pedirle perdón al Señor en la Adoración espiritual, y al momento que sea posible, pedirle perdón sacramentalmente.
    • Ubica las lecturas y ten tu Biblia a mano
    • Prepara un lugar donde puedas adorar al Señor, aunque no lo tengas físicamente presente, pero que esté adecuado para eso.
    • Escoge un espacio en casa donde poder reflexionar y trabajar en silencio y en paz.
    • Ten a mano un cuaderno o libreta y un bolígrafo o lápiz para tus apuntes
    • Es opcional, si quieres imprimir todo el retiro para tenerlo físicamente o hacerlo viéndolo en tu pantalla.
    • No se te olvide el material de audio y video que tendrás que ver en tu computador, teléfono o tablet.
  • Tema I: “Lej Lejá: Ve hacia ti mismo (Viaja dentro de ti)”
  • Tema ll: El Espíritu Santo en la Iglesia (Audio de Padre Renzo)
  1. RECOMENDACIÓN: NO DISTRAERSE CON ANUNCIOS PUBLICITARIOS PREVIOS, NI CON VIDEOS QUE PODRÍAN APARECER POSTERIORMENTE A LOS VIDEOS ELEGIDOS PARA ESTE RETIRO ¡¡¡CUIDADO CON ESO!!!

 (VER EL VIDEO AHORA, HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/_a-vtoRqs3Y )

I.- INTRODUCCIÓN:

En este retiro, diferente de como lo hacemos generalmente, iniciaremos con un trabajo de introspección, es decir, tratando de inspeccionar dentro de nosotros mismos, para encontrar al hombre o a la mujer que vive allí y responder lo más objetivamente posible a la pregunta: ¿Quién soy?

Pediremos la luz del Espíritu Santo, para que nos ayude a encontrarnos, en medio de esta situación inusual que estamos viviendo, y responder a muchas de las interrogantes que, consciente o inconscientemente, guardamos en nuestra mente y en nuestro corazón… Interrogantes que, lo sepamos o no, a veces no nos dejan avanzar hacia adelante, para recibir la luz y las efusiones del Espíritu Santo.

El nombre de este Retiro, “Lej Lejá”, viene del idioma hebreo, y significa, entre otras cosas: “Viajar dentro de uno mismo”. La introspección es precisamente eso: Ver profundamente dentro de uno; analizarse por dentro.

El Espíritu Santo nos ayuda a crecer en lo que podríamos llamar “dos movimientos”: por un lado, nos ayuda a darnos cuenta de nuestros errores, y por el otro, acrecienta, fortifica y engrandece nuestras virtudes, para ir superando esos errores.

Es el Espíritu el que nos entrega aquello que nos hace falta y sana aquello que está enfermo.

El Espíritu Santo es el que nos da la identidad de hijos de Dios, porque es la parte de Dios que vive en nosotros, cuando estamos en el estado de gracia santificante; en la gracia de Dios.

En eso es en lo que trabajaremos a través de estas horas, en compañía y bajo la protección de nuestra Madre del Cielo que, como intercesora, abogada y dispensadora de gracias, nos ayudará con su Auxilio y Presencia, a comprender y asimilar lo que Dios Espíritu Santo quiere entregarnos en este día.

Digamos entonces como Samuel: “Habla Señor que tu siervo escucha” (1 Samuel 3,10).

II.- DESARROLLO DEL RETIRO

1.- ORACIONES

Pongámonos en la presencia de Dios, + en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo + Amén, y empecemos nuestra jornada de oración y meditación, invocando las luces del Espíritu Santo, con las siguientes oraciones:

1.1.- INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Oh, Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:

Lo que debo pensar, cómo debo pensar

Lo que debo hacer, cómo debo hacer

Lo que debo decir, cómo debo decir

Lo que debo callar, cuándo debo callar

Lo que debo sentir, cómo debo sentir

Cómo debo actuar para Gloria de Dios, bien de las almas y mi propia santificación

Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender,

Sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar…

Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar, ¡Así sea!

1.2.- ORACIÓN COMPUESTA POR JUAN PABLO II AL ESPÍRITU SANTO:

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo de la vida y prepara nuestro espíritu para vivirla con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.

 Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

 Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el Universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente, en el mundo, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren, juntos, en la edificación del único Reino de Dios.

 Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos, el compromiso por un mundo mejor.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Has fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones, y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

 Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.

 ¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

 A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!

 

2.- TEMAS Y PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

(VER EL VIDEO AHORA HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtube.com/watch?v=cDP1Ly6K6lM )

2.1.- TEMA 1: HOMBRE, MUJER… ¿QUIÉN ERES…?

Hoy en día, el hombre vive en una crisis total de valores y siempre en búsqueda de la “felicidad”. Pareciera que esa felicidad es imposible de encontrar, y por tanto, de alcanzar. No sabe porque está donde está, porque vive lo que vive, a donde se dirige y porqué lo hace. En síntesis, no sabe quién es ni encuentra sentido a su existencia.

Es por ello, que el enemigo tan sutilmente se ha metido en los corazones y en las mentes del hombre, inventando toda clase de corrientes y lógicas “ilógicas” que lo apartan de Dios y de su verdadero destino e identidad.

Si el hombre no sabe y entiende Quién es su Padre, a qué está llamado y lo que es capaz con el apoyo de ese Padre y esa familia a la cuál él pertenece, por consiguiente, no sabe su apellido, no reconoce a su Madre, no sabe ni cree en sus antepasados y no conoce su lugar ni su destino en el tiempo que vive y en el mundo que habita. El hombre NO SABE SU NOMBRE Y DESCONOCE SU APELLIDO…

Es por eso, que pedirle y hacer comprender a alguien que no crea en tantas cosas que los saca del camino verdadero, apartándolos de su verdadera identidad, es casi imposible. El hombre, (especialmente los que no creen o se han apartado de Dios, pero los que creen igualmente), necesita revalorarse como alguien especial que vive para un propósito, que con el uso de su libertad y utilizando su inteligencia y voluntad, deberá ir descubriendo y poniéndolo en práctica.

LEJ LEJÁ: Es una frase hebrea. Su significado, para los estudiosos de las Sagradas Escrituras, es el de “regresar al origen”, al país (lugar) de donde eres, y para el que estás hecho. Esta frase representa el llamado de Dios a Abraham: “Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Te convertiré en una gran nación. Te bendeciré y te haré grande. Serás una bendición. Bendeciré a aquellos que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Todas las familias de la tierra Serán bendecidas a través de ti”. (Génesis 12,1-3).

La relación central del hombre con Dios no está basada en un reconocimiento racional de las propias virtudes. Es un nivel de relación que el ser humano no puede alcanzar por sus propios medios ni méritos, sino porque Dios nos ha elegido, a través de Jesucristo, Su Hijo, como hizo primero con nuestros hermanos mayores en la fe: Israel, Su Pueblo. Es por eso que el primer vínculo entre el hombre y Dios Padre, mencionado en el Antiguo Testamento, comienza con una frase célebre, épica: “Y habló Dios con Abraham”.

Allí se inicia un vínculo de unión cercana, de amor e intimidad, que parte de la Divinidad. Se trata de un nivel de relación al que ningún hombre puede acceder con su propia fuerza y capacidad. Este vínculo se refleja en el primer mandato a Abraham que leemos en el Antiguo Testamento, cuando Dios le ordena “Vete de tu tierra”. Esto es algo muy fuerte: Dios le dice eso a Abraham, pero no solamente quería que se mudara de casa, sino que el Señor quería que abandonara todo lo que hasta ese momento había sido Abraham. Dios quería que Abraham, al avanzar en el camino hacia la nueva tierra que Dios le mandaba, dejara su antigua vida, para recibir la nueva misión, y con eso captara su nueva identidad como Hijo de Dios.

Por medio de su mandato, el Dios Todopoderoso transformó a Abran en Abraham. Ese cambio de nombre tiene una serie de connotaciones o significados: lo vuelve, de ser alguien “sin apellido” (diríamos ahora, de alguna manera) en alguien que, se sabe, viene de un linaje, y en este caso, un linaje divino. Abraham es llamado por Dios y transformado para Él, para ser el Padre de una gran familia “tan numerosa como las estrellas del cielo”. Abraham, como Isaac, Jacob y otros tantos, son llamados por Dios y elegidos por Él para formar parte de esta gran alianza y familia, que lleva el sello y la unción de Dios Espíritu Santo.

Lo mismo sucede con nosotros en nuestro bautismo, donde nos convertimos, así como Abraham, en hijos de Dios por la unción de su Santo Espíritu. Pero eso nos sucede por el deseo, la voluntad y el amor de nuestros padres. A nosotros nos toca ratificar esa alianza, primero, en la Confirmación, pero también en cada tiempo de “Pentecostés”.

Es por eso que todo católico tiene la obligación de realizar, de tanto en tanto, una introspección. Un viaje hacia adentro. Un ver hacia sí mismo. Un regresar al origen y ver (descubrir) de dónde vienes, quién eres y a dónde vas. Ser consciente de ese pasado glorioso (el de nuestro padre Abraham), la Pascua de nuestros hermanos mayores, los hebreos, y de las maravillas que Dios ha hecho desde tiempos inmemoriales… Y cómo es Él, Quien nos llama de nuevo en este momento por nuestro nombre y nos recuerda esa identidad y ese linaje de la familia a la cual pertenecemos, para enviarnos a realizar una misión con un espíritu nuevo y renovador: su Santo Espíritu.

Esta relación, que comenzó con Abraham, recae sobre cada uno de nosotros, sin diferencia de edad, raza, posición social o sexo: Todos somos creaturas de Él y todos regresaremos a Él.

Dios, en el Antiguo Testamento: el Padre, como primera persona de la Santísima Trinidad, Jesús, como segunda persona de la Santísima Trinidad, unidos en el Espíritu de ambos (tercera persona de la Trinidad Santa), han realizado una alianza con el hombre, que va más allá de nuestra razón y entendimiento. Dios quiere, que a partir del uso de la libertad y conocimiento de Su Misericordia y de Su Amor, además, por medio del cumplimiento de la Voluntad Suprema, el hombre reconozca y comprenda este lazo único que existe entre el alma de la criatura y su Creador.

Pero… ¿quién es realmente el hombre? ¿por qué y para qué ha sido creado? ¿es un ser más en medio de la naturaleza? ¿dónde está su alma? El hombre, hoy en día, no sabe quién es en realidad.

San José María Escrivá de Balaguer decía: “Esa es la gran osadía de la fe cristiana: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo.” (Es Cristo que pasa)

Podemos entonces pensar: ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas? El libro del Génesis nos dice: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” (Gen 1,27). ¿Qué significa haber sido creados “a imagen de Dios”?

El hombre ocupa un lugar único en la creación: “está hecho a imagen de Dios” (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado “hombre y mujer” (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV). (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 355)

Esta es la misión de la fe católica: Tener la valentía de proclamar y anunciar la dignidad de la naturaleza humana, de afirmar que, mediante la gracia, somos elevados al orden sobrenatural y hemos sido creados para alcanzar esa dignidad que nos da el sólo hecho de ser hijos de Dios.

Pensemos: ¿por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad…? De todas las criaturas visibles sólo el hombre es “capaz de conocer y amar a su Creador” (GS 12,3); es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad: «¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo a la divina providencia 13, citada en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 356).

Tomando en cuenta la acción del Espíritu Santo en nuestras almas, y la acción directa que Éste tiene en nuestras vidas, en el día a día de nuestras acciones y tomas de decisiones, el Espíritu Santo nos regala dos de sus más exquisitos dones: el Don de la Sabiduría, que es aquél que nos hace gustar y conocer a Dios y sus promesas, y el Don de Discernimiento. Estos dones nos dan la capacidad de poder juzgar, a los ojos de la verdad, las situaciones, circunstancias y cosas de la vida.

Lej Lejá: Regresar al origen… tratar de vernos nosotros mismos a los ojos de la verdad que nos regala el Espíritu Santo, para suscitar en nosotros los deseos de conversión, pero especialmente, el deseo de reencontrarnos con esa criatura que desea sentirse “parte de algo grande”; parte de esa familia a la que todo un Dios pertenece y gobierna: la familia de Jesús. “Quien cumple la Voluntad del Padre, ese es mi hermano” (San Marcos 3,35).

Entonces, ¿qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios? “Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 357).

Nuestro Dios, Padre de Jesucristo y nuestro Creador, no es un Dios que desde lo alto ve a sus creaturas y las mueve con hilos, como si fueran marionetas. Tampoco es un Dios que contempla la suerte de los hombres indiferentemente, como si fueran cualquier cosa. Es un Dios, Padre Creador con todas las palabras que conlleva, que ama ardientemente a sus hijos y desborda de cariño, de manera única y especial, por cada uno de ellos. Dios Padre, nos ha regalado el gran privilegio, el excelso don del amor. Es decir: hemos recibido del mismo Espíritu Santo, Espíritu de Amor, el amor.

Somos capaces de amar y ser amados. De esta manera el ser humano trasciende lo efímero y transitorio. Tenemos nombre y apellido y eso nos da certeza de por qué y para qué se camina, se sufre, se goza y se ofrece. Dios nos da identidad de hijos, mostrándonos un camino que transitar, no solo en búsqueda de la felicidad, sino teniendo la felicidad y el gozo dentro de sí mismo, como prenda de una felicidad plena, mayor, que ha de llegar al completar el camino, que se hace cierto y verdadero, y que sobre todo tiene un rumbo establecido y bien apuntado.

Lo efímero se hace concreto, realidad, verdad, certeza. Lo transitorio tiene calidad, importa, trasciende, vale. El hombre “se llama”, tiene identidad, unción, sello; tiene nombre, y Dios lo llama personalmente, amorosamente, viéndole a los ojos y por su nombre.

Y luego pensamos: ¿para qué hemos sido creados? ¿Qué quiere Dios de nosotros, de mí…? Dios creó todo para el hombre (Cfr. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios, y para ofrecerle toda la creación: “¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha” (San Juan Crisóstomo, citado en Catecismo de la Iglesia Católica, n. 358)

Es decir, que el hombre es común (igual) a los demás hombres, sin importar la raza, lengua o color de piel. Nos une el mismo lazo de ser hijos de Dios y creaturas creadas por la Omnipotencia y Sabiduría de Dios, creador de todo cuanto existe. Y ¿Qué es lo que nos une…? nos une esa identidad que da el ser hijos del mismo Padre que nos ha creado a su imagen, para ir asumiendo y adquiriendo, de poco en poco y con la ayuda del Espíritu Santo, la semejanza en su Hijo, Jesús.  El hilo conductor, del corazón del hombre al Corazón de Dios, y a su vez al corazón de los hermanos, es el Espíritu Santo de Amor, que rodea todo, que santifica, vivifica y da vida a toda la creación. Esta acción, a la que todos estamos llamados y de la cuál debemos de responder, debido al linaje al cual pertenecemos, se llama: “ley de solidaridad humana y de caridad, y es aquella que, sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos”. (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 361)

Lej Lejá… ¡regresa a tu origen!  Piensa, ¿Quién eres…? El Verbo se ha dignado asumir una naturaleza humana íntegra y consagrar la tierra con su presencia y con el trabajo de sus manos. La gran misión que recibimos, en el Bautismo, es la corredención (el ayudar a Cristo a salvar almas, por eso) nos urge la caridad de Cristo, para tomar sobre nuestros hombros una parte de esa tarea divina de rescatar las almas. (Es Cristo que pasa, 120)

CONTESTA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: (Haz el ejercicio de verdad, tomando una hoja y un bolígrafo y escribe)

  1. ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas?
  2. ¿Por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad?
  3. ¿Para qué ha sido creado el hombre?
  4. ¿Qué tienen en común todos los hombres? ¿Qué nos une? ¿Por qué somos distintos del resto de seres?
  5. Para ti, ¿qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios?

Después de haber respondido por escrito a las anteriores preguntas (NO ANTES), sigamos…

Así como a Abraham, Jacob, Isaac, David, Salomón, Moisés, etc. y tantos personajes en el Antiguo Testamento recibieron encomiendas de manos de Dios, ahora, en la plenitud de los tiempos, el Espíritu Santo sigue abonando a su Iglesia y sembrando en los corazones los dones necesarios, para que, con el testimonio de Jesús y la enseñanza de la Iglesia, los hombres caminen haciendo la Voluntad del Padre y contribuyan a la venida, a la edificación e instauración del Reino de Dios. Medita brevemente esto, y ya habiendo leído concienzudamente lo anterior, reflexiona sobre las siguientes preguntas y contesta a lo que sigue…

 a.- ¿Quién eres?

  1. Escribe tu nombre y apellido
  2. ¿Conoces a tu padre y a tu madre? En breves palabras, ¿qué recuerdas de cada uno de ellos? (escríbelo)
  3. ¿Sabes bien de qué familia vienes? ¿Recuerdas alguna tradición, historia, anécdota, que se haya transmitido de generación en generación? Escribe, aunque sea una breve referencia a ella, en pocas palabras…
  4. ¿Qué te hace sentir honrado de tu familia? ¿Qué cambiarías de ella?

b.- Ahora, con base en todo lo que has leído, medita y contesta honestamente:

  1. Más allá de tu familia, conforme a tu experiencia personal de vida en este mundo, ¿quién podrías decir que eres?
  2. ¿A quién verdaderamente perteneces? ¿Qué tanto puedes decir, con la mano en el pecho, que eres de Dios?
  3. ¿Consideras que te puedes hacer llamar, legítimamente, “linaje de Dios”? ¿Consideras que tu familia espiritual, la que Dios te ha dado especialmente en el ANE, es tu verdadera familia? A esa familia espiritual ¿la tratas como tal?

c.- Según la vida que llevas:

  1. ¿Has pensado qué haces aquí y qué misión tienes?
  2. ¿Qué crees que Dios quiere de ti? ¿Sabes cuál es tu lugar en el plan de Dios?
  3. ¿Cómo vas en el cumplimiento de tu misión? ¿Qué cosa puedes y DEBES mejorar? ¿Qué harás, en relación con eso HOY MISMO, al terminar este retiro? Si no haces NADA extraordinario, distinto de lo que estabas haciendo, de poco o nada te servirá este tiempo de retiro y reflexión junto al Señor.

Al venir Jesús al mundo, humanándose por amor a los hombres, al asumir la naturaleza humana, consagra con Su Presencia la tierra y el trabajo que se ha dignado hacer con sus santas manos. Es así como todos los hombres, especialmente los Apóstoles de la Nueva Evangelización, estamos llamados a ayudar al Señor: rescatando y llevándole almas, tomando sobre nuestros hombros, una pequeña parte de esa Tarea Divina del rescate de las almas.

Esa es la misión, ese es el desafío. A eso nos urge el Señor y todo lo que hagamos debe de estar enfocado en lograr primero, la salvación del alma personal, y después, ayudar a la salvación del alma de los hermanos. Ponemos este orden no por una cuestión de egoísmo, sino porque necesitamos estar llenos de Dios para poder transmitir a Dios… Y no decimos llenos del “conocimiento” de Dios, porque eso es tan fácil como vano: Por eso decía Juan Pablo II “La Iglesia NO necesita maestros, necesita TESTIGOS”, es decir, personas que den auténtico testimonio, con su vida, con sus actos y sus no-actos, más que con sus palabras.

Allá está encerrada la felicidad. Allá está encerrado el valor del ser y el existir. Darse a los demás sin esperar nada a cambio, más que la certeza del saber que, el que sirve, se hace más parecido a Aquél del cuál viene, de su Padre que es el modelo.

NOTA: ¡Si no sabes de dónde vienes y quién eres, no sabrás a dónde vas! Siempre que tengas dudas sobre el camino, regresa a tu origen, ve dentro de ti, medita con la efusión y luz del Espíritu Santo sobre la Palabra de Dios, y encontrarás las respuestas a todo aquello que no le encuentras solución.

La felicidad que tanto buscas y anhelas, está en esa identidad que debes de asumir. Está en una mirada profunda a tu interior, en una simple invocación: “¡Ven, Espíritu Santo!” y en cuatro palabras que salgan de tu boca con fe y abandono: “¡Jesús, en Ti confío!”

 (VER AHORA EL VIDEO HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/zSaeAexEhmc )

 

2.2.- TEMA 2: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA (Padre Renzo) HAZ “CLICK” EN ESTA LIGA:

 http://aplicacion.a-n-e.net/wp-content/uploads/2020/06/Padre-Renzo-Pentecostes.mp3

 

3.- ACTIVIDAD DE ADORACIÓN ESPIRITUAL

Indicaciones:

Utiliza ahora el lugar donde has dispuesto para hacer tu adoración espiritual, y tu comunión espiritual igualmente. Ten a mano alguna música de adoración o alabanza que te ayude a lograr concentrarte y adorar espiritualmente de la mejor manera posible al Señor.  Lee durante la adoración, los siguientes mensajes y medítalos.

1.- El fuego prueba y purifica. En el fuego se purifica el oro, y los adeptos de Dios en el horno de la humillación (Eclesiástico 2,5). En el crisol se separa el oro de la escoria. La vida fácil no revela lo que hay en el hombre, y mediocridades sin cuento andan por los caminos del mundo sin saber ellos mismos el precio de su vida y el valor de la virtud. Pero llega la adversidad, y da la oportunidad de mostrar el temple y ejercer la paciencia.

HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE MENSAJE, Y MEDITA

2.- El sufrimiento acrisola la vida. Y ahí está el secreto de entender de alguna manera y encontrar fuerzas para hacer frente al dolor, dentro del misterio de vida y fe que es el sufrir. El secreto es saber que ese sufrimiento que nos aqueja, por duro mi voz de aliento a los que sufren. Cuando les llega un gran sufrimiento corporal o espiritual y ustedes lo aceptan con espíritu de oblación, aquello puede ser furente de gracias innumerables” (continúa leyendo Cruzada de la Salvación 25 págs.25 y 26)

HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE, Y MEDITA

3.- ¿Qué significa nacer de nuevo, nacer del Espíritu Santo?

Nicodemo fue a escondidas, a ver a Jesús, para aprender de Él. (Jn 3,1-9). Tanto aprendió y tanto creyó en Jesús que fue uno de los pocos “valientes” que estuvo para el momento de la sepultura de Cristo (Jn 19,39).

Quien ha nacido del Espíritu Santo se da cuenta de que Dios es lo más importante en su vida, se da cuenta de que quiere vivir para Dios y para lo que Él le indique, se da cuenta de que, aunque se ocupe de todo lo que tiene que ocuparse (trabajo, estudios, familia, amigos, etc.) toda su vida está centrada en Dios y hacia Dios va para su encuentro definitivo con El, que tendrá lugar al fin de los tiempos o nos llega en el momento de nuestra muerte.

¿Cómo volver a nacer? ¿Cómo nacer del Espíritu Santo? ¿Cómo puede suceder esa trasformación?

Veamos qué hicieron los Apóstoles antes de recibir el Espíritu Santo: creer (que recibirían el Espíritu Santo) y obedecer lo que Jesús les dijo (en el caso de ellos, quedarse en Jerusalén), orar, orar junto con María.

Para “volver a nacer” hay que creer en Dios, obedecerlo y orar. Así “seremos bautizados en el Espíritu Santo”.

Jesús anuncia en la Última Cena la venida del Espíritu Santo: (Jn 16,7-11)

“Pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, el Defensor, no vendrá para estar con ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré. Cuando El venga, mostrará claramente a la gente del mundo quién es pecador, quién es inocente, y quién recibe el juicio de Dios. Quién es pecador: el que no cree en mí; quién es inocente: Yo, que voy al Padre, y ustedes ya no me verán; quién recibe el juicio de Dios: el que gobierna este mundo, que ya ha sido condenado.

Tengo mucho más que decirles, pero en este momento sería demasiado para ustedes. Cuando venga el Espíritu de la verdad, El los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. Él mostrará mi gloria, porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes.

Jesús les dio a sus Apóstoles el poder de perdonar los pecados dándoles del Espíritu Santo: (Jn. 20, 21-23)

Luego Jesús les dijo otra vez: –¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.  Y sopló sobre ellos, y les dijo: –Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.

HAZ UNA PAUSA ANTES DE PASAR AL SIGUIENTE MENSAJE, Y MEDITA

4.- El Espíritu Santo es el espíritu reconciliador que perdona nuestros pecados y el espíritu pacificador que nos da la paz al sabernos perdonados.

Jesús prometió el Espíritu Santo antes de su Ascensión para que pudieran llevar su mensaje a todos los rincones:

Todas esas promesas se cumplieron el día de Pentecostés: (Hech. 1, 1-41)

Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, [a] todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. 3 Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. 4 Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran.

Entonces Pedro se puso de pie junto con los otros once apóstoles, y con voz fuerte dijo: “judíos y todos los que viven en Jerusalén, sepan ustedes esto y oigan bien lo que les voy a decir. Estos no están borrachos como ustedes creen, ya que apenas son las nueve de la mañana”.

“Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados; y aquel día se agregaron a los creyentes unas tres mil personas.

Así comenzó a organizarse la primitiva Iglesia en Jerusalén.

El Espíritu Santo fortalece al cristiano en la tribulación y lo hace valeroso y sabio para comunicar la fe, aún a costa de grandes sacrificios y hasta de la propia vida.

Otros, que ya habían recibido el Bautismo de agua, reciben el Espíritu Santo por imposición de manos: (Hech. 8, 14-17)

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, mandaron allá a Pedro y a Juan. Al llegar, oraron por los creyentes de Samaria, para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y así recibieron el Espíritu Santo.

Otros no judíos reciben el Espíritu Santo mientras San Pedro predicaba. Luego fueron bautizados con agua. (Hech. 10, 44-47)

HAZ UNA PAUSA ANTES DE SEGUIR, Y MEDITA

5.- En un momento de silencio, se entrega a Dios nuestras peticiones y la gracia de disponernos a recibir el Espíritu Santo en nuestro corazón.

ADORACIÓN CON JUAN PABLO II

4.- ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.

Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.

Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.

Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

5.- CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Recibe, ¡oh, Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.

¡Oh, Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado JESÚS.

Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

(Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, por las intenciones del Sumo Pontífice)

6.- DINÁMICA DE” REPARTICIÓN DE DONES”

Indicaciones:

Sin que veas, antes de seguir avanzando tu cursor, escribe en siete papelitos los números del 1 al 7 y ciérralos, para que, sin ver, invoques al Espíritu Santo y escojas uno, sólo uno, que será el que el Espíritu Santo te envía.

El número que hayas escogido, sin ver, corresponderá al del don que te ha regalado el Espíritu Santo para este año, junto con el Santo Patrono que te ayudará, con su intercesión, a pedir por ti y por tus necesidades. Asimismo, tú orarás para pedirle a él o ella su ayuda y agradecerle durante todo el transcurso de este año, hasta el Pentecostés del 2021.

Serás responsable de estudiar y saber más de su vida, para que su ejemplo te ayude a crecer más como hijo de Dios y te ayude cada día a tu conversión.

NUMERO 1 DON DE PIEDAD / JUAN PABLO II / FRUTO PAZ

NUMERO 2 DON DE CIENCIA / SAN JUAN BOSCO / FRUTO GENEROSIDAD

NUMERO 3 DON DE SABIDURÍA / SANTA CATALINA DE SIENA / FRUTO ALEGRIA

NUMERO 4 DON DE TEMOR DE DIOS / PADRE PIO / FRUTO PACIENCIA

NUMERO 5 DON DE DISCERNIMIENTO / SANTA MADRE TERESA DE CALCUTA / FRUTO SERVICIO

NUMERO 6 DON DE CONSEJO / SAN FRANCISCO DE ASIS / FRUTO MANSEDUMBRE

NUMERO 7 DON DE FORTALEZA / SANTA ROSA DE LIMA / FRUTO FE

(VER EL VIDEO AHORA, HACIENDO “CLICK” EN ESTA LIGA: https://youtu.be/5sKl2f9qfZM )

¡¡¡FELIZ PENTECOSTÉS DIARIO!!!

Corpus Christi: Adoremos al Señor con Juan Pablo II

ADORACIÓN EUCARISTICA, POR JUAN PABLO II

Señor Jesús:

Nos presentamos ante Ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

“Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios” (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, “camino, verdad y vida”, queremos penetrar en el aparente “silencio” y “ausencia” de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo” (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives “siempre intercediendo por nosotros” (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: “Mi vida es Cristo” (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti. Queremos aprender a “estar con quien sabemos nos ama”, porque “con tan buen amigo presente todo se puede sufrir”. En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración “el amor es el que habla” (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: “Quedaos aquí y velad conmigo” (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos “gemidos inenarrables” (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o “misterio”.

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el “misterio” de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.

Amén.

Juan Pablo II

Solemnidad de Corpus Christi

ESPECIAL DE CORPUS CHRISTI

Oración de Adoración Eucarísitica de Juan Pablo II (CLICK)

UN POCO DE HISTORIA: Revisaremos un poco de historia para entender mejor esta fiesta que se ha convertido en una Solemnidad tan importante para todo el mundo católico.

A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico, cuyo centro fue la Abadía de Cornillón, fundada en 1124 por el Señor Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias prácticas de devoción eucarística que se incorporaron a la Sagrada Liturgia de la Iglesia, como por ejemplo, la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y, lo que vemos con más interés hoy: la Fiesta que festejamos, del Corpus Christi, o Fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor.

Por aquellos años, la priora de esa Abadía, Santa Juliana de Mont Cornillón, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines, cerca de Liège, Bélgica, en 1193. Juliana quedó huérfana siendo muy pequeña, y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, la llamó el Señor para consagrarse, así que hizo su profesión religiosa y más tarde, por sus grandes virtudes y dones, así como por su profunda vida de oración, fue escogida y llanada para ser superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Una de las cosas que marcaron la vida de santa Juliana, fue que, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre deseaba que se tuviera una fiesta especial en honor al Señor Eucaristía. Este deseo, se dice, fue intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena, con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta Solemnidad, como a manera de expresar que la Solemnidad de Solemnidades es la del Cuerpo y Sangre del Señor.

Juliana, ante el celo que le causaba el ver que se celebrara esta fiesta en la Iglesia, comunicó estas apariciones a Monseñor Roberto de Thorete, que para ese entonces era Obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde igualmente nombrado por el Papa de aquella época, Cardenal legado de los Países Bajos; y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, que más tarde se convertiría en Su Santidad, el Papa Urbano IV.

En ese entonces, el Obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los Obispos tenían el derecho y capacidad de ordenar fiestas para sus diócesis, convocó a un Sínodo Diocesano en 1246 y en él, se decidió que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo que se ordenaba, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio especial para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

Monseñor Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente, el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad, que, desde un principio, fue asignada para esa fecha especial. La devoción fue tomando fuerza, por lo que un Obispo alemán, que conoció de la fiesta la extendió por toda la actual Alemania.

En esos momentos, el Papa Urbano IV, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el llamado “Milagro Eucarístico de Bolsena”: cuenta la historia que un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de la Santa Misa, al partir la Sagrada Forma, vio salir de ella Sangre de la que, poco a poco, se fue empapando el corporal.

La venerada reliquia fue llevada en solemne ceremonia y procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan aquellos mismos corporales -donde se apoyan el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de Sangre que se derramó en aquel Milagro Eucarístico.

El Santo Padre, movido por aquel inmenso prodigio, y a petición de varios Obispos, tomó la decisión de hacer que la Fiesta del Corpus Christi se extendiera a toda la Iglesia Universal por medio de la bula promulgada bajo el nombre de: “Transiturus”. El 8 de septiembre del mismo año, queda la Solemnidad instaurada como fiesta para toda la Cristiandad Católica, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés, y otorgando para todos aquellos fieles, que, llenos de fe y adoración a nuestro Señor, participaran en la fiesta, obtengan para sus almas muchas indulgencias asistiendo a la Santa Misa y al oficio.

Luego, según algunos estudiosos de esta Fiesta Litúrgica, llamada la “Solemnidad de Solemnidades”, el Papa Urbano IV encargó un maravilloso oficio que hasta el día de hoy disfrutamos en la Liturgia a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino. Se cuenta que, cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura, lleno de humildad, fue rompiendo el suyo en pedazos.

La muerte del Papa Urbano IV, ocurrida el 2 de octubre de 1264, un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que la fiesta se difundiera con la debida celeridad. Pero entre que el enemigo mete su cola, y a veces las prisas no son el camino del Señor, tuvieron que pasar algunos años antes de que el Papa siguiente, Su Santidad Clemente V, tomara el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), se decidiera nuevamente la adopción de esta fiesta como Solemnidad para la Iglesia universal. Sin embargo, faltarían “ciertos datos” para hacer de esta solemnidad una verdadera fiesta litúrgica, y fue recién en 1317 cuando se promulgó una recopilación de leyes -por parte del Papa Juan XXII- y así se extendería la fiesta a toda la Iglesia, como debía de ser.

Un dato curioso es que en ninguno de los decretos se hablaba de la Procesión con el Santísimo Sacramento como un aspecto de la celebración. Sin embargo, estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV, ya que los fieles católicos las adoptaron y practicaron llenos de devoción y amor al Santísimo Sacramento.

La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida desde Bélgica, entre 1320 y 1325.

Recién en el Concilio de Trento se dio la declaración de que, muy piadosa y religiosamente, se introdujera en la Iglesia de Dios la costumbre, de que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable Sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado EN PROCESIÓN por las calles y lugares públicos, para deleite y honra de los fieles que lo acompañan y ven pasar por sus casas y avenidas. Y, ¿que se logra con esto o cual es el sentido? Con esta acción, los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan sublime y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la Victoria y Triunfo de la Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Cita la Enciclopedia Católica que la noche del Jueves Santo, que conmemora este gran evento, se hace mención como Natalis Calicis (Nacimiento del Cáliz) en el Calendario de Polemio (448) para el 24 de marzo, siendo el día 25 de marzo, considerado en algunos lugares, como el día de la muerte de Cristo. Este día, sin embargo, estaba en Semana Santa, un tiempo de tristeza, durante el cual se espera que las mentes de los fieles se ocupen con pensamientos de la Pasión del Señor. Más aún, tantos otros actos tenían lugar en este día que el acontecimiento principal casi se perdía de vista. Esto se menciona como la razón principal para la introducción de la nueva fiesta, de Corpus Christi en la Bula “Transiturus”, donde se le da un realce totalmente especial y santo a esta fiesta.

Es así, como esta fiesta tiene como centro, el sacramento del cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino que, por medio de la Consagración, el Sacerdote en representación de Cristo, y por la acción del Espíritu Santo, convierte realmente Su Cuerpo y Sangre en el pan y vino ofrecido en el altar; milagro llevado a cabo durante la Santa Misa, renovación sacramental del Sacrificio del Señor, mismo sacrificio de la Cruz, pero sin derramamiento de sangre (incruento), pues ahora Jesucristo se encuentra Resucitado y en estado Glorioso junto a la diestra de Dios Padre.

Los fines por los que se ofrece la Santa Misa y por los que la Solemnidad de Corpus es al igual realizada, son cuatro: Adorar a Dios, agradecerles Sus Beneficios y Su Amor, así como pedirle dones y gracias, y por último satisfacer por nuestros pecados y los pecados del mundo entero (en este renglón se pide igualmente por las almas que se encuentran en el purgatorio satisfaciendo la Justicia de Dios por las culpas aún no purificadas).

Siendo la Eucaristía el banquete Sagrado, esta fiesta solemne, nos recuerda que recibimos a Jesucristo como alimento de nuestras almas, y que la Comunión, es recibir a Jesucristo sacramentado en la Eucaristía; de manera que, al comulgar, entra en nosotros mismos Vivo; siendo verdadero Dios y Verdadero Hombre, con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la iglesia, y también lo es de nuestra vida en Dios. La Iglesia manda comulgar al menos una vez al año, en estado de gracia; recomienda vivamente la comunión frecuente y, si es posible, siempre que se asista a la Santa Misa, para que la participación en al sacrificio de Jesús sea completa. Es por esto, que esta Solemnidad nos recuerda este enorme Don al que tenemos la dicha de recibir, y el precio con el cual, fue conseguido para nosotros: el Sacrificio en la Cruz.

En la Solemnidad se acostumbra poner siete altares, en recuerdo a las siete casas donde estuvo el Señor cuando era sentenciado el día de Su Pasión, y en cada altar se realiza con el Señor llevado en la Custodia en procesión, oraciones litúrgicamente preparadas para esta gran fiesta. Igualmente se acostumbra decorarlos con flores, frutas, y panes, como ofrenda de los fieles al Señor, a menara de que el Señor, a Su pasar, bendiga estas ofrendas que son los diferentes oficios, trabajos y acciones que el hombre realiza en su vida diaria para poder vivir y alimentar a sus familias. Son las primicias de su trabajo entregado al Señor como Rey y dador de todo lo creado y en agradecimiento por su Providencia infinita.

 

En los Estados Unidos y en muchos otros países, la solemnidad se celebra no el jueves, sino el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad, según cada Conferencia Episcopal ha considerado, tomando en cuenta la situación del país al que pertenecen, en relación con la posibilidad de que los fieles puedan o no asistir a los oficios y actos litúrgicos.

“DÍA DE LAS MULAS” EN MÉXICO

Como un dato curioso y folklórico: el día de Corpus, en nuestro amado y colorido México, se le llama “el Día de las Mulas” ¿Sabes por qué? Por si no lo sabes, te compartimos un pedacito de nuestras hermosas tradiciones, de este suelo bendecido por las plantas de nuestra Señora del Tepeyac, la Siempre Virgen María de Guadalupe…

El origen se remonta a 1526, cuando por la tradición heredada de los conquistadores españoles, de las puertas de la Catedral Metropolitana salían procesiones, donde participaban los campesinos que cargaban sus mulas con su mejor cosecha para aprovechar la misa y dar gracias a Dios.

Esto dio origen a una gran feria que congregaba artesanos y comerciantes de distintos rumbos del país, que traían mercancías, también a lomo de mula (frutos de la temporada y artesanías que transportaban en guacales).

Para reforzar la imagen de las mulas, cuentan la más bien leyenda (pues parece ser una adaptación mexicana al conocido milagro de la mula” de San Antonio de Padua) que un hombre, llamado Ignacio, tenía dudas sobre su vocación sacerdotal y un Jueves de Corpus le pidió a Jesucristo que le enviara una señal.

Se dice que, al pasar el Santísimo Sacramento frente a Ignacio en la procesión, él pensó: “Si ahí estuviera presente Dios, hasta las mulas se arrodillarían” e increíblemente, su mula se arrodilló. Ignacio entendió la señal y entregó su vida a Dios en el sacerdocio.

Florecilla sobre el “Milagro eucarístico de la mula”, de San Antonio de Padua

Por eso, este “Día de las Mulas” cientos de personas llevan a sus hijos a las iglesias con un atuendo de “indito”, vestidos de manta, con grandes bigotes los niños y trenzas para las niñas, fajillas multicolores y huaraches, colgadas a sus espaldas los guacaritos, donde cuelgan comales, sopladores de palma, platos, anafres y cucharas en miniatura.

Y las mulas sólo quedaron en figuritas multicolores de barro, madera u hoja de elotes, que venden afuera de las iglesias. Pero también dan motivo a algunas bromas cuando te regalan una mulita y te felicitan en “tu día “.

ADORACIÓN EUCARISTICA, POR JUAN PABLO II

Señor Jesús:

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

“Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios” (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, “camino, verdad y vida”, queremos penetrar en el aparente “silencio” y “ausencia” de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo” (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives “siempre intercediendo por nosotros” (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: “Mi vida es Cristo” (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti. Queremos aprender a “estar con quien sabemos nos ama”, porque “con tan buen amigo presente todo se puede sufrir”. En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración “el amor es el que habla” (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: “Quedaos aquí y velad conmigo” (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos “gemidos inenarrables” (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o “misterio”.

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el “misterio” de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR. Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.

Amén.

Juan Pablo II